Nuestra Señora de Belén

Horarios de Misa

Jueves: 19.30hs.
Sábados: 20 hs.
Domingos: 10 hs. Misa para niños, y 20 hs.

Confesiones: después de Misa.

Bautismos: segundo y cuarto domingo de cada mes.


Secretaría Parroquial


Jueves: 18.30 a 20 hs.
Sábados: 18.30a 20 hs.
Domingos: 11 a 12 hs.


CARITAS

Martes de 14 a 18 hs.



Nuestro Párroco

Pbro. Daniel Gazze



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sábado, 5 de junio de 2010

Misa y Procesión de Corpus Christi



CORPUS CHRISTI 2010 – AÑO SACERDOTAL ESPECIAL

“EUCARISTÍA Y SACERDOCIO.
AMOR Y SERVICIO”




LA EUCARISTÍA, MISTERIO DE NUESTRA FE

En la última Cena Jesús nos dejó el memorial de su pascua en el gran sacramento de la Eucaristía. La Eucaristía es el Misterio de nuestra fe. Así lo proclama el sacerdote luego de la consagración del pan y del vino en cada Misa. Es el misterio de nuestra fe porque resume en sí misma todo el misterio de Jesucristo, su persona y su obra redentora.
Sabemos que cuando celebramos la Eucaristía el Señor se hace presente renovando, actualizando su entrega pascual por todos los hombres. Cada Eucaristía celebramos y actualizamos el misterio de la Pascua del Señor y recibimos sus frutos de salvación.
Nosotros vemos los signos del pan y del vino pero creemos no en lo que vemos sino en la Palabra de Jesús que nos lleva más allá de los signos y nos hace penetrar en el misterio. Ese pan no es pan, es su Cuerpo entregado porque el lo afirma: Tomen y coman, esto es mi cuerpo. El vino por la acción del Espíritu es su sangre derramada porque el nos dice: Tomen y beban este es el cáliz de mi sangre para el perdón de los pecados.Al celebrar y participar de la Eucaristía nos unimos íntimamente al misterio de Jesús y participamos de su vida. La fe nos lleva a descubrir en el sacramento todo el amor del Padre que nos viene a través del Hijo y se nos comunica por el don del Espíritu Santo.La Eucaristía nos introduce cada vez más, cuando la celebramos y recibimos con una fe viva y despierta, en las relaciones de amor de la Santísima Trinidad, de la que participamos desde el día de nuestro bautismo.

EUCARISTIA Y SACERDOCIO

Junto con la institución de la Eucaristía el Señor instituyó el ministerio sacerdotal. Son también sus Palabras las que transmiten la participación de su único sacerdocio a los discípulos cuando les dice: “Hagan esto en memoria mía”.
Jesús es el único Sumo y eterno sacerdote, pero en su misericordia ha querido participar este don a los hombres que El mismo, por amor y libremente, elige, llama, consagra y envía. Por el sacramento del orden sagrado el sacerdote ordenado es configurado con Cristo Cabeza de la Iglesia y consagrado para configurarse con Cristo Sacerdote y Pastor viviendo cotidianamente el amor servicial a ejemplo de Jesús.
En cada Eucaristía el sacerdote representa, es decir, hace presente al mismo Cristo. Cuando miramos al sacerdote celebrando la Eucaristía la fe nos descubre en él la presencia de Jesús. Cada sacerdote es sacramento de la presencia de Cristo sacerdote en medio de los hombres.
Cuando un sacerdote celebra la Eucaristía obra en la Persona de Jesús y por eso dice las Palabras de Jesús: esto es mi cuerpo, esta es mi sangre, siendo que son el Cuerpo y la Sangre del mismo Jesucristo.
La fe nos hace traspasar el signo del ministro, del sacerdote que celebra, sea quien sea, y nos descubre a Jesús que celebra su Pascua y nos comunica por medio de su ministro los frutos de la redención en la Eucaristía. Este año sacerdotal especial ha de ayudarnos a profundizar nuestra mirada de fe sobre el sacerdocio y a orar para que cada sacerdote viva y testimonie lo que celebra en cada Eucaristía.

LA EUCARISTÍA SACRAMENTO DEL AMOR QUE SE HACE SERVICIO

En la Eucaristía celebramos el amor inmolado de Jesús, el Hijo eterno de Dios. Este misterio en el que creemos y celebramos en cada Misa se vive siguiendo las huellas de Jesús en su amor servicial hasta dar la vida por los hermanos.
San Juan es el único evangelista que no nos trae el relato de la institución de la Eucaristía y en su lugar pone el signo del lavatorio de pies que tanta admiración causó en los discípulos. Al parecer en la comunidad de Juan no hacía falta poner de relieve la institución de la Eucaristía que ya se celebraba desde hacía tiempo sino subrayar las consecuencias que se siguen de la celebración y que al parecer se habían descuidado en esa comunidad.
Celebrar el sacramento del amor inmolado de Jesús ha de llevar a los que celebran la fe a vivir esa fe en el amor a los demás, amor que se hace servicio concreto a todos. Jesús luego de lavarles los pies dice a los discípulos: “¿Comprenden lo que he hecho? Ustedes me llaman Maestro y Señor y tienen razón porque lo soy. Si yo que soy el Maestro y el Señor les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies unos a otros. Les he dado el ejemplo para que hagan lo mismo que yo hice con ustedes”
La Eucaristía que no culmina en amor a los hermanos, en vida de caridad, perdón, misericordia, corre el riesgo de transformarse en ritualismo vacío. Celebrar el amor y no vivirlo es un contrasentido. Nosotros creemos en el amor pascual de Cristo, lo celebramos en cada Eucaristía y lo vivimos en el amor a todo hombre.
Jesús, que “no ha venido a ser servido sino a servir y dar la vida”, está presente en cada Eucaristía está sirviéndonos, por medio de sus sacerdotes, para que nosotros hagamos lo mismo.

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