Nuestra Señora de Belén

Horarios de Misa

Jueves: 19.30hs.
Sábados: 20 hs.
Domingos: 10 hs. Misa para niños, y 20 hs.

Confesiones: después de Misa.

Bautismos: segundo y cuarto domingo de cada mes.


Secretaría Parroquial


Jueves: 18.30 a 20 hs.
Sábados: 18.30a 20 hs.
Domingos: 11 a 12 hs.


CARITAS

Martes de 14 a 18 hs.



Nuestro Párroco

Pbro. Daniel Gazze



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lunes, 7 de diciembre de 2009

El Adviento de María (II)

Jesús en el seno de María,
Esperanza de la Humanidad

El Señor quiso preparar el corazón de los justos del Antiguo Testamento con las condiciones necesarias para recibir al Mesías. Mientras más llenos de fe y confianza en las promesas recibidas, más llenos de esperanza por verlas realizadas y más ardieran de amor por el Redentor, más listos estaban para recibir la abundancia de gracias que el Salvador prometido traería al mundo. A medida que pasaba el tiempo, Dios iba preparando con mayor intensidad a su pueblo, derramando gracias, hablando, despertando más el anhelo de ver al Salvador y levantando hombres y mujeres que prefiguraban a quienes estarían en relación directa con el Salvador en su venida.

¿Quién es la que ha esperado en perfección la venida del Salvador?

Toda esta preparación de Dios a su pueblo alcanza su culmen en la Santísima Virgen María, la escogida para ser la Madre del Redentor. Ella fue preparada por el Señor de manera única y extraordinaria, haciéndola Inmaculada. Tanto le importa a Dios preparar nuestros corazones para recibir las manifestaciones de su presencia y todas las gracias que Él desea darnos, que vemos lo que hizo con la Santísima Virgen María.

Ella fue concebida inmaculada, sin mancha de pecado, sin tendencias pecaminosas, sin deseos desordenados: su corazón totalmente puro, espera, ansía y añora sólo a Dios. Toda esa acción milagrosa del Espíritu Santo en ella tuvo un propósito: prepararla para llevar en su seno al Salvador del mundo. Eso es lo que requiere ser la Madre del Salvador.

Si cuanto más fe en las promesas, más esperanza en verlas realizadas y más ardiente amor hacia el Salvador hacía a un corazón más capaz de recibir al Señor, imaginémonos la intensidad de la fe, la esperanza y la caridad del corazón de María que lo hicieron capaz de concebir en su seno al Hijo de Dios.

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