Nuestra Señora de Belén

Horarios de Misa

Jueves: 19.30hs.
Sábados: 20 hs.
Domingos: 10 hs. Misa para niños, y 20 hs.

Confesiones: después de Misa.

Bautismos: segundo y cuarto domingo de cada mes.


Secretaría Parroquial


Jueves: 18.30 a 20 hs.
Sábados: 18.30a 20 hs.
Domingos: 11 a 12 hs.


CARITAS

Martes de 14 a 18 hs.



Nuestro Párroco

Pbro. Daniel Gazze



A todos los que ingresen a esta página:


*** BIENVENIDOS ***

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:: Homilías ::

(Clickear sobre la Biblia para leer las lecturas)


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domingo, 28 de febrero de 2010

Informe Económico - Febrero 2010

Publicamos el Informe Económico del mes de febrero de 2010.

Gracias a todos por su generosa colaboración.



A B C
1 INFORME ECONOMICO MES: FEBRERO 2010
2


3 I N G R E S O S

4 Colectas Misas $ 2,283
5 Donaciones

6 Sostenimiento del culto (2%) $ 1,512
7


8 TOTAL $ 3,795
9


10 E G R E S O S

11 Gastos de Secretaría $ 180
12 Gastos Sacristía $ 437
13 Sueldos $ 300
14 Sostenimiento Culto

15 Arzobispado 1/3 $ 504
16 Varios: Colectas Misa: Arquidiocesana y Pro-

17 Africa
764.2
18 TOTAL $ 2,185.20
19


20 SUPERAVIT DEL MES $ 1,609.60
21


Homilía Dominical

2º Domingo de Cuaresma
Lecturas
Gn 15, 5-12.17-18
Flp 3,17-4,1
Lc 9,28b-36


En el desarrollo de la cuaresma la liturgia nos presenta distintos episodios de la vida del Señor que nos ayudan a preparar el gran misterio de su Pascua, de su muerte y Resurrección. Hoy proclamamos su transfiguración: la humanidad de Jesús se llena de gloria, como anticipo de la vida eterna en la que todo hombre alcanza su plenitud más acabada.

Pienso que no se debe separar el acontecimiento de hoy del relato que escuchamos el domingo pasado: las tentaciones del demonio. Jesús enfrentaba la fuerza del mal, superaba la prueba, se sobreponía a las fuerzas autodestructivas que amenazan nuestra condición humana. La gloria del monte Tabor es como la consecuencia de la victoria en el desierto. También a nosotros seguramente nos pasa que los momentos de prueba nos hacen sentir -a veces- la sensación de soledad, abandono y de desolación; pero cuando superamos la dificultad experimentamos que estamos mejor que antes: más seguros, más serenos, con paz. Nuestro corazón también experimenta como un anticipo de la gloria, es decir: se transfigura. En el dinamismo de nuestra fe, esta "pedagogía" de Dios suele repetirse: cada victoria, cada triunfo sobre la tentación -cualquiera que esta sea- nos hace estar más en posesión de nosotros mismos, más conscientes de nuestro yo verdadero, más serenos, más libres.

Jesús también se transfigura para ayudar a los discípulos en su camino religioso. Sabía que iban a experimentar una dura contradicción en su fe cuando llegara su pasión y su muerte. ¡Qué enorme desilusión la de sus amigos! Lo habían dejado todo, lo habían seguido, habían creído, y habrían de verlo terminar en un fracaso tan rotundo y sangriento... Por eso la transfiguración pretende fortalecer su corazón para esa tentación que es la cruz, para que recordaran que ella no es el fin de la vida, sino una etapa para lo definitivo que es la gloria y la resurrección.

También la transfiguración nos hace meditar en la importancia que tiene el cuerpo humano en el cristianismo. El Señor mostró su gloria corporalmente, y la segunda lectura de hoy nos dice que el transfigurará nuestro pobre cuerpo mortal haciéndolo semejante al suyo. Al rezar el credo diremos "creo en la resurrección de la carne". A pesar de algunas malas interpretaciones, la fe cristiana considera a nuestra corporalidad como un signo del amor de Dios, que nos "diseñó" a su imagen y semejanza. En los dinamismos, leyes y pulsiones de nuestro cuerpo humano siempre hay algo de Dios, que nos habla, y nos llama a salir de nosotros mismos y a entrar en comunión con los demás. El cuerpo humano tiene inscripto esta lógica del don de sí y el encuentro con los demás.

Y la verdad es que, a pesar de las apariencias, la cultura de hoy nos "infiltra" con muchas actitudes más o menos conscientes de rechazo a lo corporal. Basta pensar en algunas patologías muy extendidas hoy sobre todo entre jóvenes y adolescentes, que fundamentalmente son autoagresivas. O las presiones y exigencias con que sobrecargamos a nuestro "pobre cuerpo mortal", sea por las situaciones laborales, sociales, o por tantas otras exigencias que asumimos sin discernir mucho y las damos como "naturales". Por otra parte, nuestro cuerpo lleva en sí el signo de la fragilidad, del paso del tiempo, de la finitud. Nuestro cuerpo se debilita, a veces enferma, es decir, nos recuerda que no somos omnipotentes. La obsesión cultural por mostrar cuerpos ficticiamente jóvenes, ¿no esconde un malestar más profundo? ¿No es una forma errónea de silenciar el hecho de la muerte, que no nos animamos a reconocer? No se trata, claro, de la actitud pesimista de quien sólo ve deterioro en el desarrollo de la experiencia humana, sino de la serenidad de quien no rehúsa enfrentar los interrogantes más hondos, que desafían a nuestra razón y también a nuestra fe.

Por último, viene bien recordar en este tiempo la "clásica" enseñanza del catecismo sobre las obras de miserirodia "corporales". El cuerpo nos recuerda el hambre de los que no tienen qué comer, el frío de los que no tienen con qué cubrirse, el sufrimiento de los desamparados, el dolor de los que llevan en su cuerpo las señales de la cruz del Señor. Asumir en serio la corporalidad haría de nuestro cristianismo no un espiritualismo del tipo "salva tu alma", sino una fe realmente decidida a transformar la historia.

P.Gerardo Galetto

"Imploro que Dios alivie el sufrimiento"


El papa Benedicto XVI llamó hoy a la solidaridad de todos -y en particular de las organizaciones eclesiásticas- con las personas afectadas por el terremoto de ayer en Chile.

“Mi pensamiento se dirige a Chile y a las poblaciones afectadas por el terremoto, que causó numerosas pérdidas de vidas humanas e ingentes daños”, dijo el Papa después del Angelus dominical, según consigna la agencia Ansa.

“Estoy seguro de que no faltará la solidaridad” con los afectados, agregó.

“Ruego por las víctimas y estoy espiritualmente cerca de las personas puestas a prueba por tan grave calamidad, para ellas imploro que Dios las alivie en el sufrimiento y les dé fuerza en esta adversidad”, destacó el Pontífice.

Fuente: Télam

Oración y solidaridad a favor de Chile tras del terremoto

Caritas comienza su movilización


SANTIAGO, sábado, 27 de febrero de 2010 (ZENIT.org).-

Tras el terremoto que afectó en la madrugada del sábado a gran parte de Chile, la Conferencia Episcopal de Chile ha convocado a la solidaridad y la oración "por las víctimas, sus familiares y el pronto restablecimiento de la normalidad en el país". Esta es la consigna que ha promovido el episcopado a través de Internet (www.iglesia.cl), después de que el centro y sur del país fuera sacudido por un terremoto de más de 8.3 de magnitud en la escala Ritcher, causando al menos la muerte de más de 200 personas, además de una gran destrucción.

El sismo se desató a las 03.36 hora local, cuando la mayoría de los 17 millones de chilenos dormían. Según los expertos el temblor fue 50 veces más potente que el que devastó a Haití el pasado 12 de enero.

Caritas Chile ha puesto su cuenta corriente a disposición de la ciudadanía para recibir aportes que permitan paliar el dolor de las víctimas del terremoto.


Titular : Caritas Chile

Banco Santander

Cuenta Nº 0-082-18-00080-1

R.U.T. de CARITAS CHILE es 70.020.800-1

sábado, 27 de febrero de 2010

Comienzo del Ciclo Lectivo 2010


El próximo 1º de Marzo comienza el ciclo lectivo 2010. Este acontecimiento marca un momento de particular relevancia en la vida de las familias y de la comunidad. Concluyen las vacaciones y comienza una actividad que hace al crecimiento de nuestros jóvenes y a la cultura del país. Las fechas son importantes. En nuestro caso se reinicia un camino que reconoce la riqueza de una historia, pero sobre todo se abre la expectativa de una esperanza que es siempre nueva, porque tiene a los niños y jóvenes como destinatarios.

Ese día vuelven a ser alumnos, con todo lo que significa para ellos y para el futuro de la sociedad. Detrás de lo simple de una fecha hay un conjunto de verdades, valores y sueños que expresan la vida de una comunidad.

La celebración del Bicentenario le agrega, a este comienzo de clases, un significado particular. La universalidad y obligatoriedad, junto al nivel de nuestra educación, fueron datos fundantes en la vida de la Nación. Hoy, en un mundo globalizado, si no logramos integrar las diversas áreas e intereses que se mueven en torno a la educación desde una convicción hecha proyecto, en el que todos nos sintamos responsables de su realización, el futuro aparece comprometido. No podemos quedarnos con nostalgias del pasado, debemos descubrirnos como protagonistas de un bien social que hace al crecimiento integral del hombre. La educación es un ámbito privilegiado de inclusión y signo de justicia en la vida de la sociedad, decíamos en el Documento sobre el Bicentenario. Esto, sin proclamarlo, fue una verdad vivida que acompañó el camino de formación humana, científica, cívica, moral, e incluso espiritual del pueblo.

En estos días la Iglesia advirtió sobre cifras de una estadística que no pueden estar ausentes al comienzo de este ciclo lectivo. Se habló de 900.000 entre niños y jóvenes que no estudian ni trabajan en el país, algo cercano al 17 % de esa franja. Podemos quedarnos en discusiones estériles sobre la precisión de los porcentajes, siempre discutibles, o negarlos desde una actitud de miopía política, o tildarlos de ser una voz opositora. Todo ello es posible, y estamos acostumbrados a este ejercicio, pero con ello solo retrasamos la consideración del problema, no damos una respuesta. Y así, al no asumir la realidad, somos incapaces de movilizar las fuerzas necesarias para orientar una solución. Cuando el año pasado la Iglesia habló de la pobreza, y este año puso el acento en la emergencia educativa, lo hace con seriedad y espíritu de servicio, buscando sólo el bien de los jóvenes, la familia y la sociedad.

Hay temas que por su importancia y proyección pertenecen a la vida y al bien del Estado, no de un gobierno. El tema educativo reclama, por ello, de todos los actores y en sus diversos niveles de representación, presencia y responsabilidad. Hay que recrear una cultura de la escuela y la educación como valores sustantivos de la sociedad. No es un tema que pueda quedar librado solo al diálogo y responsabilidad del gobierno y los docentes con sus justos reclamos, es importante el compromiso de toda la comunidad, sea a través de la familia, como primera escuela de trasmisión de cultura; de los medios de comunicación social que forman actitudes y modos de pensar, que no siempre están a la altura esperada; de las sociedades intermedias por su cercanía y compromiso con la gente; también de las empresas, colaborando no sólo con la justicia del pago de los impuestos, sino con la presencia y ayuda a la investigación y, especialmente, en el acompañamiento de los primeros pasos en el ingreso al mundo del trabajo. Todos somos responsables. Estamos ante un desafío global que marca el presente y define el futuro de la Nación. Lamentablemente, es en la educación, donde más se manifesta la fragilidad política de nuestra Patria. Tomar conciencia de este estado de emergencia educativa puede ser la mejor respuesta a la celebración del Bicentenario.

Deseando que este 1 de Marzo sea un comienzo de clases marcado por un diálogo maduro y respetuoso, que permita recrear las condiciones de un proyecto educativo que sea signo de una Argentina de pie, que camina “Hacia un Bicentenario en justicia y solidaridad”. Aquel “Queremos ser Nación”, que tantas veces hemos dicho, tiene en la educación una de sus bases más sólidas y fecunda. Reciban de su Obispo junto a mi afecto y oraciones, mi bendición en el Señor Jesús y Nuestra Madre de Guadalupe.


Mons. José María Arancedo
Arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz

viernes, 26 de febrero de 2010

Somos hermanos en un solo Padre


Comentario del Evangelio del Día

San Agustín (354-430), obispo de Hipona, doctor de la Iglesia

Sermón 357

«Si te acuerdas de que tu hermano tiene quejas contra ti»


«Dios hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos» (Mt 5,45). Nos muestra su paciencia y no hace valer todo su poder. También tú, renuncia a la provocación, no aumentes el malestar de los que siembran la confusión. ¿Eres amigo de la paz? Mantén la calma dentro de ti mismo. Deja de lado las disputas y dirige tu persona a la oración. A cualquier injuria no respondas con otra injuria, sino ora por este hombre.

Quisieras decirle algo contra él mismo: habla a Dios de él. No digo que te calles; escoge el lugar más indicado, mira a Aquel a quien hablas, en silencio, a través de un grito del corazón. Allí donde tu adversario no pueda verte, allí mismo sé bondadoso para con él. A este adversario de la paz, a este amigo de la discordia, tú, el amigo de la paz, respóndele: «Di todo lo que quieras, cualquiera que sea tu enemistad, eres mi hermano»...

«A ti te parece bien odiarme y rechazarme: ¡eres mi hermano! Reconoce en ti la señal de mi Padre. Esta es la palabra de mi Padre: eres un hermano que ama la discordia, pero eres mi hermano porque también tú, al igual que yo, dices: 'Padre nuestro que estás en los cielos'. Si invocamos a un solo Padre ¿por qué no somos uno? Te lo ruego, reconoce lo que dices juntamente conmigo y desaprueba lo que haces contra mí... Delante del Padre tenemos una sola voz, ¿por qué no podemos tener juntos una sola paz?»

jueves, 25 de febrero de 2010

La eficacia de la oración


Pidan, busquen, llamen...

El camino de la Cuaresma es ante todo de conversión. Es una invitación a que regresemos a la casa del Padre. En cierto modo, se trata de que ya no sea sólo Dios quien tenga que salir a nuestro encuentro, sino de que también nosotros lo busquemos a Él.

“Pidan y se les dará”. En esta Cuaresma podemos acercarnos con plena confianza a Dios, para presentarle nuestras necesidades, para decirle que no podemos hacer nada sin su ayuda. “Busquen y encontrarán”. Buscarlo a Él, que se esconde detrás del pan y el vino eucarísticos, para alimentarnos; detrás de sus ministros, los sacerdotes, para darnos el perdón de nuestros pecados; detrás del rostro de cada persona, de cada circunstancia de la vida. Cuando nos encontramos con Dios, hacemos la experiencia de la verdadera felicidad.

“Llamen y se les abrirá”. Tocar a la puerta de su corazón, con insistencia y sin temor. Porque necesitamos entrar; salir de nosotros mismos, para gozar de la dicha de vivir con Él

En toda búsqueda hay algo inquietante, misterioso. No se tiene la certeza del éxito. Pero en nuestro caso no es así. Cristo nos promete el éxito y nos asegura que no es muy bueno para esconderse. Le gusta dejarse encontrar.

Autor: Ignacio Sarre | Fuente: Catholic.net

miércoles, 24 de febrero de 2010

Pedido de CARITAS Parroquial

Equipo de trabajo de CARITAS "Nuestra Señora de Belén"

CARITAS Parroquial continúa asistiendo a numerosas familias de la zona de la costa afectadas por la crecida del río Paraná.

A quienes puedan colaborar con artículos de limpieza (sobre todo, lavandina), alimentos no perecederos, ropa de abrigo y calzado, les pedimos que los acerquen a la Parroquia los días martes a partir de las 14.30 hs.

Y a quienes deseen sumarse a trabajar en CARITAS Parroquial, los esperamos con los brazos abiertos.

¡¡¡AGRADECEMOS, DESDE YA,
SU GENEROSA COLABORACIÓN!!!


lunes, 22 de febrero de 2010

Infancia y Adolescencia Misionera


¿Qué es IAM?

IAM es el grupo de Infancia y Adolescencia Misionera de la parroquia. Somos niños y adolescentes católicos que buscamos conocer, amar y dar a Jesús a los demás.

¡¡¡Somos amigos de Jesús y queremos que este grupo crezca cada día más!!!

En 2010 comenzaremos los encuentros el sábado 20 de marzo a las 16 hs. en la parroquia.

¡¡¡TE ESPERAMOS!!!

:) SUMATE :)


Actividades de IAM "Nuestra Señora de Belén"

Fotolog de la IAM





domingo, 21 de febrero de 2010

Homilía Dominical

1º Domingo de Cuaresma
Lecturas
Dt 26, 4-10
Rm 10, 8-13
Lc 4,1-13


Hemos comenzado este tiempo de Cuaresma, para el cual Benedicto XVI nos propone una reflexión sobre la justicia, tema fundamental de nuestra fe. La segunda lectura de hoy nos dice "con el corazón se cree, para alcanzar la justicia". La tradición filosófica, sobre todo en occidente, ha definido a la justicia como "dar a cada uno lo propio". Pero para el creyente es mucho más que eso: es Dios que nos libra de "lo nuestro" para darnos "lo suyo", mucho más allá de nuestros méritos.


También hay que tener cuidado de que la justicia no sea una tentación. Y lo es cuando damos ese nombre a actitudes o deseos que, en realidad, pretenden manipular a los demás. En el fondo del inconciente de cada persona hay como un argumento silencioso que a veces sale al exterior y que nos dice más o menos así: "lo que vos haces no está bien...porque no es como lo haría yo". Si prestamos un poco de atención a muchos conflictos institucionales o familiares, padres e hijos, entre hermanos, entre cónyuges, muchas veces al final de la discusión se encuentra esa realidad: uno pretende que el otro piense, hable actúe a "mi" manera. Cuando en ese contexto decimos "no es justo", en verdad estamos diciendo "no me gusta a mí". Es la tentación de hacer del ego el criterio de la justicia. Está bien que cada uno sea fiel a su propio yo, pero que también entendamos que el otro tiene que hacer su propio camino.

El relato que acabamos de escuchar, parecería indicar algo de esto. Las tentaciones que el demonio propone a Jesús, en el fondo tienen una misma raíz: quiere hacerlo dudar de su propio yo, le propone caminos que no son los de él. Las tres tentaciones fundamentales son: los bienes materiales, representados en el pan; el poder, representado en los reinos de este mundo; y la gloria humana, simbolizada en la acción espectacular con la cual Satanás quiere seducir a Jesús, intentando convencerlo de que Dios se lo pide. Pero las tres comienzan con una sugerencia insidiosa: "Si eres el Hijo de Dios...", como si quisiera sembrarle la desconfianza: "¿Sos el Hijo de Dios? ¿Estás seguro de tu identidad y de tu misión en este mundo?"

A nosotros muchas veces nos puede ocurrir lo mismo: la gran prueba que tenemos que enfrentar es la desconfianza, la incertidumbre, la intranquilidad en lo más profundo de nuestra conciencia. Las otras tentaciones (materialismo, el poder, la gloria) sólo son expresiones de un corazón que busca seguridades donde no puede encontrarlas. Con la confianza que nos da el trinunfo de Cristo, con la serenidad que brota de nuestra identidad (soy Hijo de Dios) nosotros también estamos invitados a enfrentar todas las fuerzas autodestructivas que pueden esconderse de mil maneras a nuestro alrededor. Si miramos la historia reciente del siglo que acabó y del que estamos viviendo, vemos que la humanidad puede realmente ceder a la tentación de la autodestrucción, del aniquilamiento, de la muerte programada de millones de seres humanos, cuando dejamos que el mal anide en nuestro yo.

¡Cuánto bien le haríamos al cristianismo si le devolvieramos a la palabra "tentación" este sentido originario de "prueba, lucha, combate"; dejándola de relacionar exclusivamente con temas morales, o con determinados pecados! Seguramente tendríamos una fe con más presencia social, con mayor capacidad cultural y con más dinamismo político. Ciertamente seríamos cristianos más seguros, más confiados, más audaces, más decididos a transformar la realidad en la que estamos, y a luchar por la justicia verdadera.

Por último, Lucas dice que vencida la tentación, el demonio dejó a Jesús "hasta el momento oportuno". A nosotros nos pasa lo mismo: la seguridad y equilibrio que logramos no son definitivos, hay que estar alertas y reconquistarlos cada día. Jesús, en su vida terrena tuvo que enfrentar muchas otras veces al mal, que se le presentaba con distintos rostros. Pero sobre todo la gran tentación, la última tentación fue en el momento de entregarse por nosotros. Cuando Cristo estaba en la cruz -lo escucharemos en Semana Santa- otra vez el tentador le dice: "Si eres el Hijo de Dios, bájate de la cruz". Otra vez la insidia: "¿estás seguro de los que sos?¿Estás seguro de lo que viviste hasta hoy?... Mirá como terminaste". También para nosotros la gran tentación es "salvate solo" ,"demostrá tu poder", "no te jugués", "no te entregues", "no vale la pena morir, aunque sea un poco, para que otros vivan mejor". Jesús tenía una gran conciencia de sí, sabía quién era y sabía que no tenía que demostrarlo ante nadie. Por eso venció la tentación del desierto, por eso no se bajó de la cruz. Por eso hizo de su muerte un acto de entrega, con el que culminó toda una manera de vivir marcada por el servicio a los demás y el compromiso con la justicia nueva del Reino de Dios. Es decir, culminó en la Pascua.

P. Gerardo Galetto

sábado, 20 de febrero de 2010

Cuaresma y conversión


La Cuaresma es tiempo de preparación, tiempo de conversión. Podemos comenzar preguntándonos si sentimos necesidad de convertirnos. ¿Convertirnos para qué? Siempre pensé que el espíritu de conversión se da en quien tiene metas o ideales hacia los cuales se siente en camino y busca identificarse con ellos. Esto significa que no es posible la conversión para aquél que no considera su vida en la dinámica de un proyecto del cual participa como protagonista.

El que sólo vive el hoy como un absoluto, no abierto a un mañana, creo que no puede comprender el sentido y el alcance de la conversión.

La conversión nos define como peregrinos, como quienes estamos en camino hacia una meta y guiados por un ideal. Por ello es tan importante en la educación presentar, junto a valores e ideales, testimonios que descubran el sentido y la belleza de una vida realizada en ellos. La ejemplaridad juega aquí un papel decisivo. La vida de un joven, sin el horizonte de un proyecto o un ideal, lo convierte en frágil cliente de una sociedad de consumo. Nuestra capacidad crítica y madurez crecen cuando nos descubrimos, como personas libres, desde la grandeza de un ideal.

El espíritu de conversión implica un mirar al pasado ciertamente, pero desde el futuro, es decir, desde ese ideal o meta que nos proponemos. Por ello, la presencia de este espíritu es la que mantiene el nivel de vida y crecimiento que impide que nos instalemos y seamos conformistas. Este espíritu nos permite reconocer errores y tibiezas desde un ideal de vida y, al mismo tiempo, es fortaleza y esperanza para cambiar. En una palabra, él nos lleva a vivir con gozo esa tensión de crecimiento que es propia de la dimensión espiritual del ser humano. El nivel de los ideales que asumimos es, por otra parte, el que marca el nivel de nuestra conversión.

Para el cristiano la conversión dice referencia a una Persona y a un proyecto de vida que tiene, en esa misma Persona, su fundamento y posibilidad. La conversión cristiana es un camino de encuentro con Jesucristo, pero que sólo es posible recorrerlo con El. Aquí llegamos a lo propio del cristianismo que es reconocer la presencia de Jesucristo no sólo como doctrina, sino como una gracia que nos eleva y transforma. Esto no niega el esfuerzo humano ni el valor de la voluntad en el camino de la conversión, pero nos habla de la necesidad de esa presencia. San Agustín decía: “Señor, dame como gracia lo que me pides, y después pídeme lo quieras”. No negaba lo humano, pero había descubierto en Jesucristo como Vida el secreto y la posibilidad del hombre nuevo.

Deseándoles que vivamos este tiempo de Cuaresma como tiempo fuerte de conversión en preparación a la Pascua, fuente de gracia y sentido del hombre nuevo, les hago llegar junto a mis oraciones y afecto, mi bendición en el Señor.


Mons. José María Arancedo

Arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz

viernes, 19 de febrero de 2010

IACS


El Instituto Arquidiocesano de Ciencias Sagradas comunica que a partir del viernes 19 de febrero se encuentra abierta la inscripción para 2º, 3º y 4º año, así como para el Ciclo.

Se inscribirá únicamente en la sede (Colegio del Huerto) durante los viernes 26 de febrero y 5 de marzo en el horario de 19 a 21 hs.

jueves, 18 de febrero de 2010

CATEQUESIS 2010 - Inscripciones


Inscripción a Catequesis para el año 2010

A partir del jueves 18 hasta el domingo 28 de febrero en los siguientes horarios:

  • jueves y sábados de 18 a 19.30 hs.

  • domingos de 11 a 12 hs.

¡¡¡LOS ESPERAMOS EN LA PARROQUIA!!!

miércoles, 17 de febrero de 2010

Cuaresma: tiempo de conversión


El Miércoles de Ceniza es el principio de la Cuaresma; un día especialmente penitencial, en el que manifestamos nuestro deseo personal de conversión a Dios. Al acercarnos a los templos a que nos impongan las cenizas, expresamos con humildad y sinceridad de corazón, que deseamos convertirnos y creer de verdad en el Evangelio haciéndolo carne en nosotros.





¿Qué es la Cuaresma?


Es el gran tiempo bautismal y penitencial de la Iglesia, los cuarenta días de conversión y purificación interior que nos preparan a la mayor fiesta cristiana del año, la Pascua. La Cuaresma entera es un signo sagrado, un tiempo sacramental de gracia y crecimiento interior.

No es un tiempo triste, sino más bien meditativo y recogido.

Es, por excelencia, el tiempo de conversión y penitencia del año litúrgico. Por eso, en la Eucaristía no se canta el “Gloria” al final del acto penitencial (excepto el Jueves Santo en la misa de la Cena del Señor), ni el “Aleluya” antes del Evangelio. En los primeros siglos de la Iglesia, los catecúmenos tenían su preparación inmediata a los sacramentos de la iniciación en las semanas de Cuaresma. Toda la Iglesia los acompañaba en ese tiempo de purificación y preparación a la Pascua de Resurrección, en la que los creyentes renovaban, como seguimos haciendo hoy, las promesas bautismales.

Comenzando con el Miércoles de Ceniza, la Cuaresma se prolonga hasta el Jueves santo antes de la Misa de la Cena del Señor. Son cuarenta días que dan origen a su nombre de “Cuaresma”, evocando los cuarenta días de ayuno de Jesús en el desierto y otros episodios del Antiguo Testamento, especialmente los cuarenta años del pueblo de Israel para llegar a la tierra prometida. Tiene cinco domingos “de Cuaresma” más el Domingo de la Pasión o de Ramos, en cuyas lecturas los temas de la conversión, el pecado, la penitencia y el perdón, son dominantes. El camino de la Iglesia hacia la Pascua queda iluminado por el largo camino de fidelidad e infidelidad de la historia de la salvación, con vistas a la muerte y resurrección de Cristo. La escucha asidua de la Palabra de Dios y la mayor dedicación a la oración son actitudes fundamentales de la Cuaresma. La limosna, la oración y el ayuno son desde antiguo expresión característica de la conversión cristiana. La “Cuaresma de Justicia y Fraternidad” a la que nos llama la Iglesia es una ocasión de ampliar la ayuda fraterna hacia Cristo hambriento y sediento en nuestros días.

Oración (de la Liturgia de las horas)

Conviértenos a ti, Dios salvador nuestro, y ayúdanos a progresar en el conocimiento de tu palabra, para que así la celebración de esta Cuaresma dé en nosotros fruto abundante. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, quién contigo vive y reina en unidad con el Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén.

lunes, 15 de febrero de 2010

Las bienaventuranzas proponen "un nuevo horizonte de justicia"

A este tema dedica Benedicto XVI
el Mensaje de la Cuaresma de este año


CIUDAD DEL VATICANO, domingo 14 de febrero de 2010 (ZENIT.org).

"El Evangelio de Cristo responde positivamente a la sed de justicia del hombre, pero de una forma inesperada y sorprendente".

Lo recordó Benedicto XVI el domingo por la mañana, recitando la oración mariana del Angelus junto a los peregrinos acogidos en la Plaza de San Pedro en el Vaticano para esta cita semanal.

Jesús, explicó el Pontífice, “no propone una revolución de tipo social y político, sino la del amor, que ya ha realizado con su Cruz y su Resurrección”.

“Sobre ellas se fundan las bienaventuranzas, que proponen el nuevo horizonte de justicia, inaugurado por la Pascua, gracias al cual podemos llegar a ser justos y construir un mundo mejor”, añadió recordando el pasaje evangélico del día, tomado del Evangelio de Lucas.

“Jesús, alzados los ojos hacia sus discípulos, dice: Dichosos ustedes, los pobres... dichosos ustedes, que tienen hambre... dichosos ustedes, que lloran... dichosos ustedes, cuando los hombres... los desprecien por mi causa".

¿Por qué los proclama dichosos?

“Porque la justicia de Dios hará que estos sean saciados, alegrados, resarcidos de toda falsa acusación, en una palabra, porque les acoge desde ahora en su reino”.

Las bienaventuranzas, subrayó Benedicto XVI, "se basan en el hecho de que existe una justicia divina, que ensalza a quien ha estado humillado y que abaja a quien se ha ensalzado”.

Tras los cuatro “dichosos ustedes”, de hecho, el evangelista Lucas añade cuatro advertencias: “ay de ustedes, los ricos... ay de ustedes, que están saciados... ay de ustedes, que ríen” y “ay, cuando todos los hombres hable bien de ustedes”, porque, “como afirma Jesús, las cosas se invertirán, los últimos serán primeros y los primeros, últimos”.

Como ha recordado el Papa, la justicia y la bienaventuranza se realizan en el “Reino de los cielos” o “Reino de Dios”, “que tendrá su cumplimiento al final de los tiempos pero que está ya presente en la historia”.

"Donde los pobres son consolados y admitidos al banquete de la vida, allí se manifiesta la justicia de Dios”.

“Ésta es la tarea que los discípulos del Señor están llamados a llevar a cabo también en la sociedad actual”, añadió, recordando su visita al Albergue de la Caritas Romana en la Estación Termini, llevado a cabo esa misma mañana.

Recordando que el tema de la justicia está en el centro de su mensaje para la Cuaresma de este año, el Papa invitó a todos a “leerlo y meditarlo”.

Por último, invitó a todos los fieles a “dejarse guiar por la Virgen en el camino de la Cuaresma, para ser liberados de la ilusión de la autosuficiencia, reconocer que tenemos necesidad de Dios, de su misericordia, y entrar así en su Reino de justicia, de amor y de paz”.


domingo, 14 de febrero de 2010

Homilía Dominical

6º Domingo del Tiempo Ordinario
Lecturas
Jer 17, 5-8
I Co 15,12 .16-20
Lc 6,17.20-26


Escuchamos uno de los pasajes más conocidos y al mismo tiempo más comprometedores del Nuevo Testamento: las bienaventuranzas. En ellas se nos presenta el núcleo de la predicación y de la obra de Jesús: el Reino de Dios. Todas las palabras y acciones del Señor, y fundamentalmente su entrega por nosotros tienen como finalidad instaurar el Reino. En las bienaventuranzas se nos recuerdan algunas de las circunstancias en las que el Reino está presente, y tiene que estarlo aún más por la acción de los discípulos.

Conviene recordar que a este mensaje lo conocemos en dos versiones: la de san Lucas, que es la que acabamos de escuchar, y la de san Mateo, quizá más conocida. Mateo enumera nueve bienaventuranzas, y se dirige a cristianos provenientes del judaísmo, que por lo tanto conocían bien el Antiguo Testamento. Por eso su versión es eminentemente religiosa y espiritual. Para Mateo los pobres, por ejemplo, representan no tanto una situación socio-económica, sino un modo de relacionarse con Dios y con el prójimo. La pobreza en san Mateo es sinónimo de humildad, de desapego interior.

Lucas, en cambio, escribe para cristianos provenientes de la cultura griega -él mismo lo era- que se encuentran en una gran ciudad, posiblemente Antioquía o Filipos; ciudades grandes, cosmopolitas, muy plurales, donde había grupos humanos muy distintos y con opiniones e ideologías muy diversas; ciudades, al mismo tiempo, con poco conocimiento de las tradiciones religiosas. Por ello les habla de una manera en que podían entenderlo, relacionando el mensaje con los problemas que ellos tenían que solucionar: en san Lucas, las bienaventuranzas, sin dejar de ser un anuncio religioso, tienen una perspectiva eminentemente social. De una manera concisa y contundente, Lucas describe cuatro situaciones que para él son signo de injusticia social: los pobres, los hambrientos, los que lloran, los perseguidos.

Para Lucas, la pobreza siempre es un mal del que hay que salir y contra el cual hay que combatir. Los pobres aquí no lo son "en el espíritu" sino que son los que carecen de los bienes necesarios e indispensables para realizarse como personas. Por ello a continuación menciona a los que tienen hambre, en sentido literal -a diferencia de Mateo, que menciona a quienes tienen "hambre de justicia". Hambre por carecer del sustento necesario para vivir. Tanto la pobreza como el hambre encierran situaciones que los discípulos de Jesús tienen que transformar con la solidaridad y la fuerza de la Palabra. La bienaventuranza está escondida en esta promesa de superación, que Dios concede por su gracia, pero también como fruto del compromiso comunitario.

Luego viene la bienaventuranza de "los que lloran". Lucas es el evangelista que más utiliza el verbo "llorar". En su evangelio llora la mujer pecadora (Lc 7,38), llora Pedro después de la traición (Lc 22,61), llora Jesús por la dureza de corazón de la ciudad de Jerusalén (Lc 19,41). Llora también la viuda de Naím, por la muerte de su hijo (Lc 7,13). A ella Jesús le ordena: "no llores". Es decir, el llanto representa una situación de tristeza y frustración que hay que superar. "No llores" significa: no niegues tu dolor, pero no te encierres en él. Asumilo, elaboralo, y superalo. El llanto en Lucas es siempre causado por el pecado y la muerte. ¡La bienaventuranza está en que los pecados han sido perdonados y la muerte ha sido vencida!

Como contracara de la misma moneda, Lucas enumera una serie de lamentaciones: "ay de ustedes los ricos, los satisfechos, los que ríen, los que reciben elogios". Era muy frecuente en el pueblo de Israel lamentarse ante situaciones de dolor ajeno, para compadecerse y acompañar el sufrimiento del prójimo. Era costumbre que se entonaran cantos de lamentación en situaciones como los funerales, después de la guerra, cuando se había perdido la libertad. Las más conocidas son quizá las lamentaciones de Jeremías. Es decir, la lamentación se recitaba en situación de desgracia. Y para Lucas, la desgracia está en la riqueza, en un estilo de vida autosuficiente que no sabe ver el sentido profundo de las cosas, en la risa fácil y burlona, en la actitud insolente de los que ridiculizan las cosas valiosas de la vida.

Por último, Lucas reserva el final de su discurso para los perseguidos. Con ello estaba haciendo alusión a los profetas, a los que prefieren la oposición de los demás antes que traicionar su conciencia, su inspiración interior, o la palabra de Dios. La persecución que Lucas elogia no es la actitud de aquellos que siempre ven enemigos en todas partes, o están siempre enojados con todo el mundo. ¡Hay gente que parece necesitar pelearse con alguien para estar bien! La persecución que Lucas elogia es la de quienes "se juegan" por sus valores, sin pretender imponerlos, pero sin dejar que los demás los pisoteen. Esa es la actitud auténticamente profética: la que intenta hacer de las convicciones y creencias un camino de transformación de la realidad.

Pidamos al Señor que nos ayude a intentar recorrer este camino. Las bienaventuranzas no suponen "un modelo único para todos". Por el contrario, cada uno tiene que buscar el suyo.



P. Gerardo Galetto


sábado, 13 de febrero de 2010

Misa celebrada por el Arzobispo



Hoy, sábado 13 de febrero, a las 18 hs., nuestro Arzobispo, Monseñor José María Arancedo presidirá la Misa en la Capilla Nuestra Señora de la Guardia, pidiendo especialmente por las familias afectadas por la crecida del río Paraná.



¡ESPERAMOS CONTAR CON LA PRESENCIA DE TODA LA COMUNIDAD!

viernes, 12 de febrero de 2010

Mesaje para la Cuaresma 2010



Queridos hermanos:

1 – El espíritu de conversión, propio del tiempo de Cuaresma, es un signo de vida y de crecimiento espiritual en el cristiano como en la Iglesia. En él se manifiesta la vivencia de la fe como encuentro personal con el proyecto de Dios realizado en Jesucristo. Cuando en el cristiano falta espíritu de conversión su fe se adormece y su vida pierde el dinamismo de ser un camino que nace en la pascua de Cristo, y que avanza hacia una plenitud de Vida que da sentido a su esperanza.

2 - Cuánta confianza nos trasmite san Juan al decirnos que: “desde ahora somos hijos de Dios, y lo que seremos no se ha manifestado todavía. Sabemos que cuando se manifieste (concluye), seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es” (1 Jn. 3, 2). El espíritu de conversión renueva esta verdad de la fe que da sentido a nuestras vidas y nos convierte, para el mundo, en presencia viva de Jesucristo: “Cristo en ustedes, nos dirá Pablo, es la esperanza de la gloria” (Col. 2, 27).



3 – La plenitud escatológica de la fe no es sólo creer en un más allá, sino la vivencia actual de esa plenitud vivida como gracia que ya ha comenzado a transformar la vida del hombre y que es, para nosotros, verdad, desafío y compromiso. Cuando descuidamos esta dimensión escatológica de la fe, nuestras vidas, comunidades y la misma Iglesia, pierden el dinamismo de sentirse parte de ese proyecto de Dios y nos instalamos en un presente, para el que dejamos de ser testigos de una Vida Nueva.



4 - El espíritu de conversión, por el contrario, es el que nos lleva a vivir con gozo esa tensión de plenitud propia de un auténtico crecimiento personal y eclesial. La conciencia de esta verdad no nos aísla del mundo, porque es precisamente el mundo el destinatario de ese proyecto de Dios al que: “tanto amó que le envío a su Hijo” (Jn. 3, 16-17). Creo que este breve marco teológico nos puede ayudar a comprender y a vivir el sentido de la conversión, como camino de gracia y purificación que Cristo nos ofrece en la Iglesia para nuestro crecimiento y al servicio del mundo.



5 - Para el cristiano la conversión dice referencia a una Persona y a un proyecto de vida que tiene, en esa misma Persona, su fundamento, contenido y posibilidad. Es precisamente por la fe, que se apoya en el testimonio y la palabra de Jesucristo, la que nos ilumina y nos permite conocer y gustar el sentido de esta verdad. “Que te conozca a Ti, Señor, para que me conozca a mí”. Antes de mirarnos a nosotros debemos mirarlo a Él para conocernos y saber en que debemos cambiar.



6 - Cómo debemos agradecer el don de la fe que nos introduce en este camino de sabiduría que ilumina nuestras vidas. A la fe la debemos cuidar y alimentar por ser el don más precioso que hemos recibido; recordemos, además, que ella no es un bien sólo para nosotros, sino para el mundo. Por otra parte, la fe no se conserva como un conjunto de verdades bien guardadas de la que hacemos gala de nuestra identidad y ortodoxia, sino en la pertenencia a una comunidad eucarística que la celebra y anuncia. Sólo como “una victoria que vence al mundo” (1 Jn. 5, 4) es posible mantener viva a la fe. Ese mundo al que hay que vencer puede estar dentro de nosotros.



7 - Les decía que en Jesucristo está el contenido y la posibilidad de nuestra conversión, porque su meta es: “que lleguemos al estado de hombre perfecto y a la madurez que corresponde a la plenitud de Cristo” (Ef. 4, 13). Como nos recordaba el Concilio Vaticano II, sólo a la luz del misterio de Cristo se explica el misterio del hombre (cfr. G.S.). Por ello la conversión cristiana es un camino de encuentro con Jesucristo, pero que sólo es posible recorrerlo con su presencia, es decir, no depende sólo de nuestras fuerzas.



8 – Esto significa que la posibilidad de hacer realidad este proyecto de Dios pasa por el don de la gracia que nos eleva y transforma. Esto no niega el esfuerzo humano ni el valor de la voluntad en el camino de la conversión, pero nos habla de la necesidad de la gracia para alcanzar esa meta a la que estamos llamados. Recuerdo a san Agustín cuando decía: Señor, dame como gracia lo que me pides, y después pídeme lo que quieras”. La primacía de la gracia, lejos de disminuir el valor de lo humano, necesita de él. Esta relación entre lo humano y lo divino, entre la naturaleza y la gracia, alcanza su mayor expresión en la conversión.



9 – Tanto en Aparecida, como en la reciente Carta Pastoral de los Obispos con ocasión de la Misión Continental, el tema de la conversión se presenta como una necesidad y una urgencia en orden a expresar la dimensión misionera de los cristianos y de la Iglesia. Esta dimensión no es algo individual sino eclesial, por ello se habla de “conversión pastoral”, para acentuar el sentido personal pero también eclesial de la conversión. Esto se plantea como el gran desafío que debemos asumir.



10 – La conversión es la respuesta “de quién ha escuchado al Señor con admiración, cree en Él por la acción del Espíritu Santo, se decide a ser su amigo e ir tras de Él, cambiando su forma de pensar y de vivir” (Ap. 278). Se trata de un cambio totalizante, es decir, toda nuestra vida está llamada a ser transformada por Jesucristo. La conversión es reorientar nuestro corazón hacia él y desde él organizar nuestra vida, porque en él hemos descubierto que somos parte única y personal del proyecto de Dios.

Mons. José María Arancedo
Arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz

jueves, 11 de febrero de 2010

Nuestra Señora de Lourdes

En el año 1858 la virgen María Inmaculada se apareció a Bernardita Soubirous, cerca de Lourdes (Francia), dentro de la cueva de Massabielle. Por medio de esta humilde jovencita, María llama a los pecadores a la conversión, suscitando un gran celo de oración y amor, principalmente como servicio a los enfermos y pobres.

La Señora me habló

De una carta de santa María Bernarda Soubirous, virgen

Cierto día fui a la orilla del río Gave a recoger leña con otras dos niñas. En seguida oí como un ruido. Miré a la pradera, pero los árboles no se movían. Alcé entonces la cabeza hacia la gruta y vi a una mujer vestida de blanco, con un cinturón azul celeste y sobre cada uno de sus pies una rosa amarilla, del mismo color que las cuentas de su rosario.

Creyendo engañarme, me restregué los ojos. Metí la mano en el bolsillo para buscar mi rosario. Quise hacer la señal de la cruz, pero fui incapaz de llevar la mano a la frente. Cuando la Señora hizo la señal de la cruz, lo intenté yo también y, aunque me temblaba la mano, conseguí hacerla. Comencé a rezar el rosario, mientras la Señora iba desgranando sus cuentas, aunque sin despegar los labios. Al acabar el rosario, la visión se desvaneció.

Pregunté entonces a las dos niñas si habían visto algo. Ellas lo negaron y me preguntaron si es que tenía que hacerles algún descubrimiento. Les dije que había visto a una mujer vestida de blanco, pero que no sabía de quién se trataba. Les pedí que no lo contaran. Ellas me recomendaron que no volviese más por allí, a lo que me opuse. El domingo volví, pues sentía internamente que me impulsaban...

Aquella Señora no me habló hasta la tercera vez, y me preguntó si querría ir durante quince días. Le dije que sí, y ella añadió que debía avisar a los sacerdotes para que edificaran allí una capilla. Luego me ordenó que bebiera de la fuente. Como no veía ninguna fuente, me fui hacia el río Gave, pero ella me indicó que no hablaba de ese río, y señaló con el dedo la fuente. Me acerqué, y no hallé más que un poco de agua entre el barro. Metí la mano, y apenas podía sacar nada, por lo que comencé a escarbar y al final pude sacar algo de agua; por tres veces la arrojé y a la cuarta pude beber. Después desapareció la visión y yo me marché.

Volví a ir allá durante quince días. La Señora se me apareció como de costumbre, menos un lunes y un viernes. Siempre me decía que advirtiera a los sacerdotes que debían edificarle una capilla, me mandaba lavarme en la fuente y rogar por la conversión de los pecadores. Le pregunté varias veces quién era, a lo que me respondía con una leve sonrisa. Por fin, levantando los brazos y ojos al cielo, me dijo:

«Yo soy la Inmaculada Concepción».

En aquellos días me reveló también tres secretos, prohibiéndome absolutamente que los comunicase a nadie, lo que he cumplido fielmente hasta ahora.

Oración

Dios de misericordia, remedia con el amparo del cielo nuestro desvalimiento, para que, cuantos celebramos la memoria de la inmaculada Virgen María, Madre de Dios, podamos, por su intercesión, vernos libres de nuestros pecados. Por nuestro Señor Jesucristo.

miércoles, 10 de febrero de 2010

Monseñor Arancedo recorrió hoy Colastiné Sur y La Guardia



Monseñor José María Arancedo y el párroco, Pbro. Gerardo Galetto, recorrieron esta mañana Colastiné Sur y La Guardia, visitando a los vecinos afectados por la crecida del río Paraná.

Son muchas las familias de Colastiné Sur que ya empezaron a trasladarse a terrenos más altos, angustiados por tener que dejar sus casas y pertenencias, y por la incertidumbre que provoca la falta de información y la desorganización.

Para pedir por todas las familias de la Costa, el sábado 13 de febrero, a las 18 hs, Monseñor Arancedo celebrará Misa en la Capilla Nuestra Señora de La Guardia. Esperamos contar con la presencia de toda la comunidad.

Con el mismo objetivo de pedir por la bajante del río Paraná y por las familias que ya están siendo afectadas, el Grupo Misionero de Nuestra Señora de Belén organizó una Cadena de Oración. Para todos aquellos que deseen unirse, hay a disposición una grilla con horarios en la Secretaría Parroquial.

Contamos con la oración y la solidaridad de la comunidad parroquial en su conjunto ante esta preocupante situación que nos afecta a todos.

martes, 9 de febrero de 2010

Francisco de Sales, sacerdote santo

San Francisco de Sales,
ejemplo de una santidad no inventada


Corrientes, 8 Feb. 10 (AICA)


El arzobispo emérito de Corrientes, monseñor Domingo Salvador Castagna, consideró que San Francisco de Sales es “uno de esos hombres que no necesitan dignidades inventadas por la sociedad -incluso por la eclesiástica- para ser grandes, les basta la santidad”.

“La santidad constituye, en Francisco de Sales, la armonía y perfección de su talento, sensibilidad, excepcional capacidad de comunicación, dulzura casi celestial y enorme fortaleza. Las virtudes cristianas, llevadas al heroísmo, consolidan su personalidad humana y sacerdotal”, subrayó el prelado al continuar con su serie dedicada a la vida de quienes son ejemplos a seguir durante el Año Sacerdotal.

Tras considerar que es necesario seguir el proceso de crecimiento en la virtud del santo, lo destacó como doctor de la Iglesia, que “vuelca en sus escritos lo que vive. Lo hace enseñando y abriendo senderos nuevos a sus diversos interlocutores. De esa manera reúne una rica doctrina teológica, formulada en forma inteligible, casi periodística”.

El prelado correntino subrayó además el poder de convicción de San Francisco de Sales, y lo retrató citando palabras de un obispo de su época: “Tengo suficiente ciencia teológica para dejar sin palabra -en disputa pública- a los herejes; pero, si pretendo que se conviertan, los mando a Francisco”.

También estimó que inspira “una espiritualidad sacerdotal”, y recordó que San Juan Bosco lo consideró “el inspirador de su ministerio con los jóvenes y de los clérigos llamados a encarnar su singular carisma; de allí el nombre distintivo que adopta para ellos: salesianos”.

Por último, monseñor Castagna sostuvo que “San Francisco de Sales es un modelo actual de santidad sacerdotal. ¡Es impresionante la perennidad de los santos, jamás pierden actualidad! Lo importante es descubrir la esencia íntima de sus vidas. Estimo que queda mucho por decir de San Francisco de Sales. Su camino, como el de Santa Teresita del Niño Jesús, es un rumbo ejemplar hacia la santidad”.+

Texto completo de exposición

domingo, 7 de febrero de 2010

Homilía Dominical

5º Domingo del Tiempo Ordinario
Lecturas
Is 6, 1-2a.3-8
I Co 15,1-11
Lc 5,1-11

Tal vez podamos entender mejor el Evangelio de hoy si miramos un poco nuestra historia y nuestra vida. Seguramene más de una vez nos habrá invadido esa perniciosa sensación de inutilidad, de fatiga o de frustración, que experimentamos cuando determinados proyectos no salen, o nuestros esfuerzos no producen los resultados que esperábamos, o nuestros objetivos no se cumplen. Muchas veces nos empeñamos con entusiasmo y pasión en propósitos que nos parecen nobles, y luchamos por ellos...y más de una vez el final es más pobre de lo que pretendíamos. Esto nos puede llevar a la tristeza, o lo que es peor, a la amargura y al resentimiento. O por el contrario, podemos experimentar que las situaciones límites y los fracasos suelen ser nuevas oportunidades, que nos recuerdan que nuestra vida siempre esconde posibilidades de creatividad y fecundidad.

Pienso que es esta la situación que describen las palabras de Simón, que traduce el estado de ánimo de todos sus compañeros: "hemos trabajado toda la noche, y no hemos sacado nada". Más allá de la coyuntura, lo que fracasa es un proyecto de vida: ¡eran pescadores! ¡Era lo único que sabían hacer!... ¡y no lo hicieron bien! Pero de repente "pasa algo" que cambia la historia: desde la fe ese "algo" siempre es "gracia", o mejor, es "Alguien", es el Señor que no nos abandona y no deja de dirigirnos su palabra, su invitación a intentarlo de nuevo, a empezar otra vez, a perseverar. "Navega mar adentro" es casi una provocación, un desafío, un reclamo de coraje y de audacia. "Mar adentro" significa: no te des por vencido, no pensés que si te fue mal, siempre será así y no hay otra alternativa. "Mar adentro" significa: no te quedés con lo conocido, dejá la orilla, animate a la profundidad.

Es sumamente significativo, porque -como sabemos- el mar en la Escritura tiene un simbolismo muy fuerte. El mar representa todas aquellas profundidades que escapan al control humano, todas aquellas fuerzas que el hombre no puede dominar. El mar es el símbolo de lo que asusta, lo que atemoriza, sea del propio inconsciente o del entorno en el que estamos. En definitiva, muchas veces el mar es símbolo del mal. Lo curioso es que Jesús no pide que huyamos, sino que naveguemos, como si nos dijera: "no te asustes, aunque sean aguas borrascosas, largate... Yo estoy con vos".

Creo que cada uno podrá aplicar a sí mismo y a su situación este pasaje para encontrar los "comienzos" que el Señor espera de nosotros, o los desánimos que tenemos que superar y "las orillas" de las que podemos despegarnos.

Y esto que vale para cada creyente, vale también para toda la comunidad, es decir, para toda la Iglesia. Cuántas veces al sentirnos Iglesia, experimentamos la misma sensación de insuficiencia. La paz en el mundo, la unidad de los cristianos, la justicia y la equidad global han movilizado a los mejores hombres de la Iglesia desde hace muchos años... y los resultados parecen muy pobres. También la distancia que a veces sentimos entre ciertos principios y valores y la realidad concreta en la que vivimos, o las dificultades (de afuera y de adentro) que amenzan con paralizarnos. O los elevados parámetros de santidad que se suponían en la institución, desmentidos por la fragilidad de quienes la integramos. Sin dudas, cada uno desde su lugar y desde su rol, más de una vez puede decir: "Maestro...no era lo que yo esperaba".

En esos momentos de incertidumbre y desolación, tal vez la palabra de Jesús resuene con más potencia si la dejamos actuar o la encontramos detrás de la cáscara de los acontecimientos. Los estancamientos eclesiales sólo se superan si nos animamos a la misión. Cada persona tiene una misión en esta tierra: dejar en el mundo su propia huella, hacer que la vida propia y la de los seres queridos sea más plena, transformar las situaciones en que se desarrolla nuestra vida... Y en la Iglesia todos tenemos la gran misión de anunciar a Jesucristo. Esto con alegría, con entusiasmo, con fervor. Por supuesto, con respeto y sin avasallar a nadie: ser misionero no significa querer convencer, sino querer compartir. Soy misionero no para que pienses como yo, sino para ofrecerte lo que a mí me abrió a un sentido nuevo de la existencia.

P. Gerardo Galetto

sábado, 6 de febrero de 2010

Evangelio Ilustrado


¡Confiá en Jesús!

Evangelio según San Lucas (5,1-11)


(Clickear sobre la imagen para ver tamaño completo)


jueves, 4 de febrero de 2010

La Justicia como tema de reflexión para esta Cuaresma

CIUDAD DEL VATICANO, jueves 4 de febrero de 2010 (ZENIT.org)

“La justicia de Dios se ha manifestado por la fe en Jesucristo” (Rom 3, 21 – 22), es el tema que Benedicto XVI ha querido poner como centro de reflexión de la Cuaresma de 2010.

En el siglo III Ulpiano, conocido jurista romano, definió el término Justicia como “Dar a cada uno lo suyo”. Pero “¿qué es lo suyo?” Es la pregunta que se hace el Santo Padre en la introducción de este texto. Y señala que el hombre tiene una necesidad mas íntima para gozar de una existencia plena, aquello que sólo se puede conceder gratuitamente: “El hombre que vive del amor que sólo Dios puede comunicarle”.

No obstante, el Papa aclara que los bienes materiales son “útiles y necesarios” e hizo alusión al hecho de que Jesús se preocupara por “curar a los enfermos y dar de comer a la multitud que lo seguían”.

¿De dónde viene la injusticia?


Benedicto XVI advierte en su mensaje el peligro que representa el hecho de identificar la raíz de la injusticia en una causa exterior. Error que con frecuencia adoptan muchas ideologías modernas. Y asegura que esa manera de pensar es “ingenua y miope”. “La injusticia, fruto del mal”, señala el Pontífice, “tiene su origen en el corazón humano”, y es ahí donde “se encuentra el germen de una misteriosa convivencia con el mal”.

“El hombre es frágil a causa de un impulso profundo, que lo mortifica en la capacidad de entrar en comunión con el prójimo”. Algo que le hace sentir “una extraña fuerza de gravedad que lo lleva a replegarse sobre sí mismo, a imponerse por encima de los demás y contra ellos”. Ese algo es “el egoísmo” que nace como consecuencia de “la culpa original”. Así, el Papa hace referencia al Génesis, que claramente explica cómo Adán y Eva “sustituyeron la lógica de confiar en el Amor por la sospecha y la competición”, lo que les llevó a experimentar “un sentimiento de inquietud y de incertidumbre”.

Justicia plena

Benedicto XVI explica el término hebreo sedaquad, que significa “aceptación plena de la voluntad del Dios de Israel” y que lleva al hombre a vivir la “equidad con el prójimo”. “Dios está atento al desdichado y como respuesta pide que se le escuche”. Por ello, para que el hombre sea verdaderamente justo debe “salir de esa ilusión de autosuficiencia, del profundo estado de cerrazón, que es el origen de nuestra injusticia”.

El Pontífice muestra que en Cristo, la justicia de Dios alcanza su plenitud. Una justicia que “viene de la gracia, donde no es el hombre que repara, se cura a sí mismo y a los demás” sino una justicia donde el amor de Dios se abre “hasta el extremo”. Sin embargo, se pregunta el Papa: “¿qué justicia existe donde el justo muere en lugar del culpable y el culpable recibe en cambio la bendición que corresponde al justo?” y responde que en este punto es donde se manifiesta la “justicia divina” muy diferente a la “justicia humana” ya que las injusticias humanas fueron pagadas con un precio “verdaderamente exorbitante”: se trata de “la justicia de la cruz”.

El hombre puede rebelarse frente a esta injusticia", advierte el Papa, pero quien acoge este don, logra más bien “salir de la ilusión de autosuficiencia para descubrir y aceptar la propia indigencia, indigencia de los demás y de Dios, exigencia de su perdón y amistad”. Para que esto ocurra, es indispensable “aceptar tener necesidad de Otro que me libere de lo “mío”, para darme gratuitamente a lo “suyo”. Y mediante los sacramentos se puede alcanzar esta justicia, especialmente con “la Penitencia y la Eucaristía”.

Benedicto XVI concluye su mensaje invitando al hombre a acoger una justicia “más grande”. Se trata de la justicia del Amor que hace que el hombre se sienta “más deudor que acreedor, porque ha recibido más de lo que podía esperar” y muestra cómo esto lo lleva ser justo en todos sus actos “donde todos reciban lo necesario para vivir según su propia dignidad de hombres” y donde la justicia “sea vivificada por el amor”.