Nuestra Señora de Belén

Horarios de Misa

Jueves: 19.30hs.
Sábados: 20 hs.
Domingos: 10 hs. Misa para niños, y 20 hs.

Confesiones: después de Misa.

Bautismos: segundo y cuarto domingo de cada mes.


Secretaría Parroquial


Jueves: 18.30 a 20 hs.
Sábados: 18.30a 20 hs.
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CARITAS

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Nuestro Párroco

Pbro. Daniel Gazze



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viernes, 1 de enero de 2010

Jornada Mundial de la Paz


El 1º de enero celebramos la 43° Jornada Mundial de la Paz, en la que el Santo Padre nos invita a reflexionar, proponiéndonos como lema: Si quieres promover la paz, protege la creación. Se trata de un documento que no pone el acento primero en la creación, sino en la responsabilidad del hombre. Creo que en esta óptica debemos leerlo, es decir, no desde una suerte de ecologismo en el cual el medio ambiente sería como un absoluto casi divinizado, a modo de un nuevo paganismo, sino desde la centralidad del hombre como responsable del mundo creado.

Esto nos va a ayudar a comprender porque el camino para promover la paz pasa necesariamente por el cuidado de la creación, que es tarea que le corresponde al hombre. Aquí aparece la importancia de la presencia del hombre, no como alguien más en la creación sino como centro y cúspide de la misma. Desde la teología de la creación el hombre no se confunde con la naturaleza, sino que se distingue como alguien superior que ha recibido el encargo de cuidarla. El está llamado a ser la presencia de Dios en el mundo: esta es su grandeza y responsabilidad. La gloria de Dios, es decir su presencia, es el hombre, “gloria Dei vivens homo” decía San Ireneo.

Frente a la realidad de un mundo que va degradando día a día el don de la naturaleza, la Iglesia hace un llamado a la responsabilidad ética del hombre y de los gobiernos. Ya Juan Pablo II había hablado de una “crisis ecológica”, que reclama, decía, una urgente solidaridad de todo el mundo. Copenhague, desgraciadamente, no ha sido una respuesta a la altura de los problemas planteados. Hoy se pregunta el Papa: “Cómo permanecer indiferentes ante los problemas que se derivan de fenómenos como el cambio climático, la desertización, la contaminación de los ríos y de las capas acuíferas, la pérdida de la biodiversidad… Cómo descuidar el creciente fenómeno de los llamados “prófugos ambientales”, (es decir) personas que deben abandonar el ambiente en que viven…. Cómo no reaccionar ante los conflictos actuales, y ante otros potenciales, relacionados con el acceso a los recursos naturales”?. Esto daña la creación y compromete el nivel de vida, como los derechos esenciales del hombre.

Como vemos, la mirada que se requiere frente a estos hechos, necesita de una toma de conciencia de la responsabilidad del hombre como alguien que no es un elemento más, o algo indefinido en la evolución de la creación, sino la presencia de quien tiene una relación única, personal e indelegable ante el mundo creado. Tanto cuando el hombre quiere ocupar el lugar de Dios en la naturaleza y no ser su colaborador, la termina destruyendo porque no la valora en su dimensión de don del cual él es responsable de su cuidado; pero también cuando no descubre y no valora su propia dignidad y responsabilidad que lo distingue y eleva sobre el mundo creado en cuanto ser espiritual. Sin un claro sentido de esta dignidad única del hombre es difícil acercarnos responsablemente al mundo de la creación. La teología es una ciencia que no sólo nos habla de Dios, sino del hombre en cuanto ser creado por El, y de sus relaciones con sus hermanos y el mundo.

A partir de este planteo doctrinal y con una mirada crítica, pero también con ánimo de involucrarse en el problema, el Santo Padre va a afirmar que: “Por tanto, resulta sensato hacer una revisión profunda y con visión de futuro del modelo de desarrollo, reflexionando además sobre el sentido de la economía y su finalidad, para corregir sus disfunciones y distorsiones. Lo exige, concluye, el estado de salud ecológica del planeta; lo requiere también, y sobre todo, la crisis cultural y moral del hombre, cuyos síntomas son evidentes desde hace tiempo en todas partes del mundo”. Hay una solidaridad intergeneracional, agrega, que nos debe llevar a sentirnos partes responsables del futuro que estamos construyendo; pero hay también una solidaridad intrageneracional nos dice, “especialmente en las relaciones entre países en vías de desarrollo y aquellos altamente industrializados”, que hace a las exigencias de una justicia internacional. Por ello, antes de todo planteo técnico en términos de desarrollo y utilidad económica, existe la urgente necesidad de plantear el tema del crecimiento integral del hombre y el cuidado del mundo en términos de una moral que vincule y comprometa a todos.

No deja de ser crítico del pasado al afirmar que: “entre las causas de la crisis ecológica actual, es importante reconocer la responsabilidad histórica de los países industrializados”. Ha habido un uso y abuso de los bienes de la creación que son patrimonio de la humanidad, y que adquieren por su dimensión global el carácter de un drama mundial. Al mismo tiempo advierte a los países emergentes el peligro que significaría no comprender el momento actual de la crisis y “sentirse eximidos de la propia responsabilidad respecto de la creación”. El error del otro no justifica mi error. Hoy todos somos responsables, aunque el mayor costo de esta situación debe ser asumido por aquellos que más contaminaron y se beneficiaron. Por ello, más allá de cálculos interesados se requiere una actitud de grandeza y sabiduría política que permita proyectar el futuro de la humanidad en términos de pertenencia a una misma comunidad. La crisis climática y ecológica no conoce límites de países. O somos capaces de pensarnos como unidad, o el futuro se convierte en algo incierto.

Esta relación única y dinámica entre Dios, el hombre y la creación, se convierte en el fundamento de una auténtica promoción de la paz. Esto debe hacerse cultura que promueva decisiones políticas. Es de desear que esta nueva cultura de respeto por el medio ambiente deje de ser una doctrina más que conocemos y sabemos explicar, para convertirse en un nuevo estilo de vida que nos eleve culturalmente y nos acerque como miembros de una misma familia. El Santo Padre concluía su mensaje invitando a todos los creyentes a elevar una ferviente oración a Dios Padre y Creador “para que en el corazón de cada hombre y cada mujer resuene, se acoja y se viva el apremiante llamamiento: Si quieres promover la paz, protege la creación”.

Reciban de su Obispo, junto a mi afecto y oraciones, mis mejores deseos para este nuevo año que iniciamos. Con mi bendición en el Señor Jesús y Nuestra Madre de Guadalupe.


Mons. José María Arancedo

Arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz


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