Nuestra Señora de Belén

Horarios de Misa

Jueves: 19.30hs.
Sábados: 20 hs.
Domingos: 10 hs. Misa para niños, y 20 hs.

Confesiones: después de Misa.

Bautismos: segundo y cuarto domingo de cada mes.


Secretaría Parroquial


Jueves: 18.30 a 20 hs.
Sábados: 18.30a 20 hs.
Domingos: 11 a 12 hs.


CARITAS

Martes de 14 a 18 hs.



Nuestro Párroco

Pbro. Daniel Gazze



A todos los que ingresen a esta página:


*** BIENVENIDOS ***

_______________________________________________________

:: Homilías ::

(Clickear sobre la Biblia para leer las lecturas)


_____________________________________________

domingo, 21 de marzo de 2010

Homilía Dominical

5º Domingo de Cuaresma
Lecturas
Is 43,16-21
Flp 3,8-14

Jn 8,1-11


Estamos acercándonos al final de la Cuaresma: el próximo domingo celebraremos el comienzo de la Semana Santa, y la liturgia de hoy nos invita a pregustar la Pascua, a ir "sintiendo" la cercanía de esta gran obra de Dios, que resucitando a Jesús nos ofrece vida nueva. La primera lectura nos traía estas hermosas palabras de Isaías: "yo voy a hacer algo nuevo...¿no se dan cuenta? ya está germinando". Todo el trabajo de conversión y arrepentimiento que nos propuso este tiempo penitencial tiene como objetivo preparar el corazón para descubrir esta novedad que Dios realiza en la historia: darnos cuenta de que la vida siempre se renueva, que todo en nosotros tiene el signo de la Pascua, que hay desprendimientos, pérdidas, muertes, que llevan el signo de la esperanza, de la resurrección, de nuevas posibilidades de vida plena.

En la segunda lectura se nos hablaba de la misma experiencia. Reconociendo todo lo que Cristo había hecho en él, Pablo ve todo lo que le queda por delante: "no es que lo haya alcanzado, sino que mirando hacia la meta me lanzo hacia adelante". Palabras que expresan el dinamismo de la vida cristiana: un discípulo del Señor nunca puede estar satisfecho con lo hecho, siempre tiene que estar decidido a considerar que lo que vale es Cristo más que las propias obras buenas. Este apego a los méritos pasados Pablo lo denomina "justicia que viene de la ley", como si la santidad fuera conformar la vida con moldes externos establecidos por mandatos y preceptos, lo cual es un camino equivocado que produce mucho daño en la religiosidad. Al contrario, Pablo habla de la justicia que viene de la fe en Cristo, es decir de la entrega del corazón y de toda la existencia a la persona viva del Señor, que renueva en nosotros todo.

El hermoso pasaje evangélico -igual que el que escuchamos el domingo anterior, del hijo pródigo- también nos habla de la justicia nueva, que supera la ley. Es importante marcar de entrada y para evitar confusiones, que esta superación de la justicia no significa impunidad. La apelación a la "justicia de Dios" nunca puede servir como excusa para evitar la justicia humana, a través de sus legítimos representantes. La Iglesia es bien consciente de que en las cosas humanas todos somos iguales en dignidad y responsabilidad, y que no hay excepciones religiosas para quienes vulneran los derechos de sus semejantes. Ahora bien, lo que el Evangelio plantea es la insuficiencia y la esterilidad de una vida consumida en el cumplimiento estricto de la preceptos legales, si esto no lleva a un crecimiento en el amor. Es el caso de los acusadores de la mujer sorprendida en adulterio, que en nombre de la ley quieren condenar lo que tal vez no se animan a ver en ellos mismos. La actitud de estos hombres convertidos en jueces de la conducta ajena muestra lo peligroso que puede resultar una religiosidad sin amor, sin capacidad para ponerse en el lugar del otro, sin misericordia.

Ésta es precisamente la novedad del Evangelio: Jesús vino para desarmar los corazones y eliminar la violencia que a veces se disfraza de muchas maneras. Quienes no saben integrar el afecto, la compasión, la caridad en su vida religiosa siempre buscarán pretextos doctrinales o espirituales para apedrear al prójimo. Quien busca excusas siempre las encuentra para descargar en otro la propia agresividad. Por otra parte, ¡qué fácil es para los espíritus leguleyos aplicar la justicia para con los débiles! (una mujer en este caso). No se nos dice que estos hombre hubieran enfrentado con el mismo coraje a Poncio Pilato, a Herodes, o a los poderes religiosos enquistados en torno al templo de Jerusalén...

Por último, la pecadora perdonada es símbolo de la Iglesia misma, necesitada de purificación y renovación continua. Con una expresión muy contundente San Agustín llamaba a la Iglesia "Sancta Meretrix": santa por el Señor que la renueva continuamente, pecadora por la frágil y a veces egoísta humanidad de cada uno de nosotros. Los escandalosos delitos de los que muchas veces se hablaba en voz baja y que recientemente han salido a la luz muestran una vez más la necesidad de reforma profunda, que no sea maquillaje, sino que vuelva a considerar -sin cambiar los fundamentos de la fe- la organización institucional de la Iglesia Católica.


P. Gerardo Galetto

No hay comentarios:

Publicar un comentario