Nuestra Señora de Belén

Horarios de Misa

Jueves: 19.30hs.
Sábados: 20 hs.
Domingos: 10 hs. Misa para niños, y 20 hs.

Confesiones: después de Misa.

Bautismos: segundo y cuarto domingo de cada mes.


Secretaría Parroquial


Jueves: 18.30 a 20 hs.
Sábados: 18.30a 20 hs.
Domingos: 11 a 12 hs.


CARITAS

Martes de 14 a 18 hs.



Nuestro Párroco

Pbro. Daniel Gazze



A todos los que ingresen a esta página:


*** BIENVENIDOS ***

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:: Homilías ::

(Clickear sobre la Biblia para leer las lecturas)


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lunes, 30 de julio de 2012

Ignacio de Loyola, soldado de Jesús


sábado, 28 de julio de 2012

London 2012: Sport at heart!

viernes, 27 de julio de 2012

¡El deporte en el corazón!


«Rezo para que, en el espíritu de la tregua olímpica,
la buena voluntad generada por este evento deportivo internacional
pueda brindar sus frutos, promoviendo la paz y la reconciliación en todo el mundo.
Sobre todos los que participan en los Juegos Olímpicos de Londres,
invoco las abundantes bendiciones del Dios Todopoderoso.»
Benedicto XVI

jueves, 26 de julio de 2012

¡¡¡Feliz Día de los Abuelos!!!

Si el milagro de la vida se materializa en el amor de los padres, la felicidad absoluta se conoce, se goza y se disfruta cuando uno se convierte en abuelo...


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Santos Ana y Joaquín, abuelos de Jesús


domingo, 22 de julio de 2012

Homilía Dominical

Jesús se detiene frente a la gran muchedumbre que ve delante de él. La ve como ovejas sin pastor. ¿Cómo mirará Dios a nuestro mundo en tantas ocasiones extraviado en pujas de poder y dinero, en el consumo y el comercio de drogas, en reclamar libertades que traen muerte y no vida? ¿Acaso lo mirará con bronca o resignación? Jesús se compadece, renuncia a su descanso y se pone a enseñar. Dios tiene compasión y actúa para salvar, y como a los apóstoles quiere contagiarnos este sentimiento que nos mueva a acompañarlo en su obra.
El vocablo que usa el Evangelio para designar la compasión hace alusión a las entrañas maternas. Dios siente por los extraviados como una madre por su hijo malogrado. ¿Cómo podremos compartir el corazón del Señor nosotros que muchas veces miramos la realidad que nos circunda con bronca o indiferencia? Ninguno de estos sentimientos nos hará fecundos. Se trata entonces de escuchar la invitación de Jesús: Vengan ustedes solos… Es en la soledad de la oración, en la meditación de su inmensa compasión por nosotros, donde se nos hace posible salir de nuestro encierro y sentir por los demás como siente Él.
Estuvo enseñándoles largo rato. No se trata de dar a los demás solamente palabras. Él se designa a sí mismo como Maestro en la lección suprema del lavatorio de los pies, en la que estaba significada la entrega de su vida como servicio. La compasión, si es verdadera, nos llevará también a nosotros a renunciar a la comodidad y a la impotencia, para ponernos a enseñar con actitud sacrificada y servicial, a dónde Él nos llame, el camino de la vida al mundo extraviado de hoy.

viernes, 20 de julio de 2012

¡Día del Amigo!

"No hay amor más grande que dar la vida por los amigos."

¡¡¡MUY FELIZ DÍA A TODOS USTEDES,
AMIGOS EN CRISTO, EL AMIGO FIEL!!!

Y celebramos también el 3° año de este blog, que nos mantiene comunicados.



lunes, 16 de julio de 2012

Festividad de Nuestra Señora del Carmen


Historia de la Devoción a
Nuestra Señora
del Monte Carmelo

Según la tradición carmelita, el día de Pentecostés, ciertos piadosos varones, que habían seguido la traza de vida de los Profetas Elías y Eliseo, abrazaron la fe cristiana; siendo ellos los primeros que levantaron un templo a la Virgen María en la cumbre del Monte Carmelo, en el lugar mismo desde donde Elías viera la nube, que prefiguraba la fecundidad de la Madre de Dios. Estos religiosos se llamaron Hermanos de Santa María del Monte Carmelo, y pasaron a Europa en el siglo XIII, aprobando su regla el Papa Inocencio IV en 1245, bajo el generalato de San Simón Stock.

El 16 de julio de 1251, la Virgen María se apareció a Simón Stock, su fervoroso servidor, y le entregó el hábito que había de ser su signo distintivo. Inocencio bendijo ese hábito y le otorgó varios privilegios, no sólo para los religiosos de la Orden, sino también para todos los cófrades de Nuestra Señora del Monte Carmelo. Llevando éstos el escapulario, que es la reducción del que llevan los Carmelitas, participan de todos los méritos y oraciones de la Orden y pueden esperar de la Santísima Virgen verse pronto libres del purgatorio, si hubieran sido fieles en observar las condiciones impuestas para su uso.

En este día pidamos acrecentamiento de devoción a María Santísima que tan espléndida es con sus devotos; pues promete a los que lleven puesto su santo escapulario la eterna salvación y el alivio y abreviación de las penas del purgatorio.

¡Vayamos a María, quien nos llama con su voz dulcísima de Madre!




Promesas de Nuestra Señora del Carmen a San Simón Stock

16 de julio de 1251

"El que muere vestido de este Escapulario no sufrirá las penas del fuego eterno".

El Escapulario tiene un significado muy profundo para quien lo lleva puesto. Es un riquísimo "Obsequio del Cielo" que nos ha traído la misma Santa Virgen María; y a cada uno le dice así:

"Perseveren llevando puesto devotamente el Santo Escapulario, porque es mi Hábito.

El hecho de andar vestidos con este Hábito mío, significa que están continuamente pensando en mí; y que yo,a la vez, siempre estoy pensando en ustedes; y ayudándolos en asegurar la vida eterna".


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Nuestra Señora entregando el hábito/escapulario

a San Simón Stock

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Escapulario Carmelita





domingo, 15 de julio de 2012

Homilía Dominical

Jesús envía a los Doce. Para que la Buena Noticia del Amor de Dios que vence el mal, que cura, que convierte los corazones, llegue a todos Él quiere hacerlo a través de este envío de los Apóstoles. Y comienza aquí una caminata que atraviesa los siglos, porque en estos Doce la Iglesia entera es enviada, apostólica. Y fruto de ella somos también nosotros. Hemos creído porque se nos ha predicado. El Evangelio llegó a nosotros no sólo por la lectura o los medios de comunicación social. Hubo un corazón creyente que se acercó al mío en el calor del amor para invitarlo a abrirse en la fe a la presencia y a las Palabras del Señor.
¡Qué bueno sería suscitar en nosotros una admiración agradecida! Contemplar en una línea histórica esta peregrinación evangelizadora de más de 2000 años que hizo posible que hoy podamos gozar de la amistad con Jesús y de sabernos su familia. Y al hacerlo, recordar las personas concretas que fueron “nuestros” primeros apóstoles: una madre, un padre, alguno de los abuelos, un amigo, un cónyuge, un catequista, un sacerdote… ¡Gracias especialmente a ellos por haber cumplido su misión, y a Dios por haberlos puesto en nuestro camino!
Pero esta caminata misionera debe continuar a través del espacio y del tiempo. Y, si de verdad la fe se ha transformado para nosotros en motivo de paz y alegría profundas, no podemos dejar de preguntarnos acerca del puesto que nos cabe en ella. Con el mismo desinterés y testimonio de caridad que Jesús pidió a los Doce, y que seguramente también vivieron nuestros apóstoles más próximos, también nosotros nos sentiremos enviados. ¡Hay tantos que esperan nuestra respuesta…!

martes, 10 de julio de 2012

San Benito Abad


San Benito Abad
patrono de Europa

Nació en Nursia, región de Umbría, hacia el año 480. Después de haber recibido en Roma una adecuada formación, comenzó a practicar la vida eremítica en Subiaco, donde reunió a algunos discípulos; más tarde se trasladó a Casino. Allí fundó el célebre monasterio de Montecasino y escribió la Regla, cuya difusión le valió el título de patriarca del monaquismo occidental. Murió el 21 de marzo del año 547, pero, ya desde finales del siglo VIII, en muchos lugares comenzó a celebrarse su memoria el día de hoy.



No antepongan nada, absolutamente, a Cristo

De la Regla de san Benito, abad

Cuando emprendas alguna obra buena, lo primero que has de hacer es pedir constantemente a Dios que sea él quien la lleve a término, y así nunca lo contristaremos con nuestras malas acciones, a él, que se ha dignado contarnos en el número de sus hijos, ya que en todo tiempo debemos someternos a él en el uso de los bienes que pone a nuestra disposición, no sea que algún día, como un padre que se enfada con sus hijos, nos desherede, o, como un amo temible, irritado por nuestra maldad, nos entregue al castigo eterno, como a servidores perversos que han rehusado seguirlo a la gloria.


Por lo tanto, despertémonos ya de una vez, obedientes a la llamada que nos hace la Escritura: ya es hora de despertarnos del sueño. Y, abiertos nuestros ojos a la luz divina, escuchemos bien atentos la advertencia que nos hace cada día la voz de Dios: "Si escuchan hoy su voz, no endurezcan el corazón"; y también: "Quien tenga oídos que oiga lo que dice el Espíritu a las Iglesias".


¿Y qué es lo que dice? Vengan, hijos, escúchenme: los instruiré en el temor del Señor. Caminen mientras tengan luz, antes de que los sorprendan las tinieblas de la muerte. Y el Señor, buscando entre la multitud de los hombres a uno que realmente quisiera ser operario suyo, dirige a todos esta invitación: ¿Hay alguien que ame la vida y desee días de prosperidad? Y, si tú, al oír esta invitación, respondes: «Yo», entonces Dios te dice: «Si amas la vida verdadera y eterna, guarda tu lengua del mal, tus labios de la falsedad; apártate del mal, obra el bien, busca la paz y corre tras ella. Si así lo hacen, mis ojos estarán sobre ustedes y mis oídos atentos a sus plegarias; y, antes de que me invoquen, les diré: Aquí estoy».


¿Qué hay para nosotros más dulce, hermanos muy amados, que esta voz del Señor que nos invita? Vean cómo el Señor, con su amor paternal, nos muestra el camino de la vida.


Ceñida, pues, nuestra cintura con la fe y la práctica de las buenas obras, avancemos por sus caminos, tomando por guía el Evangelio, para que alcancemos a ver a aquel que nos ha llamado a su reino. Porque, si queremos tener nuestra morada en las estancias de su reino, hemos de tener presente que para llegar allí hemos de caminar a prisa por el camino de las buenas obras.


Así como hay un celo malo, lleno de amargura, que separa de Dios y lleva al infierno, así también hay un celo bueno, que separa de los vicios y lleva a Dios y a la vida eterna. Éste es el celo que han de practicar con ferviente amor los monjes, esto es: estimando a los demás más que a uno mismo; soporten con una paciencia sin límites sus debilidades, tanto corporales como espirituales; pongan todo su empeño en obedecerse los unos a los otros; procuren todos el bien de los demás, antes que el suyo propio; pongan en práctica un sincero amor fraterno; vivan siempre en el temor y amor de Dios; amen a su abad con una caridad sincera y humilde; no antepongan nada absolutamente a Cristo, el cual nos lleve a todos juntos a la vida eterna.


Oración


Señor, Dios nuestro, que hiciste del abad san Benito un esclarecido maestro en la escuela del divino servicio, concédenos, por su intercesión, que, prefiriendo tu amor a todas las cosas, avancemos por la senda de tus mandamientos con libertad de corazón. Por nuestro Señor Jesucristo.

lunes, 9 de julio de 2012

1816 - 9 de julio - 2012

Cada año la celebración del 9 de Julio es motivo de gratitud por el hecho de nuestra Independencia, pero nos debe servir, también, como momento de reflexión y compromiso. La gratitud, para no quedarse sólo en el recuerdo del pasado nos debe llevar a un sincero examen de conciencia en el presente, que nos abra con renovadas fuerzas hacia el futuro. Las dificultades no deben opacar, por otra parte, la realidad de los esfuerzos que personas e instituciones hacen al bien de nuestra Patria.

Hay riquezas que debemos agradecer y alentar, pero debemos tener cuidado de acostumbrarnos a justificar nuestros males y debilidades, como a postergar las soluciones. Hoy el tema de la inseguridad, potenciado por el avance de la droga, se ha convertido en una realidad que reclama una atención y una respuesta que no podemos demorar y nos compromete a todos.

No cabe duda que en una sociedad políticamente organizada, la responsabilidad de la dirigencia es mayor en la búsqueda de caminos que fortalezcan los lazos de pertenencia, como la equidad en el desarrollo de la comunidad. Es propio de la dirigencia, como parte de la virtud de la prudencia, saber crear las condiciones que hacen al bien común, manejar los tiempos de un justo crecimiento para el bienestar de todos los ciudadanos y asegurar el marco de una convivencia en paz. Es normal en la vida de una democracia la diversidad de opiniones, pero es un signo de su madurez la capacidad de generar políticas en las que todos se sientan parte. Esto significa búsqueda de consensos y no escalada de conflictos. La mayor marginalidad del ciudadano es estar en una comunidad y no sentirse parte de ella. Nos sentimos en nuestra propia vereda, tal vez con alguna cuota de razón, pero nos alejamos de esa verdad más grande que es sentirnos parte de una misma Nación con su historia y cultura. Con dolor escuchamos decir que los argentinos somos rehenes de nosotros mismos, de nuestros enfrentamientos y descalificaciones, y que nos falta encontrarnos en objetivos mayores de crecimiento e inclusión que recreen un clima de amistad social.

Hace 10 años hablábamos de "Recrear la voluntad de ser Nación" y, para ello, decíamos: "queremos convocar a la magnanimidad a toda la dirigencia argentina" (CEA 80° Asamblea Plenaria del Episcopado, 11-11-2000). Aquellas reflexiones siguen siendo actuales. Es magnánimo el que está dispuesto a sacrificios y esfuerzos en pos de grandes causas. La magnanimidad es la virtud propia del dirigente, del que ocupa un cargo de responsabilidad en el marco de la unidad y crecimiento de una comunidad. Ella necesita de ideales y valores morales que motivan su gestión y nos exige espíritu de diálogo, de austeridad y coherencia de vida, como esa capacidad de reconocer errores que nos abre a una madura disposición de cambio que es expresión de sabiduría política. La magnanimidad del dirigente es causa ejemplar para el crecimiento de una comunidad. Ella ennoblece al dirigente, lo purifica de la tentación del poder y mantiene viva en la sociedad el aprecio por los valores e ideales mayores. Elevemos en este día una oración por nuestra Patria, para que encontremos como argentinos el camino de la concordia y la solidaridad que nos permita superar enfrentamientos y construir juntos el país que soñaron nuestros mayores y del que estamos en deuda. Danos, para ello, Señor: "la sabiduría del diálogo y la alegría de la esperanza que no defrauda". Amén. 

Mons. José María Arancedo
Arzobispo de Santa Fe la Vera Cruz

domingo, 8 de julio de 2012

Homilía Dominical

Jesús no pudo obrar milagros en su propio pueblo, para la gente que desde su infancia lo conocía y con los que había crecido. Era para ellos motivo de escándalo, de tropiezo en la fe, su cercanía se había vuelto motivo de cerrazón.
Nuestro Dios se manifiesta en Jesús como un Dios cercano, que quiere realizar el milagro de transformar nuestros corazones haciéndolos buenos como sólo Él lo es. Pero para esto necesita que lo dejemos entrar en la intimidad de la amistad. Puede ser que prefiramos un Dios lejano, que nos “satisfaga” con muchos argumentos que dejen tranquila nuestra razón pero que no nos pida comprometernos en una relación de amor.
Alguien tan simple como un carpintero, con una Madre y una familia que no se destacaban por su riqueza, poder y  prestigio, clausura cualquier expectativa buena de parte de los conciudadanos de Jesús. ¿Puede salir algo bueno de Nazaret? había preguntado Natanael. Es posible que también nosotros esperemos un Dios “poderoso” que elimine de un plumazo el sufrimiento, el mal ¡y a “los malos”! y nos deje apáticos alguien que viene a enseñarnos a llevar la cruz con Él, soportándola con paciencia y humildad y transformándola así en perdón y Vida.
En la volteada quizá  caiga también la Iglesia, prolongación de la encarnación del Hijo de Dios. Con las limitaciones y pecados de sus miembros, la humildad de sus sacramentos y la escasez de medios para actuar en el mundo, ¡cuántas desilusiones puede causar! Pero, ¡ay si renegamos de esta pobreza! Allí nos espera Jesús para vivir la gran aventura de la amistad con Él en la que comprobaremos su  poder que triunfa en la debilidad, ese poder que es el único capaz de obrar el gran milagro de hacer de todos los hombres la familia de Dios.

domingo, 1 de julio de 2012

Homilía Dominical


Tu fe te ha salvado
dice Jesús a la hemorroísa. Basta que creas al papá angustiado de la niña muerta. El evangelio de hoy nos ayuda a reflexionar sobre la fe que nos pide el Señor.
La mujer que sufría de hemorragias confió en que podía tocar a Jesús a pesar de que por su enfermedad quedaba impura y se le impedía el contacto con las personas. Tener fe significa mantener a toda costa esta confianza de que el amor de Dios lo lleva siempre a estar cerca de nosotros, al alcance de la mano y no nos rechazará si queremos curarnos. Pero además la mujer tuvo que aprender otra cosa. Para quedar salvada, y no solamente curada, tenía que entrar en un diálogo personal con Jesús. ¡Cuántas veces queremos los milagros de Dios, pero no aceptarlo como amigo!
Por su parte Jairo hizo la experiencia de una situación límite en la que las capacidades humanas ya no sirven. Allí se le dijo que no tenía que temer. Creer en Jesús significa que unidos a Él la muerte es un sueño y todo mal pasajero, camino al despertar a una plenitud mayor. La niña tenía doce años, la edad de las bodas. Si nos atrevemos a creer en este tipo de situaciones Dios será capaz de resucitarnos a una vida de amor en la que Él será el centro de nuestro corazón.

"No temas, basta que creas"

Cuando Jesús regresó en la barca a la otra orilla, una gran multitud se reunió a su alrededor, y él se quedó junto al mar. Entonces llegó uno de los jefes de la sinagoga, llamado Jairo, y al verlo, se arrojó a sus pies, rogándole con insistencia: "Mi hijita se está muriendo; ven a imponerle las manos, para que se cure y viva".
Jesús fue con él y lo seguía una gran multitud que lo apretaba por todos lados.
Se encontraba allí una mujer que desde hacía doce años padecía de hemorragias.
Había sufrido mucho en manos de numerosos médicos y gastado todos sus bienes sin resultado; al contrario, cada vez estaba peor. Como había oído hablar de Jesús, se le acercó por detrás, entre la multitud, y tocó su manto, porque pensaba: "Con sólo tocar su manto quedaré curada".
Inmediatamente cesó la hemorragia, y ella sintió en su cuerpo que estaba curada de su mal.
Jesús se dio cuenta en seguida de la fuerza que había salido de él, se dio vuelta y, dirigiéndose a la multitud, preguntó: "¿Quién tocó mi manto?".
Sus discípulos le dijeron: "¿Ves que la gente te aprieta por todas partes y preguntas quién te ha tocado?"
Pero él seguía mirando a su alrededor, para ver quién había sido. Entonces la mujer, muy asustada y temblando, porque sabía bien lo que le había ocurrido, fue a arrojarse a sus pies y le confesó toda la verdad.
Jesús le dijo: "Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz, y queda curada de tu enfermedad".
Todavía estaba hablando, cuando llegaron unas personas de la casa del jefe de la sinagoga y le dijeron: "Tu hija ya murió; ¿para qué vas a seguir molestando al Maestro?".
Pero Jesús, sin tener en cuenta esas palabras, dijo al jefe de la sinagoga: "No temas, basta que creas".
Y sin permitir que nadie lo acompañara, excepto Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago, fue a casa del jefe de la sinagoga. Allí vio un gran alboroto, y gente que lloraba y gritaba.
Al entrar, les dijo: "¿Por qué se alborotan y lloran? La niña no está muerta, sino que duerme".
Y se burlaban de él. Pero Jesús hizo salir a todos, y tomando consigo al padre y a la madre de la niña, y a los que venían con él, entró donde ella estaba.
La tomó de la mano y le dijo: "Talitá kum", que significa: "¡Niña, yo te lo ordeno, levántate".
En seguida la niña, que ya tenía doce años, se levantó y comenzó a caminar. Ellos, entonces, se llenaron de asombro, y él les mandó insistentemente que nadie se enterara de lo sucedido. Después dijo que le dieran de comer. 
Beato Juan Pablo II
Discurso a los jóvenes de Chile 02/04/1987




“Enseguida la niña se levantó”
 


Seguidamente Cristo entra en la habitación donde está ella, la toma de la mano, y le dice: “A ti te lo digo, niña, levántate.” Queridos jóvenes, el mundo está necesitado de su respuesta personal a las Palabras de vida del Maestro: “A ti te lo digo, levántate”. Estamos viendo cómo Jesús sale al paso de la humanidad, en las situaciones más difíciles y penosas. El milagro realizado en casa de Jairo nos muestra su poder sobre el mal. Es el Señor de la vida, el vencedor de la muerte. El mundo está necesitado de su respuesta personal a las Palabras de vida del Maestro: “A ti te hablo, levántate”. Estamos viendo cómo Jesús sale al paso de la humanidad, en las situaciones más difíciles y penosas. El milagro realizado en casa de Jairo nos muestra su poder sobre el mal. Es el Señor de la vida, el vencedor de la muerte.



Sin embargo, no podemos olvidar que, según nos enseña la fe, la causa primera del mal, de la enfermedad, de la misma muerte, es el pecado en sus diferentes formas. En el corazón de cada uno y de cada una anida esa enfermedad que a todos nos afecta: el pecado personal, que arraiga más y más en las conciencias, a medida que se pierde el sentido de Dios. ¡A medida que se pierde el sentido de Dios! Sí, amados jóvenes. Estén atentos a no permitir que se debilite en ustedes el sentido de Dios. No se puede vencer el mal con el bien si no se tiene ese sentido de Dios, de su acción, de su presencia que nos invita a apostar siempre por la gracia, por la vida, contra el pecado, contra la muerte. Está en juego la suerte de la humanidad... Amados jóvenes: Luchen con denuedo contra el pecado, contra las fuerzas del mal en todas sus formas, luchen contra el pecado. Combatan el buen combate de la fe por la dignidad del hombre, por la dignidad del amor, por una vida noble, de hijos de Dios. Vencer el pecado mediante el perdón de Dios es una curación, es una resurrección.



No tengan miedo a las exigencias del amor de Cristo. Teman, por el contrario, la pusilanimidad, la ligereza, la comodidad, el egoísmo; todo aquello que quiera acallar la voz de Cristo que, dirigiéndose a cada una, a cada uno, repite: “A ti te hablo, levántate” ( Mc 5, 41).