Nuestra Señora de Belén

Horarios de Misa

Jueves: 19.30hs.
Sábados: 20 hs.
Domingos: 10 hs. Misa para niños, y 20 hs.

Confesiones: después de Misa.

Bautismos: segundo y cuarto domingo de cada mes.


Secretaría Parroquial


Jueves: 18.30 a 20 hs.
Sábados: 18.30a 20 hs.
Domingos: 11 a 12 hs.


CARITAS

Martes de 14 a 18 hs.



Nuestro Párroco

Pbro. Daniel Gazze



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domingo, 15 de noviembre de 2009

Homilía Dominical

33º Domingo del Tiempo Ordinario
Lecturas
Dn 12, 1-3
Hb 10, 11-14.18

Mc 13, 24-32

Para comprender correctamente el texto que acabamos de proclamar, conviene saber que el modo en que está redactado es especial. Se utiliza un lenguaje lleno de imágenes, metáforas, símbolos, que parten de exageraciones de la realidad y que buscan "sacudir" y despertar al oyente, invitándolo a la reflexión y al compromiso. Se trata de un género literario que se denomina "apocalíptico". Hay mucho de este estilo en distintos fragmentos de la Escritura, por ejemplo, el último libro de la Biblia lleva ese nombre: "Apocalipsis", porque está todo entero escrito de esa manera. También la primera lectura que escuchamos hoy del profeta Daniel responde a ese género literario.

Este tipo de textos tienen una característica común: invitan a ver la acción de Dios en la historia, aun cuando ésta sea difícil o adversa. Son siempre una invitación a la esperanza. En la época en que se escribió el libro de Daniel, el pueblo de Dios sufría la opresión de reyes tiránicos, y a partir de esa situación el autor invita a considerar cómo las tribulaciones presentes adelantan la liberación definitiva que el Señor les había prometido. "Serán días de gran tribulación...los justos se despertarán para la vida eterna...y será liberado mi pueblo".

También cuando Marcos escribió las palabras de Jesús que escuchamos hoy los romanos habían destruído el templo de Jerusalén y el pueblo estaba otra vez disperso por el mundo. El mensaje es claro: aunque se desmorone el mundo (los astros se caen, la luna se apaga, el sol se oscurece...), no perdamos la esperanza: si ahora pasamos estas cosas quiere decir que el retorno del Mesías está cerca.

Ahora bien, el día del Señor está cerca, pero nadie sabe cuándo sucederá. Jesús es muy claro en cuanto a que ni Él ni los ángeles lo saben, sino sólo el Padre. Cuando escuchamos este relato en la versión de Lucas, escuchamos que la lista de señales es mayor: incluye guerras, revoluciones, hambre, pestes, terremotos. Se trata de signos que están presentes en todo momento de la historia y en ninguno en particular. Lo que se nos quiere decir es: siempre hay que estar atentos, Jesús viene a nuestro encuentro en cada generación. "No pasará esta generación antes de que se cumpla todo esto". Para cada generación valen estas palabras y en cada generación tenemos que comprometernos para que la esperanza del Reino se vaya realizando. Para cada generación resulta verdadero que en algún momento cielo y tierra desaparecen, pero la Palabra permanece. En ella tenemos que apoyarnos para que lo que quede después de nosotros sea mejor para los que vienen.

Por eso también la comparación de la higuera: cuando sus ramas se vuelven flexibles, cuando empiezan a aparecer los frutos, se puede inferir que se acerca el verano. El método cristiano siempre implica mirar la realidad, mirar los "signos de los tiempos", mirar lo que ocurre a nuestro alrededor y captar que "algo" está pasando, que "algo nuevo" se gesta, se hace presente. Esa novedad es el Reino, que actúa en la historia y que reclama nuestro compromiso y laboriosiodad.

En definitiva, que las dificultades del tiempo que nos toca vivir no nos lleven a una falsa nostalgia de "que todo tiempo pasado fue mejor", que no caigamos en la queja continua, o en el pensar que todo se desmorona. Que el espíritu "apocalítico" no sea en nosotros sinónimo de pesimismo y negatividad. Al contrario, seamos testigos esperanzados y constructores positivos de un mundo cargado de valores, más vivible, más humano, más abierto a la presencia fuerte y misericordiosa de nuestro Dios.

P. Gerardo Galetto

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