Nuestra Señora de Belén

Horarios de Misa

Jueves: 19.30hs.
Sábados: 20 hs.
Domingos: 10 hs. Misa para niños, y 20 hs.

Confesiones: después de Misa.

Bautismos: segundo y cuarto domingo de cada mes.


Secretaría Parroquial


Jueves: 18.30 a 20 hs.
Sábados: 18.30a 20 hs.
Domingos: 11 a 12 hs.


CARITAS

Martes de 14 a 18 hs.



Nuestro Párroco

Pbro. Daniel Gazze



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domingo, 10 de abril de 2011

Homilía Dominical

Domingo V de Cuaresma - Ciclo A

Lecturas

Ez 37, 12-14
Rm 8, 8-11
Jn 11, 1-45


Nos acercamos al final de la Cuaresma que hemos tratado de vivir como camino bautismal. El evangelio de hoy nos invita a meditar acerca de la Vida nueva que en ese sacramento hemos recibido.
Ante la muerte de su amigo Lázaro, Jesús recibe un cierto reproche de sus hermanas: "Si hubieras estado aquí mi hermano no habría muerto". Y también de los judíos que al verlo llorar se admiran de cómo lo amaba pero a la vez no entienden por qué no impidió su muerte.
Son preguntas y reproches que nos suelen venir al corazón también a nosotros cuando nos topamos con la experiencia de la muerte de un ser querido: "¿si Dios hubiera estado aquí habría ocurrido esto? ¿Cómo pudo pasar esto si de verdad me ama?"
La respuesta que da el Señor hoy es que ha permitido la muerte de su amigo para que se manifieste la gloria de Dios: "¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?", le dice a Marta. Pide fe. Creer en que la Vida que se recibe estando unido a Él en la amistad es tal que puede franquear el muro de la muerte. "Quiten la piedra", ordena al acercarse a la tumba. No puede haber una barrera que lo separe de su amigo. "¿Quién podrá separarnos del amor de Cristo?", exclama San Pablo (Rm 8,35). Hace salir a Lázaro afuera y pide que lo desaten para que pueda caminar. La muerte ya no es el fin de todo sino un camino, un tránsito a la gloria del Padre.
Y todo esto en virtud de la propia Pascua del Señor. Al preguntar dónde lo pusieron le responden: "ven y lo verás". La misma frase con la que Él había contestado a sus amigos cuando manifestaron el deseo de compartir su Vida (Jn 1,39). Así ahora tiene que ir y ver, es decir compartir, la muerte del que ama para darle Vida.
Hoy hemos visto a Jesús llorar y conmoverse ante la tumba del amigo en quien estamos representados todos nosotros. Que al celebrar esta Semana Santa nuestro corazón esté dispuesto también a conmoverse y a llorar. No de angustia, sino de agradecimiento y amor ante este Amigo que muere para que vivamos plena y eternamente. Y que así pueda crecer esta amistad que ha comenzado en nuestro Bautismo. De esta manera, también nosotros seremos capaces de entregar la vida para hacer presente su Resurrección en todo lo que de muerte pueda haber en nuestras familias, en nuestras comunidades, en nuestro mundo, hasta que todas las cosas se hagan nuevas.

"¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?"

P. Daniel Gazze

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