Nuestra Señora de Belén

Horarios de Misa

Jueves: 19.30hs.
Sábados: 20 hs.
Domingos: 10 hs. Misa para niños, y 20 hs.

Confesiones: después de Misa.

Bautismos: segundo y cuarto domingo de cada mes.


Secretaría Parroquial


Jueves: 18.30 a 20 hs.
Sábados: 18.30a 20 hs.
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CARITAS

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Nuestro Párroco

Pbro. Daniel Gazze



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domingo, 4 de octubre de 2009

Homilía Dominical

27º Domingo del Tiempo Ordinario
Lecturas
Gn 2, 18-24
Hb 2, 9-11
Mc 10, 2-16

Comenzamos el mes de octubre, dedicado a la familia, y acabamos de escuchar el Evangelio en el que Jesús nos habla del tema. Una cuestión importantísima para la realización humana, y además, para los creyentes, signo real del amor de Dios por la humanidad. La familia nos ayuda a entender que Dios es comunión de personas, que es Vida, que es Amor, que quiere el bien de sus creaturas y que se preocupa por ellas.


El texto evangélico nos muestra a Jesús haciéndose cargo de la tradición que le precedía en la enseñanza sobre la familia, y revelando que en el designio original de Dios ella es la unión indisoluble del varón y la mujer. Este es un ideal exigente, que puede costar sacrificios, pero que encierra una enorme hermosura y por el que vale la pena seguir trabajando y proponiéndolo a la sociedad, que tal vez hoy tiene condicionamientos culturales muy distintos a los de la época del Señor. Vale la pena seguir sembrando todos los valores contenidos en la institución familiar, que tanto bien puede hacer a la comunidad humana y que puede contribuir mucho a la construcción de un mundo nuevo.

También el texto muestra la distancia que a veces hay entre los ideales y su realización concreta. Esta distancia no debe desanimar a un creyente, si es que se intenta sinceramente dar lo mejor de sí. El diálogo contenido en el Evangelio de hoy prueba que la revelación cristiana asume que la concreción socio-histórica del ideal de la indisolubilidad fue muchas veces pobre o casi nula, al punto que la ley de Moisés permitió el divorcio. Jesús, que es la plenitud de la verdad, enseña que esa no es la intención original del Creador. Pero conviene tener presente que también Jesús es la plenitud de la Misericordia, y que por tanto Él también comprende a todos aquellos que por distintos motivos no logran alcanzar el ideal de los valores. Parecería que en la Revelación que Dios hace a su Pueblo se entiende que éste es frágil y que no siempre logra el bien absoluto, sino el bien posible.

Tal vez esto nos ayude a no tener ojos discriminadores con quienes no encajan en el molde de la familia ideal -a la que no hay que renunciar-, sino todo lo contrario, a tener el mismo espíritu de Jesús, que se sintetiza en dos palabras: verdad y misericordia.
El texto también habla de otra característica que parece ser un designio del Creador, y que es la vocación social del hombre. Creada a imagen de Dios, la creatura humana está llamada a vivir en comunión con los demás, es decir, en comunidad. La familia es la primera de ellas, es indispensable, pero al mismo tiempo, insuficiente. El hombre no puede vivir sólo para su familia: necesita de otros ámbitos en donde realizar su personalidad. Es interesante notar que las palabras del Génesis "no es bueno que el hombre esté solo" no refieren a la familia, sino al mundo. A continuación de estas palabras no se habla de la creación de la mujer, sino de todas las cosas que el hombre tiene que dominar, sobre las cuales tiene que ejercer señorío. La superación de la soledad tiene que ver con una actitud de entrega, de don de sí mismo, que no puede terminar en el propio hogar. El hombre tiene que "dejar padre y madre" para seguir creciendo y madurando como persona. Esto no significa olvidarlos o desentenderse de ellos, pero sí trascender las fronteras del propio mundo privado, al cual pertenece la familia.
Otra característica que surge de las lecturas de hoy es que en el designio creador de Dios el hombre sólo puede existir como varón o como mujer. La sexualidad, por lo tanto, no es un capricho de la naturaleza ni una mera construcción cultural, ni siquiera un fenómeno biológico, sino un don. Como todas las gracias y regalos del Creador, comporta también una tarea, es decir: se trata de una vocación. La masculinidad y la femineidad encierran un proyecto creador sobre nosotros, del que tenemos que ser conscientes y asumirlo para realizarlo cada vez mejor. Parece importante hablar de estos temas en la familia, sobre todo con los hijos, los niños y los jóvenes, pues es evidente que la felicidad de una persona depende en gran medida del equilibrio, la serenidad y la madurez con que asumamos esta realidad que nos recuerda la vocación original de toda persona al don de sí mismo, es decir al amor.
Y por último: no parece casualidad que el texto termine con el enojo de Jesús hacia quienes pretendían impedir que los niños se acercaran a Él. Parecería decir el texto: no impidan que los niños se acerquen a la plenitud de la vida, no hagan que ese maravilloso proyecto que es la vida humana se vea frustrado, no permitan que las infinitas posibilidades de realización personal que el Creador regala desde el momento de la concepción se vea truncado. Todos sabemos que hay muchas maneras de impedir que la vida humana se convierta en un proyecto de libertad personal. En el contexto en el que vivimos, resulta vital que los creyentes tengamos el coraje de trabajar decididamente por una "cultura de la vida" que tanto nos reclaman desde su indefensión los inocentes, los frágiles, los olvidados, los pobres.


P. Gerardo Galetto

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