Un culto a la bandera que no nos haga sentir parte de un proyecto de país que nos involucra, puede ocupar un momento en nuestro presente, pero no nos trasmite la dinámica de sentido que tiene un símbolo.
Cuando nos llaman como sacerdotes a bendecir una Bandera Argentina decimos la siguiente oración: "Señor, bendice+esta bandera que hoy te presentan tus hijos y haz, que bajo tu protección, cuántos sirvan a ella obtengan con abundancia el logro de sus ideales (o el bien de la Patria), y progresen en el amor y comprensión hacia todos los hombres". En esta breve oración encontramos algunas ideas que nos pueden ayudar a vivir el significado de lo que hoy celebramos. En primer lugar la invocación a Dios que, además de ser un acto de fe, es una actitud de sabia apertura a la trascendencia, como la tuvieron nuestros constituyentes al invocar: "la protección de Dios fuente de toda razón y justicia". Dios no desplaza a nadie.
En segundo lugar decimos: "bendice esta bandera que presentan tus hijos". La Bandera se presenta, tiene en su origen un acto de libertad, ha sido creada, no es impuesta. Este hecho nos pone en contacto con una historia que nos identifica, que habla de raíces y pertenencia. Luego pedimos en la oración que: "cuántos la sirvan obtengan en abundancia el logro de sus ideales (o el bien de la Patria)". Tener ideales nos habla de futuro, es decir, de algo que nos proponemos y que aún no se ha alcanzado plenamente; el ideal nos libera de encerremos en un pequeño presente sin horizontes, para hacernos protagonistas del mañana. El nivel de ideales, por otra parte, dice referencia al mundo de los valores, que son como la fuente en la cual ellos nacen. Una libertad sin valores es como un camino sin referencias ni contenidos; es como una puerta al vacío. Los grandes valores son, por ello, los que promueven y mantienen vivos los grandes ideales. La crisis de ideales en el mundo, es una crisis de valores.
La Bandera como símbolo de la Patria sirve, además, para integrar una diversidad de realidades, sean provincias, regiones, como colectividades extranjeras en la unidad de un país que se ha definido abierto a: "todos los hombres del mundo que quieran habitar en el suelo argentino". La oración, concluye, pidiendo que quienes la sirven: "progresen en el amor y comprensión hacia todos los hombres". Como vemos, celebrar el Día de la Bandera presenta, junto al significado festivo, una ocasión para examinar nuestras actitudes y relaciones como miembros de una misma Nación.
Reciban de su Obispo, junto a mi afecto y oraciones, mi bendición en el Señor Jesús y Nuestra Madre de Guadalupe.
Mons. José María Arancedo
Arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz
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