Nuestra Señora de Belén

Horarios de Misa

Jueves: 19.30hs.
Sábados: 20 hs.
Domingos: 10 hs. Misa para niños, y 20 hs.

Confesiones: después de Misa.

Bautismos: segundo y cuarto domingo de cada mes.


Secretaría Parroquial


Jueves: 18.30 a 20 hs.
Sábados: 18.30a 20 hs.
Domingos: 11 a 12 hs.


CARITAS

Martes de 14 a 18 hs.



Nuestro Párroco

Pbro. Daniel Gazze



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:: Homilías ::

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domingo, 20 de marzo de 2011

Homilía Dominical

Domingo II de Cuaresma - Ciclo A

Lecturas

Gn 12, 1-4
II Tim 1, 8-10
Mt 17, 1-9



Camino a la Pascua, en la que renovaremos las promesas de nuestro Bautismo, la Palabra de hoy nos invita a reflexionar sobre nuestra vocación cristiana.
Dios se dirige a Abrahán pidiéndole que deje su tierra natal y la casa de su padre. Él responde prestando su obediencia al llamado de Dios y confiando en la bendición que le promete para él y para todos los que lo bendigan, los que crean como él.
Abrahán se convierte así en padre y modelo de todos los creyentes. También nosotros, por el Bautismo, estamos llamados a salir dejando atrás el mundo, el hombre viejo, "nuestro padre", para marchar hacia el único Padre, hacia nuestra vida nueva de hijos de Dios.
En el relato de la Transfiguración, los tres apóstoles, que nos representan a todos, ven junto a Jesús a Moisés y a Elías, dos figuras del Antiguo Testamento que también supieron de salidas, de éxodos para marchar al encuentro de Dios guiando a su pueblo. Sin embargo, después de que se oyó la voz: "Éste es mi Hijo muy querido... Escúchenlo", ven que Jesús está solo. Él es la Palabra de Dios que tenemos que escuchar, obedecer, para marchar hacia la Vida nueva que Dios nos promete. Es más, al ponerse resplandeciente su rostro y blancas sus vestiduras les muestra que Él mismo es esa Vida, la vida de hijo del Padre que quiere compartir con nosotros. No por nada se nos coloca después del Lavado con agua, una vestidura blanca que ilustra la gracia recibida en el Sacramento.
Y cuál sea entonces ese camino a recorrer hacia nuestra Transfiguración definitiva, se los da a conocer cuando al bajar del monte les habla de la resurrección de entre los muertos. Seguir a Jesús muriendo y resucitando es nuestro éxodo, nuestra marcha hacia la posesión plena de la promesa. Salir de nuestro hombre viejo alejado de Dios, morir a nuestro egoísmo para vivir con el Señor nuestra entrega de amor. Para avanzar tras sus pasos también nosotros necesitamos este tipo de experiencia que tuvieron los tres apóstoles: subir al "monte", tener un tiempo para alejarnos del barullo cotidiano, para ver nuestra vida desde Dios. Estar un rato con Jesús solo, tomar fuerzas en díalogo con Él para llevar nuestra cruz y afrontar nuestras muertes.
Si nos preocupamos de crecer y ser fieles en la oración de cada día el no dejará de concedernos esta gracia. Se lo pedimos en la Eucaristía, nuestro alimento del camino.

Moisés y Elías hablan con Jesús de su Pasión cercana.

P. Daniel Gazze

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