«Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el viñador.
Todo sarmiento que en mí no da fruto, lo corta,
y todo el que da fruto, lo limpia, para que dé más fruto.»
Todo sarmiento que en mí no da fruto, lo corta,
y todo el que da fruto, lo limpia, para que dé más fruto.»
El auténtico maestro, que a nadie adula y a nadie engaña, al hablar de las buenas obras, de los frutos de los sarmientos, no dice: “Sin mí pueden hacer algo, pero será más fácil con mi ayuda.” Ni tampoco: “Pueden dar fruto sin mí, pero será más abundante con mi ayuda.” No es esto lo que dijo. ¿Qué dice el Señor? "Sin mí nada pueden hacer." Déjense guiar, pero también corran; déjense guiar, pero sigan al guía, porque después de haberlo seguido, será cierto aquello de que sin él nada se puede hacer.
San Agustín, Sermón 156.
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