Nuestra Señora de Belén

Horarios de Misa

Jueves: 19.30hs.
Sábados: 20 hs.
Domingos: 10 hs. Misa para niños, y 20 hs.

Confesiones: después de Misa.

Bautismos: segundo y cuarto domingo de cada mes.


Secretaría Parroquial


Jueves: 18.30 a 20 hs.
Sábados: 18.30a 20 hs.
Domingos: 11 a 12 hs.


CARITAS

Martes de 14 a 18 hs.



Nuestro Párroco

Pbro. Daniel Gazze



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domingo, 4 de diciembre de 2011

Homilía Dominical

Domingo II de Adviento - Ciclo B


Lecturas
Is 40, 1-5.9-11
2° Pe 3, 8-14
Mc 1, 1-8

Comienzo de la Buena Noticia de Jesús, Mesías, Hijo de Dios dice el texto de San Marcos que escuchamos hoy. Luego nos habla de Juan que prepara el camino del Señor llamando a la conversión. Creo que podemos aplicar este Evangelio a nuestra vida preguntándonos que obstáculos debemos quitar del camino para que Jesús pueda traernos en esta Navidad la Buena Noticia. Para que como Mesías, Ungido con el Espíritu, nos otorgue la alegría que brota del mismo Espíritu filial.

Un primer obstáculo a quitar puede ser el no dejarnos perdonar. Frecuentemente pensamos en el sacramento de la Confesión como algo que se nos impone para aplacar el enojo de Dios. ¿Qué tal si lo pensamos como ese encuentro que el Padre quiere tener con nosotros para quitarnos del corazón lo que nos pesa, lo que nos hace vivir disgustados con nosotros mismos y los demás? El Mesías viene para salvarnos de nuestros pecados, para alegrarnos con la Misericordia de Dios.

Un segundo escollo, relacionado con el primero, es nuestra cerrazón a otorgar el perdón. A veces, el dolor por la herida recibida nos hace pensar en que tenemos derecho a retener el rencor. Éste, sin embargo, nos sumerge en la tristeza. El Hijo de Dios, nacido para dar la vida por mí, me da las fuerzas para que perdonando también yo pueda gozar de sentirme más hijo del Padre Misericordioso.

El orgullo es otro de los elementos que hace peligrar nuestra alegría, condicionándola a los méritos alcanzados. En Jesús Dios se hace Niño para mostrarnos cuánto valemos para Él y decirnos que al Padre no le interesan nuestros méritos, porque nos ama incondicionalmente desde siempre, sino nuestro amor lleno de asombro y agradecimiento.

No aceptar el sufrimiento que no podemos evitar ni el mal que no podemos cambiar son también causa de que resentimientos, rebeldías y broncas se adueñen de nuestro corazón. Evidentemente que debemos hacer todo lo posible por combatirlos, pero nunca lograremos eliminarlos del todo. El Mesías que vino a cumplir su misión muriendo en la cruz nos ofrece la gracia de vivir el dolor y la impotencia ante el mal unidos a Él, que con sus manos y pies clavados al madero, los transforma en el Amor que de verdad cambia al mundo.

¡María, que te alegraste profundamente en Dios tu Salvador porque miró tu pequeñez e hizo con ella grandes cosas, ayúdanos a ser mensajeros alegres de la Buena Noticia de tu Hijo!

P. Daniel Gazze

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