Nuestra Señora de Belén

Horarios de Misa

Jueves: 19.30hs.
Sábados: 20 hs.
Domingos: 10 hs. Misa para niños, y 20 hs.

Confesiones: después de Misa.

Bautismos: segundo y cuarto domingo de cada mes.


Secretaría Parroquial


Jueves: 18.30 a 20 hs.
Sábados: 18.30a 20 hs.
Domingos: 11 a 12 hs.


CARITAS

Martes de 14 a 18 hs.



Nuestro Párroco

Pbro. Daniel Gazze



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domingo, 5 de diciembre de 2010

Homilía Dominical

Domingo II de Adviento - Ciclo A

Lecturas

Is 11, 1-10
Rm 15, 1-9
Mt 3, 1-12


En este camino del Adviento resuena hoy la voz de Juan el Bautista, que exhorta al arrepentimiento, a preparar el camino del Señor. Bautiza con agua pero anunciando al que viene a bautizarnos con el Espíritu.

¿Cómo entender esta conversión que nos pide? Sabemos que el Espíritu es el que obra en nosotros la plenitud del arrepentimiento, el dolor verdadero de nuestros pecados. Ése que experimentamos delante de la misericordia infinita de Dios que quiere encontrarnos a toda costa como hijos. Pero esto exige de nuestra libertad una preparación, el descubrimiento de que nuestra manera vieja de vivir no sólo significa rechazo y herida de este Amor tan grande sino que tampoco nos hace bien, es un obstáculo para vivir una fecundidad a la que estamos llamados, para dar los frutos que nos harán felices.

Se acercan a Juan los fariseos y saduceos a los que trata duramente llamándolos raza de víboras. Creo que ellos nos pueden ayudar a comprender esa manera vieja de vivir que tenemos que aborrecer para preparar la venida de Jesús a nosotros.

Los primeros eran la clase observante, los que cumplían al detalle la Ley de Moisés. Pero precisamente ésto mismo se había convertido para algunos en ocasión de equivocar el modo de relacionarse con Dios y con los demás. Con Dios se trataba de "cumplir" para sentirse salvados por sus méritos. Con los demás demostraban la jactancia de saberse superiores. El Espíritu que trae Jesús choca contra estas actitudes. Es fuego del Amor misericordioso del Padre que requiere de nosotros pequeñez para poner sólo en Él la esperanza de la salvación. Y no le interesa el cumplimiento sino una respuesta de amor que nos capacita para entregarnos también nosotros por la salvación de los demás y no para sentirnos superiores.

Los saduceos eran la clase aristocrática, sacerdotal, que ponían su orgullo en tener por padre a Abraham. Así también la relación con Dios terminaba fundándose en algo externo, creando una élite genética que excluía a muchos de la salvación. El Espíritu con el que Jesús nos bautiza es incompatible con estas posturas. Viene a establecer lazos no genéticos, de carne y de sangre, sino de corazones, de gracia y de amor. Es también universal y ajeno al individualismo. Es ofrecido a todos y nos enseña a gustar de tener muchos hemanos y a preocuparnos porque todos entren a formar parte de la nueva familia que Dios quiere realizar con todos los hombres.

Queridos hermanos, en la cercanía de la fiesta de la Inmaculada Concepción, nuestra Madre, la Virgen María, es un buen espejo donde podemos ver perfectamente reflejadas estas actitudes nuevas que el Espíritu quiere sembrar en nosotros para hacernos, como a Ella, muy fecundos en buenos frutos. La Virgen no se jacta de sus méritos sino que alaba al Dios que ha mirado su pequeñez. Y el mismo Jesús le va a pedir que no se refugie en derechos genéticos:"¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?..." Por eso nos la va a entregar en la cruz, para que su maternidad alcance a todos los que quieran cumplir la voluntad del Padre, a todos los que deseen tener un corazón de hijo como el de Jesús. Madre Inmaculada, en este Adviento en el que esperamos renovar nuestro encuentro con tu Hijo, ¡ruega por nosotros!

¡Ven Señor Jesús!


"¡Preparen el camino del Señor!"


P. Daniel Gazze

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