La vida humana es un don que siempre nos sorprende. El niño participa, es más, es el comienzo de esta realidad única y personal. Cuando dejamos de lado el significado de la vida como don, como lo dado, para considerarla como nuestra obra, corremos el peligro de desconocer su verdad y autonomía.
En el primer caso la recibimos, pero no nos sentimos dueños; en el
segundo, en cambio, se convierte en algo de lo que podemos disponer.
Frente al don tenemos primero obligaciones, frente a nuestra obra
parecería que tenemos más derechos que obligaciones. Esta reflexión me
es útil para definir lo que llamaría la relación entre el don y la
tarea, entre lo recibido y nuestra acción. Podemos perfeccionar el don,
pero no disponer totalmente de él. Cuando no partimos de la vida como
don, nuestro obrar pierde el sustento de una razón científica y
moralmente vinculante. Pasamos a convertimos en pequeños dioses que
disponemos, en este caso, de la misma vida. La grandeza y el límite de
nuestra tarea encuentran, en la realidad única y personal del don, su
verdad más profunda. Recordemos que el niño a quién hoy festejamos un
día fue comienzo, fue don, en la fragilidad de un embarazo. Cuando se
pierde de vista la dimensión del don se pierde, además, la capacidad de
gratitud. A estas consideraciones siempre las veo actuales, porque
pertenecen al orden del ser y tienen una entidad propia que debemos
saber leer.
La
tarea, como obligación de los adultos y de la sociedad frente al niño,
es permanente. Ella se debe ir desarrollando a los largo de las
diversas etapas de su crecimiento. Estamos en el ámbito de lo humano,
ello implica tener en cuenta que el niño es un ser inteligente, con
libertad y necesidad de amor. Que de acuerdo a su edad sabe discernir,
que necesita ser escuchado y acompañado. Sus necesidades no siempre son
conocidas ni respondidas por los adultos. Podemos dar cosas, tal vez
con esfuerzo, pero ellos pueden reclamar otras más simples. Cuántas
veces pensamos y actuamos desde nosotros y no escuchamos, o no
interpretamos, la voz o el silencio del otro. Hay respuestas que damos,
pero que no parten de una pregunta o necesidad. Es común, en este
sentido, escuchar hablar de la importancia de una Escuela para Padres en
la que se les ayude en su indelegable misión. Estamos en el segundo
momento de aquella tarea como respuesta al don recibido. El niño
necesita presencia, tiempo y ejemplaridad de los mayores, ello va
marcando en él la realidad de un horizonte ideal y posible para sus
vidas. El mañana, para ellos, hoy necesita de testigos. Es triste
escuchar decir que hay chicos huérfanos de padres vivos.
No
podemos dejar de tener presente en este día los numerosos niños que
viven no sólo con necesidades afectivas y en soledad espiritual, sino
también, con carencias básicas que lastiman su presente y comprometen
su futuro. Si bien hay un esfuerzo que debe ser valorado, sea privado
como oficial, respecto a la ayuda o asistencia a la niñez en situación
de riesgo, sabemos que falta mucho, diría que no alcanza, que estamos
aún lejos. Las cifras de pobreza estructural y marginalidad no
disminuyen lo esperado, con el agravante que hay muchas personas que
viven en esos ambientes con una sensación de acostumbramiento a que la
situación es así y no va a cambiar. Cuando a esto se le agrega el
avance de la droga en los barrios más carenciados, la situación de esa
niñez pasa a un estado de indefensión que hace muy difícil su presente y
problemático su futuro. Son víctimas de un mundo de adultos, que ha
dejado de lado el significado de la tarea como una obligación frente al
don de la vida. Valoro, en este sentido, la presencia de quienes dan su
tiempo y talentos personales para trabajar en lo que llamamos, al
interno de la Iglesia, la pastoral de la infancia en riesgo. ¡Cuánta
necesidad de una docencia de solidaridad que motive un voluntariado
comprometido en la sociedad!
Reciban de su obispo junto a mi afecto y oraciones, mi bendición en el Señor Jesús y María Santísima, Nuestra Madre de Luján.
Mons. José María Arancedo
Arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz
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