Nuestra Señora de Belén

Horarios de Misa

Jueves: 19.30hs.
Sábados: 20 hs.
Domingos: 10 hs. Misa para niños, y 20 hs.

Confesiones: después de Misa.

Bautismos: segundo y cuarto domingo de cada mes.


Secretaría Parroquial


Jueves: 18.30 a 20 hs.
Sábados: 18.30a 20 hs.
Domingos: 11 a 12 hs.


CARITAS

Martes de 14 a 18 hs.



Nuestro Párroco

Pbro. Daniel Gazze



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:: Homilías ::

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domingo, 15 de agosto de 2010

Homilía Dominical

20° Domingo del Tiempo Ordinario
Lecturas
Ap 11, 19a; 12, 1. 3-6a. 10b
Co 15, 20-27a
Lc 1, 39-56



Hoy la Iglesia nos presenta esta solemnidad de la Asunción de María al cielo: celebramos la glorificación corporal de la Madre de Dios, el autor de toda vida. Esta devoción mariana resalta aspectos de nuestra fe cristiana, importantes para nuestra cotidianeidad. Fundamentalmente, el mensaje central de esta fiesta es el triunfo de la vida sobre la muerte: porque Cristo resucitó, la muerte no tiene la última palabra. Lo que hoy contemplamos en la Virgen, es el anticipo de lo que esperamos alcanzar todos nosotros: la plenitud de nuestra condición humana. Eso es precisamente la "gloria" que tanto anhelamos, y para lo cual fuimos creados. Todo hombre y mujer que viene a este mundo tiene como designio final de Dios alcanzar la "gloria", o lo que es lo mismo, la "Vida" con mayúsculas.

Si dejamos fluir los deseos más hondos de nuestro corazón escuchamos esta vocación a la "Vida", que tiene que ver con nuestra semejanza con Dios. El anhelo de infinito, la alegría por las cosas de este mundo pero al mismo tiempo la insatisfacción que experimentamos ante lo terreno, la nostalgia de "más" vida, de "más" belleza, de "más" amor, de "más" plenitud... Ese impulso hacia lo "más" es el dinamismo de nuestra experiencia humana y de la fe cristiana, que aclara el sentido de esa búsqueda: "nos hiciste Señor para tí, y nuestro corazón está inquieto hasta que no descanse en Ti", explica san Agustín. Sin embargo, esta pasión por la gloria esconde el peligro de desfigurar lo que Dios nos ofrece, cuando la buscamos en un proyecto centrado en el propio yo, un estilo de vida que no lo incluye a El. "Por el pecado entró la muerte en el mundo".

En la sagrada Escritura, "muerte" no es sólo el fin de la vida biológica. La muerte es todo lo que ensombrece nuestra vida, todo lo que le quita plenitud, todo lo que frustra el brillo original que Dios espera de sus creaturas. "Muerte" es también cuando elegimos lo que empaña la imagen de "gloria" que fue impresa por la Creación y el Bautismo en nosotros. Por eso, el triunfo de la vida sobre la muerte, también depende de nosotros y de nuestra responsabilidad. En María, la glorificación corporal que hoy le reconocemos, fue ante todo gracia de Dios, que la libró de todo pecado, pero también culminación de todo un modo de vivir: un proyecto hecho de escucha, de apertura, de servicio. Una vida hecha de alabanza, de gratitud, de reconocimiento. Una actitud humilde que no le impide reconocer la grandeza de lo que le estaba sucediendo: ante Isabel, María reconoce que ¡Dios hace en ella cosas grandes!

Hoy, entonces, le pedimos a María que sepamos reconocer esta propuesta de vida plena en lo cotidiano nuestro. Es cierto que esto supone mucha advertencia, mucha atención, mucho discernimiento. La primera lectura habla del combate de la Mujer contra el Dragón, que quiere devorar a su hijo. En esta lucha nosotros también tenemos que protagonizar, y comprometernos para que también la vida triunfe sobre la muerte en todos los que están amenzados por el dolor, la pobreza, la soledad, la marginalidad, la enfermedad, la discriminación. Pedimos la vigilancia necesaria para no dejarnos engañar, y para no elegir caminos que frustren la vida plena que Dios nos ofrece, que brilla en Cristo Resucitado y en esta Mujer, por quien nuestra humanidad ya está en la gloria.

P. Gerardo Galetto

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