Nuestra Señora de Belén

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Jueves: 19.30hs.
Sábados: 20 hs.
Domingos: 10 hs. Misa para niños, y 20 hs.

Confesiones: después de Misa.

Bautismos: segundo y cuarto domingo de cada mes.


Secretaría Parroquial


Jueves: 18.30 a 20 hs.
Sábados: 18.30a 20 hs.
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CARITAS

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Nuestro Párroco

Pbro. Daniel Gazze



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miércoles, 7 de abril de 2010

Los discípulos de Emaús

"Quédate con nosotros, Señor,
porque cae la tarde y se termina el día"



Los discípulos reconocieron al Señor en la fracción del Pan.


Lc 24, 13-35


En el camino de nuestras dudas e inquietudes, y a veces de nuestras amargas desilusiones, el divino Caminante sigue haciéndose nuestro compañero para introducirnos, con la interpretación de las Escrituras, en la comprensión de los misterios de Dios. Cuando el encuentro llega a su plenitud, a la luz de la Palabra se añade la que brota del «Pan de vida», con el cual Cristo cumple a la perfección su promesa de «estar con nosotros todos los días hasta el fin del mundo» (Mt 28,20).



Comentario del Evangelio por :

Cardenal John Henry Newman (1801-1890)

«¿No ardía nuestro corazón?»
Hermanos, hagámonos cargo de lo que fueron, después de la resurrección, las apariciones de Cristo a sus discípulos. Son tanto más importantes cuanto que nos enseñan que una comunión de este género con Cristo es todavía posible; es esta clase de contacto con Cristo el que se nos da actualmente. Durante este periodo de cuarenta días que siguen a la resurrección, Jesús inauguró su nueva relación con la Iglesia, su actual relación con nosotros, el tipo de presencia que quiso manifestar como segura.

Después de su resurrección, ¿cómo estaba Cristo presente en su Iglesia? Iba y venía libremente; nada se oponía a su llegada, aunque estuvieran cerradas las puertas. Pero, a pesar de estar Èl presente, ello no era tan evidente a sus discípulos. Los discípulos de Emaús no tuvieron conciencia de su presencia, así, de golpe, sino al acordarse de la influencia que tuvo sobre ellos: «¿No ardía nuestro corazón?»

Fijémonos bien en qué momento se les abrieron los ojos: en la fracción del pan. En efecto, ésta es la actual disposición del Evangelio. Si alguien recibe la gracia de captar la presencia de Cristo, es cierto que no lo reconoce hasta más tarde; desde ahora es sólo por la fe que se capta su presencia. En lugar de su presencia sensible, nos deja el memorial de su redención: se hace presente en el sacramento. ¿Cuándo se manifestó? Cuando, por decirlo de alguna manera, hizo pasar a los suyos de una visión sin verdadero conocimiento a un auténtico conocimiento en lo invisible de la fe.


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