Nuestra Señora de Belén

Horarios de Misa

Jueves: 19.30hs.
Sábados: 20 hs.
Domingos: 10 hs. Misa para niños, y 20 hs.

Confesiones: después de Misa.

Bautismos: segundo y cuarto domingo de cada mes.


Secretaría Parroquial


Jueves: 18.30 a 20 hs.
Sábados: 18.30a 20 hs.
Domingos: 11 a 12 hs.


CARITAS

Martes de 14 a 18 hs.



Nuestro Párroco

Pbro. Daniel Gazze



A todos los que ingresen a esta página:


*** BIENVENIDOS ***

_______________________________________________________

:: Homilías ::

(Clickear sobre la Biblia para leer las lecturas)


_____________________________________________

domingo, 23 de mayo de 2010

Homilía Dominical

Fiesta de Pentecostés
Lecturas
Hch 2, 1-11
Co 12, 3b-7. 12-13
Jn 20, 19-23


Hoy terminamos de celebrar la Pascua. Efectivamente: el triunfo del amor sobre el mal, de la vida sobre la muerte, llegan a su plenitud con el envío del Espíritu Santo. Él completa en nosotros la obra iniciada por el Padre que nos creó y nos envió a su Hijo, quien después de resucitar nos infunde su Espíritu mediante el cual nos incorpora definitivamente a la vida divina.



El relato de los Hechos nos recordaba que la llegada del Espíritu sobre la Iglesia naciente sucedió bajo una figura simbólica muy contundente: los apóstoles vieron al espíritu como si fuera lenguas de fuego sobre sus cabezas. Esto sucedió en medio de hombres de diversas razas y culturas, de diversas procedencias e idiomas, que sin embargo oían en su propia lengua las maravillas de Dios. Esta imagen evoca el conocido episodio de la Torre de Babel, que es como otra versión del pecado original: el hombre quiere ser como Dios, quiere superarlo, quiere independizarse de Él mostrando su poderío simbolizado en la torre portentosa. Es otro rostro de la soberbia, que engaña pretendiendo hacernos creer una autonomía y una superioridad absolutas que no tenemos porque somos creaturas. La Escritura narra que desde aquel día el Señor confundió sus lenguas y ya no pudieron entenderse. Es cierto, el fruto del pecado es la desunión, la discordia, la falta de entendimiento. Por ello, el fruto del Espíritu en Pentecostés es el reverso de dicho acontecimiento: todos se entienden a pesar de las diferencias.


No está mal que el hombre quiera ser como Dios, ¡porque para ello fue creado! ¿Qué hijo, por otra parte, no quiere ser como su padre? No está mal que el hombre quiera más conocimiento, que aspire a un mayor dominio, que desee más poder: es su naturaleza, hecha a imagen y semejanza de su Creador la que lo impulsa en esa dirección. El problema es que nunca lo lograremos por el camino elegido por Adán, es decir, compitiendo con el Padre, relegándolo de la historia, afirmándonos como únicos autores del bien y del mal. No es ese el camino de nuestra plenitud ni de nuestra realización más profunda. Para que el hombre pueda ser Dios, Dios se hizo hombre, y en Jesucristo Resucitado nos devuelve nuestra imagen auténtica perdida en el origen de los tiempos. Por ello el Evangelio de hoy nos muestra a Jesús soplando sobre sus discípulos al entregarles el Espíritu, como recuerdo del soplo de Dios que aleteaba sobre las aguas cuando el Señor creó al mundo, o como cuando sopló sobre Adán para que éste pudiera vivir. Ahora Jesús vuelve a insuflar el Éspíritu porque Él es el hombre nuevo, en quien nosotros alcanzamos nuestra humanidad más acabada.


Pidamos entonces en este Pentecostés que sepamos abrirnos al don del Espíritu. Que Él nos haga sentirnos parte de un nuevo Pueblo que es la Iglesia, llamada a servir a la unidad de todo el género humano. La segunda lectura nos recordaba que nadie puede decir "Jesús es el Señor" si no está animado por el Espíritu. Que Él nos anime a dar testimonio del hermoso Nombre en el que el hombre descubre su vocación y su destino.


P. Gerardo Galetto

No hay comentarios:

Publicar un comentario