Tu fe te ha salvado dice Jesús a la hemorroísa. Basta que creas al papá angustiado de la niña muerta. El evangelio de hoy nos ayuda a reflexionar sobre la fe que nos pide el Señor.
La mujer que sufría
de hemorragias confió en que podía tocar a Jesús a pesar de que por
su enfermedad quedaba impura y se le impedía el contacto con las personas.
Tener fe significa mantener a toda costa esta confianza de que el amor
de Dios lo lleva siempre a estar cerca de nosotros, al alcance de la
mano y no nos rechazará si queremos curarnos. Pero además la mujer
tuvo que aprender otra cosa. Para quedar salvada, y no solamente curada,
tenía que entrar en un diálogo personal con Jesús. ¡Cuántas veces
queremos los milagros de Dios, pero no aceptarlo como amigo!
Por su parte Jairo hizo
la experiencia de una situación límite en la que las capacidades humanas
ya no sirven. Allí se le dijo que no tenía que temer. Creer en
Jesús significa que unidos a Él la muerte es un sueño y todo mal
pasajero, camino al despertar a una plenitud mayor. La niña tenía
doce años, la edad de las bodas. Si nos atrevemos a creer en este tipo
de situaciones Dios será capaz de resucitarnos a una vida de amor en
la que Él será el centro de nuestro corazón.
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