Nuestra Señora de Belén

Horarios de Misa

Jueves: 19.30hs.
Sábados: 20 hs.
Domingos: 10 hs. Misa para niños, y 20 hs.

Confesiones: después de Misa.

Bautismos: segundo y cuarto domingo de cada mes.


Secretaría Parroquial


Jueves: 18.30 a 20 hs.
Sábados: 18.30a 20 hs.
Domingos: 11 a 12 hs.


CARITAS

Martes de 14 a 18 hs.



Nuestro Párroco

Pbro. Daniel Gazze



A todos los que ingresen a esta página:


*** BIENVENIDOS ***

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:: Homilías ::

(Clickear sobre la Biblia para leer las lecturas)


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miércoles, 31 de agosto de 2011

Informe Económico - Agosto de 2011

Publicamos el informe económico correspondiente al mes de agosto de 2011.

¡GRACIAS a todos por su generosa colaboración!





A B C
1 INFORME ECONOMICO MES: AGOSTO 2011
2


3 I N G R E S O S

4 Colectas Misas $ 5,300.35
5 Donaciones- Estipendios Misas $ 335
6 Sostenimiento del culto (2%) $ 2,765.00
7


8 TOTAL $ 8,400.35
9


10 E G R E S O S

11 Gastos de Secretaría $ 156
12 Gastos Sacristía $ 240.5
13 Sueldos $ 1,450.00
14 Sostenimiento Culto

15 Arzobispado 1/3, Estip. Misas , Colecta Mision. $ 1,689.00
16 Vario: Vidrios, Focos, Ejercicio Espiritual Párroco, Mochila baño


17


18
$ 1,715.00
19 TOTAL $ 5,250.50
20 SUPERAVIT DEL MES $ 3,149.50
21


San Ramón Nonato

Patrono y defensor de la vida concebida,
de las mujeres embarazadas
y de quienes desean ser padres.

San Ramón es considerado el patrono de las embarazadas, ya que él nació tras la muerte de su madre. Por eso se lo llama "nonato", que es "no-nacido en forma natural". Recibió el nombre de Ramón en honor a la persona que abrió el vientre de su madre.

Tuvo una vida de entrega a Dios y, tras ingresar a la Orden de la Merced, se ordenó sacerdote y viajó a África para ofrecerse en rescate de cautivos cristianos. Trabajó hasta el martirio por los oprimidos, defendió la vida de los sometidos y predicó con la palabra y el ejemplo.

El papa Gregorio IX lo creó cardenal de la Iglesia, y cuando viajaba a Roma para recibir el capelo, falleció el 31 de agosto de 1240.

Por ser mensajero de la vida, la Iglesia lo proclamó santo y lo convirtió en patrono y defensor de la vida concebida, de las mujeres embarazadas, de los niños y de los que desean ser padres.


martes, 30 de agosto de 2011

Santa Rosa de Lima, patrona de América

Mística peruana, terciaria dominica,
canonizada por el Papa Clemente X en 1671,
transformándose así en la primer santa americana.

Gloriosa Santa Rosa de Lima,
tú que supiste lo que es amar
a Jesús con un corazón
tan fino y generoso.

Que despreciaste las vanidades del mundo
para abrazarte a su cruz
desde tu más tierna infancia.

Que amaste con filial devoción
a nuestra Madre del Cielo
y profesaste una gran ternura y dedicación
a los más desvalidos, sirviéndoles como el mismo Jesús.

Enséñanos a imitar tus grandes virtudes para que,
siguiendo tu ejemplo, podamos gozar
de tu gloriosa protección en el Cielo.

Por Nuestro Señor Jesucristo,
que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.

lunes, 29 de agosto de 2011

El martirio del Bautista


Lansperge, el Cartujano (1489-1539) monje, teólogo
Sermón para la fiesta del martirio de S. Juan Bautista. Opera omnia II, pag, 514-515; 518-519

Juan Bautista muere por la Verdad, que es Cristo

Juan no vivió para él mismo ni murió para él mismo. ¡A cuántos hombres, cargados de pecados, no habrá llevado a la conversión con su vida dura y austera! ¡Cuántos se habrán visto confortados en sus penas por el ejemplo de su muerte inmerecida! Y a nosotros, ¿de dónde nos viene hoy la ocasión de poder dar gracias a Dios sino por el recuerdo de Juan, asesinado por la justicia, es decir, por Cristo?

Sí, Juan Bautista ha ofrecido generosamente su vida terrena por amor a Cristo; ha preferido desobedecer las órdenes del tirano a desobedecer las de Dios. Este ejemplo nos tiene que mostrar que nada ha de ser más importante que la voluntad de Dios. Agradar a los hombres no sirve para mucho; incluso, a menudo perjudica en gran manera... Por tanto, con todos los amigos de Dios, muramos a nuestros pecados y a nuestras preocupaciones, aplastemos nuestro amor propio desviado y procuremos que crezca en nosotros el amor ardiente a Cristo.

domingo, 28 de agosto de 2011

Homilía Dominical

Domingo XXII del TO - Ciclo A

Lecturas

Jer 20, 7-9
Rom 12, 1-2
Mt 16, 21-27


El Domingo pasado escuchábamos cómo Jesús llamaba feliz a Pedro, porque al proclamarlo Mesías e Hijo del Dios vivo había seguido una revelación que no venía de la carne ni de la sangre sino del Padre que está en el cielo. Hoy, sin embargo Pedro es reprendido porque sus pensamientos no son los de Dios sino los de los hombres. Seguir al Señor implica esta capacidad de saber escuchar la voz de Dios siendo dóciles a ella y de rechazar tajantemente y sin negociados lo que no viene de Él sino del mundo y en definitiva de Satanás, enemigo suyo y del hombre. También San Pablo, en la segunda lectura habla de esta necesidad de discernir la voluntad de Dios, lo bueno, lo que le agrada. Y para que nadie se confunda Jesús enuncia con toda claridad para sus discípulos, cuál es este camino que han de transitar para seguirlo.

San Ignacio de Loyola, maestro de discernimiento, en consonancia con el evangelio de hoy, describe en una de las meditaciones de sus Ejercicios las diferencias entre los pensamientos de los hombres y los de Dios, entre el camino que lleva a la perdición y el que, a través de la cruz, lleva a la gloria. El primero, dice, comienza con el deseo de riquezas, de poseer cosas, poder, etc. Jesús habla de perder la vida, de desprendimiento y pobreza para entregarse por la salvación de todos. El mundo nos hace anhelar honores (¡y a pelearnos por conseguirlos!) mientras que el Señor sufre oprobios para mostrar que no vino a competir ni a quitarnos nada. Por último el logro de Satanás es llevarnos a la soberbia, que nos hace vivir usando de los demás para nuestro provecho. En cambio Jesús, dando la vida como servicio en la cruz, nos enseña la humildad que nos hace hermanos.

Y si quisiéramos concretarlo todavía más, el mundo (el camino que quería seguir Pedro) nos lleva a imponernos al enemigo con las armas de las riquezas y el poder. Mientras que Dios, como lo relata hoy Jeremías, seduce y conquista el corazón. O, como lo expresaba tan bien Orígenes, vence con su amor haciendo que el enemigo se transforme en amigo. Jesús nos invita a seguirlo combatiendo este buen combate para que su Reino crezca en este mundo. Para eso cada Domingo nos fortalece con su amor vencedor.

P. Daniel Gazze

viernes, 26 de agosto de 2011

Día del Niño en el Salón San Cayetano

EL sábado 27 de agosto,
a las 15 hs,
celebraremos el Día del Niño
en el Salón San Cayetano

¡¡¡Habrá función de títeres!!!

Están invitados los chicos que asisten a catequesis,
sus hermanitos y vecinos.



¡¡¡LOS ESPERAMOS!!!

Día de la Solidaridad



jueves, 25 de agosto de 2011

Feliz el servidor a quien su señor, al llegar, encuentre trabajando


"Si a veces tenemos la impresión de que el Maestro se ha ido, ¿no será porque yo me he alejado de uno u otro hermano?

Una cosa nos garantizará siempre el cielo: los actos de caridad y la gentileza que habremos tenido en nuestra vida.


Nunca sabremos el bien puede provocar una simple sonrisa. Decimos a los hombres lo grande que es Dios, comprensivo, indulgente: y ¿somos nosotros la prueba viviente de ello? ¿Pueden realmente darse cuenta de esa grandeza, comprensión, indulgencia viéndola viva en nosotros?"


Madre Teresa de Calcuta

miércoles, 24 de agosto de 2011

San Bartolomé

Martirio de san Bartolomé, apóstol

A este santo (que fue uno de los doce apóstoles de Jesús) lo pintaban los antiguos con la piel en sus brazos como quien lleva un abrigo, porque la tradición cuenta que su martirio consistió en que le arrancaron la piel de su cuerpo, estando él aún vivo.

Bartolomé es un sobrenombre o segundo nombre que le fue añadido a su antiguo nombre que era Natanael (que significa "regalo de Dios"). Muchos autores creen que el personaje que el evangelista San Juan llama Natanael, es el mismo que otros evangelistas llaman Bartolomé. Porque San Mateo, San Lucas y San Marcos cuando nombran al apóstol Felipe, colocan como compañero suyo a Natanael.

El encuentro más grande de su vida

El día en que Natanael o Bartolomé encontró por primera vez a Jesús fue para toda su vida una fecha memorable, totalmente inolvidable. El evangelio de San Juan la narra de la siguiente manera: "Jesús se encontró a Felipe y le dijo: "Sígueme". Felipe se encontró a Natanael y le dijo: "Hemos encontrado a aquél a quien anunciaron Moisés y los profetas. Es Jesús de Nazaret". Natanael le respondió: " ¿Es que de Nazaret puede salir algo bueno?" Felipe le dijo: "Ven y verás". Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: "Ahí tienen a un israelita de verdad, en quien no hay engaño" Natanael le preguntó: "¿Desde cuando me conoces?" Le respondió Jesús: "antes de que Felipe te llamara, cuando tú estabas allá debajo del árbol, yo te vi". Le respondió Natanael: "Maestro, Tú eres el Hijo de Dios, Tú eres el Rey de Israel". Jesús le contestó: "Por haber dicho que te vi debajo del árbol, ¿crees? Te aseguró que verás a los ángeles del cielo bajar y subir alrededor del Hijo del Hombre." (Jn. 1,43 ).
Felipe, lo primero que hizo al experimentar el enorme gozo de ser discípulo de Jesús fue ir a invitar a un gran amigo a que se hiciera también seguidor de tan excelente maestro. Era una antorcha que encendía a otra antorcha. Pero nuestro santo al oír que Jesús era de Nazaret (aunque no era de ese pueblo sino de Belén, pero la gente creía que había nacido allí) se extrañó, porque aquél era uno de los más pequeños e ignorados pueblecitos del país, que ni siquiera aparecía en los mapas. Felipe no le discutió a su pregunta pesimista sino solamente le hizo una propuesta: "¡Ven y verás que gran profeta es!"

Una revelación que lo convenció

Y tan pronto como Jesús vio que nuestro santo se le acercaba, dijo de él un elogio que cualquiera de nosotros envidiaría: "Este sí que es un verdadero israelita, en el cual no hay engaño". El joven discípulo se admira y le pregunta desde cuándo lo conoce , y el Divino Maestro le añade algo que le va a conmover: "Allá, debajo de un árbol estabas pensando qué sería de tu vida futura. Pensabas: ¿Qué querrá Dios que yo sea y que yo haga? Cuando estabas allá en esos pensamientos, yo te estaba observando y viendo lo que pensabas". Aquélla revelación lo impresionó profundamente y lo convenció de que este sí era un verdadero profeta y un gran amigo de Dios y emocionado exclamó: "¡Maestro, Tú eres el hijo de Dios! ¡Tú eres el Rey de Israel! ¡Maravillosa proclamación! Probablemente estaba meditando muy seriamente allá abajo del árbol y pidiéndole a Dios que le iluminara lo que debía de hacer en el futuro, y ahora viene Jesús a decirle que El leyó sus pensamientos. Esto lo convenció de que se hallaba ante un verdadero profeta, un hombre de Dios que hasta leía los pensamientos. Y el Redentor le añadió una noticia muy halagadora. Los israelitas se sabían de memoria la historia de su antepasado Jacob, el cual una noche, desterrado de su casa, se durmió junto a un árbol y vio una escalera que unía la tierra con el cielo y montones de ángeles que bajaban y subían por esa escalera misteriosa. Jesús explica a su nuevo amigo que un día verá a esos mismos ángeles rodear al Hijo del Hombre, a ese salvador del mundo, y acompañarlo, al subir glorioso a las alturas.

Desde entonces nuestro santo fue un discípulo incondicional de este enviado de Dios, Cristo Jesús que tenía poderes y sabiduría del todo sobrenaturales. Con los otros 11 apóstoles presenció los admirables milagros de Jesús, oyó sus sublimes enseñanzas y recibió el Espíritu Santo en forma de lenguas de fuego.
El libro muy antiguo, y muy venerado, llamado el Martirologio Romano, resume así la vida posterior del santo de hoy: "San Bartolomé predicó el evangelio en la India. Después pasó a Armenia y allí convirtió a muchas gentes. Los enemigos de nuestra religión lo martirizaron quitándole la piel, y después le cortaron la cabeza".

Para San Bartolomé, como para nosotros, la santidad no se basa en hacer milagros, ni en deslumbrar a otros con hazañas extraordinarias, sino en dedicar la vida a amar a Dios, a hacer conocer y amar más a Jesucristo, y a propagar su santa religión, y en tener una constante caridad con los demás y tratar de hacer a todos el mayor bien posible.

Oración

Oh, Dios omnipotente y eterno, que hiciste este día tan venerable día con la festividad de tu Apóstol San Bartolomé, concede a tu Iglesia amar lo que el creyó, y predicar lo que él enseñó. Por Nuestro Señor Jesucristo. Amén

martes, 23 de agosto de 2011

Los ayes de Jesús

¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que pagan el diezmo de la menta, del aneto y del comino, y descuidan lo más importante de la Ley: la justicia, la misericordia y la fe! Esto es lo que había que practicar, aunque sin descuidar aquello. ¡Guías ciegos, que cuelan el mosquito y se tragan el camello! ¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que purifican por fuera la copa y el plato, mientras por dentro están llenos de rapiña e intemperancia! ¡Fariseo ciego, purifica primero por dentro la copa, para que también por fuera quede pura! Mt 23, 23-26

Duras palabras las del Maestro. Pero verdaderas.

Lo que cuenta para Jesús no es lo externo, ni los títulos de dignidad ni la manera como se presenta externamente una persona, porque para él no hay máscaras ni rótulos. Jesús conoce el corazón y lo que importa para Él es el actuar cotidiano impulsado por el amor sincero aprendido y madurado en la relación profunda con Dios.

Que escuchemos con atención lo que Jesús nos dice y lo hagamos vida, porque sólo así tendremos un corazón según el Señor y no un corazón de piedra.

lunes, 22 de agosto de 2011

María, Reina y Señora de todo lo creado


Cristo es Rey no sólo porque es Hijo de Dios, sino también porque es Redentor. María es Reina no sólo porque es Madre de Dios, sino también porque, asociada como nueva Eva al nuevo Adán, cooperó en la obra de la redención del género humano.

La Iglesia la proclama Reina doce veces: Reina de los ángeles, de los patriarcas, de los profetas, de los apóstoles, de los confesores, de las vírgenes, de los mártires, de todos los santos, del Santísimo Rosario, de la paz, concebida sin pecado original y llevada a los cielos.


"Cuando se convirtió en madre del Creador, llegó a ser verdaderamente la soberana de todas las criaturas." (Juan Damasceno)

Himno (vísperas)


De hermosas contradicciones

Te vemos, Reina, adornada,

Muy mujer para divina,

Muy celestial para humana.


Con admiración, en ella

Se ve la ley derogada,

Muy humilde para Reina,

Muy exenta para esclava.


Por su caudillo la tienen

Las celestiales escuadras,

Para combatir muy tierna,

Para niña muy armada.


La dignidad de que goza

Con su modestia batalla,

Para mandar muy pequeña,

Para humillarse muy alta.


Une en sus divinos ojos

Al temor la confianza,

Muy terrible para hermosa,

Para espantar muy amada.


Colocada en el empíreo,

En la celestial morada,

Corto solio a su grandeza,

A su humildad mucho alcázar.

Amén





domingo, 21 de agosto de 2011

¡Muchos motivos para festejar!

¡Esperando a los chicos para celebrar el Día del Niño!

¡Día del Niño,
Día del Catequista y
Bautismo de los Salones Parroquiales!



Hoy, domingo 21 de agosto, celebramos el Día del Niño en la Parroquia. También celebramos el Día del Catequista y recordamos a San Pío X, su patrono.


El P. Daniel junto a los catequistas

Luego de la celebración de la Eucaristía, el P. Daniel bendijo los salones parroquiales, que llevarán los nombres de los santos elegidos en la votación realizada por los chicos que asisten a la catequesis: San José, Santa Rita, Beato Juan Pablo II y Beata Madre Teresa de Calcuta.

Salón San José

Bendición del Salón "San José"

Al finalizar la bendición de los salones, se entregaron presentes a los niños, en su día.

Regalitos para los chicos, en su día

¡¡¡MUCHAS GRACIAS A TODOS
LOS QUE COMPARTIERON
ESTE HERMOSO MOMENTO CON NOSOTROS!!!

Homilía Dominical


Domingo XXI del TO - Ciclo A

Lecturas

Is 22,19-23
Rom 11, 33-36
Mt 16, 13-20



El diálogo entre Jesús y Pedro tiene aplicaciones muy concretas para todo sucesor de este apóstol, pero también para la vida de todo discípulo del Señor. Se intercambian dos "Tú eres". El de Pedro a Jesús, que es capaz de conocer su Corazón gracias a una revelación de lo alto, y el de Jesús a Pedro que le revela quién es él mismo. A semejanza del Señor que con su entrega de amor misericordioso es la Piedra angular de la Iglesia, Simón es llamado a transformarse en Pedro perdonando los pecados, apacentando el rebaño, dando la vida por él.

A cada uno de nosotros, si se lo pedimos con humildad y confianza, el Padre nos irá revelando de una manera única e individual el Corazón de su Hijo. Y al hacerlo, iremos recibiendo también nuestro nombre nuevo que sólo Él conoce, nuestro propio rostro de hijos. Esta nueva condición a alcanzar traerá aparejada seguramente la misión de ser piedras.

Sí, somos piedras vivas. Conocemos a Jesús y a nosotros mismos formando parte de la Iglesia. Y así como en la construcción cada piedra contribuye al sostenimiento del todo, así también cada uno, unido al resto, es responsble de sostener al otro, sobre todo cuando está en peligro de caer y separarse.

Muchas veces podemos ser piedras de tropiezo. Otras, cuando alguno afloja estamos tentados de aflojar también nosotros. ¡Qué bueno sería descubrir, unidos a Jesús y a Pedro, nuestra vocación de ser rocas firmes. Con la lucha por vivir la fidelidad de cada día, con el consejo iluminado y el afecto fraterno, y sobre todo, con el perdón y la oración, transformarnos en apoyo seguro donde el que está tentado de perder la fe y la comunión con los hermanos pueda afirmarse para no vacilar!

Que Jesús Eucaristía, a quien recibimos al acercarnos a la piedra sólida del Altar, nos fortalezca con su amor y nos conceda crecer juntos como familia suya.

P. Daniel Gazze

Para todos los niños, en su día...

¡LA MÁS GRANDE HISTORIA DE AMOR!



Guárdenla en su corazón,
y ténganla siempre presente,
porque esta historia no es un cuento...

¡ESTA HISTORIA ES VERDAD!

¡¡¡MUY FELIZ DÍA DEL NIÑO!!!

sábado, 20 de agosto de 2011

Día del Niño



El domingo 21 de agosto, luego de la Misa de las 10 hs., el P. Daniel bendecirá las placas con los nombres de los salones parroquiales. Los nombres fueron elegidos mediante el voto de los chicos que asisten a catequesis y resultaron ganadores: San José, Santa Rita, Beato Juan Pablo II y Madre Teresa de Calcuta.

Posteriormente se entregarán recordatorios y golosinas a los niños, en su día.


¡¡¡LOS ESPERAMOS A TODOS!!!

Día del Catequista


Este domingo, 21 de Agosto, celebramos el Día del Catequista en recuerdo de san Pío X, su santo Patrono. La catequesis pertenece al ámbito de la Palabra de Dios, que es el primer lugar de encuentro con Jesucristo (cfr. Ap. 246). La Palabra tiene por finalidad ser camino de comunión de Dios con el hombre. En este marco la catequesis es: Anuncio y Transmisión, Celebración e inserción en la Iglesia. Esto le da a la catequesis su significado en la vida de la Iglesia. Por ello, toda la Iglesia debe estar comprometida en la catequesis, porque es ella quién tiene la responsabilidad de iniciar al hijo de Dios en el encuentro con Jesucristo y llevarlo a su madurez religiosa. Esta Iglesia se hace presente al niño, ante todo, en la fe y responsabilidad de sus padres.

Creo que estas notas son útiles para definir al Catequista. Es ante todo un miembro de la Iglesia que vive su fe en lo concreto de una comunidad; en él la Iglesia cumple su misión. El anuncio es una noticia que tiene importancia para quién la recibe; es una palabra personal que busca entablar un diálogo que despierte en el otro escucha y compromiso. No es algo meramente informativo. La catequesis participa de la fuerza del Kerygma, que es la persona de Jesucristo presentado desde la Iglesia. Esto requiere una intimidad con la Palabra anunciada, que hace del catequista un testigo. Esta vivencia le permitirá iluminar y valorar los medios y metodologías que utilice.

El anuncio tiene, además, un contenido. Dios habló, esta es la certeza y el camino de la fe. La fe no es un sentimiento vacío, necesita de un contenido que la alimente. La catequesis nos transmite una doctrina que tiene su fuente en Jesucristo, y nos llega a través de la mediación de la Iglesia asistida por el Espíritu Santo. Jesucristo, Iglesia y Catequesis no se pueden separar. Como toda enseñanza tiene sus exigencias. Esta nota debe hacer comprender al catequista el significado eclesial de su misión, pero también la necesidad de su formación doctrinal, espiritual y pedagógica. No podemos improvisar en esta misión esencial de la Iglesia. Si por el anuncio el catequista es testigo, por la transmisión de la verdad del Evangelio es maestro.

La catequesis tiene por finalidad la comunión con Dios. Esto significa que no es algo escolar sino celebrativo. Desde la dinámica de la Palabra la catequesis debe conducir a la inserción en una comunidad eucarística. La catequesis se ordena a la Eucaristía que es culmen de la vida cristiana y anticipo del banquete celestial. Esta verdad hace de la catequesis un espacio celebrativo de la fe. Por ello, la oración y la liturgia deben estar presentes. La catequesis, además, en cuánto inserción a una comunidad eucarística debe despertar el servicio de la caridad, como testimonio de “los sentimientos de Jesucristo” con el que sufre. No hay comunidad sin celebración eucarística, y no hay celebración eucarística que no se oriente a la caridad. Estas notas hacen del Catequista una privilegiada presencia eclesial y una referencia ejemplar en la comunidad.

Queridos Catequistas, quiero unir mi afecto, gratitud y oración por todos ustedes. Reciban de su Obispo, que los valora, necesita y alienta en esta misión que presido y compartimos, la bendición del Señor Jesús y Nuestra Madre de Guadalupe.

Mons. José María Arancedo
Arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz

jueves, 18 de agosto de 2011

B16: "No se avergüencen del Señor"



MADRID, 18 Ago. 11 / (ACI/EWTN Noticias)

En su discurso en la ceremonia de bienvenida en el aeropuerto internacional de Barajas adonde llegó minutos antes de las 12 (hora local) para participar en la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) Madrid 2011, el Papa Benedicto XVI alentó a los jóvenes a que, ante las dificultades "que nada ni nadie les quite la paz; no se avergüencen del Señor".

En su discurso, el Santo Padre agradeció a los organizadores, a las familias e instituciones de Madrid y señaló que "vengo aquí a encontrarme con millares de jóvenes de todo el mundo, católicos, interesados por Cristo o en busca de la verdad que dé sentido genuino a su existencia".

"Llego como Sucesor de Pedro para confirmar a todos en la fe, viviendo unos días de intensa actividad pastoral para anunciar que Jesucristo es el Camino, la Verdad y la Vida. Para impulsar el compromiso de construir el Reino de Dios en el mundo, entre nosotros. Para exhortar a los jóvenes a encontrarse personalmente con Cristo Amigo y así, radicados en su Persona, convertirse en sus fieles seguidores y valerosos testigos".

El Santo Padre cuestionó luego: "¿Por qué y para qué ha venido esta multitud de jóvenes a Madrid? Aunque la respuesta deberían darla ellos mismos, bien se puede pensar que desean escuchar la Palabra de Dios, como se les ha propuesto en el lema para esta Jornada Mundial de la Juventud, de manera que, arraigados y edificados en Cristo, manifiesten la firmeza de su fe".

"Muchos de ellos han oído la voz de Dios, tal vez solo como un leve susurro, que los ha impulsado a buscarlo más diligentemente y a compartir con otros la experiencia de la fuerza que tiene en sus vidas".

Este descubrimiento del Dios vivo, continuó el Papa, "alienta a los jóvenes y abre sus ojos a los desafíos del mundo en que viven, con sus posibilidades y limitaciones. Ven la superficialidad, el consumismo y el hedonismo imperantes, tanta banalidad a la hora de vivir la sexualidad, tanta insolidaridad, tanta corrupción".

"Y saben que sin Dios sería arduo afrontar esos retos y ser verdaderamente felices, volcando para ello su entusiasmo en la consecución de una vida auténtica".

"Con Cristo a su lado", dijo luego, "tendrán luz para caminar y razones para esperar, no deteniéndose ya ante sus más altos ideales, que motivarán su generoso compromiso por construir una sociedad donde se respete la dignidad humana y la fraternidad real".

El Pontífice señaló luego que "la Jornada Mundial de la Juventud nos trae un mensaje de esperanza, como una brisa de aire puro y juvenil, con aromas renovadores que nos llenan de confianza ante el mañana de la Iglesia y del mundo".

Ante las dificultades que plantea el mundo de hoy como los problemas para encontrar un empleo digno, las drogas, la discriminación o el acoso que sufren los creyentes queriendo apartarlos de Dios, el Papa se dirigió a los jóvenes "con todas las fuerzas de mi corazón: que nada ni nadie les quite la paz; no se avergüencen del Señor. Él no ha tenido reparo en hacerse uno como nosotros y experimentar nuestras angustias para llevarlas a Dios, y así nos ha salvado".

"En este contexto, es urgente ayudar a los jóvenes discípulos de Jesús a permanecer firmes en la fe y a asumir la bella aventura de anunciarla y testimoniarla abiertamente con su propia vida. Un testimonio valiente y lleno de amor al hombre hermano, decidido y prudente a la vez, sin ocultar su propia identidad cristiana, en un clima de respetuosa convivencia con otras legítimas opciones y exigiendo al mismo tiempo el debido respeto a las propias".

En la parte final de su discurso recordó las raíces cristianas de España, un "gran tesoro que ciertamente vale la pena cuidar con actitud constructiva, para el bien común de hoy y para ofrecer un horizonte luminoso al porvenir de las nuevas generaciones".

Finalmente saludó a los jóvenes venidos de todo el mundo y confió el encuentro "a la Santísima Virgen María, y a la intercesión de los santos protectores de esta Jornada, pido a Dios que bendiga y proteja siempre a los hijos de España. Muchas gracias".

miércoles, 17 de agosto de 2011

JMJ 2011 en directo


JMJ 2011


"Arraigados y edificados en Cristo,
firmes en la fe." (Col 2,7)

Estos días, acompañemos con nuestra oración a los jóvenes y miles de peregrinos que se reunirán en Madrid con Su Santidad, Benedicto XVI, en la 26° JMJ.


lunes, 15 de agosto de 2011

¡El triunfo de María, es nuestro triunfo!

Solemnidad de la Asunción
de la Santísima Virgen María


Misa de precepto: 19.30 hs.


El dogma de la Asunción de María, en cuerpo y alma, a los cielos

El dogma de la Asunción se refiere a que la Madre de Dios, luego de su vida terrena, fue elevada en cuerpo y alma a la gloria celestial.

Este dogma fue proclamado por el Papa Pío XII, el 1º de noviembre de 1950, en la Constitución Munificentissimus Deus:

"Después de elevar a Dios muchas y reiteradas preces y de invocar la luz del Espíritu de la Verdad, para gloria de Dios omnipotente, que otorgó a la Virgen María su peculiar benevolencia; para honor de su Hijo, Rey inmortal de los siglos y vencedor del pecado y de la muerte; para aumentar la gloria de la misma augusta Madre y para gozo y alegría de toda la Iglesia, con la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, de los bienaventurados apóstoles Pedro y Pablo y con la nuestra, pronunciamos, declaramos y definimos ser dogma divinamente revelado que La Inmaculada Madre de Dios y siempre Virgen María, terminado el curso de su vida terrenal, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria del cielo".

Ahora bien, ¿por qué es importante que los católicos recordemos y profundicemos en el dogma de la Asunción de la Santísima Virgen María al Cielo? El Nuevo Catecismo de la Iglesia Católica responde a este interrogante:

"La Asunción de la Santísima Virgen constituye una participación singular en la Resurrección de su Hijo y una anticipación de la resurrección de los demás cristianos" (#966).

La importancia de la Asunción para nosotros, hombres y mujeres de comienzos del Tercer Milenio de la Era Cristiana, radica en la relación que hay entre la Resurrección de Cristo y la nuestra. La presencia de María, mujer de nuestra raza, ser humano como nosotros, quien se halla en cuerpo y alma ya glorificada en el Cielo, es eso: una anticipación de nuestra propia resurrección.

Más aún, la Asunción de María en cuerpo y alma al cielo es un dogma de nuestra fe católica, expresamente definido por el Papa Pío XII hablando "ex-cathedra". Y ¿qué es un dogma? Puesto en los términos más sencillos, "dogma" es una verdad de Fe, revelada por Dios (en la Sagrada Escritura o contenida en la Tradición), y que además es propuesta por la Iglesia como realmente revelada por Dios.

En este caso se dice que el Papa habla "ex-cathedra", es decir, que habla y determina algo en virtud de la autoridad suprema que tiene como Vicario de Cristo y Cabeza Visible de la Iglesia, Maestro Supremo de la Fe, con intención de proponer un asunto como creencia obligatoria de los fieles Católicos.

El Nuevo Catecismo de la Iglesia Católica (#966) nos lo explica así, citando a Lumen Gentium 59, que a la vez cita la Bula de la Proclamación del Dogma:

"Finalmente, la Virgen Inmaculada, preservada libre de toda mancha de pecado original, terminado el curso de su vida en la tierra, fue llevada a la gloria del Cielo y elevada al Trono del Señor como Reina del Universo, para ser conformada más plenamente a su Hijo, Señor de los señores y vencedor del pecado y de la muerte".

Y el Papa Juan Pablo II, en una de sus Catequesis sobre la Asunción, explica esto mismo en los siguientes términos:

"El dogma de la Asunción afirma que el cuerpo de María fue glorificado después de su muerte. En efecto, mientras para los demás hombres la resurrección de los cuerpos tendrá lugar al fin del mundo, para María la glorificación de su cuerpo se anticipó por singular privilegio" (JP II, 2-julio-97).

"Contemplando el misterio de la Asunción de la Virgen, es posible comprender el plan de la Providencia Divina con respecto a la humanidad: después de Cristo, Verbo encarnado, María es la primera criatura humana que realiza el ideal escatológico, anticipando la plenitud de la felicidad, prometida a los elegidos mediante la resurrección de los cuerpos" (JP II , Audiencia General del 9-julio-97).

Continúa el Papa: "María Santísima nos muestra el destino final de quienes `oyen la Palabra de Dios y la cumplen' (Lc. 11, 28). Nos estimula a elevar nuestra mirada a las alturas, donde se encuentra Cristo, sentado a la derecha del Padre, y donde está también la humilde esclava de Nazaret, ya en la gloria celestial" (JP II, 15-agosto-97)

Los hombres y mujeres de hoy vivimos pendientes del enigma de la muerte. Aunque lo enfoquemos de diversas formas, según la cultura y las creencias que tengamos, aunque lo evadamos en nuestro pensamiento, aunque tratemos de prolongar por todos los medios a nuestro alcance nuestros días en la tierra, todos tenemos una necesidad grande de esa esperanza cierta de inmortalidad contenida en la promesa de Cristo sobre nuestra futura resurrección.

Mucho bien haría a muchos cristianos oír y leer más sobre este misterio de la Asunción de María, el cual nos atañe tan directamente. ¿Por qué se ha logrado colar la creencia en el mito pagano de la re-encarnación entre nosotros? Si pensamos bien, estas ideas extrañas a nuestra fe cristiana se han ido metiendo en la medida que hemos dejado de pensar, de predicar y de recordar los misterios, que como el de la Asunción, tienen que ver con la otra vida, con la escatología, con las realidades últimas del ser humano.

El misterio de la Asunción de la Santísima Virgen María al Cielo nos invita a hacer una pausa en la agitada vida que llevamos para reflexionar sobre el sentido de nuestra vida aquí en la tierra, sobre nuestro fin último: la Vida Eterna, junto con la Santísima Trinidad, la Santísima Virgen María y los Angeles y Santos del Cielo. El saber que María ya está en el Cielo gloriosa en cuerpo y alma, como se nos ha prometido a aquéllos que hagamos la Voluntad de Dios, nos renueva la esperanza en nuestra futura inmortalidad y felicidad perfecta para siempre.

:: La Fiesta de la Asunción en la Enciclopedia Católica

:: Más sobre La Asunción de María

:: Constitución Apostólica "Munificentissimus Deus"

Fuente: ACI Prensa

15 de agosto: Asunción de la Virgen María

domingo, 14 de agosto de 2011

Homilía Dominical

Domingo XX del TO - Ciclo A

Lecturas

Is 56,1.6-7
Rom 11, 13-15.29-32
Mt 15, 21-28


La actitud de Jesús en el evangelio de hoy nos resulta un tanto chocante a primera vista. Se hace rogar por esta mujer cananea que le pide el milagro de curar a su hija. Sin embargo, si nos fijamos en el desenlace del relato, podemos llegar a captar lo que Él pretendía. La mujer termina confiando, en actitud de profunda humildad, que podrá recibir las migas del pan abundante de la gracia de Dios. Es esto lo que nos pone en la pista correcta: Jesús quería trabajar su corazón para hacerla capaz de recibir el pan verdadero que es su Vida entera, su amor infinito que la transformará de pagana en hija de Dios y hermana suya.

También en nuestra vida cristiana hay momentos en los que el Señor parece no escucharnos. Pedimos con insistencia un milagro, una intervención suya, pero no se nos concede. Es a la vez cierto, especialmente en nuestra época ávida de milagros y signos extraordinarios, que en muchas ocasiones queremos sólo el beneficio que necesitamos pero que no nos interesa entrar en relación de amistad con Aquél a quien nos dirigimos.

Cada vez que esto nos suceda será la oportunidad, como para la mujer fenicia, de hacer un salto hacia un nivel más profundo de humildad y confianza, de darnos cuenta que también nosotros teníamos pensamientos y actitudes paganas y poníamos nuestro apoyo en los “dioses” de este mundo. Si perseveramos e insistimos como la cananea, la prueba servirá para que descubramos más a Jesús como amigo y se pueda obrar el gran milagro, el que nuestro corazón se ablande para gozar de la Vida de hijos de Dios que quiere regalarnos.

Algo parecido suele ocurrir en las relaciones humanas. Ante cada crisis, si somos capaces de renunciar a la pretensión de la recompensa inmediata que amenaza ruptura, y somos humildes para reconocer nuestra parte de egoísmo, y pacientes para aceptar y esperar al otro, el amor tiene una oportunidad de hacerse más verdadero y de hacer más plena nuestra vida.

Que María, la humilde, y por eso hecha partícipe en todo su ser, cuerpo y alma, de la gloria del amor de Dios, nos ayude a disponer el corazón para el pan de la Eucaristía en el que Jesús nos entrega toda su Vida.

P. Daniel Gazze

sábado, 13 de agosto de 2011

Asunción de la Virgen


El 15 de Agosto celebramos una de las Fiestas de la Virgen María que más hondo ha calado en la fe y la devoción de nuestro pueblo. Creo que el motivo es la centralidad de la fe en Dios y del proyecto de Jesucristo que, en la Asunción de María al Cielo, el hombre descubre la certeza de un camino cumplido. El hombre ya no es alguien más en este mundo, sino alguien que tiene un destino trascendente. Jesucristo no ha venido para darnos sólo una doctrina, sino para decirnos que nuestra vida tiene una misión en este mundo y un futuro junto a Dios.

Somos peregrinos en esta bendita tierra con destino de eternidad. Esta Fiesta nos habla, precisamente, de nuestra condición de caminantes, pero con la certeza de una meta que María ya ha alcanzado. El camino siempre será Jesucristo; Ella, por una gracia especial, alcanzó lo que nosotros esperamos. Es decir, el plan de Dios revelado por Jesucristo ya se cumplió en María Santísima, esto es lo que hoy celebramos.

La fe, como don que eleva nuestra inteligencia, nos ayuda a comprender cómo nuestra vida es parte de un proyecto del que estamos en camino. La fe, que nos hace partícipes de la sabiduría de Dios, es la que nos permite caminar con esperanza, incluso en momentos de angustia y dolor. Ella no es un sentimiento vacío, es creer en un Dios que nos habló, por eso su Palabra es fuente de sentido para nuestra vida. La Virgen María participó de un modo único en este proyecto de Dios y nos muestra, desde su Asunción al Cielo, el significado pleno de nuestra vocación cristiana. La imagen de María como primera discípula de Jesucristo y nuestra madre al pie de la cruz, es lo que hace de ella una referencia siempre actual para el pueblo cristiano. La devoción a la Virgen es un acto de fe de Dios que se apoya en Jesucristo. Aislarla de este contexto es no comprenderla en el plan de Dios y su significado para nosotros. La fe del pueblo cristiano reconoce en María el camino de Dios que viene a nosotros en Jesucristo y la certeza de que la meta de este camino no es una utopía.

Es normal que la figura de María despierte en nosotros sentimientos de gratitud, de confianza y de intercesión. La sentimos cerca porque pertenece a nuestra condición de hijos de Dios, pero reconocemos en ella el camino que Dios ha utilizado para llegar a nosotros. Cuando la contemplamos junto a Dios la seguimos sintiendo nuestra madre cumpliendo la misión que su Hijo le encomendó al pie de la cruz. Le agradecemos el testimonio de su fe en el Evangelio como hija de Dios y discípula de Jesucristo, porque nos enseña a ser cristianos. Siempre será nuestra intercesora, a quién recurrimos en momentos difíciles de nuestro peregrinar. Ella no ocupa el lugar de Dios; Dios la ha elegido para tender hacia nosotros ese puente de salvación que es su Hijo, pero lo hizo utilizando nuestros materiales. María es como la piedra preciosa que él ha tomado de nuestra orilla para apoyar en Ella a Jesucristo, único puente de salvación entre Dios y el hombre.

Como un hijo de Dios me acercaré este 15 de Agosto a contemplar, agradecer y pedir a María nuestra Madre, para que nos acompañe nuestro peregrinar en esta bendita tierra, pero con la mirada puesta en la Patria definitiva a la cual Ella, por una gracia especial, ha llegado. Reciban de su Obispo junto a mi afecto y oraciones, mi bendición en el Señor y María Santísima.

Mons. José María Arancedo
Arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz

jueves, 11 de agosto de 2011

Santa Clara de Asís


martes, 9 de agosto de 2011

Teresa Benedicta de la Cruz


Filósofa judía, carmelita descalza y mártir,
co-patrona de Europa.
(+9 de agosto de 1942, Auschwitz)


"Quien busca la verdad,
aunque no lo sepa,
busca a Dios."





lunes, 8 de agosto de 2011

¡Sal y luz!



"Hablar con Dios o de Dios"

domingo, 7 de agosto de 2011

Homilía Dominical

Domingo XIX del TO - Ciclo A

Lecturas

I Re, 19,9.11-13
Rom 9, 1-5
Mt 14, 22-33

La experiencia de Pedro en el evangelio de hoy puede servirnos muy bien para describir lo que significa seguir a Jesús. El Señor se acerca a la barca en medio de la tormenta y los discípulos gritan: "Es un fantasma." Pedro le dice: "Señor, si eres tú, mándame ir a tu encuentro sobre el agua." “Señor, si eres tú”…es decir, si no eres un fantasma, si eres alguien real, vivo, sólo así puedo largarme a caminar sobre el agua. Seguir a Jesús en la fe significa esto, renunciar a avanzar sobre tierra firme, sobre las evidencias y criterios de este mundo para apoyarse sólo en esta certeza: eres alguien vivo y eres Señor, el dueño de la Vida, el único triunfador sobre la muerte y el mal, significados en el agua.

Ven”, le dice Jesús. Pedro espera el llamado para comenzar a caminar. Ir al encuentro del Señor supone disponerse a escuchar. Uno no se decide ni por capricho ni por conveniencias humanas, sino por un llamado a encontrarse e identificarse con su corazón de una manera totalmente única para cada uno.

Una vez en camino se hace sentir el poder del mal. Pedro tuvo miedo al ver la violencia del viento y duda. Dice San Ignacio de Loyola en sus reglas de discernimiento que cuando cedemos al miedo no hay bestia tan feroz sobre la faz de la tierra como el enemigo del hombre. El miedo nos pone peligro de desviar la mirada de Jesús (¡dudamos!), y por lo tanto de hundirnos. El mal puede tragarnos: abandonamos nuestros compromisos, nos gana el pesimismo y dejamos la oración… perdemos la fe.

Al percatarse de la situación Pedro grita: ¡Señor, sálvame! La única manera de salvarse es volver a conectarse con Jesús a través de un grito que nace desde lo profundo del corazón. Esta oración Dios no puede dejar de escucharla. Son las ocasiones favorables para que nuestra oración se haga mucho más profunda. Todos los días y especialmente cada Domingo en la liturgia le gritamos al Padre: ¡No nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal!

Una vez calmada la tormenta, despejada la duda, la fe se ve fortalecida: ¡Verdaderamente tú eres el Hijo de Dios! Los discípulos siguen su peregrinación en esta barca que los lleva a la otra orilla (¡a la Vida eterna!), humildes porque no se salvaron por sus fuerzas pero confiados porque el Señor está con ellos. En la Eucaristía Jesús nos espera para alimentar esta certeza de su presencia en nuestro propio camino pero a la vez juntos en la barca de su Iglesia.

¡Madre de los peregrinos, ruega por nosotros!

P. Daniel Gazze

Pan y trabajo


Como todos los años el 7 de Agosto, Fiesta de San Cayetano, nuestra gente se moviliza agradeciendo y pidiendo por Pan y Trabajo. Dos conceptos que podemos distinguir, pero que juntos adquieren para la vida del hombre y la cultura de un pueblo, el significado de una verdad que hace al nivel de su justicia como al desarrollo integral del hombre. El pan que no proviene del trabajo termina debilitando la libertad y manoseando la dignidad del hombre.

El trabajo, por otra parte, que no alcanza para llevar el pan a la mesa de una familia crea, como se dijo en alguna copla, esa triste realidad de: "mendigos a jornal fijo", que es signo de inequidad y compromete el futuro de una comunidad. No se trata de un tema que pueda quedar librado a una consideración privada o de mercado, sino que en cuanto hace al bien de la persona y de la sociedad se convierte en un tema social y político. Esta relación adquiere un relieve mayor cuando se la considera en un mundo globalizado; esta situación reclama gobiernos capaces de generar políticas que valoren y defiendan la dimensión humana, espiritual y cultural del trabajo.

Para devolver al trabajo su importancia social y cultural es necesario partir siempre del hombre. Lamentablemente, muchas veces, sólo se considera el trabajo como parte de una cadena productiva. Esto, que es útil para determinar los costos de un producto, no alcanza para definir su significado. La reflexión lleva, necesariamente, a un planteo más amplio que requiere de una concepción del hombre y su realización, como del bien común y la equidad de la sociedad. El trabajo es el centro de la cuestión social, porque es el hombre el sujeto que lo realiza. Por ello decimos que la mayor pobreza del hombre es no poder trabajar, o no tener trabajo. Hay una pobreza que siempre será objeto de asistencia, pero hay otra que necesita y espera la oportunidad de integrarse al mundo del trabajo. Aquí entra la presencia del Estado con su responsabilidad de generar políticas activas en la creación de trabajo con su necesaria capacitación. Es prioritario, por ello, recrear una cultura del trabajo.

La cultura es una realidad que se trasmite y vamos construyendo, somos deudores y protagonistas de ella. En nuestro caso diría que la cultura del trabajo tiene dos fuentes principales de transmisión que no siempre se valoran, me refiero a la familia y a la escuela. Estos ámbitos deben ser privilegiados por una sabia política de Estado, por ser lugares donde se promueve, se cuida y se testimonia el valor del trabajo. ¡Cuántas veces las urgencias políticas de los gobiernos descuidan esta mirada de largo alcance, a cambio de réditos inmediatos! ¡Cuánta ausencia de testimonio de una cultura de trabajo reciben nuestros niños! ¡Cuánta cultura de un hoy sin horizontes entretiene a nuestros jóvenes! La cultura del trabajo necesita de ideales que merezcan el esfuerzo y de valores que den sentido a este esfuerzo. Apostar a la Familia y a la Escuela es asegurar el futuro y la equidad de la sociedad. Este sería el mayor logro de nuestra generación.

En este día de San Cayetano elevo mi oración a Dios por los trabajadores, sobre todo por quienes no tienen trabajo. Reciban de su Obispo junto a mi afecto y oraciones, mi bendición en Nuestro Señor Jesucristo.


Mons. José María Arancedo

Arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz

sábado, 6 de agosto de 2011

Misa en el Salón San Cayetano


Hoy, sábado 6 de agosto,
honraremos a San Cayetano
con la celebración de la Eucaristía
a las 16 hs.

¡¡¡Los esperamos!!!

La Transfiguración del Señor

Espacios sagrados

Jesús se lleva a tres de sus discípulos primeros -Pedro, Santiago y Juan- a un monte elevado; no ha elegido Sion, aquella montaña sagrada de la historia oficial, y parece descreer de acontecimientos espectaculares y multitudinarios.
En ese Tabor de poco prestigio, de la periferia, se manifiesta en Jesús de Nazareth la gloria de Dios frente a tres pescadores, Shimón bar Jonás y los bravos hijos de Zebedeo.

Lo humano y lo divino se han conjugado en comunión plena en ese galileo que resplandece rodeado de Elías -los profetas- y Moisés -la ley-, y ése es precisamente el signo que indica que la totalidad de la historia sólo puede cobrar sentido en ese Cristo que está brillando y que morirá en una cruz espantosa, cruz de criminales y soledad, cruz de la aparente derrota y el escándalo.

La situación sin dudas conmueve, y Pedro tiene muchas ganas de conservar para siempre en ese momento como una fotografía que congele los instantes; propone armar tres tiendas, las tiendas de Sukkot, las de las falsas seguridades, las tiendas de encerrarse algunos pocos para disfrutar el momento.

Pero no es así.

Hay que bajar desde el monte al llano, allí precisamente en donde campea la oscuridad y parece no haber más que sombras. La luz infinita de Jesús de Nazareth no ha de guardarse para unos pocos privilegiados, sino que ha de llevarse para que no haya más tinieblas.
Por la Pasión y la Resurrección, toda la tierra se ha vuelto santa y hemos de descubrir al Resucitado brillando en donde menos nos imaginamos, en las Galileas de la periferia y la sospecha perpetua, en los Tabores desprestigiados e inimaginados.

Con la confianza y la tenacidad del campesino que confía en las bondades de la semilla, habrá que ir arando estos campos desolados para que se abran espacios sagrados, para que nadie languidezca en sombras de muerte, para que en medio de tantas cruces de agonía se encienda la esperanza.
Y entonces sí, descalzarnos el alma: estamos pisando suelos santos, terreno de la trascencencia aún cuando sólo nos grite y agobie la rutina. Al Maestro no se lo busca primero en libros y dogmas: es preciso escucharlo.
Ahora mismo el Hijo Amado nos está hablando, y quizás nos ande faltando esa Pascua que vá desde el oyente convencional y desatento a la plena escucha del Resucitado.
Toda la tierra grita su nombre.

Paz y Bien.

viernes, 5 de agosto de 2011

Encuentros de IAM


A partir del domingo 7 de agosto,
los chicos de Infancia y Adolescencia Misionera,
se reunirán los DOMINGOS a las 17 hs.

¡¡¡LOS ESPERAMOS A TODOS!!!




jueves, 4 de agosto de 2011

¡¡¡PARA TODOS!!!

Sacerdote...

Don de Dios,

¡¡¡para TODOS!!!


San Juan María Bautista Vianney

San Juan María Bautista Vianney
Patrono de los Párrocos

¡¡¡MUY FELIZ DÍA A TODOS LOS PÁRROCOS!!!

¡¡¡Y A TODOS LOS SACERDOTES!!!

En Juan María Bautista Vianney, llamado "el santo Cura de Ars", se ha cumplido lo que dijo San Pablo: "Dios ha escogido lo que no vale a los ojos del mundo, para confundir a los grandes".

¿Quién fue este cura ejemplar?

Era un campesino de mente simple, nacido en Dardilly, Francia, el 8 de mayo de 1786. Durante su infancia estalló la Revolución Francesa que persiguió ferozmente a la religión católica. Así que él y su familia, para poder asistir a misa tenían que hacerlo en celebraciones hechas a escondidas, porque había pena de muerte para los que se atrevieran a practicar en público su religión. La primera comunión la hizo Juan María a los 13 años, en una celebración nocturna, a escondidas, en un establo, adonde los campesinos llegaban con bultos de pasto, simulando que iban a alimentar a sus ganados, pero el objeto de su viaje era asistir a la Santa Misa que celebraba un sacerdote, con grave peligro de muerte, si los sorprendían las autoridades.

Juan María deseaba ser sacerdote, pero a su padre no le interesaba perder este buen obrero que le cuidaba sus ovejas y trabajaba en el campo. Además no era fácil conseguir seminarios en esos tiempos tan difíciles. Y como estaban en guerra, Napoléon mandó reclutar todos los muchachos mayores de 17 años y llevarlos al ejército. Y uno de los reclutados fue Juan María. Se lo llevaron para el cuartel, pero por el camino, por entrar a una iglesia a rezar, se perdió del grupo. Volvió a presentarse, pero en el viaje se enfermó y lo llevaron una noche al hospital y cuando al día siguiente se repuso ya los demás se habían ido. Las autoridades le ordenaron que se fuera por su cuenta a alcanzar a los otros, pero se encontró con un hombre que le dijo. "Sígame, que yo lo llevaré adonde debe ir". Lo siguió y después de mucho caminar se dio cuenta de que el otro era un desertor que huía del ejército, y que se encontraban totalmente lejos del batallón.

Y al llegar a un pueblo, Juan María se fue adonde el alcalde a contarle su caso. La ley ordenaba pena de muerte a quien desertara del ejército. Pero el alcalde, que era muy bondadoso, escondió al joven en su casa, y lo puso a dormir en un establo, y así estuvo trabajando escondido por bastante tiempo, cambiándose de nombre, y escondiéndose cada vez que pasaban por allí grupos del ejército. Al fin en 1810, cuando Juan llevaba 14 meses de desertor el emperador Napoleón promulgó un decreto perdonando la culpa a todos los que se habían fugado del ejército, y Juan María pudo volver otra vez a su hogar.

Trató de ir a estudiar al seminario pero su intelecto era escaso y duro, y no lograba aprender nada. Los profesores exclamaban: "Es muy buena persona, pero no sirve para estudiante. No retiene nada". Y lo echaron del seminario.

Se fue en peregrinación de muchos días hasta la tumba de San Francisco Regis, viajando de limosna, para pedirle a ese santo su ayuda para poder estudiar. Con la peregrinación no logró volverse más inteligente, pero adquirió valor para no dejarse desanimar por las dificultades.

El Padre Balley había fundado por su cuenta un pequeño seminario y allí recibió a Juan María. Al principio el sacerdote se desanimaba al ver que a este pobre muchacho no le quedaba nada de lo que él le enseñaba. Pero su conducta era tan excelente y su criterio y su buena voluntad tan admirables que el buen Padre Balley dispuso hacer lo posible y lo imposible por hacerlo llegar al sacerdocio.

Después de prepararlo por tres años, dándole clases todos los días, el Padre Balley lo presentó a exámenes en el seminario. Juan María no fue capaz de aprobar ningún examen y, en consecuencia, la negativa a que fuera ordenado sacerdote fue unánime.

Su gran benefactor, el Padre Balley, lo siguió instruyendo y lo llevó con sacerdotes santos a quienes les pidió que examinaran si este joven estaba preparado para ser un buen sacerdote. Ellos se dieron cuenta de que tenía buen criterio, que sabía resolver problemas de conciencia, y que era seguro en sus apreciaciones en lo moral, y varios de ellos se fueron a recomendarlo al Sr. Obispo. El obispo al oír todas estas cosas les preguntó: "¿El joven Vianney es de buena conducta?" Ellos le repondieron: "Es excelente persona. Es un modelo de comportamiento. Es el seminarista menos sabio, pero el más santo." "Pues si así es -añadió el prelado- que sea ordenado sacerdote, pues aunque le falte ciencia, si tiene santidad, Dios suplirá lo demás".

Y así el 12 de agosto de 1815, fue ordenado sacerdote, este joven que parecía tener menos inteligencia de la necesaria para este oficio, y que luego llegó a ser el más famoso párroco de su siglo. Los primeros tres años los pasó como vicepárroco del Padre Balley, su gran amigo y mentor.

El 9 de febrero de 1818 fue enviado a la parroquia más pobre e infeliz. Se llamaba Ars. Tenía 370 habitantes. A misa los domingos no asistían sino un hombre y algunas mujeres. El pueblito estaba lleno de cantinas y de casas de baile. Allí estará Juan Vianney de párroco durante 41 años, hasta su muerte, y lo transformará por completo.

El nuevo Cura Párroco de Ars se propuso un método triple para cambiar a las gentes de su despoblada parroquia. Rezar mucho. Sacrificarse lo más posible, y hablar fuerte y duro. ¿Qué en Ars casi nadie iba a la Misa? Pues él reemplazaba esa falta de asistencia, dedicando horas y más horas a la oración ante el Santísimo Sacramento en el altar. ¿Qué el pueblo estaba lleno de cantinas y casas de baile? Pues el párroco se dedicó a las más impresionantes penitencias para convertirlos. Durante años solamente se alimentará cada día con unas pocas papas cocinadas. Los lunes cocina una docena y media de papas, que le duran hasta el jueves. Y en ese día hará otro cocinado igual con lo cual se alimentará hasta el domingo. Es verdad que por las noches las cantinas y las casas de baile están repletas de gentes de su parroquia, pero también es verdad que él pasa muchas horas de cada noche rezando por ellos. ¿Y sus sermones? Ah, ahí si que enfoca toda la artillería de sus palabras contra los vicios de sus feligreses, y va demoliendo sin compasión todas las trampas con las que el diablo quiere perderlos.

Cuando el Padre Vianney empieza a volverse famoso muchas personas se dedican a criticarlo. El Obispo envía un visitador a que oiga sus sermones, y le diga qué cualidades y defectos tiene este predicador. El enviado vuelve trayendo noticias malas y buenas.

El obispo le pregunta: "¿Tienen algún defecto los sermones del Padre Vianney?" "Sí, Monseñor: Tienen tres defectos. Primero, son muy largos. Segundo, son muy duros y fuertes. Tercero, siempre habla de los mismos temas: los pecados, los vicios, la muerte, el juicio, el infierno y el cielo." "¿Y tienen también alguna cualidad estos sermones?" -pregunta Monseñor. "Sí, tienen una cualidad, y es que los oyentes se conmueven, se convierten y empiezan una vida más santa de la que llevaban antes".

El Obispo satisfecho y sonriente exclamó: "Por esa última cualidad se le pueden perdonar al Párroco de Ars los otros tres defectos".

Los primeros años de su sacerdocio, duraba tres o más horas leyendo y estudiando, para preparar su sermón del domingo. Luego escribía. Durante otras tres o más horas paseaba por el campo recitándole su sermón a los árboles y al ganado, para tratar de aprenderlo. Después se arrodillaba por horas y horas ante el Santísimo Sacramento en el altar, encomendando al Señor lo que iba decir al pueblo. Y sucedió muchas veces que al empezar a predicar se le olvidaba todo lo que había preparado, pero lo que le decía al pueblo causaba impresionantes conversiones. Es que se había preparado bien antes de predicar.

Pocos santos han tenido que entablar luchas tan tremendas contra el demonio como San Juan Vianney. El diablo atacaba a este santo cura sin compasión. Lo derribaba de la cama. Y hasta trató de prenderle fuego a su habitación. Lo despertaba con ruidos espantosos. Pero él lo tomaba con toda calma y no dejaba de quitarle almas y más almas a Satanás.

Cuando concedieron el permiso para que lo ordenaran sacerdote, escribieron: "Que sea sacerdote, pero que no lo pongan a confesar, porque no tiene ciencia para ese oficio". Pues bien: ese fue su oficio durante toda la vida, y lo hizo mejor que los que sí tenían mucha ciencia e inteligencia.

Tenía que pasar 12 horas diarias en el confesionario durante el invierno y 16 durante el verano. Para confesarse con él había que pedir turno con varios días de anticipación. Y en el confesionario conseguía conversiones impresionantes.

Desde 1830 hasta 1845 llegaron unas 300 personas cada día a Ars, de distintas regiones de Francia, a confesarse con el humilde cura Vianney. El último año de su vida los peregrinos que llegaron a Ars fueron 100 mil.

Sus consejos en la confesión eran muy breves. Pero a muchos les leía los pecados en su pensamiento y les decía los pecados que se les habían quedado sin confesar.

Solía decir: "El confesionario es el ataúd donde me han sepultado estando todavía vivo". Pero ahí era donde conseguía sus grandes triunfos en favor de las almas.

Cuando llegó a Ars solamente iba un hombre a misa. Cuando murió solamente había un hombre en Ars que no iba a misa.

En Ars todos se sentían santamente orgullosos de tener un párroco tan piadoso. El 4 de agosto de 1859 pasó a recibir su premio en la eternidad.

Fue beatificado el 8 de enero de 1905 por el Papa San Pío X, y canonizado por S.S. Pío XI el 31 de mayo de 1925.

Oración

Protege, Señor, a quienes han escuchado tu llamado a ser pescadores de hombres. Que a ejemplo del Santo Cura de Ars busquen siempre la santidad propia y la de tus fieles. Amén.