Nuestra Señora de Belén

Horarios de Misa

Jueves: 19.30hs.
Sábados: 20 hs.
Domingos: 10 hs. Misa para niños, y 20 hs.

Confesiones: después de Misa.

Bautismos: segundo y cuarto domingo de cada mes.


Secretaría Parroquial


Jueves: 18.30 a 20 hs.
Sábados: 18.30a 20 hs.
Domingos: 11 a 12 hs.


CARITAS

Martes de 14 a 18 hs.



Nuestro Párroco

Pbro. Daniel Gazze



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domingo, 31 de julio de 2011

Homilía Dominical

Domingo XVIII del TO - Ciclo A

Lecturas

Is 55, 1-3
Rom 8, 35.37-39
Mt 14, 13-21


Podemos entender el milagro de la multiplicación de los panes a la luz de la Eucaristía que estamos celebrando. El alimento capaz de saciar en abundancia a la multitud, a esa humanidad hambrienta que somos, es el amor de Dios que se nos entrega en la Pascua de Jesús. Los discípulos pretenden que la gente vaya a comprarse la comida, pero precisamente el amor no se puede comprar ni vender, se da gratuitamente. Si se comprara no sería amor, ni tampoco alimentaría. En este dar los discípulos han de estar involucrados: Denles de comer ustedes mismos, y por eso han de unirse a la misma actitud de corazón de Jesús, de quien proviene lo que van a repartir.

Todo comienza con el acto de compasión del Señor. Compadecer es sentir el dolor del otro como propio. Jesús es capaz de compadecerse del dolor al que nos ha relegado el pecado porque el mismo lo ha cargado sobre sí. ¿Y nosotros? Sólo podemos compadecernos desde nuestra experiencia de sufrimiento. Alguien que no ha sufrido no puede compadecerse. Pero además de esta experiencia es necesario salir de nosotros mismos (¡es fuerte la tentación de quedarnos encerrados en el propio dolor!) usándola para entender al otro y acudir en su ayuda. Cuando transformamos el dolor en capacidad de compasión y ayuda, también nosotros somos salvados.

El paso que sigue es poner lo que se tiene a disposición, aunque aparentemente resulte irrisorio ante tanta necesidad. Si nos urge ayudar (el amor de Cristo nos apremia, dice Pablo) encontraremos qué dar: bienes, trabajo, inteligencia, afecto…Si nos parece que no tenemos nada para dar es que la compasión todavía no ha calado fuerte en nuestro corazón.

Jesús toma los dones y bendice a Dios, da gracias por ellos. Esos dones que todos tenemos para brindar los hemos recibido de Él. Dar gracias nos ayuda a reconocerlos y a librarlos del orgullo y el individualismo.

Finalmente el Señor los da y sabemos, por la similitud con los gestos de la última Cena, que al darlos está dando su propia vida. He aquí la más importante lección de hoy: lo que damos sólo puede alimentar, salvar, si en eso que damos nos damos a nosotros mismos.

Y lo que parecía tan poquito resultó superabundante. Lo que ponemos en manos de Dios participa del poder multiplicador de su amor, capaz de saciar a todos. Cada domingo el Señor nos espera en la Eucaristía. Quiere llenarnos con su amor compasivo y recibir ese poquito que podemos dar para ofrecérselo al Padre de manera que Él lo multiplique para bien del mundo y plenitud nuestra.
P. Daniel Gazze

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