Distintos niveles de lectura
Eran y son demasiados los que no comprendían ni comprenden a Jesús. Atados a la especulación constante, esclavos de los esquemas y prejuicios, se impone la razón y comienzan los problemas. El corazón se va cerrando.
Así sucedía y sucede con las parábolas, el modo más sencillo y profundo que utilizaba el Maestro para revelar las cosas de su Padre, los misterios del Reino.
Sus palabras resultan de inusual dureza: a escribas y doctores las verdades se le ocultaban, mientras que se presentaban diáfanas a las gentes más sencillas. Por ello mismo había afirmado con claridad que la Buena Noticia se iba revelando a los más pequeños...
La raíz es la misma, es una cuestión cordial: a partir de cuestiones de la vida cotidiana, se abren las puertas del asombro, la gratificación que produce el saborear la verdad y entonces se nos ensancha el pecho.
Por ello mismo y desde allí, es posible inteligir varios niveles de profundidad, que en la santa ilógica del Reino, implica despojarse de preconceptos, peinarse de asombro y animarse a vivir una vida plena, desterrando cualquier asomo de supervivencia.
Desde la sencillez de la oración confiada al misticismo, todo es fruto de la semilla que germina y se nos crece si limpiamos esta tierra fértil -que a todos se nos ha dado- de piedras y espinas.
El Sembrador tiene buena mano y su confianza en el rendimiento de nuestras cosechas por treinta, por cien será horizonte y destino.
Cada día es nuevo comienzo si nos volvemos a aferrar a Aquél que nunca nos abandona a nuestra suerte.
¡Paz y Bien!
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