Nuestra Señora de Belén

Horarios de Misa

Jueves: 19.30hs.
Sábados: 20 hs.
Domingos: 10 hs. Misa para niños, y 20 hs.

Confesiones: después de Misa.

Bautismos: segundo y cuarto domingo de cada mes.


Secretaría Parroquial


Jueves: 18.30 a 20 hs.
Sábados: 18.30a 20 hs.
Domingos: 11 a 12 hs.


CARITAS

Martes de 14 a 18 hs.



Nuestro Párroco

Pbro. Daniel Gazze



A todos los que ingresen a esta página:


*** BIENVENIDOS ***

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:: Homilías ::

(Clickear sobre la Biblia para leer las lecturas)


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domingo, 27 de mayo de 2012

Pentecostés



En Pentecostés celebramos el fruto de la novedad de la Pascua, con el que se inaugura una nueva presencia de Dios en el hombre, en sus hijos. Podríamos decir que Dios no se contenta con expresar su voluntad o guiar al hombre a través de una palabra o mandamiento, sino que nos quiere comunicar esa misma palabra o voluntad interiormente como gracia. Con este nuevo modo de presencia de Dios se cumplen las profecías del Antiguo Testamento que anunciaban la llegada del Mesías que inauguraría un tiempo nuevo. Esto, que se cumplió en la Pascua, será el fruto o la misión del Espíritu Santo como enviado de Cristo Resucitado para hacer realidad en nosotros ese tiempo nuevo que él ha inaugurado. El Espíritu Santo siempre será el Espíritu de Cristo, es decir, no puede haber nada en él que contradiga su palabra y obra. Este es un criterio para discernir la autenticidad de la presencia del Espíritu Santo.

En Pentecostés nace la Iglesia fundada por Jesucristo como vemos en los evangelios, pero será animada por el Espíritu Santo, es decir, de él va a recibir su alma y la fuerza para su misión. Esto nos lleva a concluir que la identidad de la Iglesia no la debemos buscar en aspectos institucionales, por valiosos y necesarios que sean, sino en la presencia del Espíritu Santo que es su verdad más profunda. Esto significa que la Iglesia siempre debe tener una actitud de fidelidad a Jesucristo y de docilidad a su Espíritu. Como Iglesia hemos recibido de Jesucristo el envío de una misión: “vayan y prediquen este evangelio a todo el mundo”, nos dice, y para que podamos hacerlo no nos deja solos con la carga de un mandato, sino que agrega: “les enviaré mi Espíritu, para que él les de la fuerza y sean mis discípulos ante el mundo”. Una Iglesia, un cristiano, que pierda esta relación con Jesucristo y su Espíritu se debilita, queda sólo la imagen de una institución que va perdiendo el fuego del Espíritu.

La Iglesia es consciente de que su misión es esencialmente religiosa, nos dice el Catecismo de la Iglesia Católica, pero ello: “incluye también la defensa y la promoción de los derechos fundamentales del hombre” (CIC 159). El camino de la Iglesia, porque es el camino de Jesucristo, es el hombre en su totalidad. La Iglesia no sería fiel a su misión sino elevara su voz para defender o denunciar los atentados a la vida del hombre. Esto no es ajeno a su misión, sino fidelidad al evangelio de Jesucristo. A este compromiso pastoral con toda la actividad del hombre la Iglesia lo estudia y lo presenta en su Doctrina Social, que es como la resonancia temporal del Evangelio, y se desarrolla en una doble dirección, agrega: “de anuncio del fundamento cristiano de los derechos del hombre y de denuncia de las violaciones de estos derechos” (CIC 159). Así, la cercanía con el que sufre, con el pobre en todas sus situaciones, no es ajena a su misión ni es parte de una estrategia política ocasional, sino fidelidad a la verdad del evangelio que es el fundamento de su presencia en el mundo.

Deseando que la celebración de Pentecostés renueve en nosotros el deseo de una vida más animada por los valores y el espíritu del Evangelio, para hacernos protagonistas de un mundo donde reine la verdad y la vida, el amor y la solidaridad, la justicia y la paz, les hago llegar junto a mis oraciones mi bendición.

Mons. José María Arancedo
Arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz

Pentecostés, fiesta del Espíritu Santo.


sábado, 26 de mayo de 2012

Dulce huésped del alma: ¡ven!


¡En Pentecostés
el Espíritu Santo nos regala sus dones y frutos!

Los siete dones del Espíritu Santo
¿Qué son?
La vida moral de los cristianos está sostenida por los dones del Espíritu Santo. Estos son disposiciones permanentes que hacen al hombre dócil para seguir los impulsos del Espíritu Santo.


¿Cuáles son?
Estos son:

* SABIDURÍA: Nos permite descubrir la voluntad de Dios, lo que Él desea para que seamos felices.

* ENTENDIMIENTO: Nos ayuda a comprender las verdades reveladas de nuestra fe.

* CIENCIA: Nos ayuda a pensar bien y a entender con fe las cosas del mundo, a ser exactos en el día a día.

* CONSEJO: Nos ayuda a saber qué es lo mejor para cada momento. Y nos capacita para ser buenos consejeros de los demás, guiándolos por el buen camino.

* FORTALEZA: Cuando los que no tienen fe pierden sus esperanzas, los cristianos tenemos la fortaleza de Dios para superar los mayores peligros o dificultades. Nos ayuda a no caer en las tentaciones, y a seguir adelante con optimismo.

* PIEDAD: El don de las personas santas, de las que viven en íntima unión con Dios. Estas personas están en constante diálogo con Dios: ven todo con la mirada amorosa de Dios, y lo hacen presente con su vida y testimonio.

* TEMOR DE DIOS: Nos ayuda a respetar a Dios, a darle su lugar como la persona más importante y buena del mundo, a nunca decir nada contra Él. A temer ofenderle, no por miedo, sino por amor.


Los 12 frutos del Espíritu Santo

viernes, 25 de mayo de 2012

¡Queremos ser Nación!


¡¡¡Feliz Cumpleaños, Argentina!!!


jueves, 24 de mayo de 2012

María Auxiliadora

María Auxiliadora
pintada por el pintor italiano Giuseppe Rollini en 1886

y enviada por Don Bosco, luego de bendecirla, a San Nicolás

María, Auxilio de los cristianos,
ruega por nosotros
y por nuestra patria.

María, Auxilio de los cristianos


Los cristianos de la Iglesia primitiva en Grecia, Egipto, Antioquía, Efeso, Alejandría y Atenas acostumbraban llamar a la Santísima Virgen con el nombre de "Auxiliadora". En griego, se utilizaba el término "Boetéia", que significa "la que trae auxilios venidos del cielo". Ya San Juan Crisóstomo, arzobispo de Constantinopla nacido en 345, la llama "Auxilio potentísimo" de los seguidores de Cristo. Los dos títulos que más se leen en los antiguos monumentos de Oriente (Grecia, Turquía, Egipto) son: Madre de Dios y Auxiliadora (Teotocos y Boetéia).En el año 476 el gran orador Proclo decía: "La Madre de Dios es nuestra Auxiliadora porque nos trae auxilios de lo alto". San Sabas de Cesarea en el año 532 llama a la Virgen "Auxiliadora de los que sufren" y narra el hecho de un enfermo gravísimo que llevado junto a una imagen de Nuestra Señora recuperó la salud y que aquella imagen de la "Auxiliadora de los enfermos" se volvió sumamente popular entre la gente de su siglo.
El gran poeta griego Romano Melone, año 518, llama a María "Auxiliadora de los que rezan, exterminio de los malos espíritus y ayuda de los que somos débiles" e insiste en que recemos para que Ella sea también "Auxiliadora de los que gobiernan". En las iglesias de las naciones de Asia Menor la fiesta de María Auxiliadora se celebra el 1º de octubre, desde antes del año mil, aunque en Europa y América su fiesta se celebra el 24 de mayo. San Sofronio, Arzobispo de Jerusalén dijo en el año 560: "María es Auxiliadora de los que están en la tierra y la alegría de los que ya están en el cielo". San Juan Damasceno es el primero en propagar esta jaculatoria: "María Auxiliadora ruega por nosotros". Y repite: "La "Virgen es auxiliadora para conseguir la salvación. Auxiliadora para evitar los peligros, Auxiliadora en la hora de la muerte".

San Germán, Arzobispo de Constantinopla, año 733, dijo en un sermón: "Oh María, Tú eres Poderosa Auxiliadora de los pobres, valiente Auxiliadora contra los enemigos de la fe. Auxiliadora de los ejércitos para que defiendan la patria. Auxiliadora de los gobernantes para que nos consigan el bienestar, Auxiliadora del pueblo humilde que necesita de tu ayuda".

El emperador Napoleón, llevado por la ambición y el orgullo, se atrevió a poner prisionero al Sumo Pontífice, el Papa Pío VII. Varios años llevaba en prisión el Vicario de Cristo y no se veían esperanzas de obtener la libertad, pues el emperador era el más poderoso gobernante de ese entonces. Hasta los reyes temblaban en su presencia, y su ejército era siempre el vencedor en las batallas.
El Sumo Pontífice hizo entonces una promesa: "Oh Madre de Dios, si me libras de esta indigna prisión, te honraré decretándote una nueva fiesta en la Iglesia Católica". Napoleón que había dicho: "Las excomuniones del Papa no son capaces de quitar el fusil de la mano de mis soldados", vio con desilusión que los fríos campos de Rusia helaban las manos de sus soldados, y el fusil se les iba cayendo y él, que había ido deslumbrante con su famoso ejército, volvió humillado con unos pocos y maltrechos hombres. Fue luego expulsado de su país y el que antes se atrevió a aprisionar al Papa, se vio obligado a pagar en triste prisión el resto de su vida. El Papa pudo entonces volver a su sede pontificia y el 24 de mayo de 1814 regresó triunfante a la ciudad de Roma. En memoria de este noble favor de la Virgen María, Pío VII decretó que en adelante cada 24 de mayo se celebrara en Roma la fiesta de María Auxiliadora en acción de gracias a la madre de Dios.


El 9 de junio de 1868, se consagró en Turín, Italia, la Basílica de María Auxiliadora.La historia de esta Basílica es una cadena de favores de la Madre de Dios. Su constructor fue San Juan Bosco, humilde campesino nacido el 16 de agosto de 1815, de padres muy pobres. A los tres años quedó huérfano de padre. Para poder ir al colegio tuvo que andar de casa en casa pidiendo limosna. La Santísima Virgen se le había aparecido en sueños mandándole que adquiriera "ciencia y paciencia", porque Dios lo destinaba para educar a muchos niños pobres. Nuevamente se le apareció la Virgen y le pidió que le construyera un templo y que la invocara con el título de Auxiliadora. "Cada ladrillo de este templo corresponde a un milagro de la Santísima Virgen".Desde aquel santuario empezó a extenderse por el mundo la devoción a la Madre de Dios bajo el título de Auxiliadora, y son tantos los favores que Nuestra Señora concede a quienes la invocan con ese título, que ésta devoción ha llegado a ser una de las más populares. San Juan Bosco decía: "Propaguen la devoción a María Auxiliadora y verán lo que son milagros" y recomendaba repetir muchas veces esta pequeña oración: "María Auxiliadora, ruega por nosotros".

sábado, 19 de mayo de 2012

Ascensión del Señor


Tu Ascensión es nuestro triunfo y nuestra victoria definitiva,
 nuestra alegría, nuestro consuelo y esperanza;
 una llamada a vivir con el corazón en el cielo
 y una invitación a compartir con los demás
 la felicidad de nuestra fe. ¡Aleluya, aleluya!

lunes, 14 de mayo de 2012

San Matías, Apóstol

San Matías
Los Apóstoles, guiados por el Espíritu Santo, eligieron a Matías de entre los testigos de la Resurrección del Señor y después de la Ascensión, para ocupar el puesto de Judas y completar el número de los Doce.
Predicó el Evangelio en Etiopía y murió mártir. «Matías fue un discípulo del Señor tan constante que lo acompañó durante los tres años de su vida pública, sin separarse nunca de él. Sin embargo, no llegó a pertenecer al grupo más íntimo de los doce apóstoles. Pero después de la traición de Judas Iscariote, Matías fue elegido para ocupar su cargo en el Colegio Apostólico.»


Así narran este acontecimiento los Hechos de los Apóstoles: «Uno de aquellos días (después de la Ascensión del Señor) Pedro se puso en pie en medio de los hermanos –el número de los reunidos era de unos ciento veinte- y les dijo: «Hermanos, era preciso que se cumpliera al Escritura en la que el Espíritu Santo, por boca de David, había hablado ya acerca de Judas, el que fue guía de los que prendieron a Jesús. Porque él era uno de los nuestros y obtuvo un puesto en este ministerio. Este, pues, compró un campo con el precio de su iniquidad, y cayendo de cabeza, se reventó por medio y se derramaron todas sus entrañas. –Y esto fu conocido por todos los habitantes de Jerusalén de forma que el campo se llamó en su lengua Haqueldamá, es decir: " Campo de sangre".
Pues en el libro de los Salmos está escrito: Quede su majada desierta, y no haya quien habite en ella. Y también: Que otro reciba su cargo. Conviene, pues, que de entre los hombres que anduvieron con nosotros todo el tiempo en el que el Señor Jesús convivió con nosotros, a partir del bautismo de Juan hasta el día en que nos fue llevado, uno de ellos sea constituido testigo con nosotros de su resurrección» (Hech. 1, 15-22).
Así presentaron a dos hombres, José, llamado Barsabás, apodado "El justo" y también a Matías. Enseguida oraron diciendo: "Tú, Señor, que conoces los corazones de todos, muéstranos a cuál de estos dos has elegido... " (Hech. 1, 24) para trabajar como apóstol.
Después de esto hicieron un sorteo para escoger uno de los dos. El nombre escogido fue el de Matías, que se unió al grupo de los apóstoles. Informaciones posteriores dicen que Matías era probablemente natural de Belén. Que predicó el Evangelio en Palestina, en Asia Menor y que por último, fue apedreado por los judíos.
La madre de Constantino Magno, Santa Elena, trasladó las reliquias de San Matías a Roma. Una parte de estas reliquias es venerada en la antiquísima Iglesia de Treves, en Alemania y otra parte en la Basílica de Santa María Mayor en Roma (P. Joäo Batista Lehmann. Na luz perpétua. 5ª ed., Juiz de Fora. Ed. Lar Católico, 1959, vol. I , p. 166) La fiesta de San Matías nos recuerda la triste apostasía de Judas, a quien Matías sustituyó en el Colegio de los Apóstoles.Fue el amor desordenado al dinero lo que lo llevó a la perdición.
Con mucho acierto nos dice San Pablo: « Los que quieren enriquecerse caen en la tentación, en el lazo (del demonio) y en muchas codicias insensatas y perniciosas que hunden a los hombres en la ruina y en la perdición « ( I Tm 6, 9).
Que el ejemplo del apóstol San Matías nos estimule a la fidelidad en el seguimiento a Cristo, nuestro Maestro.


Comentario del Evangelio por

Tertuliano (hacia 155-hacia 220), teólogo

La prescripción contra los herejes, 20-22; CCL I, 201s


San Matías, apóstol, una de las doce piedras de fundación de la Iglesia (Ap 21,14)
Cristo Jesús, nuestro Señor, durante su vida terrena, iba enseñando por sí mismo quién era él, qué había sido desde siempre, cuál era el designio del Padre que él realizaba en el mundo, cuál ha de ser la conducta del hombre para que sea conforme a este mismo designio; y lo enseñaba unas veces abiertamente ante el pueblo, otras aparte a sus discípulos, principalmente a los doce que había elegido para que estuvieran junto a él, y a los que había destinado como maestros de las naciones. Y así, después de la defección de uno de ellos, cuando estaba para volver al Padre, después de su resurrección, mandó a los otros once que fueran por el mundo a enseñar a las naciones y bautizar en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo (Mt 28,19).


Seguidamente, los apóstoles –palabra que significa «enviados»- después de haber elegido a Matías, echándolo a suertes, para sustituir a Judas y completar así el número de los doce, apoyándose en una profecía de un salmo de David, recibieron la fuerza del Espíritu Santo para hablar y realizar milagros, como lo había prometido el Señor. Dieron, primero en Judea, testimonio de la fe en Jesucristo e instituyeron allí Iglesias. Después fueron por el mundo para enseñar a las naciones la misma doctrina y la misma fe.


Después continuaron fundando Iglesias en cada población, de manera que otras Iglesias tomaron y siguen tomando, para ser verdaderas Iglesias, el retoño de su fe y la semilla de su doctrina... Son prueba de esta unidad la comunión y la paz que reinan entre ellas, así como su mutua fraternidad y hospitalidad. Todo lo cual no tiene otra razón de ser que su unidad en una única tradición de un mismo misterio. Lo que los apóstoles predicaron es lo que Cristo les reveló, y javascript:void(0)el único medio de saber qué es lo que predicaron, es el recurso a la Iglesias fundadas por los mismos apóstoles, las que ellos adoctrinaron de viva voz y, más tarde, por carta.

jueves, 10 de mayo de 2012

San Juan de Ávila


Co-patrono del Seminario Metropolitano
"Nuestra Señora"

Sacerdote (1500-1569). Nació en Almodóvar del Campo. Hizo estudios de Teología y Derecho en Salamanca y Alcalá. Ya sacerdote en 1525, mira como posibilidad la difusión del Evangelio en las Indias y mantiene contacto con los dominicos -principalmente con Garcés. Pero el sur de España fue su parcela de siembra.


En Écija comienza su predicación y a leer públicamente las epístolas de san Pablo, reúne niños en la misma casa donde se hospeda para enseñarles el catecismo, a los mayores les comenta la Pasión y junta a un grupo de sacerdotes celosos, predicadores y austeros. Lo mismo hizo en Alcalá de Guadaira.


Su actividad poco común, y la claridad en la doctrina conjugada con la ascética personal más dura le valieron la envidia; por eso no pudo publicar con su firma el conjunto de libros espirituales, entre ellos uno sobre el modo de rezar el rosario; la traducción del Kempis que por largo tiempo se atribuyó al también dominico Luis de Granada. Su actividad se traslada a Córdoba y luego a Granada donde, ya como maestro, tiene sitio y parte apostólica activa en la universidad recién creada por el arzobispo don Gaspar de Ávalos.

Es ya todo un movimiento sacerdotal de predicadores y confesores cuyo director es el Maestro Ávila que les inculca frecuencia en la confesión, amor a la Eucaristía, oración, contemplación de la Pasión de Cristo y familiaridad con las Sagradas Escrituras. Tan popular es su figura, tan evangélico su mensaje, tan claro su ejemplo, tan sincera su entrega y tan cargado de frutos su celo que el jesuitismo incipiente se plantea seriamente incorporarlo a sus filas para el bien de la Iglesia y del Reino. Llegaron las enfermedades con su compañía de achaques, limitación y dolores que ya no desaparecerán hasta la muerte.

Murió Juan de Ávila el 10 de mayo de 1569 con humildad y piedad ejemplar, repitiendo los nombres de Jesús y María. Fue beatificado en 1894; Pío XII lo proclama patrón del clero español y lo canoniza Pablo VI en 1970, el 31 de mayo.

miércoles, 9 de mayo de 2012

Nuestra Señora de los Milagros

¡Ruega por nosotros!
Cuadro de "La Limpia y Pura Concepción",
del que emanó el sudor milagroso el 9 de mayo de 1636.


El milagro de Santa Fe

martes, 8 de mayo de 2012

8 de mayo: Nuestra Señora de Luján

¡Todo el mundo te venera,
Madre gaucha de Argentina! 


María de Luján, de los argentinos



La casa de María en Luján es de todos los argentinos. En la rayera gótica, en los rayos del sol, quiso poner el Padre Salvaire: “Es la Virgen de Luján la primera fundadora de esta Villa”. Y está escrito en nuestra propia lengua. En la luna de plata a sus pies hay tres escudos: uno de ellos es el de la República Argentina.

La corona imperial fue puesta sobre la cabeza de la Virgen el 8 de mayo de 1887 por Mons. Aneiros, arzobispo de Buenos Aires; por eso su fiesta es siempre el 8 de mayo. Y luego de que esa corona fue robada, fue coronada nuevamente por Mons. Castellanos. Los escudos de ambos arzobispos están en la corona.

La casa de María en Luján, inmensa, señorial, fue la primer iglesia gótica de estilo ojival de la Argentina, siendo sufragada totalmente por el pueblo, sin ninguna ayuda del Estado.

Los 3 millones de ladrillos que se hicieron con tierra de la Villa de Luján, fueron usados para rellenar los cimientos y para hacer algunas de las arquerías. La Piedra Fundamental, un cubo de casi 1,1/2 metros de lado con un hueco en su centro, es blanca, de Tandil. La hermosa piedra exterior, casi rosada, fue buscada durante mucho tiempo por el mismo padre Salvaire, que la encontró en una cantera de Entre Ríos, cerca de la ciudad de Colón. Los mármoles rosados fueron traídos de Córdoba, de Villa María, y otros, de Alta Gracia. De Salta y de Jujuy vinieron las maderas y las pizarras. De San Luis, el mármol ónix de las columnitas intercaladas del pasamanos de la escalera que sube y baja del Camarín.

La lámpara votiva de la República Argentina en el camarín, es de plata, con los escudos de lo que en aquel entonces eran solamente las 14 provincias.

Pero María es de todos, no sólo de los argentinos. La imagen auténtica de terracota fue hecha, en Brasil, en el valle de Paranaíba, en San Pablo. En la luna de plata están los escudos de las repúblicas hermanas del Uruguay y del Paraguay. La corona se hizo en París.

En nombre de León XIII fue coronada la imagen aquel primer el 8 de mayo. La corona, además de los escudos de Argentina, Uruguay y Paraguay, luce el de España, “en memoria de los dos siglos de protección con que España distinguió a este admirable Santuario”.

En la corona está también el escudo del Beato Papa Pío IX, quien siendo canónigo, en 1824 celebró la Misa en el Camarín y veneró la imagen de esta nuestra Señora. También está el escudo de León XIII, quien la bendijera. El 8 de septiembre de 1930, el Papa Pío XI, la declaró Patrona de la Patria y el mismo año concedió al Templo los honores de Basílica.

El 11 de junio de 1982, en la primera peregrinación de un Papa a la Argentina, Juan Pablo II, regaló a la Virgen de Luján esa distinción tan delicada, la rosa de oro.

En la piedra fundamental que está debajo del altar, se colocaron piedras de Tierra Santa, de la gruta de Nazaret, donde el Verbo se encarnó, y del Calvario, donde derramó su sangre por todos nosotros. Hay piedras de las catacumbas de Roma, de los santuarios de Loreto y la Porcíuncula de Asís, de los del Pilar de Zaragoza y Monserrat, en España, de los de Lourdes, de la Sallete y de la Basílica de Montmartre en Francia… y más, mucho más...

domingo, 6 de mayo de 2012

Jesús es la vid verdadera

«Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el viñador.
Todo sarmiento que en mí no da fruto, lo corta,
y todo el que da fruto, lo limpia, para que dé más fruto



El auténtico maestro, que a nadie adula y a nadie engaña, al hablar de las buenas obras, de los frutos de los sarmientos, no dice: “Sin mí pueden hacer algo, pero será más fácil con mi ayuda.” Ni tampoco: “Pueden dar fruto sin mí, pero será más abundante con mi ayuda.” No es esto lo que dijo. ¿Qué dice el Señor? "Sin mí nada pueden hacer." Déjense guiar, pero también corran; déjense guiar, pero sigan al guía, porque después de haberlo seguido, será cierto aquello de que sin él nada se puede hacer.

San Agustín, Sermón 156.

sábado, 5 de mayo de 2012

Reforma del Código Civil


En su reciente Asamblea Plenaria el Episcopado Argentino ha presentado un documento cuyo titulo es: "Reflexiones y Aportes, sobre algunos temas vinculados a la Reforma del Código Civil". Lo considero un documento importante en momentos que vamos a asistir a un hecho de "trascendencia" política en la vida del país. El Código Civil, por su carácter modélico, al definir obligaciones y derechos de las personas e instituciones no es algo neutro, sino que a través de él se expresan doctrinas o corrientes de pensamiento que van a incidir en la vida de los argentinos. No podemos, por ello, permanecer indiferentes a temas que requieren de una madura reflexión y amplia participación federal. Considero oportuna esta palabra de los obispos en un contexto de respeto, diálogo y participación. La Iglesia ofrece estas reflexiones orientadas a contribuir a la mejor reforma del Código Civil, en temas, concluye el documento. "que consideramos de mayor importancia en orden a garantizar la dignidad de la vida concebida, el valor del matrimonio y la familia, y la protección de todos los derechos del niño". No caben urgencias, concluye, en temas de tanta trascendencia.

Los temas a los que se refiere la Iglesia giran en torno a la vida del hombre. Es un tema que compromete a la sociedad en sus diversas instancias legislativas y jurídicas, para lograr las mejores leyes que permitan al hombre alcanzar su plena realización y la tutela de sus derechos. La ley tiene un valor objetivo que define derechos y obligaciones de las personas e instituciones en el marco del bien común. Elaborar las leyes es función del Estado, no de la Iglesia. Pero ella tiene la obligación de colaborar con la sociedad en la búsqueda de aquellos principios morales objetivos como fundamento de toda obra legislativa, que son "accesibles a la razón, prescindiendo del contenido de la revelación" (Benedicto XVI). La fe no se opone a la razón, por el contrario, ambas están llamadas a colaborar en la búsqueda de la verdad. Cuando se encuentran son como: "la dos alas con las cuales el espíritu humano se eleva hacia la contemplación de la verdad" (Juan Pablo II). Es importante en estos temas no caer en descalificaciones fáciles que son signo de debilidad y no permiten crecer.

A esta importancia que merece el cuidado de la vida del hombre, el Santo Padre lo ejemplificaba comparándola con la ecología: "La importancia de la ecología, decía, es hoy indiscutible. Debemos escuchar el lenguaje de la naturaleza y responder a él coherentemente. Sin embargo, hay también una ecología del hombre. También el hombre posee una naturaleza que él debe respetar y que no puede manipular a su antojo. El hombre no es solamente una libertad que él se crea por sí solo. El hombre no se crea a sí mismo. Es espíritu y voluntad, pero también naturaleza, y su voluntad es justa cuando él respeta la naturaleza, la escucha, y cuando se acepta como lo que es, y admite que no se ha creado a sí mismo. Así, y sólo de esta manera, se realiza la verdadera libertad humana" (Benedicto XVI). Cuando no se parte de la vida como don, como algo que he recibo, la libertad no reconoce sus límites. En este sentido el límite es un acto de sabiduría que orienta y purifica la libertad del hombre. Por otra parte, no todo lo que es técnicamente posible o deseado en el manejo de la vida, es necesariamente ético y respeta su dignidad.

Les recomiendo la lectura de este breve documento que nos ayuda a reflexionar sobre algunos temas vinculados a la reforma del Código Civil. Reciban de su obispo junto a mi afecto y oraciones, mi bendición en el Señor.

Mons. José María Arancedo

Arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz

Día del Arzobispo


Con motivo de cumplirse el XXIVº aniversario de la consagración episcopal de nuestro Arzobispo, Mons. José María Arancedo, el Domingo 6 de mayo a las 20 hs. se celebrará la Santa Misa de Acción de Gracias en la Catedral Metropolitana.

Invitamos a toda la comunidad eclesial santafesina a unirse en esta acción de gracias participando de la misma.

viernes, 4 de mayo de 2012

Horarios de Misas vespertinas

¡Cambios a partir de mayo! 


A partir de mayo, las misas vespertinas de los sábados y domingos comenzarán a las 19.30 horas.

La Misa de los días jueves mantiene su horario de comienzo a las 19.30 hs.

jueves, 3 de mayo de 2012

Felipe y Santiago, el menor


Entre aquellos bienaventurados galileos que tuvieron la dicha inefable de ser llamados por Jesucristo a formar su Colegio apostólico los evangelistas enumeran a Felipe, hijo de Alfeo, y a Santiago el Menor. Ambos respondieron con prontitud y generosidad al llamamiento que el Señor les hizo y le acompañaron desde el principio de su ministerio por aquellos caminos polvorientos de Palestina. Escucharon de sus mismos labios la predicación del mensaje de salvación que vino a traer a la tierra y fueron testigos de su milagro, de su gloriosa resurrección y ascensión a los cielos. Felipe era natural de Betsaida de Galilea, la ciudad de Pedro y Andrés, a quienes tal vez le unían lazos de amistad. Al volver Jesucristo a Galilea con los tres primeros discípulos, Andrés, Pedro y Juan, después del breve ministerio que siguió a su bautismo en la región del Jordán, se encuentra con Felipe y le dice: "Ven y sígueme" (Jn. 1, 43); era la invitación que los rabinos dirigían a quienes querían constituir sus discípulos. Felipe responde con generosidad digna de admiración y, no contento con su respuesta personal, proporciona al maestro un nuevo discípulo. Encontrándose con Natanael le dice: "Hemos hallado a Aquel de quien escribió Moisés en la Ley y los Profetas, a Jesús, hijo de José, de Nazaret”. A las palabras de extrañeza o admiración de Natanael, "¿Puede de Nazaret salir cosa buena?", responde sin vacilar: "Ven y verás". No era éste el llamamiento definitivo, sólo tenía como finalidad primaria poner a aquellos hombres en contacto con Jesús. Aquél tuvo lugar más tarde a orillas del lago de Genesaret. Los tres evangelistas nos refieren que, después de haber pasado el Señor una noche en oración, reunió a la mañana siguiente a sus discípulos y escogió a los doce que habían de formar el Colegio Apostólico. Después de las dos parejas de hermanos, Pedro y Andrés, Santiago y Juan, las listas presentan a Felipe, que había sido uno de los primeros llamados por Jesús (Mt. 9, 35-10, 4; Mc. 3, 7-19; Lc. 6,12-16). En otras tres ocasiones aparece nuestro apóstol en escena. En la multiplicación de los panes Jesucristo debió entrever en Felipe un deje de compasión hacia la multitud que había seguido al Maestro al desierto y le pregunta: "¿Felipe, cómo vamos a dar de comer a tanta gente?". El, echando una mirada sobre las turbas, exclama: "Doscientos denarios de pan no bastan para que cada uno reciba un pedazo". Seguramente no sospechaba lo que iba a hacer el Señor (Jn. 6, 5-7). Aparece, en otra ocasión, como mediador de aquellos prosélitos que se encontraban en Jerusalén con motivo de la Pascua. Habían éstos presenciado la entrada triunfal de Jesucristo en Jerusalén y querían verle de cerca. Tal vez Felipe, como podría insinuar su nombre, tenía algunos conocimientos de la lengua griega y por ello se dirigieron a él. Felipe, a su vez, lo dice a Andrés y ambos lo comunicaron al Señor (Jn. 12, 20). La última intervención de Felipe que recogen los evangelistas tuvo lugar durante la última cena. Tomás había preguntado el lugar adonde iba a ir Jesús y el camino que llevaba a él; el Señor había contestado: "Nadie viene al Padre sino por mí". Anhelando entonces Felipe un conocimiento más profundo del Padre que le hiciese comprender mejor aquel discurso largo y misterioso a veces de Jesús, interviene diciendo: "Señor, muéstranos al Padre y nos basta". Él le contesta que esa aparición visible del Padre la tenían en Él: "Quien me ve a mí ve al Padre" (Jn. 13, 8-11). Por lo que se refiere a los años del apóstol que siguieron a la ascensión del Señor, carecemos de noticias que ofrezcan garantías de seguridad y hasta es posible que algunas de las que a él se atribuyen pertenezcan a Felipe el diácono. Como los demás apóstoles, permanecería durante unos años en Palestina y después marcharía a predicar el Evangelio fuera de sus fronteras. La tradición afirma que predicó en Frigia. Se dice que convirtió muchas almas, que hizo muchos milagros, que destruyó una monstruosa víbora que adoraban los habitantes de la región. Se refiere, finalmente, que los magistrados, viendo los progresos que hacía el cristianismo, le prendieron, azotaron y amarraron a una cruz muriendo el día 1 de mayo del año 54 según Baronio. Parte de sus reliquias fueron llevadas a Constantinopla y otra parte se venera en la iglesia de los Santos Apóstoles, de Roma. Santiago nació en Caná de Galilea, situada cerca de Nazaret. Su padre se llamaba Alfeo. Su madre, María, estaba emparentada (probablemente prima hermana) con la Santísima Virgen, de modo que Santiago era primo del Señor. Los evangelistas no nos refieren intervención alguna particular de este apóstol; únicamente lo enumeran en las listas de los Doce (Mt. 10, 2-4; Mc. 3, 13-19; Lc. 6, 14-16). San Pablo refiere que Jesucristo resucitado, le distinguió con una aparición personal (1 Cor. 15, 7). Los Hechos de los Apóstoles y la Carta a los gálatas ponen de relieve que Santiago ocupaba un puesto preeminente en la iglesia de Jerusalén. La primera vez que San Pablo subió a Jerusalén después de su conversión dice que fue para visitar a San Pedro y añade que no vio a ninguno de los otros apóstoles, sino a Santiago (Gal. 1, 18-19). Después de su liberación milagrosa de la cárcel por el ángel, San Pedro se presenta en casa de la madre de Juan Marcos, refiere cómo fue librado de la prisión y les dio este encargo: "Haced saber esto a Santiago y a los hermanos" (Act. 12, 17). Refiriendo el último viaje de San Pablo a Jerusalén escribe San Lucas que los hermanos le recibieron con mucha alegría y que al día siguiente fueron con San Pablo a visitar a Santiago, a cuya casa concurrieron todos los presbíteros (Act. 21, 15-18). En su Carta a los gálatas San Pablo le llama, juntamente con Pedro y Juan, "columnas de la Iglesia" (2, 9). En el concilio de Jerusalén tuvo una acertada intervención. Santiago defendía, lo mismo que los apóstoles San Pedro y San Pablo, que los gentiles estaban exentos del cumplimiento de la Ley mosaica. Sin embargo, conocedor como ninguno de la situación y circunstancias de los judíos convertidos, propuso que se impusiese a los gentiles el abstenerse de comer las carnes inmoladas a los ídolos, las no sangradas, la sangre misma y abstenerse de la fornicación, que, si bien está prohibida por la misma ley natural, no era considerada como cosa grave por los gentiles. El parecer de Santiago fue aceptado por el concilio. Ello contribuiría a la unión de todos los cristianos, judíos y gentiles. Los escritores eclesiásticos nos dan preciosas y edificantes referencias sobre el apóstol Santiago. Se dice que fue nombrado obispo de Jerusalén por los apóstoles Pedro, Santiago y Juan. Según Eusebio, San Juan Crisóstomo y otros fue el Señor mismo quien le había designado para tal misión. La presencia de Santiago en la Ciudad Santa fue una bendición especialmente para los judíos; su profundo amor y observancia de la ley, su asiduidad en ir al Templo a orar, su gran parecido con los santos del Antiguo Testamento les cautivó y facilitó el camino para la fe en Jesucristo al ver que podían conservar su veneración por Moisés y adorar en el Templo al Dios de Israel. Una tradición atestiguada por Hegesipo y recogida por Eusebio dice que judíos y cristianos le designaban con el apelativo "el justo", que llevó una vida sin mancha y austerísima, absteniéndose de vino y licores, y que su vestido era de lino. Se refiere también que se postraba con tal frecuencia para orar al Señor que en sus rodillas se habían formado gruesos callos. Sus miembros estaban como muertos, dice San Juan Crisóstomo. A todo ello añadió una bondad admirable y con todo ello supo mantener la unión entre los cristianos de Jerusalén. Escribió una de las cartas apostólicas que lleva su nombre, dirigida a las doce tribus de la dispersión. En esta época los judíos se encontraban dispersos en todas las provincias romanas y hasta más allá del Eufrates, afirma Josefo. Santiago les dirige una carta que viene a ser un conjunto de preciosas sentencias más que un conjunto lógicamente encadenado. En ella les exhorta a la paciencia en las pruebas y tentaciones, lo cual conduce a la perfección, al amor fraternal sin acepción de personas; les instruye sobre la doctrina de la fe y las obras, “la fe —les dice—, si no tiene obras es de suyo muerta" (2, 17); les recomienda que eviten los pecados de lengua; les enseña a discernir la verdadera de la falsa sabiduría; hace serias advertencias a los ricos que han adquirido sus riquezas con injusticias para con sus obreros y ponen en ellas su corazón. Termina con las palabras que el concilio Tridentino ha interpretado como promulgación del sacramento de la extremaunción: "¿Alguno entre vosotros enferma? Haga llamar a los presbíteros de la Iglesia y oren sobre él, ungiéndole con óleo en el nombre del Señor; y la oración de la fe salvará al enfermo, y el Señor le aliviará y los pecados que hubiere cometido le serán perdonados" (5, 14-15). Josefo refiere que fue condenado a ser lapidado por el sumo sacerdote Anás II, quien aprovechó para ello el intervalo transcurrido entre la muerte del procónsul Festo y la llegada de su sucesor Albino I el año 62. Hegesipo refiere con detalle su martirio: dice que fue arrojado de las almenas del Templo; pudo incorporarse y, poniéndose de rodillas, oraba por sus asesinos; el populacho arrojó sobre él una granizada de piedras y, por fin, un batanero le golpeó en la cabeza con el cabestán hasta dejarle muerto. Allí mismo se le dio sepultura. Hoy se muestra su sepulcro frente al ángulo sudeste de la muralla de la ciudad.

martes, 1 de mayo de 2012

San José Obrero


¡¡¡MUY FELIZ DÍA A TODOS
LOS TRABAJADORES!!!


El día 1º de Mayo del año 1955, el Papa Pío XII, instituyó la fiesta de San José Obrero. Una fiesta bien distinta que ha de celebrarse desde el punto de partida del amor a Dios y de ahí pasar a la vigilancia por la responsabilidad de todos y de cada uno al amplísimo y complejo mundo de la relación con el prójimo basada en el amor: desde el trabajador al empresario y del trabajo al capital, pasando por poner de relieve y bien manifiesta la dignidad del trabajo -don de Dios- y del trabajador -imagen de Dios-, los derechos a una vivienda digna, a formar familia, al salario justo para alimentarla y a la asistencia social para atenderla, al ocio y a practicar la religión que su conciencia le dicte; además, se recuerda la responsabilidad de los sindicatos para logro de mejoras sociales de los distintos grupos, habida cuenta de las exigencias del bien de toda la colectividad y se aviva también la responsabilidad política del gobernante.

Todo esto incluye ¡y mucho más! la doctrina social de la Iglesia porque se toca al hombre al que ella debe anunciar el Evangelio y llevarle la Salvación; así mantuvo siempre su voz la Iglesia y quien tenga voluntad y ojos limpios lo puede leer sin tapujos ni retoques en Rerum Novarum, Mater et Magistra, Populorum Progressio, Laborem Exercens, Solicitudo Rei Socialis, entre otros documentos. Dar doctrina, enseñar dónde está la justicia y señalar los límites de la moral; recordar la prioridad del hombre sobre el trabajo y el derecho a un trabajo para el desarrollo personal, animar a la revisión de comportamientos abusivos y atentatorios contra la dignidad humana... es su cometido para bien de toda la humanidad; y son principios aplicables al campo y a la industria, al comercio y a la universidad, a la labor manual y a la alta investigación científica, es decir, a todo el variadísimo campo donde se desarrolle la actividad humana.

Nada más natural que fuera el patrono de la nueva fiesta cristiana José, esposo de María y padre en la tierra de Jesús, el trabajador que no lo tuvo nada fácil a pesar de la nobilísima misión recibida de Dios para la Salvación definitiva y completa de todo hombre; es uno más del pueblo, el trabajador nato que entendió de carencias, supo de estrechez en su familia y las llevó con dignidad, sufrió emigración forzada, conoció el cansancio del cuerpo por su esfuerzo, sacó adelante su responsabilidad familiar; es decir, vivió como vive cualquier trabajador y probablemente tuvo dificultades laborales mayores que muchos de ellos; se le conoce en su tiempo como José «el carpinteroo» y a Jesús se le da el nombre descriptivo de «el hijo del carpintero». Y, por si fuera poco, los designios de Dios cubrían todo su compromiso.

Fiesta sugiere honra a Dios, descanso y regocijo. Honremos a Dios santificando el trabajo diario con el que nos ganamos el pan, descansemos hoy de la labor y disfrutemos la alegría que conlleva compartir lo nuestro con los demás.

Fuente: EDD