Nuestra Señora de Belén

Horarios de Misa

Jueves: 19.30hs.
Sábados: 20 hs.
Domingos: 10 hs. Misa para niños, y 20 hs.

Confesiones: después de Misa.

Bautismos: segundo y cuarto domingo de cada mes.


Secretaría Parroquial


Jueves: 18.30 a 20 hs.
Sábados: 18.30a 20 hs.
Domingos: 11 a 12 hs.


CARITAS

Martes de 14 a 18 hs.



Nuestro Párroco

Pbro. Daniel Gazze



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martes, 10 de julio de 2012

San Benito Abad


San Benito Abad
patrono de Europa

Nació en Nursia, región de Umbría, hacia el año 480. Después de haber recibido en Roma una adecuada formación, comenzó a practicar la vida eremítica en Subiaco, donde reunió a algunos discípulos; más tarde se trasladó a Casino. Allí fundó el célebre monasterio de Montecasino y escribió la Regla, cuya difusión le valió el título de patriarca del monaquismo occidental. Murió el 21 de marzo del año 547, pero, ya desde finales del siglo VIII, en muchos lugares comenzó a celebrarse su memoria el día de hoy.



No antepongan nada, absolutamente, a Cristo

De la Regla de san Benito, abad

Cuando emprendas alguna obra buena, lo primero que has de hacer es pedir constantemente a Dios que sea él quien la lleve a término, y así nunca lo contristaremos con nuestras malas acciones, a él, que se ha dignado contarnos en el número de sus hijos, ya que en todo tiempo debemos someternos a él en el uso de los bienes que pone a nuestra disposición, no sea que algún día, como un padre que se enfada con sus hijos, nos desherede, o, como un amo temible, irritado por nuestra maldad, nos entregue al castigo eterno, como a servidores perversos que han rehusado seguirlo a la gloria.


Por lo tanto, despertémonos ya de una vez, obedientes a la llamada que nos hace la Escritura: ya es hora de despertarnos del sueño. Y, abiertos nuestros ojos a la luz divina, escuchemos bien atentos la advertencia que nos hace cada día la voz de Dios: "Si escuchan hoy su voz, no endurezcan el corazón"; y también: "Quien tenga oídos que oiga lo que dice el Espíritu a las Iglesias".


¿Y qué es lo que dice? Vengan, hijos, escúchenme: los instruiré en el temor del Señor. Caminen mientras tengan luz, antes de que los sorprendan las tinieblas de la muerte. Y el Señor, buscando entre la multitud de los hombres a uno que realmente quisiera ser operario suyo, dirige a todos esta invitación: ¿Hay alguien que ame la vida y desee días de prosperidad? Y, si tú, al oír esta invitación, respondes: «Yo», entonces Dios te dice: «Si amas la vida verdadera y eterna, guarda tu lengua del mal, tus labios de la falsedad; apártate del mal, obra el bien, busca la paz y corre tras ella. Si así lo hacen, mis ojos estarán sobre ustedes y mis oídos atentos a sus plegarias; y, antes de que me invoquen, les diré: Aquí estoy».


¿Qué hay para nosotros más dulce, hermanos muy amados, que esta voz del Señor que nos invita? Vean cómo el Señor, con su amor paternal, nos muestra el camino de la vida.


Ceñida, pues, nuestra cintura con la fe y la práctica de las buenas obras, avancemos por sus caminos, tomando por guía el Evangelio, para que alcancemos a ver a aquel que nos ha llamado a su reino. Porque, si queremos tener nuestra morada en las estancias de su reino, hemos de tener presente que para llegar allí hemos de caminar a prisa por el camino de las buenas obras.


Así como hay un celo malo, lleno de amargura, que separa de Dios y lleva al infierno, así también hay un celo bueno, que separa de los vicios y lleva a Dios y a la vida eterna. Éste es el celo que han de practicar con ferviente amor los monjes, esto es: estimando a los demás más que a uno mismo; soporten con una paciencia sin límites sus debilidades, tanto corporales como espirituales; pongan todo su empeño en obedecerse los unos a los otros; procuren todos el bien de los demás, antes que el suyo propio; pongan en práctica un sincero amor fraterno; vivan siempre en el temor y amor de Dios; amen a su abad con una caridad sincera y humilde; no antepongan nada absolutamente a Cristo, el cual nos lleve a todos juntos a la vida eterna.


Oración


Señor, Dios nuestro, que hiciste del abad san Benito un esclarecido maestro en la escuela del divino servicio, concédenos, por su intercesión, que, prefiriendo tu amor a todas las cosas, avancemos por la senda de tus mandamientos con libertad de corazón. Por nuestro Señor Jesucristo.

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