Nuestra Señora de Belén

Horarios de Misa

Jueves: 19.30hs.
Sábados: 20 hs.
Domingos: 10 hs. Misa para niños, y 20 hs.

Confesiones: después de Misa.

Bautismos: segundo y cuarto domingo de cada mes.


Secretaría Parroquial


Jueves: 18.30 a 20 hs.
Sábados: 18.30a 20 hs.
Domingos: 11 a 12 hs.


CARITAS

Martes de 14 a 18 hs.



Nuestro Párroco

Pbro. Daniel Gazze



A todos los que ingresen a esta página:


*** BIENVENIDOS ***

_______________________________________________________

:: Homilías ::

(Clickear sobre la Biblia para leer las lecturas)


_____________________________________________

viernes, 30 de abril de 2010

Informe Económico - Abril de 2010

Publicamos el Informe Económico del mes de abril de 2010.

Gracias a todos por su generosa colaboración.



A B C
1 INFORME ECONOMICO MES: ABRIL 2010
2


3 I N G R E S O S

4 Colectas Misas $ 3,046.90
5 Donaciones

6 Sostenimiento del culto (2%) $ 1,286.00
7


8 TOTAL $ 4,332.90
9


10 E G R E S O S

11 Gastos de Secretaría $ 100
12 Gastos Sacristía $ 80
13 Sueldos $ 400
14 Sostenimiento Culto

15 Arzobispado 1/3 $ 428
16 Varios: 5 térmicas-Colecta Tierra Santa $ 455
17


18 TOTAL $ 1,463.00
19


20 Super avit del Mes $ 2,869.90
21


El jardín de Jesús


Comentario del Evangelio del día

Santa Teresa del Niño Jesús (1873-1897), Carmelita descalza, Doctora de la Iglesia
Manuscrito autobiográfico A, 2rº-3rº


Durante mucho tiempo me he preguntado por qué tenía Dios preferencias, por qué no recibían todas las almas las gracias en igual medida... Jesús ha querido darme luz acerca de este misterio. Puso ante mis ojos el libro de la naturaleza y comprendí que todas las flores que Él ha creado son hermosas, y que el esplendor de la rosa y la blancura del lirio no le quitan a la humilde violeta su perfume ni a la margarita su encantadora sencillez... Comprendí que si todas las flores quisieran ser rosas, la naturaleza perdería su gala primaveral y los campos ya no se verían esmaltados de florecillas...

Eso mismo sucede en el mundo de las almas, que es el jardín de Jesús. Él ha querido crear grandes santos, que pueden compararse a los lirios y a las rosas; pero ha creado también otros más pequeños, y éstos han de conformarse con ser margaritas o violetas destinadas a recrear los ojos de Dios cuando mira a sus pies. La perfección consiste en hacer Su voluntad, en ser lo que Él quiere que seamos...

Comprendí también que el amor de Nuestro Señor se revela lo mismo en el alma más sencilla que no opone resistencia alguna a su gracia, que en el alma más sublime. Y es que, siendo propio del amor el abajarse, si todas las almas se parecieran a las de los santos doctores que han iluminado a la Iglesia con la luz de su doctrina, parecería que Dios no tendría que abajarse demasiado al venir a sus corazones. Pero Él ha creado al niño, que no sabe nada y que sólo deja oír débiles gemidos; y ha creado al pobre salvaje, que sólo tiene para guiarse la ley natural. ¡Y también a sus corazones quiere Él descender! Estas son sus flores de los campos, cuya sencillez le fascina... Abajándose de tal modo, Dios muestra su infinita grandeza. Así como el sol ilumina a la vez a los cedros y a cada florecilla, como si sólo ella existiese en la tierra, del mismo modo se ocupa también Nuestro Señor de cada alma personalmente, como si no hubiera más que ella.


jueves, 29 de abril de 2010

Santa Catalina de Siena

Virgen y doctora de la Iglesia
Copatrona de Europa

Nació en Siena el año 1347. Ya desde niña aspiraba a vivir para Dios y consiguió entrar en la Tercera Orden dominicana. Movida por su gran amor a Dios y al prójimo, promovió la paz y la concordia entre las ciudades y defendió valientemente los derechos y la libertad del Papa, favoreciendo también la renovación de la vida religiosa. Es autora de importantes obras de espiritualidad. Murió el año 1380.

«Lo que has escondido a los sabios y entendidos, los has revelado a los pequeños»

Del Diálogo de santa Catalina de Siena, virgen, sobre la divina Providencia

Tú, Trinidad eterna, eres como un mar profundo en el que cuanto más busco, más encuentro, y cuanto más encuentro, más te busco. Tú sacias al alma de una manera en cierto modo insaciable, pues en tu insondable profundidad sacias al alma de tal forma que siempre queda hambrienta y sedienta de ti, Trinidad eterna, con el deseo ansioso de verte a ti, la luz, en tu misma luz.

Con la luz de la inteligencia gusté y vi en tu luz tu abismo, eterna Trinidad, y la hermosura de tu criatura, pues, revistiéndome yo misma de ti, vi que sería imagen tuya, ya que tú, Padre eterno, me haces partícipe de tu poder y de tu sabiduría, sabiduría que es propia de tu Hijo unigénito. Y el Espíritu Santo, que procede del Padre y del Hijo, me ha dado la voluntad que me hace capaz para el amor.

Tú, Trinidad eterna, eres el Hacedor y yo la hechura, por lo que, iluminada por ti, conocí, en la recreación que de mí hiciste por medio de la sangre de tu Hijo unigénito, que estás amoroso de la belleza de tu hechura.

¡Oh abismo, oh Trinidad eterna, oh Deidad, oh mar profundo!: ¿podías darme algo más preciado que tú mismo? Tú eres el fuego que siempre arde sin consumir; tú eres el que consumes con tu calor los amores egoístas del alma. Tú eres también el fuego que disipa toda frialdad; tú iluminas las mentes con tu luz, en la que me has hecho conocer tu verdad.

En el espejo de esta luz te conozco a ti, bien sumo, bien sobre todo bien, bien dichoso, bien incomprensible, bien inestimable, belleza sobre toda belleza, sabiduría sobre toda sabiduría; pues tú mismo eres la sabiduría, tú, el pan de los ángeles, que por ardiente amor te has entregado a los hombres.

Tú, el vestido que cubre mi desnudez; tú nos alimentas a nosotros, que estábamos hambrientos, con tu dulzura, tú que eres la dulzura sin amargor, ¡oh Trinidad eterna!

Oración

Señor Dios, que hiciste a Santa Catalina de Siena arder de amor divino en la contemplación de la pasión de tu Hijo y en su entrega al servicio de la Iglesia, concédenos, por su intercesión, vivir asociados al misterio de Cristo para que podamos llenarnos de alegría con la manifestación de su gloria. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.

martes, 27 de abril de 2010

Compartimos con ustedes una entrevista realizada a nuestro párroco, Gerardo Galetto, el jueves 22 de abril, en el programa televisivo "Palabra", que se emite por Cable & Diario y es conducido por el periodista José Curiotto.





lunes, 26 de abril de 2010

2° charla para Catequistas

El día sábado 24 de abril, el equipo de Catequesis de la Parroquia fue convocado para asistir a la segunda charla sobre Formadores de Catequistas, invitados por la Sra. Nadia Ballester, Formadora de Catequistas, docente de Enseñanza Religiosa en el Colegio Privado Nº 26 San José Adoratrices y en el Colegio Privado Nº 92 Monseñor Ricardo Rusch de la ciudad de Concordia, Entre Ríos.

En esta oportunidad, inspirado en el pasaje de Jeremías 1,4-10, se desarrolló el tema del SABER, incluyendo también el SABER SER y el SABER ESTAR.

Se marcó que el primer objetivo es SABER, conocer la vida de Jesús, permaneciendo en Él, con el Espíritu Santo y siempre marchando hacia el Padre, lo cual nos lleva en primer lugar a estudiar e investigar.

Pero no quedaremos sólo en esto, ya que debemos incluir el saber SOBRE los demás y por supuesto, saber ENCONTRAR a la persona de Jesús en el prójimo.

Quedó bien sentado que la CATEQUESIS es el acompañamiento de los procesos de Fe, de niños y padres, pero, que de ninguna manera se agota en el desarrollo de una simple clase ya que como verdaderos cristianos, debemos asumir esta actitud en forma permanente dentro de nuestra Comunidad que es fuente, lugar y meta de esos procesos de Fe.

Se pasó luego al SABER HACER. En este apartado, se trataron y plasmaron en un trabajo práctico los diferentes aspectos que lo componen:

ACOMPAÑAR, ALENTAR, INICIAR, DISCERNIR, COMPRENDER Y ESPERAR.

Finalmente se abordó el SABER ESTAR y se convino que, este es el aspecto más difícil de llevar adelante por todo lo que implica especialmente la dedicación, el tiempo, el compromiso, la entrega, la perseverancia, la generosidad y el buen ánimo, entre otros aspectos.

Con el compromiso de un nuevo encuentro, se finalizó entonando la canción “El Profeta”, cuya letra está basada en el pasaje bíblico inspirador del tema del día.

¡Muchas gracias a Nadia, por su tiempo y dedicación, y a los catequistas que estuvieron presentes en esta oportunidad!

domingo, 25 de abril de 2010

Homilía Dominical

4º Domingo de Pascua
Lecturas
Hch 13, 14. 43-52
Ap 7, 9. 14b-17
Jn 10, 27-30


Para seguir profundizando el misterio de la Pascua y de la persona de Jesús Resucitado, la Liturgia nos ofrece hoy esta imagen bíblica: la del Buen Pastor. Contemplando y meditando sobre esta metáfora alcanzamos una comprensión mayor acerca de la relación entre Cristo y su pueblo, o mejor aún, entre Dios y todo el género humano.

La imagen del Pastor en la Sagrada Escritura sugiere la actitud de aquel que cuida, que se preocupa, que se compromete por el bien de sus ovejas. Más todavía, es el que expone su propia vida con tal de defender al rebaño de los peligros que le acechan. Así quiere mostrarse el Padre con toda la humanidad: ofreciendo caminos de vida, senderos seguros en medio de los desafíos de la historia, protegiéndonos de todo lo que pueda dañar nuestra existencia o hacernos perder el sentido último de las cosas.


Las expresiones El Padre ha puesto todo en mis manos y nadie puede arrebatar nada de las manos de mi Padre, nos sugieren esa actitud de serenidad y confianza, que nos llena de fuerzas, recordando que Dios no quiere que se pierda nada de mí. En efecto, todo lo humano está llamado a trascender, y a purificarse durante esta vida terrena para ir alcanzando una plenitud cada vez mayor. Por otra parte, la imagen de las manos del Padre que guarda todo lo nuestro, nos recuerda que son esas mismas manos las que formaron al hombre al comienzo de los tiempos, y así nos sentimos invitados a comprometer nuestras manos en la construcción de un proyecto común. Paralelo al símbolo del pastor, está la figura del rebaño, como para indicarnos que no somos ovejas sueltas, ni caminamos sólos por el mundo, sino que pertenecemos a una comunidad -y también a una institución- que es más grande que nosotros y supera nuestras individualidades.

La imagen de la oveja, además, parecería sugerir actitudes que son esenciales al evangelios mansedumbre, no violencia, resolución pacífica de los conflictos. La oveja es un animal indefenso, no agresivo, que no puede -en determinados contextos- valerse por sí misma, y que por tanto depende del pastor y del rebaño, como nosotros de Dios. Claro que en el caso del hombre es una dependencia no servil, sino inteligente y libre. Una de las características que Jesús destaca en el Evangelio de hoy es la capacidad para escuchar y reconocer su voz, lo cual habla de discernimiento personal y fidelidad a la propia conciencia. Además, teniendo en cuenta la segunda lectura de hoy, vemos que Cristo mismo es no sólo pastor, sino también cordero: el cordero será su pastor. En realidad puede ser pastor porque primero fue cordero inmolado por amor al rebaño, oveja que llevó hasta las últimas consecuencias la fidelidad a la voz del Padre. No hay que confundir, por eso mismo, la pertenencia al rebaño con una actitud corporativa, o con una obediencia ciega que nos impida pensar por nosotros mismos.

Por último, en este cuarto domingo de Pascua, y a la luz de estos textos bíblicos, la Iglesia universal celebra hoy la jornada mundial de oración por las vocaciones. Nosotros también nos unimos a esta plegaria por el aumento y la perseverancia de las vocaciones consagradas. Ciertamente que Cristo quiere estar presente de muchas maneras en su Iglesia y en el mundo: de hecho cada bautizado es otro Cristo. También quiere estar por medio del Sacramento del Orden Sagrado, que lo hace presente en cuanto pastor. A través de la humanidad consagrada del sacerdote, Cristo continúa en medio y al frente de su pueblo, haciendo resonar de manera humana la voz divina del Padre. Junto con la oración, descubramos nuestra responsabilidad para crear las condiciones que permitan escuchar la voz del Señor que llama. Nadie puede ser sacerdote sin un proceso personalísimo de descubrimiento de la invitación de Jesús. Además de la oración, el aumento de vocaciones dependerá en primer lugar del rostro sacerdotal que logremos mostrar quienes estamos en el ministerio, así como de la generosidad de las familias y la solidez de las comunidades parroquiales. Pero fundamentalmente la vocación es diálogo personal de Jesús con el elegido, y a cada uno de nosotros nos toca crear las condiciones para este encuentro, permitiendo que la voz del Resucitado resuene con toda su fuerza y hermosura.



P. Gerardo Galetto


Evangelio Ilustrado


¡Estoy en las manos de Jesús!

Evangelio según San Juan (10,27-30)


(Clickear sobre la imagen para ver tamaño completo)



sábado, 24 de abril de 2010

Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones


El cuarto domingo de Pascua, domingo del Buen Pastor, la Iglesia celebra la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones. Este año el Santo Padre nos ha presentado como lema para reflexionar: El testimonio suscita vocaciones. Si bien la vocación consagrada tiene su origen en Dios que llama gratuitamente, sin embargo nos dice el Santo Padre, Dios actúa a través del testimonio de quienes ya han sido llamados.

El testimonio es el mejor signo para despertar en otros el seguimiento del Señor. La imagen de Jesucristo, el Buen Pastor, tiene que percibirse como algo que da sentido de plenitud a la vida de sacerdote. En la vocación consagrada el joven juega su vida y su futuro, por ello tiene derecho y necesita ver que ese camino que va a elegir no sólo es posible, sino que es causa de alegría y realización para quién lo ha elegido.


El primer signo que debe mostrar el consagrado es la amistad con Cristo. Para Jesús la intimidad de vida con su Padre, la oración, era lo fundamental. Es más, cuando se despedía de sus discípulos les dice: "es necesario que el mundo sepa que yo amo al Padre" (Jn. 14, 31). Si el sacerdote está llamado a ser "hombre de Dios" al servicio de sus hermanos, su vida tiene que ser testimonio de que Dios es lo central. Esta amistad con Cristo, que es la fuerza del sacerdote, se convierte en un testimonio decisivo para quienes son llamados. Otro aspecto de ese testimonio que suscita vocaciones, es la entrega total de sí mismo. La lógica del amor, como nos enseña Jesucristo, es la entrega sin reservas. En el Evangelio que se lee este domingo Jesús nos dice: "El Buen Pastor da su vida por las ovejas….. El Padre me ama porque yo doy mi vida…. Nadie me la quita, sino que la doy por mi mismo" (Jn. 1, 11.17). Por ello concluye el Santo Padre: "Siguiendo a Jesús, quien ha sido llamado a la vida de especial consagración, debe esforzarse en dar testimonio del don total de sí mismo a Dios".


Junto a la amistad con Cristo y a esta entrega total de la vida, el Santo Padre nos habla de un tercer aspecto que debe estar presente en el testimonio del consagrado y el sacerdote, se refiere a una vida de comunión. Para ello recuerda el texto de Jesús cuando nos dice: "En esto reconocerán que ustedes son mis discípulos, en el amor que se tengan los unos a los otros" (Jn. 13, 35). No puede un joven entusiasmarse frente a una vida aislada y triste. La comunión es expresión de paz interior y de alegría, y de quién ha encontrado en el amor el sentido de su vida. Cuando el joven se encuentra con el testimonio de esa amistad con Cristo, de entrega total y de comunión entre hermanos, podrá decir esta vida: "puede ser un futuro también para mí, así se puede vivir". Como vemos, junto a la oración por las vocaciones consagradas, es decisivo el testimonio para suscitar en el joven el seguimiento a Jesucristo.


Los comprometo en este día a elevar nuestra oración por las vocaciones, pero también por nuestros sacerdotes para que vivan la alegría del don que han recibido para ser pastores del pueblo de Dios. Reciban de su Obispo, junto a mi afecto y oraciones, mi bendición en el Señor.



Mons. José María Arancedo

Arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz

Misa de Acción de Gracias

Mons. Moisés J. Blanchoud

50 años de obispo

El Domingo 25 de abril a las 20 hs. en la Catedral Metropolitana tendrá lugar la Santa Misa de Acción de Gracias por los cincuenta años de consagración episcopal de Mons. Moisés Julio Blanchoud, Arzobispo emérito de Salta.

Por este medio se invita a toda la feligresía santafesina a unirse en la acción de gracias.

viernes, 23 de abril de 2010

Hasta pronto, querido Atilio...


Nos sumamos al hondo pesar en la comunidad santafesina por el fallecimiento del Padre Atilio Rosso, sacerdote lúcido, visionario y comprometido, que hizo carne la opción preferencial por los más necesitados y fue creador y referente del Movimiento Los Sin Techo.

Que el Señor lo reciba en sus brazos y que brille para él la luz que no tiene fin.


jueves, 22 de abril de 2010

Jesús es el Pan Vivo


Comentario del Evangelio del Día

San Pedro Damián (1007-1072), ermitaño, después obispo, doctor de la Iglesia
Sermón 45; PL 144,743 et 747

«El que coma de este pan que baja del cielo,
vivirá para siempre»


La Virgen María dio a luz a Jesucristo, lo calentó entre sus brazos, lo envolvió con pañales y lo rodeó de cuidados maternales. El cuerpo que ahora recibimos y la sangre redentora que bebemos en el sacramento del altar es este mismo Jesús. Esto es lo que tiene como verdadero la fe católica, y lo que la Iglesia enseña fielmente.

¡Ninguna lengua humana podrá glorificar suficientemente a aquella de quien tomó carne «el mediador entre Dios y los hombres»! (1 Tm 2,5). Ningún elogio humano tiene talla para estar a la medida de aquella cuyas entrañas purísimas han dado el fruto que es el alimento de nuestras almas; aquel que, dicho de otra manera, da testimonio de sí mismo con estas palabras: «Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre». Y, efectivamente, nosotros que fuimos echados del paraíso de delicias a causa de un alimento, es también por un alimento que encontramos de nuevo los gozos del paraíso. Eva tomó un alimento, y nosotros hemos sido condenados a un ayuno eterno; María nos ha dado un alimento, y nos ha sido abierta la entrada al festín del cielo.

lunes, 19 de abril de 2010

¡Visitamos a Nuestra Madre!

El pasado sábado 17 de abril los chicos de tercer año de la catequesis de nuestra parroquia participaron de la Peregrinación Arquidiocesana de Niños a Guadalupe.

Compartimos aquí algunos momentos vividos.


Niños, familiares y catequistas peregrinando

Los chicos, realizando afiches

Participación en la bendición final

Bendición impartida por Monseñor Arancedo

domingo, 18 de abril de 2010

Homilía Dominical

3º Domingo de Pascua
Lecturas
Hch 5, 27b-32. 40b-41
Ap 5, 11-14
Jn 21,1-14


Hoy nuestra arquidiócesis peregrina a Guadalupe para venerar a María, su madre y patrona. El santuario -que este año celebra su centenario- es el punto más importante de la vida religiosa del pueblo santafesino. Por otra parte, María representa actitudes que son fundamentales para todo cristiano, ella es como un resumen del Evangelio: docilidad a la voluntad de Dios, capacidad de escucha, servicio a los hermanos. Fundamentalmente, la Virgen es modelo de fe, esperanza y amor. Por eso le vamos a pedir a nuestra Señora de Guadalupe que nunca falten estas actitudes en cada uno de nosotros y en toda su Iglesia.

El Evangelio proclamado nos habla de la centralidad del amor en nuestra vida religiosa. Más aún: nos recuerda la necesidad del amor para reconocer a Cristo resucitado, que nos acopaña en todas las circunstancias de nuestra vida. El texto proclamado comienza con un hecho casi anecdótico: Pedro dice "voy a pescar"... y los otros discípulos hacen lo mismo. Este episodio parece sugerir con cuánta rapidez la Iglesia naciente vuelve a la rutina cotidiana, a pesar de haber vivido hechos tan impactantes como la Resurrección de su Maestro. Paulatinamente, la memoria de estos hechos se va desvaneciendo y los pescadores vuelven a hacer lo de siempre: pescar. El Resucitado tiene que salirles al encuentro para rescatarlos de la monotonía, y para darle fecundidad a su vida, que de otra manera permanece infructuosa. A pesar del notable esfuerzo de toda la noche, a pesar de que eran expertos en el oficio, no habían sacado nada: sólo el Resucitado hace que esa situación de fracaso humano se transforme y adquiera un sentido nuevo.

También nosotros experimentamos que no es plenificante una vida que se sobrelleva por arrastre, sin iniciativa, sin innovaciones, sin creatividad. Y también podemos experimentar al Resucitado junto a nosotros cuando nos parece que la inercia es la que gobierna nuestra existencia. Claro que para eso es necesario estar dispuesto a "amar más". El texto que escuchamos nos dice que quien se dio cuenta de que era el Resucitado fue el "discípulo amado", es decir, san Juan. Este discípulo es el prototipo de amistad con Cristo. Es el que estuvo cerca de Jesús en la Última Cena. Es el apóstol que representa la intimidad con el maestro, profundizando en su corazón, compartiendo la mesa con Él. Es el amigo que perseveró hasta la cruz, cuando los demás habían huído. Por todo eso, para Juan el Resucitado no es un desconocido. ¡Este es el discípulo que estamos llamados a ser cada uno de nosotros!

Y al final del pasaje escuchamos el conmovedor diálogo entre Jesús y Pedro. El Señor le pide una tarea especial: apacentar a su rebaño, cuidando la unidad entre los discípulos. La iglesia católica ve en este pasaje -en sintonía con otros textos, en los que Pedro aparece como el primero entre los iguales- la entrega de una autoridad especial para poder realizar este servicio. Es lo que los católicos llamamos "el primado de Pedro", que se continúa en su sucesor, el Obispo de Roma, hoy Benedicto XVI. Pero antes de conferirle este carisma, Jesús lo interroga sobre el amor. Y Pedro tiene que descubrir que su amor es insuficiente, y que está llamado a "amar más". Esto también vale para nosotros, y por supuesto también para el Papa: toda tarea, todo servicio, todo carisma, toda autoridad en la iglesia no proviene del poder, sino del amor.

Pidámosle hoy a María de Guadalupe por Benedicto XVI, para que no le falte ni el coraje ni la lucidez en su ministerio pastoral, y para que en estos momentos difíciles su gobierno pastoral ayude a mantener a la Iglesia fiel a su Fundador. Y sobre todo pidamos a María de Guadalupe que continúe invitándonos al amor a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos, y para que no permita que la Iglesia caiga en la rutina y en el olvido del acontecimiento de la Resurrección.

P. Gerardo Galetto


sábado, 17 de abril de 2010

Evangelio Ilustrado


Y vos, ¿amás a Jesús?

Evangelio según San Juan (21,1-14)


(Clickear sobre la imagen para ver tamaño completo)




viernes, 16 de abril de 2010

Guadalupe y la Familia


En este segundo domingo después de Pascua nuestra mirada y afecto se dirigen con gratitud, a ese lugar en el que la fe del pueblo santafesino fue descubriendo la presencia de un gesto de Dios que marcó su historia, y se hizo devoción a través de una imagen de Nuestra Señora de Guadalupe. Desde aquella intimidad a los pies de la Cruz, cuando Jesús le dijo a su madre: "Mujer, aquí tienes a tu hijo" (Jn. 19, 26-27), la presencia de María a lo largo de la historia es una constante acompañando a sus hijos. En Guadalupe reconocemos este testimonio. Pero también podemos hablar del testimonio de sus hijos, recordando la segunda parte de las palabras de Jesús, cuando nos dice a nosotros: "Aquí, tienes a tu madre". Este descubrir su presencia en la historia es, diría, el testimonio del amor de sus hijos. La devoción a la Virgen tiene, como vemos, su fundamento en la Palabra y el deseo del mismo Jesucristo.

Una característica que he visto en la devoción a Guadalupe es que participa toda la familia. Es común ver caminar hacia la Basílica a la familia en conjunto. Este hecho tiene un profundo significado religioso y social. Si bien la fe es un hecho personal tiene, sin embargo, un anclaje familiar. Es la familia el primer ámbito donde se viven y trasmiten las principales verdades que hacen a la vida del hombre. La fe no es para el creyente una verdad más, sino la Verdad que ilumina y da sentido a su vida. Por ello, poner en el corazón y en los labios del hijo el nombre de Dios es la mayor riqueza que una familia puede trasmitir a sus hijos. El clima de orfandad, es decir la ausencia de vida familiar, es el mayor peligro para el desarrollo de todas las dimensiones de la vida del hombre sean afectivas, religiosas, sociales como culturales. No es la familia un agregado a la vida del hombre, sino el ámbito necesario para su desarrollo. Esto me hace valorar el ver a la familia peregrinar junta a Guadalupe.

La calidad de vida de una sociedad depende del clima de sus familias. Tanto la transmisión de la fe, como de los valores y la misma cultura, tienen en ella su lugar natural. Ahora bien, la familia no es algo mágico que exista independientemente de nuestra libertad y compromiso, por el contrario, ella es una realidad que reclama de nuestra presencia y responsabilidad. No se la puede imponer, pero si se la debe proclamar y favorecer como un bien que hace la vida del hombre y la sociedad. Por ello siempre será actual aquel llamado del Santo Padre, cuando les decía: "Familia se lo que eres". Tendrá que adaptarse en cada época a los necesarios cambios que ello implica, pero hay una realidad de vida y sentido que es permanente, y que tiene para los padres y los hijos, un significado de realización y plenitud que es propio de ella. A la Familia siempre se la tiene que estar creando.

Esperando verlos en la celebración de su Fiesta Mayor este fin de semana, les hago llegar junto a mi afecto y oraciones, mi bendición en el Señor Jesús y María Santísima, Nuestra Madre de Guadalupe.



Mons. José María Arancedo

Arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz

martes, 13 de abril de 2010

Peregrinación de Niños a Guadalupe


¡¡¡A la casa de Nuestra Madre!!!



Celebremos con María

200 años de Argentina


Te esperamos el sábado 17 de abril a las 8:30 hs. en la Universidad Tecnológica para caminar junto con nuestra Madre hasta la Basílica Nuestra Señora de Guadalupe.


Llevar pañales, leche en polvo o larga vida para ofrecer como donación


Invitan: Área Aspirantes de ACA - Junta Arquidiocesana de Catequesis - Infancia Misionera - Asociación Arquidiocesana de Scouts Católicos


lunes, 12 de abril de 2010

17 y 18 de abril: Honramos a María



El 17 y 18 de abril los santafesinos honramos a la Madre de Todos, Nuestra Señora de Guadalupe.

Ella nos espera con los brazos abiertos y con su maternal ternura, como a Juan Diego, nos dice:

“Hijo mío, ¿Por qué te afliges? ¿Acaso no soy tu Madre...?”

Respondamos a su amor, rezando:

“Madre y Reina de Guadalupe

que nos cuidas y nos acompañas;

que estás siempre con nosotros;

enséñanos a vivir como tus hijos imitando a Jesús.

Bendice todas nuestras buenas intenciones;

bendice nuestro trabajo de cada día.

Cuida a nuestras familias,

ampara a nuestros niños,

sana a nuestros enfermos

y fortalece a nuestros ancianos.

Llévanos de tu mano a Jesús.

AMÉN.”

domingo, 11 de abril de 2010

Homilía Dominical

2º Domingo de Pascua
Lecturas
Hch 5,12-16
Ap 1, 9-1 la. 12-13. 17-19
Jn 20,19-31


En estos días pascuales seguiremos celebrando el triunfo de Jesús sobre la muerte y el mal, y junto con su victoria, recordamos que el cristianismo es mensaje de vida, que Dios se interesa por nuestra vida y quiere que vivamos en plenitud. El Evangelio de San Juan culminaba hoy diciendo que estos relatos fueron escritos "para que ustedes crean...y creyendo tengan vida". El texto nos muestra que la vida de Jesús resucitado se nos ofrece por medio de la fe.

También el Evangelio de hoy nos habla de la fe de los primeros discípulos y de la necesidad que ellos tuvieron de crecer en la fe. Nadie es creyente de una vez para siempre, sino que la fe es un don que hay que actualizar y cultivar. En el caso de los apostóles, su proceso de fe los llevó a pasar del temor a la confianza, de la tristeza a la alegría, del encierro a una actitud abierta de testimonio y servicio. Por otra parte, la fe en el Resucitado les devuelve la paz y serenidad que habían perdido por la desilusión causada por la muerte de Jesús.

La liturgia de hoy también nos propone otro modelo de creyente: el apóstol Tomás. Aunque solemos pensar en él como "el apóstol incrédulo", por aquella expresión suya "si no lo veo, no lo creeré", mas bien su actitud parecería reflejar el anhelo más profundo de toda persona, que es hacer la propia experiencia en las cosas que realmente importan en la vida. Nadie puede ser reemplazado en la vivencia de la fe, todos tenemos que encontrarnos con el Resucitado a través de los signos que Él mismo nos ofrece. Querer involucrarse personalmente en un conocimiento tan comprometedor como es la fe parece lógico y sano, ya que lo contrario sería credulidad o ingenuidad o superstición, pero no la fe verdadera.

Tampoco la duda es enemiga de la fe, aunque a veces pensemos lo contrario. La duda es signo de un espíritu que no se conforma con cualquier explicación, sino que busca razones, tal como la misma Escritura nos lo manda: "estén dispuestos a dar razón de su esperanza" (2 Pe 3,15). Dudar a veces es la consecuencia del querer ser fiel a uno mismo y a la propia conciencia antes que seguir cualquier mensaje. Claro que esto es sano siempre que haya humildad y apertura mental para reconocer la verdad donde ella se encuentra y no aferrarse a los propios criterios como si fueran Palabra de Dios. Y también es cierto que no es normal dudar eternamente de todo: en ese caso la duda se transforma en sospecha, que es una actitud distinta y muy corrosiva.

El apóstol Tomás también nos muestra otra característica de la fe: ella es aceptar el testimonio de otro. Tenemos fe cuando aceptamos lo que otro nos dice, en el caso de Tomás, sus hermanos apóstoles. En realidad, esto es así en casi todas las cosas de la vida, sobre todo en las más importantes para nosotros: en el mundo de los afectos, de la familia, de las amistades, de los vínculos que realmente nos importan... En todos esos ámbitos el conocimiento que tenemos del otro (el cónyuge, el novio, el amigo, el hijo) es porque le creemos. Sin esa confianza básica en lo que el otro nos dice, no hay niguna comunidad que pueda subsitir. Por eso es que la fe siempre es comunitaria: Tomás tuvo que descubrir que sólo se quedaba sin Jesús, que sólo podía experimentar el encuentro con el Resucitado si aceptaba reunirse con sus hermanos. Es su conversión creyente, es su conversión comunitaria, podríamos decir que es su conversión social. También nosotros hoy volvemos a descubrir que la fe es experiencia de Iglesia, la comunidad que el Señor fundó, para quedarse en la palabra que en ella resuena y en los sacramentos que en ella se celebran.

Por último, hoy es el Domingo de la Misericordia. Jesús otorga a su Iglesia el Espíritu para el perdón de los pecados. La misericordia de Dios es el amor que no se deja vencer por el mal, ni por el rechazo, ni por el pecado, sino que siempre busca la salvación de todos. Nosotros también estamos invitados a traducir nuestra fe en obras de misercordia. Tal vez ése sea el testimonio más elocuente de nuestra vida creyente.

P. Gerardo Galetto

Domingo de la Misericordia de Dios

Jesús Misericordioso

CASTEL GANDOLFO, domingo 11 de abril de 2010 (ZENIT.org).

Ofrecemos a continuación las palabras pronunciadas por el Papa Benedicto XVI hoy, durante el Rezo del Regina Caeli, con los peregrinos reunidos en el patio del Palacio Apostólico de Castel Gandolfo, y vía televisión con los presentes en la Plaza de San Pedro.

******

Queridos hermanos y hermanas

Hoy domingo concluye la Octava de Pascua, como un único día “hecho por el Señor”, marcado con el distintivo de la Resurrección y por la alegría de los discípulos al ver a Jesús. Desde la antigüedad este domingo se llama in albis, del nombre latino alba, dado por la vestidura blanca que los neófitos llevaban en el Bautismo la noche de Pascua, y que se quitaban después de ocho días. El Venerable Juan Pablo II dedicó este mismo domingo a la Divina Misericordia, con ocasión de la canonización de sor María Faustina Kowalska, el 30 de abril de 2000.

De misericordia y de bondad divina es rica la página del Evangelio de San Juan (20,19-31) de este domingo. En él se narra que Jesús, tras la Resurrección, visitó a sus discípulos atravesando las puertas cerradas del Cenáculo. San Agustín explica que “las puertas cerradas no han impedido la entrada de ese cuerpo en el que habitaba la divinidad. Aquel que naciendo había dejado intacta la virginidad de la madre pudo entrar en el Cenáculo con las puertas cerradas” (In Ioh. 121,4: CCL 36/7, 667); y san Gregorio Magno añade que nuestro Redentor se presentó, tras su Resurrección, con un cuerpo de naturaleza incorruptible y palpable, pero en un estado de gloria (cfr Hom. in Evag., 21,1: CCL 141, 219). Jesús muestra los signos de la pasión, hasta concediendo al incrédulo Tomás que los tocara. ¿Cómo es posible, sin embargo, que un discípulo pueda dudar? En realidad, la condescendencia divina nos permite sacar provecho también de la incredulidad de Tomás además que de los discípulos creyentes. De hecho, tocando las heridas del Señor, el discípulo vacilante cura no sólo su propia desconfianza, sino también la nuestra.

La visita del Resucitado no se limita al espacio del Cenáculo, sino que va más allá, para que todos puedan recibir el don de la paz y de la vida con el “soplo creador”. De hecho, en dos ocasiones dijo Jesús a los discípulos: “¡Paz a ustedes!”, y añadió: “Como el Padre me ha enviado, así también los envío yo”. Dicho esto, sopló sobre ellos, diciendo: "Reciban el Espíritu Santo. A quienes perdonen los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengan, les quedan retenidos”. Esta es la misión de la Iglesia, perennemente asistida por el Paráclito: llevar a todos el alegre anuncio, la gozosa realidad del Amor misericordioso de Dios, "para que –como dice san Juan– crean que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengan vida en su nombre" (20,31).

A la luz de esta palabra, animo, en particular, a todos los Pastores a seguir el ejemplo del santo Cura de Ars que, “en su tiempo, supo transformar el corazón y la vida de tantas personas, porque fue capaz de hacerles percibir el amor misericordioso del Señor. Urge también en nuestro tiempo un anuncio semejante y un semejante testimonio de la verdad del Amor" (Carta de convocatoria del Año Sacerdotal). De esta forma haremos cada vez más familiar y cercano a Aquel que nuestros ojos no han visto, pero de cuya infinita Misericordia tenemos certeza absoluta.

A la Virgen María, Reina de los Apóstoles, pedimos que sostenga la misión de la Iglesia, y la invocamos exultantes de alegría: Regina Caeli…

sábado, 10 de abril de 2010

Evangelio Ilustrado


¡Creé en el Amor de Jesús!

Evangelio según San Juan (20, 19-31)


(Clickear sobre la imagen para ver tamaño completo)





Domingo de La Divina Misericordia

La liturgia de este domingo contempla a Jesucristo como fuente de la Misericordia Divina. Esta celebración tiene un profundo sentido salvífico, porque nos revela el motivo por el cual Dios nos ha enviado a su Hijo. ¿Cuál es este motivo? San Juan nos dice que: "Dios amó tanto al mundo que entregó a su Hijo único… …, no para juzgarlo, sino para que el mundo se salve por Él" (Jn 3, 16-17). Como vemos, en la fuente del envío de Jesucristo está el amor de Dios por sus hijos.

Somos destinatarios de este amor; Dios no abandona a sus hijos. Este domingo celebramos, precisamente, ese camino de amor que tiene su origen en el corazón del Padre, y que se ha hecho visible para nosotros en la persona de su Hijo, Jesucristo.

Este amor es libre, no depende de la respuesta del hombre. Por ser un amor salvífico busca a todos y nos ama en nuestra condición de pecadores; ama al hombre por su dignidad. No es un amor, por otra parte, que sólo da algo, pero nos deja en la situación de miseria. Es un amor creativo, enriquece con su vida a la persona amada para crear con ella una nueva relación. Jesucristo, que es la expresión de ese amor misericordioso de Dios, nos dice: "Ya no los llamo servidores…..yo los llamo amigos, porque les ha dado a conocer todo lo que oí de mi Padre" (Jn 15, 15). El amor lleva a la comunión. Conociendo la riqueza del amor de Dios, qué triste es escuchar aquella copla que nos dice, desprecio la caridad por la vergüenza que encierra. No es la imagen que proviene del amor de Dios, tal vez es la experiencia de quien ha visto una caricatura de la caridad, es decir, un amor que da cosas, que cumple, pero que no eleva a la otra persona.

Un signo de la presencia de Dios en nosotros es cómo practicamos las obras de misericordia, que son "acciones caritativas mediante las cuales socorremos a nuestro prójimo en sus necesidades corporales y espirituales" (Catecismo n° 2447). Obra de misericordia espiritual es aconsejar, consolar, confortar al que sufre, como perdonar y sufrir con paciencia; entre las obras corporales se encuentran dar de comer al hambriento, vestir al necesitado, visitar a los enfermos y a los presos, las que llamamos obras de caridad fraterna (cfr. Mt25, 31-46). Nuestras obras de misericordia deben elevar a la persona que ayudamos por la actitud con que las realizamos; no es cristiano dar simplemente cosas sino acompañarlas con ese gesto de amor que es expresión de una caridad auténtica. Es Jesucristo la fuente y el modelo de ese amor que enriquece y eleva a quién se encuentra en el dolor, "vengan a mí, decía, los que están tristes y sufren".

Que seamos frente a nuestros hermanos que sufren, testigos de ese amor que nos ha enseñado Jesucristo para acompañar y elevar al hombre en su dolor. Reciban de su Obispo,
junto a mis oraciones, mi bendición en el Señor.


Mons. José María Arancedo
Arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz

viernes, 9 de abril de 2010

La pesca milagrosa

Como la primera vez, otra vez Cristo se asoma a la rivera de nuestras vidas para dejarse ver de quien tiene los ojos sublimados por la fe. Y sin exigir nada. Sin obligar a nadie. Sólo se deja ver dando.

Pedro había regresado a su antiguo oficio. Quizás así podía asimilar todo lo que había vivido durante esos intensos días de pascua. Le remordería la amargura terrible de la traición. ¿Qué lo diferenciaba de Judas hasta ese momento? Fue a pescar, pues, con otros. Y no obtuvo nada. Como la primera vez en que vio a Cristo junto al mar de su vida.

Ahora nuevamente el Señor se le presenta y no lo conoce. Están todos fatigados y malhumorados. Nadie puede sentir paz cuando no tiene a Cristo dentro. En ese momento el Señor les habla: “¿Tienen peces?” Podrían no haberle hecho caso. Pero optan por una elemental educación. Responden: “¡No!” Ahora el desconocido les señala cómo obtenerlao: “Echen las redes...” Pudieron no haberle hecho caso.

¿Quién era aquél hombre para decirles lo que ellos bien sabían hacer? El hecho es que le hacen caso, realizan un acto de fe, como la primera vez en que Pedro en Su Nombre echó las redes. Ahora lo hacían sabiendo que no era momento de peces. Y, ¡cuál fue su sorpresa! Porque quien confía en el Señor no puede no recibir más que lo que espera. Es por eso que Juan lo reconoce: “¡Es el Señor!” Porque han creído al Desconocido y han sido premiados con la fe en Él.

Pedro, que pudo seguir el mismo derrotero de Judas se deja llevar por su corazón, un corazón que añoraba al Señor y su misericordia. Se tira al agua y no espera llegar con la barca. Está ansioso de estar junto al Señor. Ha comprendido en qué consiste ser pecador y dejarse amar por el Señor que lo busca con su perdón. Porque primero ha creído en alguien que no sabía quién era en ese momento. Cuando ve lo que puede su fe, no puede no pedir misericordia del Señor, como la primera vez. Y como Cristo quería peces, es Pedro quien saca las redes, símbolo de las almas al cuidado del apóstol. Ha sido Cristo el que ha dado los frutos ciertamente, pero ellos han secundado su acción. Pedro le ofrece los peces. Pero antes ya le ha ofrecido su corazón. Por eso tuvo los peces, porque "se dejó pescar" por el Señor.

jueves, 8 de abril de 2010

Sólo el Amor nos permite reconocer a Jesús Resucitado



Comentario del Evangelio por :

San Antonio de Padua (hacia 1195-1231), franciscano, doctor de la Iglesia


«Miren mis pies y mis manos, soy Yo, en persona.
Tóquenme y vean.»


«Miren mis manos y mis pies: soy yo en persona». Creo yo que hay cuatro razones por las que el Señor enseña a los apóstoles su costado, sus manos y sus pies. Primeramente para dar pruebas de que, verdaderamente, había resucitado y así quitar de nosotros toda duda. En segundo lugar para que «la paloma», es decir, la Iglesia o el alma fiel, ponga su nido en sus llagas, como «en las grietas de la roca» (Ct 2,14), y encuentre en ellas protección contra el gavilán que la acecha. En tercer lugar para dejar impresas en nuestros corazones, como unas insignias, las marcas de la Pasión. En cuarto lugar para prevenirnos y pedirnos que tengamos compasión de Él y no lo transpasemos de nuevo con los clavos de nuestros pecados.


Nos enseña sus manos y sus pies: «Vean, dice, las manos que los hicieron y formaron (cf Sl 118,73); miren cómo las han transpasado los clavos. Miren mi corazón del que han nacido ustedes los fieles, ustedes mi Iglesia, igual que Eva que nació del costado de Adán; miren: la lanza lo ha abierto para que se les abra la puerta del paraíso que el querubín de fuego tenía cerrada. La sangre que ha brotado de mi costado ha alejado a este ángel, ha desafilado su espada; el agua ha apagado el fuego (cf Jn 19,34)... Escuchen con atención, recojan estas palabras, y la paz estaré con ustedes."

miércoles, 7 de abril de 2010

Los discípulos de Emaús

"Quédate con nosotros, Señor,
porque cae la tarde y se termina el día"



Los discípulos reconocieron al Señor en la fracción del Pan.


Lc 24, 13-35


En el camino de nuestras dudas e inquietudes, y a veces de nuestras amargas desilusiones, el divino Caminante sigue haciéndose nuestro compañero para introducirnos, con la interpretación de las Escrituras, en la comprensión de los misterios de Dios. Cuando el encuentro llega a su plenitud, a la luz de la Palabra se añade la que brota del «Pan de vida», con el cual Cristo cumple a la perfección su promesa de «estar con nosotros todos los días hasta el fin del mundo» (Mt 28,20).



Comentario del Evangelio por :

Cardenal John Henry Newman (1801-1890)

«¿No ardía nuestro corazón?»
Hermanos, hagámonos cargo de lo que fueron, después de la resurrección, las apariciones de Cristo a sus discípulos. Son tanto más importantes cuanto que nos enseñan que una comunión de este género con Cristo es todavía posible; es esta clase de contacto con Cristo el que se nos da actualmente. Durante este periodo de cuarenta días que siguen a la resurrección, Jesús inauguró su nueva relación con la Iglesia, su actual relación con nosotros, el tipo de presencia que quiso manifestar como segura.

Después de su resurrección, ¿cómo estaba Cristo presente en su Iglesia? Iba y venía libremente; nada se oponía a su llegada, aunque estuvieran cerradas las puertas. Pero, a pesar de estar Èl presente, ello no era tan evidente a sus discípulos. Los discípulos de Emaús no tuvieron conciencia de su presencia, así, de golpe, sino al acordarse de la influencia que tuvo sobre ellos: «¿No ardía nuestro corazón?»

Fijémonos bien en qué momento se les abrieron los ojos: en la fracción del pan. En efecto, ésta es la actual disposición del Evangelio. Si alguien recibe la gracia de captar la presencia de Cristo, es cierto que no lo reconoce hasta más tarde; desde ahora es sólo por la fe que se capta su presencia. En lugar de su presencia sensible, nos deja el memorial de su redención: se hace presente en el sacramento. ¿Cuándo se manifestó? Cuando, por decirlo de alguna manera, hizo pasar a los suyos de una visión sin verdadero conocimiento a un auténtico conocimiento en lo invisible de la fe.


martes, 6 de abril de 2010

Agradecimiento de CARITAS

Afiche de la Colecta

CARITAS "Nuestra Señora de Belén" desea agradecer, muy especialmente, la donación de útiles escolares promovida y realizada por los Jóvenes del Club Atlético Colón. La misma fue destinada en su totalidad a la escuela de La Guardia.


P. Axel Arguinchona, Vicepresidente de CARITAS Diocesana y Silvia Donnet,
responsable de CARITAS "Nuestra Señora de Belén"
junto a parte del equipo que colaboró con esta donación.


Los jóvenes, trabajando

¡¡¡MISIÓN CUMPLIDA!!!

A todos, y a cada uno de estos jóvenes solidarios, y a quienes respondieron a su pedido:


¡¡¡MUCHAS GRACIAS!!!

lunes, 5 de abril de 2010

La Resurrección exige ver la vida desde Dios

"Si la Resurrección del Señor me deja indiferente, significa que no creo en ella. Si esa Resurrección me conmueve pero no llega a ubicarse en el centro de mi fe y de mi vida, no creo en ella. Si roza mi vida o permanece en la periferia, no creo en ella. Si la Resurrección de Cristo no parte en dos mi vida, es que no integra el esquema de mi fe.

Interpretar sociológicamente el pecado es reirse de la Resurrección. Postergar indefinidamente la conversión a una nueva vida es reirse de la Resurrección. Poner en duda el más allá es dudar de la Resurrección.

La Resurrección está hecha para quebrar, deshacer y recrear después la vida del creyente. Después de la Resurrección los apóstoles no pudieron seguir viviendo como antes. Cambiaron fundamentalmente. Advirtamos que no se trata de una conversión exclusivamente moral, sino mucho más profunda. La Resurrección tiene más exigencias que el compromiso de dejar la mujer ajena o la bebida, devolver lo robado o rectificar una calumnia.

Exige mucho más: es ver la vida de otra manera. Es ver el dinero, la salud la enfermedad, el amor y el odio de otro modo. Es arriesgarse a que nos traten de locos por ese nuevo modo de ver y de pensar. Es arriesgarse a que nos marginen -aún dentro del propio recinto familiar- por la incomodidad que crea la nueva visión de la vida.

Creer en la Resurrección de Cristo es acabar con incoherencias entre fe y vida, y manifestar que la existencia no es más que la traducción testimonial de la fe".

Mons. Vicente Faustino Zazpe

domingo, 4 de abril de 2010

La Pascua, ¿cambia algo?


Cada año al celebrar la Pascua nos saludamos con alegría y deseos de algo nuevo. ¿Qué celebramos? Podemos responder que celebramos un hecho histórico que tuvo a Jesucristo como protagonista. Es una respuesta correcta, pero se puede quedar en una lectura exterior. Muchas son las imágenes que hemos contemplado durante estos días, pero todas tienen como final, y esto es lo importante, la constatación de un hecho por parte de los primeros cristianos y que lo expresaron con aquel grito de júbilo: "Jesucristo ha resucitado". Éste es el centro del mensaje que nos han trasmitido.


Si dejamos de considerar este final, Jesucristo sería un hombre que ha muerto y del que conservamos su recuerdo y doctrina. La Pascua perdería, así, todo su valor y significado, nos quedaríamos con aquella lectura exterior que tendría un valor ejemplar, como sucede con la vida y la obra de otras personalidades de la historia. San Pablo llega a decir que si "Cristo no resucitó, es vana nuestra predicación y vana también la fe de ustedes" (1 Cor 15, 14). Seríamos personas atadas a un pasado ya cerrado. La fe es la que nos permite conocer la verdad del acontecimiento de la Pascua; ella no crea los hechos sino que eleva nuestra inteligencia para comprenderlos y celebrarlos.


Éste es el tema central de la Pascua: no recordamos una muerte por noble que sea, sino la resurrección del Hijo de Dios, que se había hecho hombre en Jesucristo por nosotros y nuestra salvación. La consecuencia de este hecho es que el hombre encuentra en la Pascua el principio de una Vida Nueva que da sentido y plenitud a su propia vida. Jesucristo al hacerse hombre asumió nuestra condición humana, y con su muerte y resurrección, la liberó de toda atadura definitiva al pecado. Celebramos con alegría el triunfo de Jesucristo, porque es también nuestro triunfo.


El nos ha abierto el camino y la posibilidad de una vida que ilumina nuestro caminar y es, además, esperanza de una plenitud más allá de nuestra vida en este mundo. Dios no nos ha creado para la muerte, ella es un momento de nuestra condición humana. Hemos sido creados con destino de eternidad. Nuestra condición de seres espirituales reclama un destino trascendente. Qué triste la vida del hombre cuando sólo se la vive dentro de los límites de este mundo. Nos empobrecemos, diría, porque vivimos sin conocer nuestra verdad y la herencia que Jesucristo nos ha dejado.


La Pascua, por otra parte, no es un decreto que se nos impone sino una gracia que se ofrece a nuestra libertad. Esta herencia que Cristo nos ha obtenido en su Pascua nos corresponde y está a nuestro alcance. Deseando que sepamos comprender y recibir este don que se nos ofrece como camino y plenitud, les hago llegar, junto a mi afecto y oraciones, mi bendición en el Señor que ha Resucitado y permanece a nuestro lado como "Camino, Verdad y Vida".



Mons. José María Arancedo

Arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz

Domingo de Pascua


¡¡¡Jesús Resucitó!!!

¡Aleluya! ¡Aleluya!

¡¡¡FELIZ PASCUA PARA TODOS!!!

Secuencia de Pascua

Ofrezcan los cristianos
ofrendas de alabanza
a gloria de la Víctima
propicia de la Pascua.

Cordero sin pecado
que a las ovejas salva,
a Dios y a los culpables
unió con nueva alianza.

Lucharon vida y muerte
en singular batalla,
y, muerto el que es la Vida,
triunfante se levanta.

«¿Qué has visto de camino,
María, en la mañana?»
«A mi Señor glorioso,
la tumba abandonada,

los ángeles testigos,
sudarios y mortaja.
¡Resucitó de veras
mi amor y mi esperanza!

Vengan a Galilea,
allí el Señor aguarda;
allí verán los suyos
la gloria de la Pascua. »

Primicia de los muertos,
Sabemos por tu gracia
que estás resucitado;
la muerte en ti no manda.

Rey vencedor, apiádate
de la miseria humana
y da a tus fieles parte
en tu victoria santa.





Proclo de Constantinopla (hacia 390-446), obispo
Sermón 14; PG 65, 796

«Día de gozo y de alegría» (Salmo 117,24)


¡Qué fiesta más bella la de Pascua! ¡Qué bella la asamblea! ¡Esta fiesta contiene en sí tantos misterios antiguos y nuevos! En esta semana de fiesta, o mejor de alegría, por toda la tierra los hombres se alegran e incluso las potestades del cielo se unen a nosotros para celebrar con gozo la resurrección del Señor. Exultan los ángeles y los arcángeles que esperan que el rey de los cielos, Cristo nuestro Dios, vuelva de la tierra vencedor; exultan los coros de los santos que proclaman a Cristo «el que fue engendrado antes de la aurora» (Sl 109,3). Exulta la tierra: la sangre de un Dios la ha lavado. Exulta el mar: el paso del Señor lo ha honrado. Que exulte todo hombre renacido del agua y del Espíritu; que exulte Adán, el primer hombre, liberado de la antigua maldición...

La resurrección de Cristo no sólo ha instaurado este día de fiesta, sino que en lugar del sufrimiento nos procura la salvación, en lugar de la muerte la inmortalidad, en lugar de las heridas la sanación, en lugar de la degradación la resurrección. En otro tiempo el misterio de Pascua se realizaba en Egipto según los ritos señalados por la Ley; el sacrificio del cordero no era más que un signo. Pero hoy celebramos, según el Evangelio, una pascua espiritual que es el día de la resurrección. Allí se inmolaba un cordero del rebaño...; aquí es Cristo en persona el que se ofrece como cordero de Dios. Allí, un animal del aprisco; aquí, no un cordero, sino el pastor, él mismo, el que da su vida por sus ovejas (Jn 10,11)... Allí, los hebreos atravesaron el mar Rojo y entonaron un himno de victoria en honor de su defensor: «Cantemos al Señor, sublime es su victoria» (Ex 15,1). Aquí, los que han sido considerados dignos del bautismo, cantan en su corazón el himno de victoria: «Uno solo es santo, un solo Dios, Jesucristo en la gloria de Dios Padre. Amén». Y el profeta exclama: «El Señor reina vestido de majestad» (Sl 92,1). Los hebreos atravesaron el desierto y comieron el maná. Hoy, al salir de las fuentes bautismales comen el pan bajado del cielo (Jn 6,51).



sábado, 3 de abril de 2010

Homilía - Vigilia Pascual

Después de la Cuaresma, que fue un tiempo de reconciliación, hoy celebramos la Pascua, fiesta de la vida. El mensaje que quisiera dejar es: reconciliate con la vida.

No ceder a la tentación de estar disgustados con nuestra vida. Ante lo que nos fastidia en nosotros mismos o a nuestro alrededor podemos desarrollar actitudes de rechazo o frustración: la Resurrección del Señor, en cambio, nos hace sentir que la vida siempre tiene sentido, que la vida siempre se renueva, si lo dejamos actuar a Él.

El mensaje de hoy es: comprometete con la vida, reconocé el regalo y el milagro que significa estar vivo. Comprometete con la vida de los indefensos, de los pobres, de los que sufren...¡cada vida humana es signo de la Presencia viviente del Señor Resucitado!

Hoy celebramos la Pascua, y lo hacemos en la Eucaristía y recordando nuestro Bautismo. La luz nos recuerda que el Resucitado se impone a toda sombra de tristeza, a toda oscuridad que pueda empañar nuestra existencia; el agua nos recuerda la fuente de vida y renovación que está en Cristo, y desde el Bautismo, en nosotros mismos. Las renuncias y promesas nos animan a participar en la lucha contra el mal y a vencerlo con mansedumbre y bondad, con la fuerza del amor.

Seamos testigos de la Pascua: ¡seamos servidores de la vida! Y que esta liturgia nos ayude a encontrar al Señor Resucitado en nuestra vida de todos los días.

P. Gerardo Galetto

Sábado Santo: descenso del Señor al abismo

Homilía antigua, anónima, sobre el grande y santo Sábado

¿Qué es lo que hoy sucede? Un gran silencio envuelve la tierra; un gran silencio porque el Rey duerme. La tierra temió sobrecogida, porque Dios se durmió en la carne y ha despertado a los que dormían desde antiguo. Dios ha muerto en la carne y ha puesto en conmoción al abismo.

Va a buscar a nuestro primer padre como si fuera la oveja perdida. Quiere absolutamente visitar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte. Él, que es al mismo tiempo Dios e Hijo de Dios, va a librar de su prisión y de sus dolores a Adán y a Eva.

El Señor, teniendo en sus manos las armas vencedoras de la cruz, se acerca a ellos. Al verlo nuestro primer padre Adán, asombrado por tan gran acontecimiento, exclama y dice a todos: «Mi Señor esté con todos». Y Cristo, respondiendo, dice a Adán: «Y con tu espíritu». Y tomándolo por la mano le añade: Despierta, tú que duermes, levántate de entre los muertos y Cristo será tu luz.

Yo soy tu Dios, que por ti y por todos los que han de nacer de ti me he hecho tu hijo; y ahora te digo que tengo el poder de anunciar a los que están encadenados: «salgan»; y a los que se encuentran en las tinieblas: «ilumínense»; y a los que duermen: «levántense».

A ti te mando: despierta tú que duermes, pues no te creé para que permanezcas cautivo en el abismo; levántate de entre los muertos, pues yo soy la vida de los muertos. Levántate, obra de mis manos; levántate, imagen mía, creado a mi semejanza. Levántate, salgamos de aquí, porque tú en mí, y yo en ti, formamos una sola e indivisible persona.

Por ti yo, tu Dios, me he hecho tu hijo; por ti yo, tu Señor, he revestido tu condición servil; por ti yo, que estoy sobre los cielos, he venido a la tierra y he bajado al abismo; por ti me he hecho hombre, semejante a un inválido que tiene su cama entre los muertos; por ti, que fuiste expulsado del huerto, he sido entregado a los judíos en el huerto, y en el huerto he sido crucificado.

Contempla los salivazos de mi cara, que he soportado para devolverte tu primer aliento de vida; contempla los golpes de mis mejillas, que he soportado para reformar, de acuerdo con mi imagen, tu imagen deformada; contempla los azotes en mis espaldas, que he aceptado para aliviarte del peso de los pecados, que habían sido cargados sobre tu espalda; contempla los clavos que me han sujetado fuertemente al madero, pues los he aceptado por ti, que maliciosamente extendiste una mano al árbol prohibido.

Dormí en la cruz, y la lanza atravesó mi costado, por ti, que en el paraíso dormiste, y de tu costado diste origen a Eva. Mi costado ha curado el dolor del tuyo. Mi sueño te saca del sueño del abismo. Mi lanza eliminó aquella espada que te amenazaba en el paraíso.

Levántate, salgamos de aquí. El enemigo te sacó del paraíso; yo te coloco no ya en el paraíso, sino en el trono celeste. Te prohibí que comieras del árbol de la vida, que no era sino imagen del verdadero árbol; yo soy el verdadero árbol, yo, que soy la vida y que estoy unido a ti. Coloqué un querubín que fielmente te vigilara; ahora te concedo que el querubín, reconociendo tu dignidad, te sirva.

El trono de los querubines está preparado, los portadores atentos y preparados, el tálamo construido, los alimentos prestos, se han embellecido los eternos tabernáculos y moradas, han sido abiertos los tesoros de todos los bienes, y el reino de los cielos está preparado desde toda la eternidad.