Nuestra Señora de Belén

Horarios de Misa

Jueves: 19.30hs.
Sábados: 20 hs.
Domingos: 10 hs. Misa para niños, y 20 hs.

Confesiones: después de Misa.

Bautismos: segundo y cuarto domingo de cada mes.


Secretaría Parroquial


Jueves: 18.30 a 20 hs.
Sábados: 18.30a 20 hs.
Domingos: 11 a 12 hs.


CARITAS

Martes de 14 a 18 hs.



Nuestro Párroco

Pbro. Daniel Gazze



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domingo, 27 de febrero de 2011

Homilía Dominical

Domingo VIII del TO - Ciclo A

Lecturas

Is 49, 14-15
I Co 4, 1-5
Mt 6, 24-34


“Nadie puede servir a dos señores” nos dice Jesús en el Evangelio de hoy: sólo uno puede ser el gran amor de nuestra vida, el que la oriente y unifique hasta su realización plena. Por eso termina con esta exhortación: “busquen PRIMERO el Reino de Dios y su Justicia”. Es decir, Él y la realización de su designio de amor para con nosotros debe estar primero en nuestro corazón. Todo otro deseo, para que realmente nos haga felices, tiene que estar subordinado a éste, viene por añadidura.

Después de esto el Señor comienza a pedirnos que no nos inquietemos por las cosas materiales necesarias para nuestra vida. No trata de fomentar la holgazanería y decirnos que no tenemos que trabajar para obtenerlas, sino de advertirnos más bien contra esa inquietud que suele agitar nuestro corazón y que puede tentarnos a poner la confianza en -y por lo tanto a “servir”a- otro “señor”: el dinero, los bienes materiales, los poderes de este mundo, que así se transforman en ídolos, “menospreciando”, dejando de lado al verdadero Señor.

Cuando enfocamos los ámbitos de la política, la economía, la ciencia, etc. puede plantearse esta cuestión: ¿se puede obtener apoyos, avanzar, sortear las dificultades sin dejar de ser fiel al Evangelio? Pero también en nuestra vida cotidiana quizá aparezca esta tentación: el Evangelio es muy lindo para escucharlo en la Iglesia pero, ¿sirve para resolver los problemas de la vida? O, de otra manera, ¿puedo confiar en Dios y en su Palabra en medio de mis dificultades, cuando el mundo parece regirse por otros criterios?

Es en estas situaciones donde resuenan fuerte las frases de hoy: "no se inquieten, hombres de poca fe, el Padre que está en el cielo sabe lo que necesitan". Jesús no invita a una confianza que surge de la fe en que tenemos un Padre para quien valemos mucho más que los pájaros del cielo, a los que sin embargo Él no descuida y alimenta.

¿Y cuánto es ese “más” que valemos nosotros? La Eucaristía, en la que hacemos presente la entrega de Jesús por nuestro rescate y adopción filial, nos recuerda el precio que Dios es capaz de pagar por nosotros, el valor de cada uno ante su mirada de Padre. Por eso, al celebrarla podemos pedirle que haga crecer nuestra fe para que, en las cosas que nos inquietan y nos preocupan no busquemos otro apoyo fuera de su amor y de la fidelidad a su Palabra, sino que nos animemos a confiar como un niño en brazos de su madre. Porque, como nos dice Isaías en la primera lectura de hoy, aunque una madre pueda abandonar a su criatura, Él no puede olvidarse ni dejar de compadecerse de nosotros.

María, Madre de la Confianza, ¡ruega por nosotros!



"Si Dios viste así la hierba de los campos, que hoy existe y mañana será echada al fuego,
¡cuánto más hará por ustedes, hombres de poca fe! No se inquieten, entonces."

P. Daniel Gazze

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