Nuestra Señora de Belén

Horarios de Misa

Jueves: 19.30hs.
Sábados: 20 hs.
Domingos: 10 hs. Misa para niños, y 20 hs.

Confesiones: después de Misa.

Bautismos: segundo y cuarto domingo de cada mes.


Secretaría Parroquial


Jueves: 18.30 a 20 hs.
Sábados: 18.30a 20 hs.
Domingos: 11 a 12 hs.


CARITAS

Martes de 14 a 18 hs.



Nuestro Párroco

Pbro. Daniel Gazze



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lunes, 7 de marzo de 2011

Tiempo de Cuaresma


Cada año la Cuaresma nos invita a un tiempo de reflexión en orden a nuestro crecimiento humano y espiritual. Esto siempre requiriere de nosotros una mirada sincera sobre nuestra vida y relaciones, sea con nuestros hermanos o con Dios. Es necesaria, además, una disposición de cambio para dar respuesta a aquello que en nosotros no anda o debemos mejorar. Esta es una riqueza propia del hombre en cuanto ser espiritual dotado de libertad, y con capacidad de ordenar o jerarquizar su vida en torno a valores y opciones.

No hay cambio posible que no comprometa nuestra libertad. Es cierto que la libertad muchas veces está amenazada por una pseudo-cultura que nos invade y debilita nuestra capacidad contemplativa, reflexiva y, por lo mismo, de tomar decisiones auténticamente libres. Esta situación, desgraciadamente, no siempre nos eleva, sino que nos puede hacer dóciles clientes sometidos a un pensamiento de moda.

Para el cristiano, que se dispone a ingresar a este tiempo de reflexión y de cambio propio de la Cuaresma, el ideal de vida a alcanzar es Jesucristo, su carta el Evangelio y el ámbito en el que debe vivir es este Mundo, muchas veces herido pero amado por Dios. No tenemos que alejarnos del mundo sino preguntarnos, en primer lugar, cuál es mi ideal o proyecto de vida y cómo estoy dispuesto a vivirlo en el hoy de nuestra historia. Siempre recuerdo la carta de un autor de los primeros siglos, que fue un texto clásico para los cristianos de cómo tenían que vivir su fe, incluso en un medio adverso, y que quiero compartir con ustedes. El Concilio Vaticano II la retoma cuando habla de la Iglesia en el mundo. Se trata de una carta dirigida por un cristiano a un pagano llamado Diogneto, en la que le explica cómo viven los cristianos:

"Veo, Diogneto -comienza diciendo el autor-, tu interés por conocer la religión de los cristianos y su vida…qué Dios es ese en que confían…y qué amor es ese que se tienen unos a otros. Los cristianos, le dice, no se distinguen de los demás hombres ni por su tierra, ni por su habla, ni por sus costumbres. No habitan ciudades exclusivas, ni hablan una lengua extraña, ni llevan un género de vida aparte de los demás. Esta doctrina (la cristiana) no ha sido inventada por ellos gracias al talento y especulación de los hombres……Habitan sus propias patrias…..se casan como todos, como todos engendran hijos, pero no exponen a los que nacen. Están en la carne, pero no viven según la carne. Pasan el tiempo en la tierra, pero tienen su ciudadanía en el cielo. Obedecen a las leyes establecidas, pero con su vida sobrepasan las leyes. A todos aman aunque de todos son perseguidos…". Creo que estas breves líneas alcanzan para mostrar el estilo de vida de un cristiano en el mundo. Algo semejante les dirá san Pablo a los cristianos: "Todo es de ustedes, ser refiere al mundo en que vivían, pero ustedes son de Cristo" (1Cor. 3,23). Es decir, hay un modo cristiano de vivir en este mundo.

Como vemos el cristianismo no se presenta primeramente como una doctrina sino como el encuentro con una Persona, Jesucristo, que es el que da un sentido nuevo a la vida y define un modo de obrar. Cuando falta esta presencia que anima un estilo de vida nueva, nos podemos quedar con una estructura vacía. Lo importante es, por ello, comenzar por cambiar el corazón del hombre desde su libertad, que sólo se mueve por el encuentro con ideales que lo motiven. Luego sí, este hombre nuevo va a elevar el nivel de su vida y relaciones, y crear las condiciones de una cultura donde estén presentes y se respeten los valores de la verdad y el amor, de la justicia y la paz. Así era el camino de los primeros cristianos. Los cambios profundos comenzaban por un encuentro en el interior de cada uno de ellos, y se hacían vida y cultura en la sociedad. A esto nos invita la Cuaresma.

Con el deseo de iniciar juntos esta Cuaresma que nos ayude a reflexionar sobre nuestra vida y a estar dispuestos a cambiar en lo que sea necesario, les hago llegar junto a mi afecto y oraciones, mi bendición en el Señor.


Mons. José María Arancedo

Arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz

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