Nuestra Señora de Belén

Horarios de Misa

Jueves: 19.30hs.
Sábados: 20 hs.
Domingos: 10 hs. Misa para niños, y 20 hs.

Confesiones: después de Misa.

Bautismos: segundo y cuarto domingo de cada mes.


Secretaría Parroquial


Jueves: 18.30 a 20 hs.
Sábados: 18.30a 20 hs.
Domingos: 11 a 12 hs.


CARITAS

Martes de 14 a 18 hs.



Nuestro Párroco

Pbro. Daniel Gazze



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domingo, 18 de septiembre de 2011

Homilía Dominical

Domingo XXV del TO - Ciclo A

Lecturas

Is 55, 6-9
Flp 1, 20-24.27
Mt 20, 1-16


La parábola del evangelio de hoy concluye con la frase: ¿Por qué tomas a mal que yo sea bueno? Y creo que allí está la clave para interpretarla. La viña es, desde muy antiguo, un símbolo del pueblo de Dios, de ese Reino que el Padre quiere regalarnos para compartir su amor. Pero a la vez que regalo, este Reino debe ser construido con el esfuerzo de todos. Nadie que quiera participar de él puede quedar ocioso. Dios no quiere meros espectadores en su Iglesia, sino obreros que trabajen generosamente, cada uno según su llamado.

En cuanto a la recompensa, es la misma para todos, se trata de gozar de la Bondad del propietario. Los que trabajaron sólo un rato eran conscientes de que no merecían el salario de todo un día. Y por eso mismo estaban en condiciones de admirarse por el don recibido. En cambio aquellos que comenzaron a trabajar antes acumularon méritos ante sí mismos y quedaron defraudados. Creyéndose con mayores derechos que los otros se hicieron incapaces de apreciar la bondad que se les brindaba. Suele ser así. Cuando nuestro corazón se llena de reclamos se vuelve ciego y no puede asombrarse del amor que se nos ofrece gratuitamente.

Por eso la invitación de Jesús es a cuidar que no tomemos a mal la Bondad del Padre, a que no la miremos con “ojo malo” (así resulta la traducción literal del griego). Es la misma expresión que se utiliza para hablar de la envidia, que nos lleva a comparar lo que tenemos con lo que tienen los demás y a ponernos mal porque nos sentimos desfavorecidos. La lógica de este mundo es que cuánto más tienen los demás, menos tenemos nosotros. Los bienes del Cielo, en cambio, se gozan más cuanto más son los que tienen lo mismo.

Es lo que ponemos en evidencia cuando celebramos la Eucaristía. Todos recibimos lo mismo: la Bondad del Padre expresada en la entrega de su Hijo por cada uno de nosotros. Es el idéntico “denario” que, dependiendo del ojo con que lo apreciemos, puede transformarse en una fortuna infinita. Que Él nos dé las fuerzas para trabajar con entusiasmo en su Viña, según el llamado que nos dirige a cada uno.

P. Daniel Gazze

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