Juan 13, 21-33.36-38
El Evangelio de hoy nos dice que Jesús se conmovió profundamente y declaró: “Uno de ustedes me traicionará”. La traición de Judas causó un gran dolor en el corazón de Jesús. Mientras más crecía el odio de Judas más aumentaban los gestos de amor de parte del Maestro. Al final Judas dejó crecer demasiado el mal que había en él.
Jesús no permanece indiferente ante nuestros pecados. Se conmueve por la ingratitud de los suyos. Así también podemos entender el gozo profundo que Él siente cuando hacemos un esfuerzo de arrepentimiento para retornar a su amor. A la luz de esto entendemos mejor el significado de sus palabras cuando dice: “Hay más gozo delante de los ángeles de Dios por un sólo pecador que se arrepiente ...” (Lc 15, 7).
En el Evangelio de hoy encontramos por primera vez la expresión “el discípulo que Jesús amaba”, es decir, el nombre con el que Juan se refiere a sí mismo en su evangelio. Reclinar la cabeza sobre el pecho de Jesús es un signo del conocimiento íntimo y profundo que Él tenía del Maestro. Juan vive cerca del corazón de Jesús. Éste debe ser también nuestro hogar. Veamos toda la realidad, las personas, los acontecimientos, no con ojos humanos, sino con los ojos de Dios.
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