Nuestra Señora de Belén

Horarios de Misa

Jueves: 19.30hs.
Sábados: 20 hs.
Domingos: 10 hs. Misa para niños, y 20 hs.

Confesiones: después de Misa.

Bautismos: segundo y cuarto domingo de cada mes.


Secretaría Parroquial


Jueves: 18.30 a 20 hs.
Sábados: 18.30a 20 hs.
Domingos: 11 a 12 hs.


CARITAS

Martes de 14 a 18 hs.



Nuestro Párroco

Pbro. Daniel Gazze



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domingo, 27 de septiembre de 2009

Homilía Dominical

26º Domingo del Tiempo Ordinario
Lecturas
Nm 11, 25-29
St 5, 1-6
Mc 9, 38-43.45.47-48

Al igual que el domingo anterior, Jesús ofrece orientaciones acerca de la vida de la comunidad y las características de quienes pretendan ser sus discípulos. Jesús elogia la atención privilegiada a los pequeños, recordando que el bien hecho a ellos no quedará sin recompensa, aunque sea un gesto tan sencillo como dar un vaso de agua, por el hecho de que en los pequeños está Cristo mismo. Esto nos ayuda a entender que lo esencial de la vida cristiana es la caridad y el servicio, y que aún las cosas más simples ayudan a construir un mundo mejor cuando las hacemos con amor.

Por el contrario, las injusticias, opresiones, maldades cometidas contra los pequeños merecen las más terribles de las penas, al punto de que Jesús afirma que "más le valdría que lo arrojen al mar con una piedra en el cuello" al que haga daño -material o espiritual- a un pequeño. Los pequeños son los niños, pero también los pobres, los oprimidos, los olvidados, los enfermos; la pequeñez evangélica es la actitud de los que no ponen su centro en el propio yo, sino que su confianza está en el Señor. Esta parecería ser una característica que el Señor espera de su Iglesia y de cada uno de nosotros.

En el comienzo del relato de hoy aparece otra característica que Jesús parecería esperar de su comunidad: la apertura mental y la grandeza de corazón para reconocer todo el bien que hay fuera de ella. Jesús recrimina a Juan, que ha querido impedir la acción de uno que hacía milagros..."pero no es de los nuestros". Este modo de pensar estrecho no es voluntad de Jesús, quien enseña que cualquiera que diga una palabra verdadera pertenece al Reino, aunque tal vez no esté en la Iglesia; cualquiera que haga una obra de Justicia contribuye a instaurar el Reino, aunque tal vez no pertenezca formalmente al grupo de los creyentes; cualquiera que haga el bien hace crecer el Reino, aunque a lo mejor piense distinto que nosotros. ¡Quien entiende la historia como la oposición entre "los nuestros" y "los otros" no ha entendido lo que Jesús espera de sus discípulos!

Es cierto que nosotros pertenecemos a Jesús y a su Iglesia, y que no da lo mismo "estar" que "no estar". Y es bueno que tengamos un sano orgullo por el hecho de ser católicos, y que no dudemos de que en Cristo está la plenitud de la Verdad y de la vida; y que manifestemos nuestra pertenencia sin complejos de inferioridad, pero también sin pretensiones de una exclusividad que no es el espíritu de nuestro fundador.

Quizás el final del párrafo de hoy tenga que ver con esto. Jesús habla de arrancar "la mano" y "el ojo" si éstos son ocasión de pecado. Lo hace en el contexto del escándalo, que literalmente significa en la Biblia impedir a los demás el acceso a la salvación, poner obstáculos en la vida de los otros. El sentido sería: que tus manos no se cierren a las manos de todos aquellos que luchan por un mundo mejor, aunque no piensen como vos, que tus ojos no sean ciegos para reconocer cuánto bien hay en otras religiones y creencias. La "mano" y el "ojo" son ocasión de pecado cuando se convierten en piedra de tropiezo que impide el encuentro con los demás, aunque no compartamos todos los puntos de vistas y criterios.

P. Gerardo Galetto

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