Nuestra Señora de Belén

Horarios de Misa

Jueves: 19.30hs.
Sábados: 20 hs.
Domingos: 10 hs. Misa para niños, y 20 hs.

Confesiones: después de Misa.

Bautismos: segundo y cuarto domingo de cada mes.


Secretaría Parroquial


Jueves: 18.30 a 20 hs.
Sábados: 18.30a 20 hs.
Domingos: 11 a 12 hs.


CARITAS

Martes de 14 a 18 hs.



Nuestro Párroco

Pbro. Daniel Gazze



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domingo, 3 de julio de 2011

Homilía Dominical

Domingo XIV del TO - Ciclo A

Lecturas

Zac 9, 9-10
Rom 8, 9 . 11-13
Mt 11, 25-30


El tema de la Palabra de hoy es la humildad. La primera lectura nos la presenta como la cualidad esencial de un Rey victorioso. A nosotros, que vivimos en una sociedad competitiva y exitista, nos cuesta trabajo entender cómo puede ser la humildad un camino de triunfo.

Primero habría que desenmascarar el falso camino del triunfo. Cuando vivimos para ganar y tener éxitos en realidad perdemos. Si el otro es alguien con quien tengo que competir, entonces no puedo verlo como hermano. Si el éxito es la condición para la felicidad, ella se vuelve algo muy frágil: ¿quién puede lograr que su vida sea una cadena de éxitos?

El humilde, en cambio, puede recibir una alegría que nadie le puede quitar. Jesús alaba al Padre porque se revela a los pequeños y permanece oculto a los sabios de este mundo. Hacer experiencia del amor del Padre y de los otros como hermanos: he aquí el verdadero triunfo del corazón humano y sólo la humildad nos capacita para ello.

Si quisiéramos precisar un poco más en qué consiste la virtud de la humildad, nos puede ayudar San Pablo que en la segunda lectura de hoy nos invita a vivir según el Espíritu. En la discusión con aquellos que cuestionaban su misión apostólica, él afirma que podría gloriarse de muchas ventajas humanas con respecto a sus contrincantes, pero sin embargo elige gloriarse sólo en la cruz de Jesucristo (cf. Gál 6,14).

Ser humildes entonces significa estar orgullosos, en último término, solamente del amor que Dios nos tiene. ¡Sí! ¡Podemos y debemos enorgullecernos de que el Padre nos ama tanto que por cada uno la vida de Jesús fue entregada en la cruz para que seamos sus hijos!

Decidirnos a practicar la humildad significa emprender un largo camino, que no termina nunca en esta vida, pero que no obstante nos hace capaces de crecer más y más en alegría. Es un camino que exige paciencia (Aprendan de mí que soy paciente y humilde de corazón nos dice el Evangelio de hoy), en primer lugar para hacer conscientes y crucificar nuestros orgullos según la carne. Y además, para ser constantes en el ejercicio de vivir y sanar en la fe las humillaciones, de antes y de ahora, que vienen sin que las busquemos: fracasos económicos, profesionales, afectivos, limitaciones de todo tipo, etc. Ellas son las que más nos enseñan a gloriarnos sólo en el amor del Padre ya vivir la alegría de sentirnos hermanos de todos.

¡Jesús, manso y humilde de corazón, haz nuestro corazón semejante al tuyo!




P. Daniel Gazze

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