Nuestra Señora de Belén

Horarios de Misa

Jueves: 19.30hs.
Sábados: 20 hs.
Domingos: 10 hs. Misa para niños, y 20 hs.

Confesiones: después de Misa.

Bautismos: segundo y cuarto domingo de cada mes.


Secretaría Parroquial


Jueves: 18.30 a 20 hs.
Sábados: 18.30a 20 hs.
Domingos: 11 a 12 hs.


CARITAS

Martes de 14 a 18 hs.



Nuestro Párroco

Pbro. Daniel Gazze



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domingo, 8 de agosto de 2010

Homilía Dominical

19° Domingo del Tiempo Ordinario
Lecturas
Sb 18, 6-9
Hb 11, 1-2. 8-19
Lc 12, 32-48


En este domingo la liturgia nos invita a reflexionar sobre la actitud central de nuestra vida religiosa. Muchas veces se suele identificar al cristianismo con un código legal o -lo que es más pobre aún- con un conjunto de prohibiciones, como si la relación con Dios tuviera su centro en la conducta, es decir, en la moral. Sin duda que esto es importante, pero siempre es consecuencia de una actitud anterior y primaria, que es la fe. De ello nos hablan las lecturas de hoy. Claro que la fe tiene que tener repercusiones en la vida y en las obras, pero éstas últimas son ineficaces para vincularnos con Dios si no está la perspectiva previa de quien rinde el homenaje de su inteligencia y voluntad al Creador: eso es la fe.

A lo largo de la historia la humanidad se ha acercado de muchas maneras al misterio de Dios, particularmente -aunque no de modo exclusivo-a través del pensamiento, ya que la razón lleva a vislumbrar la existencia de un Absoluto origen de todo, a quien también reconocemos como Juez ante quien nuestra conciencia debe rendir cuentas. Este camino no es nada despreciable, y hay que atenderlo, ya que también el intelecto y la ciencia son consecuencias de la semejanza que el hombre tiene con su Creador. Pero la mente humana tiene un límite, y necesita de la ayuda de otro modo de conocimiento que es la fe. Ella no destruye a la razón ni la sustituye, pero la supera y engrandece. Esto lo podemos experimentar, por ejemplo, en las cosas humanas: los conocimientos más importantes de nuestra existencia los tenemos porque le creemos a otro. Precisamente, la fe es aceptar el testimonio de otro, lo cual se da cuando el otro merece nuestra confianza. En definitiva, sólo le creemos a aquellos que amamos. Y esto es así también con Dios: la fe se plenifica cuando descubrimos que Él es amor, y que continuamente nos muestra los signos de su misericordia y cariño hacia nosotros.

La segunda lectura de hoy nos decía que la fe es garantía ... y plena certeza de las realidades que no se ven. En la vida humana encontramos muchas incertidumbres, dudas, ambigüedades, cosas que no están claras...es parte de la realidad. Pero hay algunas cosas de las que no dudamos: no se puede vivir dignamente sin algunas certezas. La fe pertenece a ese orden. Que la fe sea certeza y garantía significa que no es irracional, y que no se la puede confundir con la credulidad o la superstición. La fe no es un pensamiento "de segunda" o una "racionalidad débil", sino que es un modo de ejercer la inteligencia humana, abriéndonos a lo que ella vislumbra pero no comprende cabalmente. La misma lectura se refiere a la fe no en términos abstractos, sino desde la experiencia de hombres y mujeres concretos: Abraham, Sara, Isaac, Jacob. Personas humanas que en lo concreto de la historia supieron descubrir los signos de Dios.

¿Qué tendremos que hacer nosotros para leer la presencia de Dios en la historia, en lo concreto de la vida? O mejor: ¿que puedo hacer para que la historia sea signo del amor de Dios para quienes no lo conocen? ¿Qué puedo hacer para que lo que sucede lleve otra impronta, sugiera otra perspectiva, invite a otra manera de mirar? Jesús en el Evangelio propone el camino del desprendimeinto, de la generosidad, de la solidaridad, de la libertad frente a las cosas de este mundo. Nos invita a sentirnos pequeño rebaño, es decir, comunidad apoyada no en el poder, sino en un estilo diferente, propio de quien confía en la existencia de un Dios que es amor. Éste sigue siendo el primer aporte del creyente a la Iglesia y al mundo que nos toca vivir.

P. Gerardo Galetto

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