Nuestra Señora de Belén

Horarios de Misa

Jueves: 19.30hs.
Sábados: 20 hs.
Domingos: 10 hs. Misa para niños, y 20 hs.

Confesiones: después de Misa.

Bautismos: segundo y cuarto domingo de cada mes.


Secretaría Parroquial


Jueves: 18.30 a 20 hs.
Sábados: 18.30a 20 hs.
Domingos: 11 a 12 hs.


CARITAS

Martes de 14 a 18 hs.



Nuestro Párroco

Pbro. Daniel Gazze



A todos los que ingresen a esta página:


*** BIENVENIDOS ***

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:: Homilías ::

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sábado, 28 de agosto de 2010

Nuestra Señora de la Guardia


FIESTA PATRONAL


Domingo 29 de agosto, 15.30 hs.
Procesión y Misa


¡¡¡LOS ESPERAMOS!!!

“…Es una Virgen 'de ojos abiertos', que hace guardia al mundo, a sus pequeñas y grandes situaciones de necesidad. Es así mi Virgen. Nos invita a lo alto y nos abre los ojos, no se resigna a obrar sola, quiere obrar sólo junto a nosotros, con nuestra adhesión de fe libre y responsable. Así ha sido conmigo y creo que hace lo mismo con quienes van a La Guardia aún hoy…”
Benedicto Pareto

Historia de Nuestra Señora de la Guardia

El 29 de Agosto de 1490 es la fecha de la primera aparición de la Virgen de la Guardia, hace ya 519 años, en el monte Figogna, cerca de Génova, Italia.

La Virgen bendita se le apareció cerca de las 10 de la mañana a un hombre llamado Benedicto Pareto. Él era un pastor ya anciano de Livellato, casado y con 2 hijos, Bartolomeo y Pasquale. Vivían en la extrema pobreza y sacaban del ganado lo necesario para vivir y vestir. Educado por sus buenos padres, amaba a Dios. Era un hombre de admirable sencillez, cultivaba y sembraba la tierra.

Pareto subía con frecuencia a la cima del monte Figogna para segar la hierba, y fue allí donde se le apareció la Virgen por primera vez. Éste fue el momento de la prodigiosa aparición; Benedicto vio delante de sí una majestuosa Señora, que con su resplandor iluminaba todo el lugar. Él se quedó sin voz y lleno de temor.

La Virgen lo reconfortó diciéndole cariñosamente:
- “Benedicto, no temas, YO SOY MARÍA, la Madre de Jesús.”

Entonces, el hombre se arrodilló y le preguntó:
- “¿Qué desea de mí, benigna Señora?”

Y María extendiendo la mano le indicó un lugar y le dijo:
- “Yo quiero que allí me edifiques una capilla.”

Benedicto respondió:
- “¡Señora, yo soy pobre!”

Pero la Virgen le dijo:
- “No tengas miedo, serás muy ayudado.”

Él concluyó:
- “Confío en Vos, oh Señora Mía, empezaré la obra que me mandas.”

Pareto corrió a su casa y apenas su mujer escuchó los relatos de la aparición, se burló y lo tomó por loco. Él terminó por creerlo. El pobre Pareto no se atrevió a hablar más de la aparición y se olvidó de cumplir la promesa.

Al día siguiente durante su trabajo se subió a una higuera para desayunar; se le rompió la rama en la que apoyaba sus pies y se cayó, quedando mal herido, con fracturas y complicaciones internas que lo llevaron al borde de la muerte. Fue llevado por unos hombres a su casa y el médico que lo atendió, no le dio esperanza. Benedicto rezaba, arrepintiéndose de corazón de no haber obedecido a la Virgen.

Sucedió esto el primer viernes de Septiembre.

María se le aparece de nuevo en su casa y le hace saber que la caída fue un aviso del cielo; le hizo renovar la promesa y subió al cielo, dejándolo completamente curado.

La sanación convenció a todos, incluso a su esposa y a sus hijos Bartolomeo y Pasquale y a mucha gente del pueblo. Esta segunda aparición, dio crédito a las palabras de Pareto y por esto le fue fácil obtener ayuda para levantar la capilla. Ésta era pequeña; en su interior había un altarcito y lugar sólo para el celebrante y pocos ministros, los demás todos afuera.

La pequeña capilla con el tiempo comenzó a no ser suficiente. Por ello, numerosas personas y familias, y todo el valle de Polcevera, trabajaron durante muchísimo tiempo para terminar en el año 1890 la actual gran basílica.


Oración
a Nuestra Señora de La Guardia


Oh María, seguro refugio nuestro, vengo a depositar en Ti toda mi confianza, para que mi alma de creyente jamás el mundo manche con su impiedad.

Oh Santísima Virgen de la Guardia, con tus resplandores ahuyentas las tinieblas del pecado, confortas a la humanidad doliente y le das fuerza para seguir por la senda de la abnegación y del sacrificio; ilumina mi entendimiento para aumentar en mi alma la fe, para recorrer el camino de la vida y conseguir al fin de ella la posesión del sumo bien.

Madre amada, acudo a Ti implorando tu protección y auxilio en todas mis necesidades y en particular (se pide la gracia deseada) si es que ella no se opone a la mayor gloria de Dios y bien de mi alma.

María misericordia,
María piedad,
María clemencia,
Consuelo de mi corazón,
En tus manos santísimas encomiendo mi espíritu,
Bajo tu guarda pongo mi vida y mi esperanza,
En Ti confío.

AMÉN.

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