Nuestra Señora de Belén

Horarios de Misa

Jueves: 19.30hs.
Sábados: 20 hs.
Domingos: 10 hs. Misa para niños, y 20 hs.

Confesiones: después de Misa.

Bautismos: segundo y cuarto domingo de cada mes.


Secretaría Parroquial


Jueves: 18.30 a 20 hs.
Sábados: 18.30a 20 hs.
Domingos: 11 a 12 hs.


CARITAS

Martes de 14 a 18 hs.



Nuestro Párroco

Pbro. Daniel Gazze



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domingo, 18 de marzo de 2012

Dios es Amor


En el evangelio de este domingo, Jesús nos habla del amor Dios. El ha venido a revelarnos quién es Dios y cómo actúa: “Dios amó tanto al mundo, nos dice, que entregó a su Hijo único…. no para juzgarlo sino para salvarlo” (Jn 3, 16-17). Jesucristo, que es el camino para conocer a Dios, es el centro y la fuente de nuestra fe. La primera certeza de la fe cristiana es, precisamente, que Dios es amor; la segunda es que este Dios que es Amor nos habló, así nos dice la carta a los Hebreos: “antiguamente, habló a nuestros padres, luego por medio de los profetas…. ahora, en este tiempo final, Dios nos habló por medio de su Hijo” (Heb. 1, 1). Esto significa que Jesucristo es la revelación plena de Dios, no tenemos que esperar una nueva revelación. Será tarea del Espíritu Santo, que nos ha sido enviado por el Padre y el Hijo, la de ayudarnos a comprender y a vivir como gracia la obra de Jesucristo. La invocación al Espíritu Santo se convierte en la oración permanente de la Iglesia: ¡Ven Espíritu Santo llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu Amor!

Este amor de Dios manifestado en Jesucristo busca el bien de sus hijos, es expresión de su providencia que: “no abandona la obra de sus manos” (Sal 138, 8). Él no vino para juzgar sino para salvar, nos dice. El juicio tiene algo de condena, esta no es la finalidad de Dios, a lo sumo nos condenamos nosotros: “si preferimos las tinieblas a la luz” (cfr. Jn 3. 19). Tampoco su amor es complaciente o demagógico. Es un amor que busca sanar y elevarnos, es un amor exigente diría. Esta es una característica propia del amor auténtico. Un amor que no exige busca agradar y termina con cierta complicidad y demagogia. Es cierto, también, que una exigencia sin amor termina esclavizando y creando distancias. Cuando la exigencia proviene del amor todo cambia, porque busca nuestro bien. Creo que este es un rasgo del amor de Dios manifestado en Jesucristo. Él me va a exigir, me dirá que sea más generoso, que no piense tanto en mí, que piense más en mis hermanos; que sepa perdonar y no devolver mal por mal. Una lectura así del evangelio, en clave de este amor que Dios me tiene, es el camino más seguro para conocerme, crecer y alcanzar una auténtica felicidad.

Otra característica del amor de Dios es la gratuidad y la creatividad. Ante todo es gratuito, se debe a su iniciativa, es una gracia que tiene por finalidad hacernos partícipes de su misma vida para que lleguemos a ser verdaderamente sus hijos (cfr. CIC. 1996). El amor busca la comunión, acorta distancias. En segundo lugar es creativo, es decir, crea en nosotros una vida nueva. El amor nos enriquece y da sentido a nuestras vidas. Dios no me ama porque soy bueno o tengo muchas condiciones, soy bueno porque él me ama. Este amor de Dios que me enriquece se hizo camino de gracia en Jesucristo. Por ello el encuentro con él es el comienzo de una vida nueva. ¿Dónde encontrarme con Jesucristo para participar de la vida de Dios? Creo que esta es la pregunta que nos debemos hacer. La respuesta nos la ha dado el mismo Jesucristo: permanezco con ustedes a través de mi Palabra y de los Sacramentos. Este es, por otra parte, el sentido de la Iglesia: ser para nosotros casa y escuela de comunión con Dios.

Es mi deseo que en esta Cuaresma nos acerquemos a Dios a través de un renovado encuentro con Jesucristo. Reciban junto a mi afecto y oraciones, mi bendición en el Señor Jesús y María Santísima, nuestra Madre de Guadalupe.

Mons. José María Arancedo
Arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz

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