Nuestra Señora de Belén

Horarios de Misa

Jueves: 19.30hs.
Sábados: 20 hs.
Domingos: 10 hs. Misa para niños, y 20 hs.

Confesiones: después de Misa.

Bautismos: segundo y cuarto domingo de cada mes.


Secretaría Parroquial


Jueves: 18.30 a 20 hs.
Sábados: 18.30a 20 hs.
Domingos: 11 a 12 hs.


CARITAS

Martes de 14 a 18 hs.



Nuestro Párroco

Pbro. Daniel Gazze



A todos los que ingresen a esta página:


*** BIENVENIDOS ***

_______________________________________________________

:: Homilías ::

(Clickear sobre la Biblia para leer las lecturas)


_____________________________________________

domingo, 31 de julio de 2011

Informe Económico - Julio de 2011



Publicamos a continuación el informe económico correspondiente al mes de julio de 2011.

¡GRACIAS a todos por su generosa colaboración!



A B C
1 INFORME ECONOMICO MES: J U L I O 2 0 1 1
2


3 I N G R E S O S

4 Colectas Misas $ 4,646.05
5 Donaciones- Estipendios Misas $ 289
6 Sostenimiento del culto (2%) $ 2,145.00
7


8 TOTAL $ 7,080.05
9


10 E G R E S O S

11 Gastos de Secretaría $ 376
12 Gastos Sacristía $ 98
13 Sueldos $ 1,450.00
14 Sostenimiento Culto

15 Arzobispado 1/3- Estipendio Misas $ 859.5
16 Varios:Colecta Iglesia universal, Pintura puertas y ventanas Membrana líquida,

17 Arreglo Baño Parroquia-Barniz- Machimbre-Mano de obra Exterior e interior-Mate

18 rial electricidad-Estabilizador Vía Muerta (Resto) y Cables. $ 9,179.00
19 TOTAL $ 11,962.50
20 DEFICIT DEL MES $ 4,882.45
21


"Denles ustedes de comer"


Papa Benedicto XVI
Sacramentum caritatis, 88

"Denles ustedes de comer"

"El pan que yo daré es mi carne, para la vida del mundo" (Jn 6,51). Con estas palabras el Señor revela el verdadero significado del don de su propia vida por todos los hombres, mostrándonos así la profunda compasión que siente hacia toda persona. En efecto, de muchas maneras y en diversos pasajes, los evangelios nos narran los sentimientos de Jesús hacia los hombres, particularmente hacia las personas que sufren y hacia los pecadores. A través de un profundo sentimiento humano, expresa la intención salvífica de Dios para toda persona humana con el fin de que alcance la verdadera vida.

Toda celebración eucarística actualiza sacramentalmente el don que Jesús ha hecho de su propia vida en la cruz, por nosotros y por el mundo entero. Al mismo tiempo, en la eucaristía, Jesús hace de nosotros los testigos de la compasión de Dios por cada uno de nuestros hermanos y hermanas. Es alrededor del misterio eucarístico que nace el servicio de la caridad hacia el prójimo, el cual "consiste precisamente en el hecho de que yo amo también, en Dios y con Dios, a la persona que no aprecio e incluso que ni tan sólo conozco." Esto no se puede dar si no es a partir del encuentro íntimo con Dios, encuentro que llega a ser comunión de voluntad hasta llegar a tocar al sentimiento. Es entonces que aprendo a mirar a esta otra persona no sólo con mis ojos y mis sentimientos, sino según la mirada de Jesucristo». De esta manera reconozco, en las personas a las que me acerco, unos hermanos y hermanas por quienes el Señor ha dado su vida amándolos "hasta el extremo" (Jn 13, 1).

Por consiguiente, cuando nuestras comunidades celebran la eucaristía, deben hacerse cada vez más conscientes de que el sacrificio de Cristo es para todos, y que la eucaristía urge a toda persona que cree en él a hacerse "pan partido" por los demás y, por tanto, a comprometerse por un mundo más justo y más fraterno. Reflexionando en la multiplicación de los panes y los peces, debemos reconocer que, todavía hoy, Cristo continua exhortando a sus discípulos a comprometerse personalmente: "Dadles vosotros de comer". La vocación de cada uno de nosotros consiste realmente en ser, con Jesús, pan partido para la vida del mundo.

Homilía Dominical

Domingo XVIII del TO - Ciclo A

Lecturas

Is 55, 1-3
Rom 8, 35.37-39
Mt 14, 13-21


Podemos entender el milagro de la multiplicación de los panes a la luz de la Eucaristía que estamos celebrando. El alimento capaz de saciar en abundancia a la multitud, a esa humanidad hambrienta que somos, es el amor de Dios que se nos entrega en la Pascua de Jesús. Los discípulos pretenden que la gente vaya a comprarse la comida, pero precisamente el amor no se puede comprar ni vender, se da gratuitamente. Si se comprara no sería amor, ni tampoco alimentaría. En este dar los discípulos han de estar involucrados: Denles de comer ustedes mismos, y por eso han de unirse a la misma actitud de corazón de Jesús, de quien proviene lo que van a repartir.

Todo comienza con el acto de compasión del Señor. Compadecer es sentir el dolor del otro como propio. Jesús es capaz de compadecerse del dolor al que nos ha relegado el pecado porque el mismo lo ha cargado sobre sí. ¿Y nosotros? Sólo podemos compadecernos desde nuestra experiencia de sufrimiento. Alguien que no ha sufrido no puede compadecerse. Pero además de esta experiencia es necesario salir de nosotros mismos (¡es fuerte la tentación de quedarnos encerrados en el propio dolor!) usándola para entender al otro y acudir en su ayuda. Cuando transformamos el dolor en capacidad de compasión y ayuda, también nosotros somos salvados.

El paso que sigue es poner lo que se tiene a disposición, aunque aparentemente resulte irrisorio ante tanta necesidad. Si nos urge ayudar (el amor de Cristo nos apremia, dice Pablo) encontraremos qué dar: bienes, trabajo, inteligencia, afecto…Si nos parece que no tenemos nada para dar es que la compasión todavía no ha calado fuerte en nuestro corazón.

Jesús toma los dones y bendice a Dios, da gracias por ellos. Esos dones que todos tenemos para brindar los hemos recibido de Él. Dar gracias nos ayuda a reconocerlos y a librarlos del orgullo y el individualismo.

Finalmente el Señor los da y sabemos, por la similitud con los gestos de la última Cena, que al darlos está dando su propia vida. He aquí la más importante lección de hoy: lo que damos sólo puede alimentar, salvar, si en eso que damos nos damos a nosotros mismos.

Y lo que parecía tan poquito resultó superabundante. Lo que ponemos en manos de Dios participa del poder multiplicador de su amor, capaz de saciar a todos. Cada domingo el Señor nos espera en la Eucaristía. Quiere llenarnos con su amor compasivo y recibir ese poquito que podemos dar para ofrecérselo al Padre de manera que Él lo multiplique para bien del mundo y plenitud nuestra.
P. Daniel Gazze

sábado, 30 de julio de 2011

Juan Bautista: mártir de la Verdad


San Juan Bautista:
profeta, asceta, precursor y mártir.

Leer el comentario del Evangelio por

Beato Juan Pablo II
Carta apostólica Tertio Millenio adveniente, 37

Juan Bautista, mártir de la Verdad

La Iglesia del primer milenio nació de la sangre de los mártires: «Sanguis martyrum semen christianorum» ("La sangre de los mártires es semilla de cristianos", Tertuliano) Los acontecimientos históricos no podían de ninguna manera garantizar a la Iglesia su desarrollo tal como se realizó durante el primer milenio si no hubiera sido gracias a la semilla de los mártires y el patrimonio de santidad que caracterizaron las primeras generaciones cristianas. Al final del segundo milenio, la Iglesia es de nuevo una Iglesia de mártires. Las persecuciones contra los creyentes -sacerdotes, religiosos, laicos- han provocado abundantes semillas de martirio en diferentes partes del mundo. El testimonio por Cristo hasta entregar la vida ha llegado a ser un patrimonio común a los católicos, a los ortodoxos, a los anglicanos y a los protestantes, como ya lo afirmaba Pablo VI... Es un testimonio que no hay que olvidar...

También en nuestro siglo los mártires están presentes. Muchas veces anónimos, son como «los soldados desconocidos» de la gran causa de Dios. En lo posible, hay que evitar que se pierda su testimonio en la Iglesia.... Las Iglesias locales tienen que hacer todo lo posible para no olvidar a los que sufrieron el martirio y esforzarse a recoger toda la documentación concernientes a ellos.

Esto no dejará de tener un acento marcadamente ecuménico. El ecumenismo de los santos, de los mártires, es quizá el que más convenza a la gente. La voz de la «comunión de los santos» es más fuerte que la de la división...El mayor homenaje que todas las Iglesias pueden rendir a Cristo en el umbral del tercer milenio será mostrar la presencia todopoderosa del Salvador por los frutos de la fe, de la esperanza y del amor en los hombres y mujeres de tantas razas y lenguas que siguieron a Cristo en las diversas formas de la vocación cristiana.

viernes, 29 de julio de 2011

Invitación a charla



¿La familia en peligro?
Amenazas y Desafíos

Sábado 30 de Julio a las 16 hs.

Colegio Ntra. Sra. de Guadalupe

9 de Julio 2558 - Santa Fe. - Tel. (0)342 452 5489)

Entrada libre y gratuita

En el marco de la segunda reunión anual de delegados de Pastoral Familiar de todas las parroquias de la Arquidiócesis, abierta para todos los interesados, disertará el Dr. Mariano Morelli de la ciudad de Rosario, con una charla sobre protección y promoción de la familia.

Marta le dijo: «Sí, Señor, yo creo»



Cristo vino para resucitar a Lázaro, pero el impacto de este milagro será la causa inmediata de su arresto y crucifixión (Jn 11, 46 s). Sintió que Lázaro estaba despertando a la vida a precio de su propio sacrificio, sintió que descendía a la tumba, de donde había hecho salir a su amigo. Sentía que Lázaro debía vivir y él debía morir, la apariencia de las cosas se había invertido, la fiesta se iba a hacer en casa de Marta, pero para él era la última pascua de dolor. Y Jesús sabía que esta inversión había sido aceptada voluntariamente por él. Había venido desde el seno de su Padre para expiar con su sangre todos los pecados de los hombres, y así hacer salir de su tumba a todos los creyentes, como a su amigo Lázaro... los devuelve a la vida, no por un tiempo, sino para toda la eternidad.
Mientras contemplamos la magnitud de este acto de misericordia, Jesús le dijo a Marta: "Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá, y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente."
Hagamos nuestras estas palabras de consuelo, tanto en la contemplación de nuestra propia muerte, como en la de nuestros amigos. Dondequiera que haya fe en Cristo, allí está el mismo Cristo. Él le dijo a Marta: "¿Crees esto?". Donde hay un corazón para responder: "Señor, yo creo", ahí Cristo está presente. Allí, nuestro Señor se digna estar, aunque invisible, ya sea sobre la cama de la muerte o sobre la tumba, si nos estamos hundiendo, o en aquellos que seres que nos son queridos. ¡Bendito sea su nombre! nada puede privarnos de este consuelo: vamos a estar tan seguros, a través de su gracia, de que Él está junto a nosotros en el amor, como si lo viéramos. Nosotros, después de nuestra experiencia de la historia de Lázaro, no dudamos un instante que él está pendiente de nosotros y permanece a nuestro lado.

Beato John Henry Newman (1801-1890)
Presbítero, teólogo.

Sermón: "Las lágrimas de Cristo en la tumba de Lázaro» PPS, vol. 3, n°10

martes, 26 de julio de 2011

A todos los ABUELOS...


¡¡¡MUY FELIZ DÍA!!!


Un abuelo es una persona
con plata en su cabello
y oro en su corazón.

Oración por los Abuelos
Benedicto XVI

Señor Jesús, tú naciste de la Virgen María, hija de San Joaquín y Santa Ana. Mira con amor a los abuelos de todo el mundo.
¡Protégelos! Son una fuente de riqueza para las familias, para la Iglesia y para toda la sociedad.

¡Sosténlos! Que cuando envejezcan sigan siendo para sus familias pilares fuertes de la fe evangélica, custodios de los nobles ideales hogareños, tesoros vivos de sólidas tradiciones religiosas.
Haz que sean maestros de sabiduría y valentía, que transmitan a las generaciones futuras los frutos de su madura experiencia humana y espiritual.

Señor Jesús, ayuda a las familias y a la sociedad a valorar la presencia y el papel de los abuelos. Qué jamás sean ignorados o excluidos, sino que siempre encuentren respeto y amor.

Ayúdales a vivir serenamente y a sentirse acogidos durante todos los años de vida que les concedas.

María, Madre de todos los vivientes, cuida constantemente a los abuelos, acompáñalos durante su peregrinación terrena, y con tus oraciones obtén que todas las familias se reúnan un día en nuestra patria celestial, donde esperas a toda la humanidad para el gran abrazo de la vida sin fin. Amén.

San Joaquín y Santa Ana

Joaquín, Ana y María

El 26 de julio la Iglesia Católica celebra la memoria de San Joaquín y Santa Ana, padres de la Virgen María y abuelos de Jesús.

San Joaquín y Santa Ana


Una antigua tradición, que data ya del siglo II, atribuye los nombres de Joaquín y Ana a los padres de la Virgen María. El culto aparece para Santa Ana ya en el siglo VI y para San Joaquín un poco más tarde. La devoción a los abuelos de Jesús es una prolongación natural al cariño y veneración que los cristianos demostraron desde siempre a la Madre de Dios.

La antífona de la misa de la festividad de San Joaquín y Santa Ana dice: "Alabemos a Joaquín y Ana por su hija; en ella les dio el Señor la bendición de todos los pueblos".

La madre de nuestra Señora, la Virgen María, nació en Belén. El culto de sus padres le está muy unido. El nombre Ana significa "gracia, amor, plegaria". La Sagrada Escritura nada nos dice de la santa. Todo lo que sabemos es legendario y se encuentra en el evangelio apócrifo de Santiago, según el cual a los veinticuatro años de edad se casó con un propietario rural llamado Joaquín, galileo, de la ciudad de Nazaret. Su nombre significa "el hombre a quien Dios levanta" y, según san Epifanio, "preparación del Señor". Descendía de la familia real de David.

Moraban en Nazaret y, según la tradición, dividían sus rentas anuales, una de cuyas partes dedicaban a los gastos de la familia, otra al templo y la tercera a los más necesitados.

Llevaban ya veinte años de matrimonio y el hijo tan ansiado no llegaba. Los hebreos consideraban la esterilidad como algo oprobioso y un castigo del cielo. Se los menospreciaba y en la calle se les negaba el saludo. En el templo, Joaquín oía murmurar sobre ellos, como indignos de entrar en la casa de Dios.

Joaquín, muy dolorido, se retira al desierto, para obtener con penitencias y oraciones la ansiada paternidad. Ana intensificó sus ruegos, implorando como otras veces la gracia de un hijo. Recordó a la otra Ana de las Escrituras, cuya historia se refiere en el libro de los Reyes: habiendo orado tanto al Señor, fue escuchada, y así llegó su hijo Samuel, quien más tarde sería un gran profeta.

Y así también Joaquín y Ana vieron premiada su constante oración con el advenimiento de una hija singular, María. Esta niña, que había sido concebida sin pecado original, estaba destinada a ser la madre de Jesucristo, el Hijo de Dios encarnado.

Desde los primeros tiempos de la Iglesia Joaquín y Ana fueron honrados en Oriente; después se les rindió culto en toda la cristiandad, donde se levantaron templos bajo su advocación.

Aunque el culto de la madre de la santísima Virgen María se había difundido en Occidente, especialmente desde el siglo XlI, su fiesta comenzó a celebrarse en el siglo siguiente.


domingo, 24 de julio de 2011

Día de los Abuelos



El próximo 26 de Julio, memoria de los santos Ana y Joaquín, padres de la Virgen María, celebramos el Día de los Abuelos. Jesucristo, el Hijo de Dios, tuvo, por parte de su madre, abuelos. Nuestra primera mirada se dirige a esas personas, Ana y Joaquín, que de un modo providencial han participado del plan de Dios. Su hija, la Virgen María, fue elegida por Dios para que de ella naciera su Hijo, Nuestro Señor Jesucristo.

Dios llega al hombre utilizando el camino del hombre, en este caso la maternidad. Hoy queremos contemplar en las personas de ellos, el sentido de esa realidad tan rica que es la presencia de los abuelos en una familia y en la sociedad. Sin ellos, que pertenecen al ámbito de nuestras raíces e historia, el presente se debilita. ¡Qué triste un hombre y una sociedad sin memoria ni gratitud!

Ellos han sido primero hijos y nietos, luego padres y hoy, recién, son abuelos. Esta realidad los hace testigos únicos en la transmisión de la vida y forman parte de ese camino de la genealogía que da sentido a nuestro presente. Tenemos historia, provenimos de un pasado personal que nos da identidad. Al pasado no se lo construye, se lo conoce y asume. Somos parte de una historia que tiene nombre y rostros concretos. El vacío en este camino de vida engendra inseguridad. Esto no nos ata al pasado, por el contrario, nos da un sentido de verdad, de continuidad y de libertad que nos permite crecer con la confianza de lo que somos.

Hoy queremos festejarlos y agradecerles. Algunos han conocido a todos sus abuelos, otros no tuvimos esa posibilidad, pero siempre estuvieron presentes en la palabra y el recuerdo de nuestros padres. Cuando vemos el significado de la genealogía desde la fe, en ella nos descubrimos como parte de un proyecto que tiene a Dios por principio y a Jesucristo como el Camino que ilumina y da sentido a nuestra vida. Los abuelos han sido colaboradores providenciales de esta verdad de vida y de fe. Nuestro homenaje sería incompleto sino pensáramos, también, en sus condiciones actuales de vida. En este campo creo que hay muchos temas pendientes, empezando por nuestra propia actitud hacia ellos. ¡Cuánta soledad en quienes viven pendientes de una palabra y de un gesto que no reciben! Para ellos somos la presencia del hijo de sus hijos, en esta verdad se apoya una bendición que la Sagrada Escritura reserva a los esposos: "Que sean padres fecundos y pueda ver a los hijos de sus hijos".

Pero no podemos dejar pensar, además, en la situación de muchos abuelos jubilados que reclaman con sentido de justicia una mejora en sus haberes. Una sociedad que descuida a sus niños y a sus mayores, es una sociedad enferma que vive un presente sin justicia y un futuro incierto. Esto también debe estar presente en este día. Quiero unir mi voz y mi oración a la de muchos centros de jubilados que son un testimonio de elevación moral, social, cultural y religiosa en la vida de nuestros mayores. A ellos mi reconocimiento y gratitud. Reciban todos ustedes, junto a mi afecto y oraciones mi bendición en el Señor Jesús y María Nuestra Madre de Guadalupe.

Mons. José María Arancedo
Arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz

Evangelio Ilustrado

¡Jesús es el único y verdadero tesoro!

Evangelio según San Mateo (13,44-52)



(Clickear sobre la imagen para ver tamaño completo)



Homilía Dominical

Domingo XVII del TO - Ciclo A

Lecturas

I Re 3, 5.7-12
Rom 8, 28-30
Mt 13, 44-52


Las parábolas de hoy comparan el Reino de los cielos con algo muy precioso: un tesoro, una perla de gran valor, por lo que vale la pena desprenderse de todo lo otro. Jesús nos está hablando de una escala de valores en cuyo vértice está el Reino de su Padre.
¿Qué es esto tan valioso para Él? Cuando rezamos el Padre Nuestro decimos: Venga a nosotros, hágase tu voluntad. El Reino del Padre está presente allí donde se hace su voluntad. Es decir, podemos tener todos los bienes si la voluntad del Padre está primero; y terminar no teniendo ningún bien si no se respeta esta primacía.
En nuestro mundo de hoy encontramos algunos ejemplos. Si Dios no nos convence del valor inmenso de cada vida humana, éste queda sometido al consenso que se logre entre diversas opiniones y así puede llegar a justificarse la muerte de un inocente, como en el caso del aborto. Si no dejamos que Él nos enseñe a amar y el valor del perdón, la convivencia se hace insoportable acarreándonos la soledad y la angustia.
¿Cuáles son los obstáculos para que esta Voluntad esté primero en nuestra escala de valores? Uno de ellos es que para conocerla es necesario tener un corazón que sepa escuchar, como pide el rey Salomón en la primera lectura. ¿Hay tiempo en nuestra vida agitada por mil preocupaciones para escuchar lo que Dios nos dice?
Otra razón más profunda: la pretensión de una autonomía absoluta. El Padre no tiene derecho a decirnos cómo tenemos que vivir porque de ese modo nos quitaría libertad. En el fondo no queremos ser hijos, con la falsa ilusión de llegar a tener sin Él la vida verdadera. No por nada para entrar en el Reino hay que hacerse como niños.
Las parábolas nos dicen también que para poseer el Reino hay que jugarse, vender, ser capaz de renunciar con alegría. Si no queremos renunciar a nada terminamos perdiéndolo todo, no aprendemos a amar. Pero renunciar es algo que hoy no está de moda, la cultura de hoy nos dice que hay que satisfacer los deseos sin privarse de nada.
Por último, la parábola de la perla nos enseña que el valor del Reino se manifiesta a los que, como aquel negociante, se dedican a buscar cosas bellas, buenas, verdaderas. Si vivimos en la superficialidad, en el pasatismo, si abandonamos la búsqueda, el Reino no podrá brillar ante nuestros ojos ni comunicarnos el entusiasmo y la alegría para luchar por conseguirlo.
Jesús, el que cumple perfectamente la voluntad del Padre, el Reino de Dios entre nosotros, viene a nuestro corazón en la Eucaristía. Que Él se nos manifieste cada vez más como el gran tesoro por quien vale la pena vender todo y seguirlo.

P. Daniel Gazze

sábado, 23 de julio de 2011

¡Vigilar SIEMPRE!



La parábola de la cizaña

El método del diablo es el de mezclar siempre la verdad con el error, revestido éste con las apariencias y colores de la verdad, de manera que pueda seducir fácilmente a los que se dejan engañar. Por eso el Señor sólo habla de la cizaña, porque esta planta se parece al trigo. Seguidamente indica cómo hace para engañar: «Mientras la gente dormía». Por ahí se ve el grave peligro que corren los jefes, sobre todo aquellos a quienes les ha sido confiada la guarda del campo; por otra parte, ese peligro no amenaza sólo a los jefes, sino también a los subordinados. Esto mismo nos enseña que el error viene después de la verdad... Cristo nos dice todo esto para enseñarnos a no dormirnos..., de ahí la necesidad de la vigilancia de un guardia. Y también nos dice: «El que persevere hasta el final, se salvará» (Mt 10,22).

Considera ahora el celo de los criados: quieren arrancar la cizaña inmediatamente; es cierto que, aunque les falte reflexión, dan pruebas de su solicitud por la simiente. Sólo buscan una cosa que no es vengarse del que ha sembrado la cizaña sino salvar la cosecha; por eso quieren echar totalmente el mal del campo... ¿Y qué responde el Maestro? Se lo priva por dos razones: la primera, el temor de perjudicar el trigo; la segunda, la certeza de que un castigo inevitable se abatirá sobre los que están afectados de esa enfermedad mortal. Si queremos que se les castigue sin que se perjudique la cosecha, debemos esperar el momento conveniente... Por otra parte ¿es posible que una parte de esa cizaña se convierta en trigo? Si lo arrancan ahora pueden perjudicar la próxima cosecha arrancando a los que podrían llegar a ser mejores.

San Juan Crisóstomo (hacia 345-407)
Presbítero en Antioquia, después obispo de Constantinopla
Doctor de la Iglesia

Homilías sobre san Mateo, 46, 1-2

viernes, 22 de julio de 2011

María Magdalena

"Porque amó mucho, se le perdonó mucho"

Primera entre los discípulos

San Gregorio Palamás (1296-1359), monje, obispo y teólogo
Homilía 20: PG 151, 266.271

"Ve a buscar a mis hermanos"

Entre las mujeres que llevaron el perfume a la tumba de Cristo, María Magdalena, es la única de la cual celebramos su memoria. Cristo había expulsado de ella siete demonios (Lc 8,2), para dar cabida a los siete dones del Espíritu. Su perseverancia en permanecer cerca de la tumba, le ha valido la visión y la conversación con los ángeles y luego, después de haber visto al Señor, se convierte en su apóstol ante los apóstoles. Instruida y plenamente garantizada por la boca misma de Dios, les va a anunciar que ha visto al Señor y a repetirles lo que le dijo.
Consideremos, hermanos míos, cómo María Magdalena le precede en dignidad a Pedro, el jefe de los apóstoles, y a Juan, el discípulo muy amado de Cristo, y cómo, por tanto, ella ha sido más favorecida que éstos. Ellos cuando se acercaron al sepulcro, no vieron más que las vendas y el sudario; pero, ella, que había permanecido hasta el final con una firme perseverancia en la puerta de la tumba, ha visto, antes que los apóstoles, no sólo a los ángeles, sino al mismo Señor de los ángeles resucitado, en la carne. Ha oído su voz y así Dios, se ha servido de su palabra.

jueves, 21 de julio de 2011

¿Por qué Jesús enseñaba mediante parábolas?


Distintos niveles de lectura

Eran y son demasiados los que no comprendían ni comprenden a Jesús. Atados a la especulación constante, esclavos de los esquemas y prejuicios, se impone la razón y comienzan los problemas. El corazón se va cerrando.

Así sucedía y sucede con las parábolas, el modo más sencillo y profundo que utilizaba el Maestro para revelar las cosas de su Padre, los misterios del Reino.

Sus palabras resultan de inusual dureza: a escribas y doctores las verdades se le ocultaban, mientras que se presentaban diáfanas a las gentes más sencillas. Por ello mismo había afirmado con claridad que la Buena Noticia se iba revelando a los más pequeños...

La raíz es la misma, es una cuestión cordial: a partir de cuestiones de la vida cotidiana, se abren las puertas del asombro, la gratificación que produce el saborear la verdad y entonces se nos ensancha el pecho.

Por ello mismo y desde allí, es posible inteligir varios niveles de profundidad, que en la santa ilógica del Reino, implica despojarse de preconceptos, peinarse de asombro y animarse a vivir una vida plena, desterrando cualquier asomo de supervivencia.

Desde la sencillez de la oración confiada al misticismo, todo es fruto de la semilla que germina y se nos crece si limpiamos esta tierra fértil -que a todos se nos ha dado- de piedras y espinas.
El Sembrador tiene buena mano y su confianza en el rendimiento de nuestras cosechas por treinta, por cien será horizonte y destino.

Cada día es nuevo comienzo si nos volvemos a aferrar a Aquél que nunca nos abandona a nuestra suerte.

¡Paz y Bien!

miércoles, 20 de julio de 2011

¡¡¡Feliz Cumple!!!




El blog de la Parroquia Nuestra Señora de Belén

cumple hoy dos años...

Agradecemos a TODOS los que colaboraron durante este nuevo año de vida
para que esta página reflejara el trabajo de nuestra comunidad.

¡¡¡MUY FELIZ CUMPLEAÑOS!!!

¡¡¡Y a seguir creciendo!!!


¡¡¡Feliz día del AMIGO!!!



¡FELICES LOS HOMBRES Y MUJERES

QUE SABEN VIVIR LA AMISTAD!


Porque la amistad es uno de los sentimientos más hondos que puede experimentar el ser humano.

Porque la amistad es un don gratuito que se da y se recibe sin ningún interés de por medio.

Porque la amistad es uno de los tesoros más grandes que se pueden ganar en esta tierra.

Porque la amistad nos asemeja a Jesús, el amigo fiel que dio su vida por amor a nosotros.


martes, 19 de julio de 2011

«El que hace la voluntad de mi Padre...



Ése es mi hermano, mi hermana y mi madre.»

«Mis pensamientos no son los pensamientos de ustedes», dice el Señor (Is 55,8). El mérito no consiste en hacer mucho o en mucho dar, sino en recibir, en amar mucho. Se ha dicho, que «es mucho más dulce dar que recibir» (Hch 20,35), y es verdad; pero cuando Jesús quiere reservarse para sí la dulzura de dar, no sería delicado negarse. Dejémosle tomar y dar todo lo que quiera, la perfección consiste en hacer su voluntad y el alma que se entrega enteramente a él es llamada por Jesús mismo «su madre, su hermana» y toda su familia. Y en otra parte: «Si alguno me ama, guardará mi palabra» (es decir, hará mi voluntad) y «mi Padre le amará y vendremos a él y haremos en él nuestra morada» (Jn 14,23).

¡Oh, qué fácil es complacer a Jesús, cautivarle el corazón! No hay que hacer más que amarle, sin mirarse uno a sí misma, sin examinar demasiado los propios defectos...

Los directores hacen progresar en la perfección, imponiendo un gran número de actos de virtud, y llevan razón; pero mi director, que es Jesús, no me enseña a contar mis actos, me enseña a hacerlo todo por amor, a no negarle nada, a estar contenta cuando él me ofrece una ocasión de probarle que le amo; pero ésto se hace en la paz, en el abandono, es Jesús quien lo hace todo, y yo no hago nada.

Santa Teresa del Niño Jesús (1873-1897)
Carta 121 (Obras Completas, Monte Carmelo 1980)

domingo, 17 de julio de 2011

Homilía Dominical

Domingo XVI del TO - Ciclo A

Lecturas

Sab 12, 13.16-19
Rom 8, 26-27
Mt 13, 24-43


La parábola de hoy nos dice que el Señor espera de nuestra vida los frutos de lo que Él sembró en nosotros. Espera que dé trigo y no cizaña. La cizaña daña, no sirve para alimento. El trigo, en cambio, se transforma en pan que hace crecer la vida. Jesús es el grano de trigo que entregado, hundido en la tierra, se hizo nuestro alimento. Así también espera que nosotros, siguiéndolo por este camino, demos frutos de Vida en el mundo.

Pero también nos enseña que no se puede fructificar si no es tolerando la cizaña junto a nosotros (¡y en nosotros!). No quiere cortar la maleza porque corre riesgo el grano. Sólo por el fruto se estará seguro de quién es quién. Su mirada paciente espera que todas las plantas puedan dar finalmente trigo.

Siempre que en la historia de la Iglesia se ha querido separar prematuramente trigo y cizaña, buenos y malos, puros y pecadores, los resultados han sido dañosos para toda la cosecha: cismas, herejías, enfrentamientos, etc. Lo mismo sucede en nuestras comunidades más pequeñas. El Señor nos quiere contagiar su paciencia, fruto de su amor todopoderoso. Lo cual no significa transar con el mal sino aceptar que va a estar con nosotros mientras no llegue el tiempo final de la recolección. Debemos soportarlo con mansedumbre y luchar con energía contra él, pero sin buscar eliminar al pecador sino ayudándolo y esperando (¡cuánto bien nos hace que nos miren con esperanza!) que dé buenos frutos.

Solamente podemos adoptar esta actitud si nosotros mismos vivimos así, bajo la mirada misericordiosa y paciente del Padre, nuestra lucha diaria con el mal que está presente en nuestro propio corazón. En esta lucha, el mal del otro se puede convertir en una ayuda. Su orgullo pone en evidencia el mío, su ambición descubre la mía, etc., y así me señala y me impulsa a recorrer el camino de mi propia conversión.

Que el pan que recibimos cada Domingo transforme nuestra vida en alimento para nuestros hermanos y los ayude a dar buenos frutos. Así, juntos, creceremos en la alegría por la abundancia de la cosecha.

"Dejen que el trigo y la cizaña crezcan juntos hasta la cosecha."
P. Daniel Gazze

Evangelio Ilustrado

¡Vencé el mal sembrando el bien!

Evangelio según San Mateo (13,24-43)



(Clickear sobre la imagen para ver tamaño completo)


Día del Amigo


El próximo 20 de Julio se celebra el Día del Amigo. Una fecha que a todos nos dice algo, porque nos habla de una persona querida o el recuerdo de una ausencia, pero siempre de alguien que tiene un lugar especial en nuestras vidas. En estos días he recibido la noticia de la muerte de un amigo de la época de mi infancia y juventud. Quién me lo comunicó, otro amigo de esa época, me hizo recordar el valor que tuvo en nuestras vidas aquel tiempo de los primeros amigos, él lo llamaba: “amigos de la primera parte de la vida”. En nuestro caso, tenemos la suerte de volver a encontrarnos, aunque ya con muchas ausencias. Con el correr de los años cada uno tuvo opciones de vida distintas, pero hay algo imborrable que nos une y que nos lleva a privilegiar ese tiempo como un lugar de raíces y pertenencia, de historias y de momentos únicos que siempre están presentes, tiene algo de fundante.

Al ponerme a redactar estas líneas me pregunté ¿cuál sería el motivo de aquella vivencia que aún hoy permanece, y que forma parte de nuestra historia y riqueza? Todos hemos tenido a lo largo de nuestra vida muchas relaciones que nos han enriquecido y que valoramos, pero hay algo, sin embargo, que pertenece a los “amigos de la primera parte de la vida”. No seríamos lo que somos sin esa parte de nuestra historia. Noto como dos etapas en nuestra vida que debemos valorar. La primera se refiere a aquel tiempo primero de nuestra adolescencia o juventud, la otra al tiempo en que asumimos diversas opciones. Ambas etapas forman una continuidad dentro de esa normal y necesaria discontinuidad de la vida. Lo importante en ellas es la calidad de la amistad vivida. La auténtica amistad habla de una relación libre, gratuita, que no es interesada, sólo se contenta con la presencia del amigo sin hacer especulaciones. Diría que no busca tener más, o valerse de esa amistad para escalar u obtener algún beneficio, sino que, por no ser interesada, nos ayuda a ser más porque se alegra con poco. Al amigo lo debemos considerar, por lo mismo, en el nivel de nuestro ser y no del tener.

Otro aspecto a tener en cuenta, pienso, es no vaciar a la amistad de la persona del amigo. Nos puede gustar la amistad por el eco que ella produce en nosotros, nos hace sentir bien, la difrutamos, tal vez con algo de egoísmo. El amigo es una presencia que en un momento nos puede necesitar, tenemos que pensar en él y, tal vez, hacernos cargo de alguna dificultad. El gozo de la amistad puede tener algo de subjetivo y egoísta, la presencia del amigo nos habla de donación y entrega. Hay personas que se quejan de no tener amigos, tal vez sólo buscaron una gratificación. En una cultura del zapping corremos el peligro de no tener relaciones estables y, por ello, no tener amigos. Uno de los temas más preocupantes hoy es la soledad de quienes están rodeados de posibles amigos, pero que no los descubren. Espero que estas reflexiones, inspiradas en la carta de un amigo y confirmadas por mi experiencia personal, nos sirvan para agradecer y recordar a la persona del amigo, fuente de una auténtica amistad.

Reciban de su Obispo en este Día del Amigo, junto a mi afecto y oraciones, mi bendición en el Señor Jesús y María Santísima.

Mons. José María Arancedo

Arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz

sábado, 16 de julio de 2011

Nuestra Señora del Carmen



Madre y Reina del Carmelo,

De los enemigos del alma: sálvanos.

En nuestros desaciertos: ilumínanos.

En nuestras dudas y penas: confórtanos.

En nuestras enfermedades: fortalécenos.

Cuando nos desprecien: anímanos.

En las tentaciones: defiéndenos.

En horas difíciles: consuélanos.

Con tu corazón maternal: ámanos.

Con tu inmenso poder: protégeme.

Y en tus brazos al expirar: recíbenos.

Virgen, Reina y Madre del Carmelo,

ruega por nosotros.

Amén.



viernes, 15 de julio de 2011

Amarlo como nos ama: ¡eso nos pide el Señor!


"Quiero misericordia y no sacrificios;
conocimiento de Dios, más que holocaustos."

Tratado de San Ireneo, obispo,
Contra las herejías
Libro. 4. 17, 4-6

Dios quería de los israelitas, por su propio bien, no sacrificios y holocaustos, sino fe, obediencia y justicia. Y así, por boca del profeta Oseas, les manifestaba su voluntad, diciendo: Quiero misericordia y no sacrificios; conocimiento de Dios, más que holocaustos. Y el mismo Señor en persona les advertía: Si comprendieran lo que significa: «Quiero misericordia y no sacrificios», no condenarían a los que no tienen culpa, con lo cual daba testimonio a favor de los profetas, de que predicaban la verdad, y a ellos les echaba en cara su culpable ignorancia.

Y, al enseñar a sus discípulos a ofrecer a Dios las primicias de su creación, no porque él lo necesite, sino para el propio provecho de ellos, y para que se mostrasen agradecidos, tomó pan, que es un elemento de la creación, pronunció la acción de gracias, y dijo: Esto es mi cuerpo. Del mismo modo, afirmó que el cáliz, que es también parte de esta naturaleza creada a la que pertenecemos, es su propia sangre, con lo cual nos enseñó cuál es la oblación del nuevo Testamento; y la Iglesia, habiendo recibido de los apóstoles esta oblación, ofrece en todo el mundo a Dios, que nos da el alimento, las primicias de sus dones en el nuevo Testamento, acerca de lo cual Malaquías, uno de los doce profetas menores, anunció por adelantado: Ustedes no me agradan –dice el Señor de los ejércitos–, no me complazco en la ofrenda de sus manos. Del Oriente al Poniente es grande entre las naciones mi nombre; en todo lugar ofrecerán incienso y sacrificio a mi nombre, una ofrenda pura, porque es grande mi nombre entre las naciones –dice el Señor de los ejércitos–, con las cuales palabras manifiesta con toda claridad que cesará los sacrificios del pueblo antiguo y que en todo lugar se ofrecerá un sacrificio, y éste ciertamente puro, y que su nombre será glorificado entre las naciones.

Este nombre que ha de ser glorificado entre las naciones no es otro que el de nuestro Señor, por el cual es glorificado el Padre, y también el hombre. Y, si el Padre se refiere a su nombre, es porque en realidad es el mismo nombre de su propio Hijo, y porque el hombre ha sido hecho por él. Del mismo modo que un rey, si pinta una imagen de su hijo, con toda propiedad podrá llamar suya aquella imagen, por la doble razón de que es la imagen de su hijo y de que es él quien la ha pintado, así también el Padre afirma que el nombre de Jesucristo, que es glorificado por todo el mundo en la Iglesia, es suyo porque es el de su Hijo y porque él mismo, que escribe estas cosas, lo ha entregado por la salvación de los hombres.

Por lo tanto, puesto que el nombre del Hijo es propio del Padre, y la Iglesia ofrece al Dios todopoderoso por Jesucristo, con razón dice, por este doble motivo: En todo lugar ofrecerán incienso y sacrificio a mi nombre, una ofrenda pura. Y Juan, en el Apocalipsis, nos enseña que el incienso es las oraciones de los santos.

jueves, 14 de julio de 2011

¡Descansemos en Él!

«Vengan a mí todos los que están cansados y agobiados,
y yo les daré descanso.
Tomen sobre ustedes mi yugo, y aprendan de mí,
que soy manso y humilde de corazón;
y hallarán descanso para sus almas.
Porque mi yugo es suave y mi carga ligera
Mt 11, 28-30

El yugo es un instrumento curvo de madera pesada con el que se uncen los bueyes o las mulas; el objeto primero es doblegar las cabezas de los animales y asegurarse a la fuerza su docilidad, obligándolos a recorrer huellas predeterminadas.

Los doctores y escribas de Israel utilizaban esta figura literaria para adoctrinar al pueblo acerca de la Ley: ella debía ser el yugo que doblegara la cerviz más dura y obligara a los descarriados a ir por el camino recto. Buenas intenciones, buenísimas intenciones. Lástima que con tantas buenas intenciones se ha pavimentado más de una autopista infernal.

El yugo que habían impuesto sobre el pueblo era insoportable de tan pesado, intolerable de tan gravoso.

Esto no no es extraño ni ajeno. Con sólo un pequeño abrir el corazón podemos ver los yugos que agobian a tantos hermanos, unciones intolerables e imposibles de sobrellevar.

Pero el Maestro, desde los sucesos de la vida diaria y desde lo que conocemos, nos invita a descubrir un nuevo significado, el de la Palabra, el que trae la alegría de la Buena Noticia.

Su yugo no es carga ni sumisión, no es causa de opresión ni de docilidad impuesta... Toda sumisión que no nazca del amor es productora en serie de una larga fila de esclavos. Esclavos de almas presas, esclavos del dinero, esclavos de códigos y cánones, esclavos de egos y soberbias, esclavos, esclavos, nunca libres...

La Buena Noticia de que Dios es Padre y nos ama como una Madre revelada en Jesús, nuestro hermano y Señor, es una Noticia de alegría y liberación.

Él intercambia con ternura y gratuidad -¡Gracia!- su carga con la nuestra. Él lleva en sus hombros nuestros dolores y opresiones, toda carga que portemos sin importar su tamaño, y nos arropa con su yugo, esa unción que nos hace andar ligeros, con paso firme, peregrinos que a pesar de sus miserias no se detienen.

La invitación está allí, al alcance de todos; y esa invitación plena de bondad y generosidad ha de ser para nosotros también un compromiso... El de aliviar muchas espaldas doblegadas de tantos hermanos pequeños y olvidados, tirados a un lado del camino que aún no han podido ponerse en pié, que no pueden levantar cabeza y mirar de frente y con plenitud al sol.

Andar ligeros para mayor gloria de Dios y para la liberación del hermano cautivo: semillas inclaudicables de la vida nueva, el Reino aquí y ahora.

miércoles, 13 de julio de 2011

Los primeros en acoger la Buena Nueva

«Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra,
porque has ocultado estas cosas a los sabios e inteligentes,
y se las has revelado a los pequeños.»



Comentario al Evangelio del Día

San Vicente de Paul

¿Dónde han visto que personas sin letras hablen bien de Dios y expliquen los misterios con más sabiduría de lo que lo haría un doctor? Un doctor no tiene más doctrina para hablar de Dios que la ciencia que ha aprendido; pero una persona de oración habla de otra manera. Y la diferencia entre los dos consiste en que uno habla por simple ciencia adquirida, y otro por una ciencia infusa, plena de amor, de modo que el doctor, en este punto, no es el más sabio. Y es necesario que se calle dónde hay una persona de oración, ya que ésta habla de Dios de una manera que él no lo puede hacer.

domingo, 10 de julio de 2011

Homilía Dominical

Domingo XV del TO - Ciclo A

Lecturas

Is 55, 10-11
Rom 8, 18-23
Mt 13, 1-23


La lectura de Isaías nos habla del poder de fecundidad que encierra la Palabra de Dios. El Evangelio precisa que esta fecundidad depende también del corazón que le ofrezcamos, que es el terreno en el que esta Palabra ha de ser sembrada. Un terreno fértil, un corazón que permite a la Palabra dar frutos, es un corazón que la comprende. Dios puede transformarnos, su Palabra es capaz de modelar nuestra vida, pero no quiere hacerlo considerándonos autómatas. Es necesaria nuestra comprensión, nuestro libre, pronunciado con la mente iluminada y la confianza puesta en su amor.

Comprender, nos dice Jesús en la parábola, es en primer lugar recibir la Palabra con alegría. Alegría que viene del haber captado algo de su belleza. Pero ese “algo” no es abstracto. Nos involucra, nos invita a dar un paso adelante en el seguimiento del Señor, a cambiar haciéndonos más parecidos a Él. Nos hace exclamar: ¡qué bueno, qué hermoso, es este hombre nuevo que querés hacer nacer en mí, Señor!

Si no estuviera esta alegría que nos entusiasma con cambiar, con convertirnos, la Palabra habría caído al borde del camino. O como decimos vulgarmente: “nos ha entrado por un oído y nos ha salido por el otro”, por más que nos haya resultado agradable al momento de escucharla.

Pero esta primera alegría, aunque esencial e importante, no basta para que la Palabra fructifique. Se necesita ser fiel a ella incluso cuando la alegría se nos quite, cuando llegue el momento de la persecución de esa Palabra, cuando nos parezca que no tiene sentido y haya que sufrir para mantenerla. Hay también que defenderla de preocupaciones y seducciones del mundo. Es decir, hay que cuidar que esta Palabra, que ha brillado para nosotros como un tesoro por el cual vale la pena vender todo, no pierda valor frente a las riquezas del mundo, que nos dividen el corazón y nos hacen olvidar la parte más importante. En resumen, para que haya frutos se requiere vigilancia y capacidad de sufrimiento. Examinar cada día si estamos luchando para que esa Palabra que aceptamos con alegría se realice en nuestra vida incluso cuando exija sacrificios y renuncias. Así se cumple lo que decía San Gregorio Magno: la Palabra crece con el que la lee, va desplegando sentidos que al principio del camino estaban ocultos a nuestros ojos.

El sembrador, que es Jesús mismo, siembra generosamente. Su Palabra llega a nosotros en muchas ocasiones y sobre todo cuando la escuchamos en la Misa de cada Domingo. El sabe que nuestro corazón, endurecido a menudo, puede transformarse en algún momento en terreno fértil y dar mucho fruto. Escuchémosla, entonces, con amor y pidamos poder sembrarla también nosotros con esperanza en el corazón de nuestros hermanos.


"Que nuestro corazón sea tierra fértil, Señor,
para que tu Palabra pueda dar muchos frutos."


P. Daniel Gazze

sábado, 9 de julio de 2011

¡Feliz día de la Independencia!


¡Construyamos entre todos
UNA PATRIA DE HERMANOS!



La Patria: don y tarea


Aquel grito de libertad de la Revolución de Mayo alcanzó, el 9 de Julio de 1816, su mayoría de edad. Estas dos fechas marcan el comienzo y las líneas que definieron a una nueva Nación. Es común al hablar del Bicentenario referirnos a ese tiempo comprendido entre estas dos fechas. El objeto siempre es el mismo: celebrar el nacimiento de la Patria. Por ello, lo primero que diría es que debemos asumir todo este tiempo como celebrativo y no pensar que ya hemos celebrado el Bicentenario.Esto nos permitirá prolongar en estos años aquella lenta maduración que nos haga vivir y renovar el significado de ser Nación.


Toda celebración Patria es una mirada agradecida al pasado, pero también un sereno y crítico examen de aquellas cosas que aún no hemos alcanzado. Siempre hay luces y sombras. Esta actitud que nace de un amor basado en la verdad y el reconocimiento hacia quienes fueron sus protagonistas, es el marco ejemplar que nos capacita para reconocer en el presente aquello que debe cambiar para orientar el futuro. En esto veo la fuerza de una esperanza que no es una utopía más, sino el fruto de una madura reflexión que tiene raíces y se expresa en objetivos claros, justos y posibles. A esta esperanza le debemos agregar la coherencia del testimonio, que es el que engendra la necesaria confianza que fortalece los vínculos de pertenencia social.
La celebración de una fecha Patria nos debe llevar, además, a reconocernos como parte de un sujeto único que, al mismo tiempo, es plural. Integrar lo diverso en la unidad es un acto de madurez política y de grandeza ciudadana, que no siempre es fácil. Cuando el precio de la supremacía sectorial se hace a costa de enfrentamientos estériles, nos alejamos de ser Nación. La historia grande nos une, pero hay una historia pequeña de mezquindades que nos aísla y debilita, postergando la amistad social y la unidad que son notas de una comunidad políticamente sana con un futuro cierto y previsible, que es garantía de justicia para quienes menos tienen. La unidad sin la diversidad nos empobrece, pero la diversidad que no se orienta hacia la unidad nos va desintegrando.

Creo que este sigue siendo uno de los desafíos del Bicentenario. Entre las metas que proponíamos en el documento "Hacia un Bicentenario en Justicia y Solidaridad" marcaría aquella de: "Avanzar en la reconciliación entre sectores y en la capacidad de diálogo. Una amistad social que incluya a todos, es el punto de partida para proyectarnos como comunidad, desafío que no hemos logrado construir en el transcurso de nuestra vida nacional" (n° 33). Reconocer esta fragilidad y proponernos un cambio de actitud sería el mejor homenaje a nuestra Patria. Esto no es posible, sin embargo, sin una primacía de los valores morales que eleven y orienten la actividad del hombre como de las Instituciones. Cuando la justa y necesaria ambición política sacrifica estos valores en aras del poder, el dirigente se devalúa como persona y la sociedad se enferma como cuerpo social.

Señor, al celebrar un nuevo año de nuestra Independencia queremos agradecerte el don de nuestra Patria, pero también queremos asumir la exigente tarea de ser Nación: "una nación cuya identidad sea la pasión por la verdad y el compromiso por el bien común. Concédenos, para ello, la sabiduría del diálogo y la alegría de la esperanza que no defrauda. Jesucristo, Señor de la historia, te necesitamos." Amén.

Mons. José María Arancedo
Arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz

viernes, 8 de julio de 2011

¡Vigilar SIEMPRE!


"Yo los envío como a ovejas en medio de lobos:
sean entonces astutos como serpientes
y sencillos como palomas".

¿Seguimos el consejo del Señor?

jueves, 7 de julio de 2011

"Vayan y anuncien a todos la Buena Noticia"

Mateo ha grabado en su Evangelio estas instrucciones que Jesús dio a sus discípulos antes de enviarlos por los pueblos a predicar que el Reino de Dios estaba cerca. Los cristianos de todas las épocas han entendido que estas disposiciones no estaban dirigidas sólo a ellos, sino a todo cristiano que, en virtud de su bautismo, es también discípulo del Maestro y enviado a proclamar su mensaje a todos los hombres.

¿Y qué nos dice este pasaje a nosotros, dos mil años después? Las palabras de Jesús siguen siendo tan actuales como entonces, ya que vivimos igualmente en un mundo necesitado de testigos de Dios, un mundo que busca desesperadamente dónde están la verdad y el amor. Nosotros, apóstoles de nuestro tiempo, estamos también llamados a entregarnos gratuitamente a nuestros hermanos, en la ayuda desinteresada, el servicio franco y la donación personal sin medida. Jesucristo nos sigue insistiendo en la necesidad de no perdernos en las cosas y los métodos, para que así brille la luz que llevamos en el corazón. Nos previene contra el peligro de no alumbrar este mundo por estar muy distraídos con nosotros mismos. Él quiere que vivamos una vida de amor, de paz, de alegría y confianza en Él, una vida sencilla y centrada en lo fundamental. Éste es el testimonio que transforma, que convierte. Éste es el estilo de vida de los primeros cristianos que cambió todo un mundo para Cristo.



¿Cuál es el testimonio que doy a los demás? ¿Sé dejar el buen olor a Cristo con mi presencia, testimonio y conversaciones o por temor al juicio humano no soy capaz de dar ese testimonio que Cristo me pide? ¿Es mi comportamiento distinto frente a Dios y frente a los demás, o soy un hombre auténtico que actúa siempre de cara a Dios? ¿Soy cristiano sólo cuando participo de la Misa o vivo en la presencia de Dios todas las horas del día?

Es el testimonio de la propia vida lo que convence y lo que arrastra a los demás hacia Dios. ¡¡¡Pidamos la gracia de ser cristianos 24/7!!!

miércoles, 6 de julio de 2011

Santa María Goretti: ejemplo de pureza y entrega a Dios


Hoy celebramos a Santa María Goretti, una joven que vivió la virtud de la pureza hasta el heroísmo. Una santa que prefirió morir antes que ofender a Dios.

Un poco de historia

Virgen y mártir

Nació en Corinaldo (Italia) el año 1890, de una familia humilde. Su niñez, bastante dura, transcurrió cerca de Nettuno, y durante ella se ocupó en ayudar a su madre en las tareas domésticas; era de índole piadosa, como lo demostraba su asiduidad en la oración. El año 1902, puesta en trance de defender su castidad, prefirió morir antes que pecar: el joven que atentaba contra ella puso fin a su vida agrediéndola con un punzón.

"Nada temo, porque tú estás conmigo"

De la homilía pronunciada por el papa Pío XII en la canonización de santa María Goretti

De todo el mundo es conocida la lucha con que tuvo que enfrentarse, indefensa, esta virgen; una turbia y ciega tempestad se alzó de pronto contra ella, pretendiendo manchar y violar su angélico candor. En aquellos momentos de peligro y de crisis, podía repetir al divino Redentor aquellas palabras del áureo librito De la imitación de Cristo: «Si me veo tentada y zarandeada por muchas tribulaciones, nada temo, con tal de que tu gracia esté conmigo. Ella es mi fortaleza; ella me aconseja y me ayuda. Ella es más fuerte que todos mis enemigos». Así, fortalecida por la gracia del cielo, a la que respondió con una voluntad fuerte y generosa, entregó su vida, sin perder la gloria de la virginidad.

En la vida de esta humilde doncella, tal cual la hemos resumido en breves trazos, podemos contemplar un espectáculo no sólo digno del cielo, sino digno también de que lo miren, llenos de admiración y veneración los hombres de nuestro tiempo. Aprendan los padres y madres de familia cuán importante es el que eduquen a los hijos que Dios les ha dado en la rectitud, la santidad y la fortaleza, en la obediencia a los preceptos de la religión católica, para que, cuando su virtud se halle en peligro, salgan de él victoriosos, íntegros y puros, con la ayuda de la gracia divina.

Aprenda la alegre niñez, aprenda la animosa juventud a no abandonarse lamentablemente a los placeres efímeros y vanos, a no ceder ante la seducción del vicio, sino, por el contrario, a luchar con firmeza, por muy arduo y difícil que sea el camino que lleva a la perfección cristiana, perfección a la que todos podemos llegar tarde o temprano con nuestra fuerza de voluntad, ayudada por la gracia de Dios, esforzándonos, trabajando y orando.

No todos estamos llamados a sufrir el martirio, pero sí estamos todos llamados a la consecución de la virtud cristiana. Pero esta virtud requiere una fortaleza que, aunque no llegue a igualar el grado cumbre de esta angelical doncella, exige, no obstante, un largo, diligentísimo e ininterrumpido esfuerzo, que no terminará sino con nuestra vida. Por esto, semejante esfuerzo puede equipararse a un lento y continuado martirio, al que nos amonestan aquellas palabras de Jesucristo: El reino de los cielos se abre paso a viva fuerza, y los que pugnan por entrar lo arrebatan.

Animémonos todos a esta lucha cotidiana, apoyados en la gracia del cielo; sírvanos de estímulo la santa virgen y mártir María Goretti; que ella, desde el trono celestial, donde goza de la felicidad eterna, nos alcance del Redentor divino, con sus oraciones, que todos, cada cual según sus peculiares condiciones, sigamos sus huellas ilustres con generosidad, con sincera voluntad y con auténtico esfuerzo.

Oración

Señor, fuente de la inocencia y amante de la castidad, que concediste a tu sierva María Goretti la gracia del martirio en plena adolescencia, concédenos a nosotros, por su intercesión, firmeza para cumplir tus mandamientos, ya que le diste a ella la corona del premio por su fortaleza en el martirio. Por nuestro Señor Jesucristo.


lunes, 4 de julio de 2011

Gestos poéticos...


En la Semana de la Dulzura,
una propuesta a tu corazón...

¿Te sumás? ;)

Belleza y bondad, caminan juntas en el pensamiento filosófico griego. Estética y ética se unen en sus esencias por el mismo significado. Descubramos juntos la belleza-bondad de los gestos. Recuperemos el sentido de los gestos poéticos. Les propongo un desafío: realicemos en esta semana, algún gesto que haga bien a alguien. Llamaremos a estas actitudes: gestos poéticos. Puede ser un café con un amigo, una mirada demorada sobre su esencia, una cartita, un sms al despertar... (P. Ivanildo OAR)

¡Seamos para los demás
el dulce rostro de Dios!

domingo, 3 de julio de 2011

Homilía Dominical

Domingo XIV del TO - Ciclo A

Lecturas

Zac 9, 9-10
Rom 8, 9 . 11-13
Mt 11, 25-30


El tema de la Palabra de hoy es la humildad. La primera lectura nos la presenta como la cualidad esencial de un Rey victorioso. A nosotros, que vivimos en una sociedad competitiva y exitista, nos cuesta trabajo entender cómo puede ser la humildad un camino de triunfo.

Primero habría que desenmascarar el falso camino del triunfo. Cuando vivimos para ganar y tener éxitos en realidad perdemos. Si el otro es alguien con quien tengo que competir, entonces no puedo verlo como hermano. Si el éxito es la condición para la felicidad, ella se vuelve algo muy frágil: ¿quién puede lograr que su vida sea una cadena de éxitos?

El humilde, en cambio, puede recibir una alegría que nadie le puede quitar. Jesús alaba al Padre porque se revela a los pequeños y permanece oculto a los sabios de este mundo. Hacer experiencia del amor del Padre y de los otros como hermanos: he aquí el verdadero triunfo del corazón humano y sólo la humildad nos capacita para ello.

Si quisiéramos precisar un poco más en qué consiste la virtud de la humildad, nos puede ayudar San Pablo que en la segunda lectura de hoy nos invita a vivir según el Espíritu. En la discusión con aquellos que cuestionaban su misión apostólica, él afirma que podría gloriarse de muchas ventajas humanas con respecto a sus contrincantes, pero sin embargo elige gloriarse sólo en la cruz de Jesucristo (cf. Gál 6,14).

Ser humildes entonces significa estar orgullosos, en último término, solamente del amor que Dios nos tiene. ¡Sí! ¡Podemos y debemos enorgullecernos de que el Padre nos ama tanto que por cada uno la vida de Jesús fue entregada en la cruz para que seamos sus hijos!

Decidirnos a practicar la humildad significa emprender un largo camino, que no termina nunca en esta vida, pero que no obstante nos hace capaces de crecer más y más en alegría. Es un camino que exige paciencia (Aprendan de mí que soy paciente y humilde de corazón nos dice el Evangelio de hoy), en primer lugar para hacer conscientes y crucificar nuestros orgullos según la carne. Y además, para ser constantes en el ejercicio de vivir y sanar en la fe las humillaciones, de antes y de ahora, que vienen sin que las busquemos: fracasos económicos, profesionales, afectivos, limitaciones de todo tipo, etc. Ellas son las que más nos enseñan a gloriarnos sólo en el amor del Padre ya vivir la alegría de sentirnos hermanos de todos.

¡Jesús, manso y humilde de corazón, haz nuestro corazón semejante al tuyo!




P. Daniel Gazze

sábado, 2 de julio de 2011

El Señor es humilde


Este domingo la liturgia nos habla de la humildad y lo hace desde Jesucristo, que se nos presenta como: "paciente y humilde de corazón" (Mt. 11, 29). Jesucristo no consideró su condición divina como algo que debía guardar celosamente, nos decía san Pablo, sino que: "haciéndose semejante a los hombres… se humilló hasta aceptar la muerte" (Flp. 2, 7-8). Esto tiene un significado ejemplar. Podemos decir que la humildad es el supuesto de las demás virtudes, es "mater et caput" (madre y cabeza) de todas las virtudes.

El conocimiento de la verdad, en cuanto valor que eleva y hace libre al hombre, necesita de la humildad. Si la fuente de la libertad está en la verdad: "conocerán la verdad y la verdad los hará libres", nos dice san Juan (Jn. 8, 32), en este sentido, la verdad, necesita de la humildad como camino para ser alcanzada.

Es significativa la reflexión que presenta Juan Pablo II cuando al hablar del camino hacia la verdad nos propone: "la vida de santidad que resplandece, dice, en tantos miembros del pueblo de Dios frecuentemente humildes y escondidos a los ojos de los hombres, la que constituye el camino más simple y fascinante en el que se nos concede percibir inmediatamente la belleza de la verdad, la fuerza liberadora del amor de Dios…" (V.S. 107). Podríamos decir que el Santo Padre no hace más que aplicar la luminosidad del Evangelio de hoy, cuando leemos: "Te alabo, Padre, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños" (Mt. 11, 25). Ponderar la virtud de la humildad en un mundo acostumbrado a valorar el éxito inmediato, el tener más en términos materiales, parecería que no es algo aconsejable, sin embargo, ella es la clave que da sentido a su deseo de felicidad y de realización, porque se alimenta, precisamente, de la verdad. ¡Cuántas angustias se sanarían en el corazón del hombre de hoy que vive angustiado, si asumiera con humildad la riqueza de su verdad!

En la aparente debilidad de la humildad está la verdadera sabiduría y fortaleza del hombre, porque ella es el camino que le permite conocerse y valorar las cosas y las personas. El humilde no vive pendiente de los éxitos de los demás, sino que conoce y ama lo que es y lo que tiene. El problema que preocupa al humilde no es dominar, tener más, sino lo que es valioso y la respuesta que ese valor le exige. Su enemigo es el orgullo y la soberbia, más que la impureza, porque nos impiden descubrir lo valioso y convivir con el éxito ajeno. El humilde todo lo que posee lo vive como un don que engendra gratitud y libertad, como dice san Pablo: "Qué tienes que no hayas recibido. Y si los ha recibido, ¿por qué te glorías como si no lo hubieras recibido? (1 Cor. 4, 7). La humildad es causa y preserva en nosotros la alegría del don recibido. Por ello, diría que Jesucristo es maestro que salva desde su humildad.

Deseándoles un fin de semana en compañía de sus familias y amigos, reciban de su Obispo, junto a mis oraciones, mi bendición en el Señor.

Mons. José María Arancedo

Arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz