Nuestra Señora de Belén

Horarios de Misa

Jueves: 19.30hs.
Sábados: 20 hs.
Domingos: 10 hs. Misa para niños, y 20 hs.

Confesiones: después de Misa.

Bautismos: segundo y cuarto domingo de cada mes.


Secretaría Parroquial


Jueves: 18.30 a 20 hs.
Sábados: 18.30a 20 hs.
Domingos: 11 a 12 hs.


CARITAS

Martes de 14 a 18 hs.



Nuestro Párroco

Pbro. Daniel Gazze



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lunes, 20 de septiembre de 2010

Homilía Dominical

25º Domingo del Tiempo Ordinario
Lecturas

Am 8, 4-7
Tim 2, 1-8
Lc 16, 1-13



Insiste el Señor con un tema que venimos escuchando desde varios domingos atrás, y que es la necesidad del desapego para ser su discípulo. Invita a vivir la generosidad y el desprendimiento, a semejanza de nuestro Dios. Efectivamente, lo que está en juego es la imagen de Dios impresa en nosotros. El nuestro es un Dios amor, un Dios que no se guarda, sino que se entrega totalmente al hombre, y que no deja de enriquecerlo sobreabundantemente con toda clase de bienes. Por eso, quien no es desprendido no sólo daña su relación con el prójimo, sino que se infringe una herida mucho mayor: desfigura la imagen de Dios impresa en él. De ahí la advertencia de Jesús a no tener dos señores, a no dividir el corazón y a recordar que no se puede servir a Dios y al dinero.

Llama la atención la parábola que utiliza el Señor para inculcarnos estas actitudes, porque en ella el protagonista que se propone como modelo a los oyentes es un personaje que desde el punto de vista moral no ha obrado bien: es reprochable, se trata de un administrador deshonesto. Sobre todo es llamativo porque en la tradición del Antiguo Testamento los pecados económicos tenían (¡y siguen teniendo hoy día!) una maldad especial, constituían una ofensa muy grande a Dios. La primera lectura es un ejemplo de la recriminación del profeta a todos aquellos que trampean las balanzas, alteran las medidas, cambian el precio, para comprar al pobre con dinero.... Todo lo que Amós condena es lo que parece haber hecho el protagonista de la parábola.

¿Acaso el Señor no condena la deshonestidad? Sin dudas, y es bueno recordarlo siempre. Pero la actitud que se propone para nosotros es la habilidad de ese hombre para transformar la dificultad en un beneficio posterior. Es un ejemplo porque aprovechó el presente para que el futuro resulte mejor. Esa capacidad es la que lleva a Jesús a dirigirnos un triste reproche cuando dice que los hijos de este mundo son más astutos que los hijos de la luz. ¡Cuántas veces observamos que quienes hacen el mal son mejores para lo suyo que nosotros para hacer el bien! ¡Cuántas veces los malos son más dedicados a sus objetivos y fines que nosotros para los valores y las virtudes! Jesús, que demuestra una vez más tener un gran conocimiento de la condición humana, que sabe lo que hay en el corazón del hombre, nos invita a proceder con la misma habilidad pero para el bien. Por otra parte, aunque a veces nos sintamos dueños, no somos más que administradores. Todo lo que tenemos -la vida, la salud, la inteligencia, los bienes, los vínculos...- en definitiva es signo de un Dios que puso todo en nuestras manos para que lo utilicemos del mejor modo posible. Algún día nosotros también escucharemos esas mismas palabras: "dame cuenta de tu administración". ¿Qué hiciste con tu vida? ¿Cómo empleaste los talentos recibidos? El trayecto terreno de nuestra historia es el presente que tenemos que aprovechar para trabajar por la vida eterna, el Reino de Dios.

Puede pasar que cierto materialismo agresivo de la sociedad, nos contagie y nos impregne de competitividad, llevándonos a medir todo por los éxitos terrenos o los bienes materiales. En este contexto, la actitud de libertad interior y desprendimiento puede ayudar mucho a descubrir la fecundidad del evangelio de Jesús.

P. Gerardo Galetto

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