Comentario del Evangelio del Día
San Macario (+ 405), monje en Egipto
Homilías espirituales
¿Cómo es posible que, a pesar de todos los ánimos y todas las promesas que nos hace el Señor, rechacemos entregarnos totalmente y sin reservas a Él, y no renunciemos a todas las cosas e incluso a nuestra propia vida, tal como se dice en el Evangelio (Lc 14,26), y no le amemos sólo a Él y a nada más que Él?
Consideremos todo lo que ha sido hecho para nosotros: ¡cuánta gloria nos ha sido dada, cuántas cosas ha dispuesto el Señor a lo largo de la historia de salvación desde los padres y los profetas, cuántas promesas, cuántas exhortaciones, cuánta compasión por parte del Amo desde los orígenes! Al final manifestó su indecible solicitud hacia nosotros viniendo a vivir Él mismo con nosotros y muriendo en una cruz para que nos convirtiéramos y llevarnos de nuevo a la vida. Y nosotros seguimos sin dejar de lado nuestra propia voluntad, nuestro amor a las cosas del mundo, nuestras predisposiciones y nuestros malos hábitos, pareciéndonos, en eso, a los hombres de poca fe e incluso sin fe alguna.
Y sin embargo y a pesar de ello, fijémonos cómo Dios se nos muestra lleno de una suave bondad. Nos protege y nos cuida invisiblemente; a pesar de nuestras faltas no nos entrega definitivamente a la maldad y a las ilusiones del mundo; según su enorme paciencia evita que perezcamos y de lejos nos espera amorosamente aguardando el momento en que volvamos a Él.
No hay comentarios:
Publicar un comentario