Nuestra Señora de Belén

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miércoles, 10 de noviembre de 2010

Evangelizar el mundo de la enfermedad



El visitar y cuidar enfermos es una de las obras de misericordia más importantes para cualquier cristiano. San Vicente de Paul nos diría que es uno de los oficios que desempeñó el mismo Hijo de Dios en su vida pública. Las páginas del Evangelio están llenas de encuentros de Jesús con los enfermos, e incluso, con los enfermos más necesitados y desasistidos. Es más, Él mismo quiso que sus discípulos continuaran esta práctica de “visitar y curar” que Él practicaba con frecuencia: “Les dio poder para curar toda enfermedad y toda dolencia”. (Mt 10, 1). Los encuentros de Jesús con los enfermos no eran encuentros vacíos. Siempre llevaban consigo la curación, porque acercaban al enfermo a Dios.
La siguiente reflexión está tomada del libro "Id y curad: evangelizar el mundo de la enfermedad.", del P. José Antonio Pagola.


La actuación curadora de Jesús


Jesús y los enfermos

El modo más adecuado de empezar nuestra reflexión es escuchar con fidelidad aquellas palabras de Jesús a sus discípulos: “Cuando entren en una ciudad curen a los enfermos que haya en ella y digan: Ya les llega el Reino de Dios”. (Lc 10, 8-9). Esta es nuestra tarea, entrar “en la ciudad” actual, en la sociedad de nuestros días, “curar a los enfermos” que hay en ella y proclamar a los enfermos de hoy, que “les está llegando el Reino de Dios”.

Esta reflexión va a tener dos partes:

1) La actuación de Jesús en el submundo de los enfermos como modelo y criterio de nuestra acción evangelizadora y
2) Apuntar algunas líneas de acción en nuestra comunidad

1) La actuación de Jesús



Jesús se acerca al mundo enfermo. Uno de los datos que con mayor garantía histórica podemos afirmar de Jesús es su cercanía y atención a los enfermos: leprosos, tarados, locos, desvalidos, etc… Cuando entra en una ciudad su mundo preferido es el de los enfermos, a los que se les niegan la dignidad y los derechos mínimos sin los cuales la vida humana no puede ser considerada como “humana”.

En la sociedad judía la enfermedad no era un problema biológico, era una señal de abandono y rechazo de Dios, como castigo del pecado del enfermo. En consecuencia esto provocaba también la marginación social, la condena moral y la discriminación religiosa. Los enfermos eran el sector más abandonado y despreciado de la sociedad judía. Jesús los encuentra tirados por los caminos, viviendo en lugares aislados y desérticos, arrastrados por la mendicidad y el hambre, poseídos por espíritus malignos, rechazados por miedo al contagio … hombres sin hogar y sin futuro. A ellos se acerca Jesús, los acoge, los toca y los cura.

A Jesús no le mueve ningún interés económico “Lo que recibieron gratis, denlo gratis” (Mt 10, 8). Ni por un deber profesional. Jesús ni es médico, ni curandero. No le mueve un deber religioso, como si fuera un sacerdote judío, obligado a realizar en los enfermos las prescripciones de la ley. Ni siquiera intenta hacer proselitismo, aunque normalmente los curados siguen a Jesús. Pero no los obliga. Al endemoniado de Gerasa le dice: “Ve a tu casa y cuenta a los tuyos los que el Señor ha hecho contigo” ( Mc 5, 19 ). De los diez leprosos curados, solo uno vuelve a Jesús. ¿Qué es entonces lo que impulsa a Jesús a acercarse al submundo de los enfermos?

Jesús actúa movido por su amor entrañable a estos seres desvalidos y por su pasión liberadora por arrancarlos del poder desintegrador del mal. Es la misericordia la que le impulsa. Jesús hace palpable la cercanía de Dios. Sus gestos encarnan, actualizan y hacen realidad el amor del Padre hacia estos desvalidos. Con su actuación curativa y liberadora, Jesús es signo de que Dios no les abandona. Es cierto lo que proclama: “Si yo arrojo los demonios por el Espíritu de Dios es que ha llegado a vosotros el reinado de Dios”. ( Mt 12, 28 ).

Éste es el dato que hemos de recoger. Jesús se hace presente allí en donde la vida parece más amenazada e incluso, malograda y aniquilada. Y es a partir de su acción liberadora y recreadora en este mundo enfermo, desde donde anuncia el Reino de Dios. El servicio liberador al hombre enfermo, humillado, excluido y destinado al fracaso es el lugar desde el que se puede anunciar a la sociedad entera la gracia salvadora de Dios, amigo del hombre, amigo de la vida.


2) Para reflexionar sobre nuestras obras

1- ¿ Recordamos algún pasaje evangélico en el que Jesús se encuentra con los enfermos? ¿Cuál?
2- ¿Qué hace Jesús en ese encuentro?
4- ¿Qué lección podemos deducir de ese texto evangélico?
5- En nuestras visitas a los enfermos ¿intentamos imitar a Jesús?
6- ¿Qué deberíamos hacer en nuestra comunidad para imitar a Jesús, el médico que vino a curarnos a todos?


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