Mística peruana, terciaria dominica,
canonizada por el Papa Clemente X en 1671,
transformándose así en la primer santa americana.
Gloriosa Santa Rosa de Lima,
tú que supiste lo que es amar
a Jesús con un corazón
tan fino y generoso.
Que despreciaste las vanidades del mundo
para abrazarte a su cruz
desde tu más tierna infancia.
Que amaste con filial devoción
a nuestra Madre del Cielo
y profesaste una gran ternura y dedicación
a los más desvalidos, sirviéndoles como el mismo Jesús.
Enséñanos a imitar tus grandes virtudes para que,
siguiendo tu ejemplo, podamos gozar
de tu gloriosa protección en el Cielo.
Por Nuestro Señor Jesucristo,
que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.
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