En el último Domingo de Adviento la Iglesia nos hace escuchar el SÍ de la Virgen, el HÁGASE al designio de Dios de la Encarnación de su Hijo. Mucho podemos aprender de este SÍ de María para prepararnos a la celebración de la Navidad. Lo primero que nos enseña es que nuestra vida es respuesta a una invitación, que hemos sido creados para un diálogo de amor del que nosotros no hemos tenido la iniciativa. ¿A qué me invita el Señor en esta Navidad? Seguramente a ser más buenos, seguramente a hacer un poco más de lugar en mi vida a Jesús que se hace uno de nosotros para no ser lejano sino Amigo. La invitación concreta de todas maneras es particular. Hay que escucharla y responder personalmente a ella.
Hablando de escuchar, nos imaginamos a María en su diálogo con el Ángel en el silencio de su oración. Imposible discernir la voz de Dios en medio del barullo. Solamente podemos dar el Sí cuando hemos escuchado la invitación. Pero a ésta la sentiremos si, incluso en estos días de compras y despedidas de año, somos capaces de prestar atención a las cosas de Dios: la oración, la Misa, la Reconciliación.
La respuesta de la Virgen es del todo personal. También la nuestra ha de serlo. Nadie puede ni debe responder a Dios por mí. Sin embargo esa respuesta incumbe a todos. María da su Sí para que se realice el plan de la salvación ofrecida a todos. El Señor, si abro mi corazón a su amistad, también me invitará a hacerlo presente en el mundo. Injusticias, agresividad, indiferencias, son noticia todos los días. ¿Con qué pequeño gesto, pero realmente distinto a todo eso, Jesús me pide que sea hoy testigo de su Amor?
Cuando Dios invita siempre lo hace a grandes cosas. Si queremos aceptar, enseguida caeremos en la cuenta de que con nuestras fuerzas no será posible llevar a cabo lo que se nos pide. ¿Cómo puede ser eso? pregunta la Virgen, para luego abandonarse en el que le dará el Espíritu que realizará la obra. Decir que sí al Señor es siempre animarse a la confianza.
El HÁGASE de María, por último, es pronunciado con los sentimientos y emociones más nobles del corazón. Un Sí frío no tiene fuerzas para ir adelante. La Navidad es tiempo propicio para que Dios logre conmover nuestros corazones muchas veces gélidos para con Él. La ternura del Niño en el Pesebre llama a nuestra puerta… No obstante la respuesta de la Virgen no está condicionada por las emociones, está dispuesta a mantenerla incluso en la soledad de la Cruz.
¡María Inmaculada, la de la respuesta perfecta, contágianos la alegría decir que Sí!
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