Nuestra Señora de Belén

Horarios de Misa

Jueves: 19.30hs.
Sábados: 20 hs.
Domingos: 10 hs. Misa para niños, y 20 hs.

Confesiones: después de Misa.

Bautismos: segundo y cuarto domingo de cada mes.


Secretaría Parroquial


Jueves: 18.30 a 20 hs.
Sábados: 18.30a 20 hs.
Domingos: 11 a 12 hs.


CARITAS

Martes de 14 a 18 hs.



Nuestro Párroco

Pbro. Daniel Gazze



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domingo, 27 de junio de 2010

Homilía Dominical

13° Domingo del Tiempo Ordinario
Lecturas
Re 19, 16b.19-21
Gal 5, 1.13-18
Lc 9, 51-62


El evangelista Lucas nos relata este episodio que tuvo lugar cuando Cristo estaba por cumplir "el tiempo de su elevación al cielo". Se aproxima el momento culminante de su vida terrena: la pascua, es decir, su muerte y resurrección. El autor subraya una característica de la personalidad del Señor que parecería dar la clave interpretativa de todo el texto, y que es la decisión. Sabiendo lo que le espera no retrocede ni por las presiones de sus enemigos ni por las sugerencias de sus amigos, que pensaban que era una locura semejante viaje (Jn 11, 16), cuyo final humano era bastante evidente. A pesar de todo, Jesús sigue adelante, asumiendo lúcida y decididamente su destino.

Parecería que también a nosotros nos pide la misma actitud: coraje, decisión, valentía para dar testimonio claro de nuestra fe. En el camino aparecen estos personajes, que son modelo del discípulo inmaduro, del que todavía no terminó de decidir. Jesús, sin rechazarlos, los invita a madurar su compromiso y sincerar su situación. Son tres situaciones en que algunas realidades humanas valiosas e importantes se utilizan como excusa para no entregar el corazón, como subterfugios para no ejercer la libertad y la responsabilidad que esto conlleva. "Te seguiré, pero permíteme primero despedirme de los míos" o "te seguiré, pero déjame primero enterrar a mi padre". Los vínculos y afectos humanos nunca son una "competencia" para Dios, todo lo contrario. Cuando el amor humano se vive plenamente (familia, amigos, hijos) se convierte en un camino para el encuentro con Dios. El problema es cuando depositamos el corazón en falsas seguridades, y nos protegemos de los nuevos desafíos que presenta la realidad si la asumimos desde la fe. A veces una falsa astucia nos lleva a "acovacharnos", a no exponernos ("los zorros tienen cuevas"), a no abandonar el nido de la mediocridad y la tibieza.

Al mismo tiempo Jesús nos advierte sobre el peligro opuesto, que es el fanatismo. El relato nos dice que atravesaron Samaría, donde fueron rechazados por su condición de judíos y porque se dirigían a Jerusalén. Por la historia y por otros fragmentos evangélicos sabemos que los samaritanos odiaban intensamente a los judíos, y que también los nacionalistas judíos deseaban la destrucción de Samaría. Por ello el Señor reprende a Santiago y a Juan, que quieren hacer caer fuego del cielo sobre los habitantes de dicha región. Sus palabras no tienen nada de espiritual, por más que invoquen al Señor y al cielo: son un encubrimiento religioso de un odio mucho más primitivo, visceral, tribal que a veces los seres humanos expresamos ante quienes son diferentes o se oponen a nuestros proyectos. La reprimenda de Jesús es una invitación a no creer que todo el que piensa distinto o no acepta nuestro mensaje es un enemigo. Y más aún, nos advierte sobre el riesgo de disfrazar de piedad lo que en realidad es fruto de nuestra intolerancia o agresividad.

En la Argentina actual y en el mundo se están discutiendo temas que son vitales para nuestra fe, que tocan la manera que tiene el catolicismo de entender la persona y su destino. Cuestiones que tienen que ver con el modo de percibir la felicidad, la convivencia humana, la organización social, la familia. Sería bueno que no perdamos de vista este equilibrio que nos propone el Evangelio, con su sabiduría tan rica y original, y al mismo tiempo tan adaptada a las distintas épocas de la historia. Que no dejemos de dar nuestra palabra y testimonio, con claridad y sin ambigüedades, sin perder de vista el respeto que merece toda persona, comparta o no la verdad cristiana.

P. Gerardo Galetto

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