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jueves, 9 de agosto de 2012

Santa Teresa Benedicta de la Cruz

Teresa Benedicta de la Cruz

"Nos inclinamos profundamente ante el testimonio de la vida y la muerte de Edith Stein, hija extraordinaria de Israel e hija, al mismo tiempo, del Carmelo, sor Teresa Benedicta de la Cruz; una personalidad que reúne en su rica vida una síntesis dramática de nuestro siglo. La síntesis de una historia llena de heridas profundas que siguen doliendo aún hoy; síntesis, al mismo tiempo, de la verdad plena sobre el hombre, en un corazón que estuvo inquieto e insatisfecho hasta que encontró descanso en Dios".

(Palabras pronunciadas por Juan Pablo II, con ocasión de la beatificación de Edith Stein en Colonia, el 1º de mayo de 1987).



Teresa Benedicta de la Cruz

Judía, filósofa, Carmelita Descalza y mártir cristiana

¿Quién fue esta excepcional mujer de nuestro tiempo?
Edith Stein, nació en Breslau el 12 de octubre de 1891, la última de once hermanos. Ese mismo día la familia Stein festejaba la mayor fiesta judía, el Yom Kippur, el Día del Perdón. "Esto hizo, más que ninguna otra cosa, que su madre tuviera una especial predilección por la hija más pequeña".

Su padre, comerciante de maderas, murió cuando Edith no había cumplido aún dos años. Su madre, Augusta, una mujer muy religiosa, solícita y voluntariosa, una persona verdaderamente admirable, al quedarse sola, debió hacer frente tanto al cuidado de la familia como a la administración del negocio familiar. A pesar de la inquebrantable fe de Augusta, Edith perdió su fe en Dios a muy temprana edad. "Con plena conciencia y por libre elección dejé de rezar".

Desde pequeña se destacó por su genio vivaz, aunque cuando la gente se admiraba de su inteligencia, ella se molestaba. "Bien sabía yo que era mejor ser buena que inteligente".

En Gotinga

En 1913, la estudiante Edith Stein viajó a Gotinga para asistir a las clases universitarias del gran filósofo judío Edmund Husserl, de quien llegó a ser discípula y asistente, obteniendo bajo su supervisión el doctorado. Por aquellos tiempos, Edmund Husserl fascinaba al público con un nuevo concepto de verdad, la fenomenología: el mundo percibido no sólamente existía de forma kantiana, como percepción subjetiva. Sus discípulos entendían su filosofía como un viraje hacia lo concreto: "un retorno al objetivismo, un volver a las cosas mismas". Sin que él lo pretendiera, la fenomenología condujo a no pocos discípulos y discípulas suyos -varios de ellos judíos- a la fe cristiana.

En Gotinga Edith Stein se encontró también con el filósofo Max Scheler y este encuentro atrajo su atención sobre el catolicismo. Pero todo esto no la hizo olvidar el estudio con el que debía ganarse el pan en el futuro y, en 1915, superó con la máxima calificación el examen de Estado, exigido por Husserl a todos sus estudiantes avanzados.

Al estallar la primera guerra mundial escribía: "ahora ya no tengo una vida propia". Siguió un curso de enfermería y prestó servicio en un hospital militar austríaco. Fueron tiempos difíciles para ella. Atendía a los ingresados en la sección de enfermos de tifus y prestaba servicio en el quirófano, viendo morir a hombres en la flor de su juventud. Al cerrar el hospital militar en 1916, siguió a Husserl a Friburgo, donde obtuvo el doctorado "summa cum laude" con su tesis "Sobre el problema de la empatía ".

Por aquel tiempo fue testigo de un hecho que le causaría una viva impresión y del cual no se olvidaría jamás: en la Catedral de Frankfurt, adonde había concurrido con una amiga que al igual que ella buscaba sin descanso la Verdad, observó cómo una simple mujer entraba con la cesta de las compras, quedándose un rato para rezar, para conversar con el Santísimo. "Esto fue para mí algo completamente nuevo. En las sinagogas y en las iglesias protestantes que he frecuentado los creyentes acuden sólamente a las ceremonias. Aquí, sin embargo, una persona entró en la iglesia desierta, como si fuera a conversar en la intimidad con un amigo. No he podido olvidar lo ocurrido".

Primer encuentro con la Cruz
Edith Stein tenía gran amistad con el asistente de Husserl en Gotinga, Adolf Reinach y su esposa. Adolf Reinach muere en Flandes, en el frente de batalla, en noviembre de 1917. Edith va a Gottinga. Los Reinach se habían convertido al cristianismo. Edith tenía cierta renuencia ante el encuentro con la joven viuda. "¿Cómo podría consolarla ante tal pérdida?"

Con gran sorpresa encontró a una creyente. "Este ha sido mi primer encuentro con la cruz y con la fuerza divina que transmite a sus portadores... Fue el momento en que se desmoronó mi irreligiosidad y brilló, por primera vez, Cristo". Más tarde escribirá: "lo que no estaba en mis planes estaba en los planes de Dios. Arraiga en mí la convicción profunda de que -visto desde el lado de Dios- no existe la casualidad; toda mi vida, hasta los más mínimos detalles, está ya trazada en los planes de la Providencia divina y, ante los ojos absolutamente clarividentes de Dios, presenta una coherencia perfectamente ensamblada".

En otoño de 1918, Edith Stein dejó la actividad de asistente de Edmund Husserl porque deseaba trabajar independientemente. La primera vez que volvió a visitar a Husserl después de su conversión fue en 1930. Tuvo con él una discusión sobre la nueva fe de la que le hubiera gustado que participara también él. Tras ello escribió una frase sorprendente: "Después de cada encuentro que me hace sentir la imposibilidad de influenciarlo directamente, se agudiza en mí la necesidad de rezar por él". Edith Stein vuelve a Breslau. Escribe artículos en defensa de la psicología y de las humanidades. Pero lee también el Nuevo Testamento, Kierkegaard y el opúsculo de los Ejercicios espirituales de Ignacio de Loyola. Se da cuenta de que a un escrito como éste no se le puede simplemente leer, sino que es necesario ponerlo en práctica.

Encuentro con Teresa de Jesús y conversión
En el verano de 1921 fue durante unas semanas a Bergzabern, a la casa de Hedwig Conrad-Martius, su amiga íntima y también discípula de Husserl. Hedwig, junto con su esposo, se había convertido al cristianismo. Una tarde, en que el matrimonio Conrad-Martius, había salido de paseo, dejando a Edith sola en la casa, ésta encontró en la biblioteca la autobiografía de Teresa de Ávila. La leyó durante toda la tarde y hasta bien entrada la noche, sin detenerse. "Cuando cerré el libro, me dije: ésta es la verdad". Considerando retrospectivamente su vida, escribía más tarde: "mi anhelo por la verdad era ya una oración".

El 2 de enero de 1922 Edith Stein recibió el Bautismo. Era el día de la Circuncisión de Jesús, la acogida de Jesús en la estirpe de Abraham. Estaba erguida ante la fuente bautismal, vestida con el blanco manto nupcial de Hedwig Conrad-Martius, que hizo de madrina. "Había dejado de practicar mi religión judía y me sentía nuevamente judía sólamente tras mi retorno a Dios". Ahora tendrá siempre conciencia, y no sólo intelectualmente, sino de manera tangible, de pertenecer a la estirpe de Cristo. En la fiesta de la Candelaria, una fiesta cuyo origen se remonta también al Antiguo Testamento, fue confirmada por el Obispo de Espira en su capilla privada.

Después de su conversión, lo primero que hizo fue volver a Breslau. "Mamá, soy católica". Las dos lloraron. Hedwig Conrad-Martius escribió sobre aquél encuentro, del cual fue testigo: "mira, dos israelitas y en ninguna de ellas hay engaño" (cf. Jn 1, 47).

Inmediatamente después de su conversión, Edith Stein aspira a entrar en el Carmelo, pero sus consejeros espirituales, el Vicario general de Espira y el Padre Przywara, S.J., le impiden dar este paso. Acepta entonces un empleo de profesora de alemán e historia en el Instituto y seminario para maestros del Convento dominico de la Magdalena de Espira hasta Pascua de 1931. Por insistencia del Archiabad Raphael Walzer, del convento de Beuron, hace largos viajes para dar conferencias, sobre todo sobre temas femeninos. "Durante el período inmediatamente precedente y también bastante después de mi conversión... creía que llevar una vida religiosa significaba renunciar a todas las cosas terrenas y vivir solamente con el pensamiento puesto en Dios. Gradualmente, sin embargo, me he dado cuenta de que este mundo exige de nosotros otras muchas cosas..., creo, incluso, que cuanto más se siente uno atraído por Dios, más debe "salir de sí mismo", en el sentido de dirigirse al mundo para llevar allí una razón divina para vivir". Su programa de trabajo es enorme. Traduce las cartas y los diarios del período precatólico de Newmann y la obra Quaestiones disputatae de veritate de Tomás de Aquino, en una versión muy libre por amor al diálogo con la filosofia moderna. El Padre Erich Przywara, S.J., la incitó a escribir también obras filosóficas propias. Aprendió que es posible "practicar la ciencia al servicio de Dios... sólo por tal motivo he podido decidirme a comenzar una serie de obras científicas".

Encuentra siempre las fuerzas necesarias para su vida y su trabajo en el convento benedictino de Beuron, al que va para pasar las fiestas más importantes del año eclesiástico. En 1931 termina su actividad en Espira. Intenta de nuevo obtener la habilitación para la libre docencia en Breslau y Friburgo. Todo en vano. Compone entonces una obra sobre los principales conceptos de Tomás de Aquino: "Potencia y acto". Más tarde hará de este ensayo una obra mayor, desarrollándola bajo el título de "Ser finito y Ser eterno" en el convento de las Carmelitas de Colonia. No fue posible imprimir esta obra durante su vida. En 1932 se le asigna una cátedra en una institución católica, el Instituto de Pedagogía científica de Münster, donde tiene la posibilidad de desarrollar su propia antropología. Aquí encuentra la manera de unir ciencia y fe, y de hacer comprensible esta cuestión a otros.

Durante toda su vida sólo quiso ser "instrumento de Dios". "Quien viene a mí, deseo conducirlo a Él". En 1933 1a noche se cierne sobre Alemania. "Había oído ya antes algo sobre las severas medidas contra los judíos. Pero ahora comencé de pronto a entender que Dios había puesto una vez más su pesada mano sobre su pueblo y que el destino de este pueblo era también el mío". El artículo de la ley de los nazis sobre la raza aria hizo imposible que continuara su actividad docente. "Si aquí no puedo continuar, en Alemania ya no hay posibilidades para mí ". "Me había convertido en una extranjera en el mundo". El Archiabad Walzer, de Beuron, ya no le impidió entrar en un convento de Carmelitas. Durante el tiempo que estuvo en Espira había hecho ya el voto de pobreza, castidad y obediencia. En 1933 se presenta a la Madre Priora del Monasterio de Carmelitas de Colonia. "Sólamente la pasión de Cristo nos puede ayudar, no la actividad humana. Mi deseo es participar en ella".

Entrada al Carmelo
Una vez más Edith fue a Breslau para despedirse de su madre y de la familia. El 12 de octubre fue el último día que pasó en su casa, el día de su cumpleaños y, a la vez, la fiesta judía de los tabernáculos. Edith acompaña a su madre a la sinagoga. Fue un día difícil para las dos mujeres. "¿Por qué has tenido que conocer la fe cristiana? No quiero decir nada contra Jesús. Habrá sido un hombre bueno. Pero ¿por qué tuvo que hacerse Dios?" Su madre lloró amargamente. A la mañana siguiente Edith tomó el tren para Colonia. "No podía tener una alegría arrebatadora. Era demasiado tremendo lo que dejaba atrás. Pero yo estaba tranquilísima, en el puerto de la voluntad de Dios". Cada semana escribirá después una carta a su madre. No recibirá respuesta de su madre por mucho tiempo. Su hermana Rosa le mandará noticias de casa.

El 14 de octubre Edith Stein entra en el monasterio de las Carmelitas de Colonia. En 1934, el 14 de abril, tuvo lugar la ceremonia de toma de hábito. El Archiabad de Beuron celebró la misa. Desde aquel momento Edith Stein llevará el nombre de Sor Teresa Benedicta de la Cruz, en reconocimiento a la gran Santa de Ávila, a San Benito y al signo del Amor en su máxima expresión: la Cruz de Cristo.

Escribe en 1938: "bajo la Cruz entendí el destino del pueblo de Dios que entonces (1933) comenzaba a anunciarse. Pensaba que entendiesen que se trataba de la Cruz de Cristo, que debían aceptarla en nombre de todos los demás. Es verdad que hoy entiendo mejor estas cosas, lo que significa ser esposa del Señor bajo el signo de la Cruz. Aunque ciertamente nunca será posible comprender todo esto, puesto que es un secreto". El 21 de abril de 1935 hizo los votos temporales. El 14 de septiembre de 1936, en el momento de renovar los votos, murió su madre en Breslau. "Hasta el último momento mi madre ha permanecido fiel a su religión. Pero, puesto que su fe y su firme confianza en su Dios... fue lo último que permaneció vivo en su agonía, confío en que haya encontrado un juez muy clemente y que ahora sea mi más fiel abogada, para que también yo pueda llegar a la meta".

En el recordatorio de su profesión perpetua, el 21 de abril de 1938, hizo imprimir las palabras de San Juan de la Cruz, al que dedicará su última obra, La Ciencia de la Cruz: "que ya sólo amar es mi ejercicio".

La entrada de Edith Stein en el convento de las Carmelitas no fue una huida. "Quien entra en el Carmelo no se pierde para los suyos, sino que le tienen aún más cercano; y ésto porque nuestra profesión es la de dar cuenta de todos a Dios ". Y ella dio cuenta a Dios, sobre todo, de su pueblo."Pienso continuamente en la reina Ester, que fue sacada de su pueblo para dar cuenta ante el rey. Yo soy una pequeña y débil Ester, pero el Rey que me ha elegido es infinitamente grande y misericordioso. Esto es un gran consuelo " (31.10.1938).

El 9 de noviembre de 1938 se puso de manifiesto ante todo el mundo el odio que tenían los nazis a los judíos. Arden las sinagogas, se siembra el terror entre las gentes judías. La Madre Superiora de las Carmelitas de Colonia hace todo lo posible para llevar al extranjero a Sor Teresa Benedicta de la Cruz. La noche de fin de año de 1938 cruza la frontera de los Países Bajos y la llevan al monasterio de Carmelitas de Echt, en Holanda. Allí redacta su testamento el 9 de junio de 1939."Ya desde ahora acepto con gozo, en completa sumisión y según su santísima voluntad, la muerte que Dios me haya destinado. Ruego al Señor que acepte mi vida y muerte... de manera que el Señor sea reconocido por los suyos y que su Reino venga con toda su magnificencia para la salvación de Alemania y la paz del mundo... ".

Ya en el monasterio de Carmelitas de Colonia, a Edith Stein se le había dado permiso para dedicarse a las obras científicas. Allí había escrito, entre otras cosas, De la vida de una familia judía. "Deseo narrar simplemente lo que he experimentado al ser judía". Ante "la juventud que hoy es educada desde la más tierna edad en el odio a los judíos, nosotros, que hemos sido educados en el seno de una familia judía, tenemos el deber de dar testimonio". En Echt, Edith Stein escribirá a toda prisa su ensayo sobre Juan de la Cruz, el místico doctor de la Iglesia, con ocasión del cuatrocientos aniversario de su nacimiento, 1542-1942. En 1941 escribía a una religiosa con quien tenía amistad: "una scientia crucis (la ciencia de la cruz) sólamente puede ser entendida si se lleva todo el peso de la cruz. De ello estaba convencida ya desde el primer instante y de todo corazón he pronunciado: Ave, Crux, Spes unica (Te saludo, Cruz, única esperanza)". Su estudio sobre San Juan de la Cruz lleva como subtítulo: "La ciencia de la Cruz ".

Testigo de la presencia de Dios

El 2 de agosto de 1942 llega la Gestapo. Edith Stein se encuentra en la capilla con las otras Hermanas. En cinco minutos debe presentarse, junto con su hermana Rosa, que se había bautizado en la Iglesia Católica y prestaba servicio como portera de las Carmelitas de Echt. Las últimas palabras de Edith Stein que se oyen en Echt están dirigidas a Rosa: "Ven, vayamos por nuestro pueblo". Junto con otros muchos judíos convertidos al cristianismo, las dos mujeres son llevadas al campo de concentración de Westerbork. Se trataba de una venganza contra el comunicado de protesta de los obispos católicos de los Países Bajos por los progromos y las deportaciones de los judíos. "Jamás había pensado que los seres humanos pudieran llegar a ser así, y tampoco podía pensar que mis hermanas y hermanos debieran sufrir así... cada hora rezo por ellos. ¿Oirá Dios mi oración? En todo caso, oye ciertamente sus lamentos".

El Prof. Jan Nota, cercano a ella, escribirá más tarde: "para mí, ella es, en un mundo de negación de Dios, una testigo de la presencia de Dios". Al amanecer del 7 de agosto sale una expedición de 987 judíos hacia Auschwitz. El 9 de agosto Sor Teresa Benedicta de la Cruz, junto con su hermana Rosa y muchos otros, murió en las cámaras de gas de Auschwitz.

Con su beatificación en Colonia el 1º de mayo de 1987, la Iglesia rindió honores, por decirlo con palabras del Sumo Pontífice Juan Pablo II, a "una hija de Israel, que durante la persecución de los nazis ha permanecido, como católica, unida con fe y amor al Señor Crucificado, Jesucristo, y, como judía, a su pueblo ".


Poema al Espíritu Santo
Edith Stein

¿Quién eres tú,
dulce luz que me llenas
e iluminas la oscuridad de mi corazón?
Me conduces igual que una mano materna
y si me dejaras libre,
no sabría ni dar un paso.
Tú eres el espacio
que envuelve todo mi ser
y lo encierra en sí,
abandonado de ti cae en el abismo de la nada,
donde tú lo elevas al Ser.
Tú, más cercano a mí que yo misma
y más íntimo que mi intimidad,
y aún inalcanzable e incomprensible,
y que todo nombre hace renacer:
Espíritu Santo,
¡Amor Eterno!

Oración

Santa Teresa Benedicta de la Cruz, que a ejemplo tuyo aspiremos siempre y solamente a alcanzar la sagrada ciencia de la Cruz. Amén.

Fuente: www.vatican.va

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