Nuestra Señora de Belén

Horarios de Misa

Jueves: 19.30hs.
Sábados: 20 hs.
Domingos: 10 hs. Misa para niños, y 20 hs.

Confesiones: después de Misa.

Bautismos: segundo y cuarto domingo de cada mes.


Secretaría Parroquial


Jueves: 18.30 a 20 hs.
Sábados: 18.30a 20 hs.
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CARITAS

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Nuestro Párroco

Pbro. Daniel Gazze



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domingo, 13 de diciembre de 2009

Homilía Dominical

3º Domingo de Adviento
Lecturas

Sof 3, 14-18a

Flp 4, 4-7
Lc 3,10-18



Cuando leía los textos bíblicos de la misa de hoy, recordaba el pasaje evangélico que narra San Mateo, del hombre que trabaja en el campo y encuentra un tesoro (Mt 13, 44-52). Ese pasaje es una invitación a la conversión del corazón y a las grandes decisiones, pues el hombre, entonces, "vende todo lo que tiene y compra el campo". Es decir, se desprende de todo lo que es superfluo comparado con lo que acaba de econtrar. Pero San Mateo anota que la fuerza interior para llevar adelante semejante proyecto fue la alegría de saber que había algo valioso: "por la alegría que le da, vende todo..." Efectivamente, la alegría es el motor secreto que impulsa nuestras grandes jugadas en la vida. En las lecturas de hoy se habla de este tema: "Alégrate, hija de Sión..." Y el apóstol nos exhorta: "Estén alegres en el Señor... Vuelvo a insistir, estén alegres".


Estas palabras parecen ser respuesta a las preguntas que la gente le dirigía a Juan el Bautista, cuando éste predica la cercanía del Señor y la necesidad de preparar los caminos. La pegunta es: ¿qué tengo que hacer? Y la primera respuesta es: "alegrate, no te angusties, confiá, agradecé." Juan, en su prédica, indica actitudes profundas y serias, que significan un compromiso no sólo con Dios sino con el prójimo, con un fuerte sentido social: si tenés dos túnicas, compartí con el que no tiene, si tenés que comer, acordate del que carece, si tenés poder, no extorsiones, si manejás dinero ajeno, no exijas más de lo estipulado...

Pero todas estas "decisiones" que uno tiene que tomar, no brotan sólo del esfuerzo moral. Nadie se convierte por mero voluntarismo, sino por gracia de Dios. Y la alegría es el signo y a su vez el fruto de la acción de la gracia en el alma. Claro que no es la festichola del mundo, ni la actitud de quienes ridiculizan hasta las cosas más importantes y valiosas. Es la alegría que experimenta quien sabe tomarse con seriedad y al mismo tiempo con humildad agradecida la propia vida y la de los demás.

Estamos cerca de la Navidad, tiempo de conversión y grandes decisiones. Podríamos trasladar al interior de cada uno de nosotros este mensaje y dejar que resuene la pregunta: ¿Qué tengo que hacer? ¿Qué tristeza tengo que alejar, qué amargura, que resentimiento tengo que superar? ¿Qué compromisos sociales y solidarios tengo que asumir? Y quizás: ¿estoy dispuesto a dejarme alegrar por el Señor, que está cerca? ¿Lo he descubierto como verdadero tesoro que hace valioso lo que ocurre a mi alrededor?

Y por último, que la alegría brote del corazón del hombre cuando éste encuentra a Dios, parece algo normal y casi obvio. Si Dios es grande, bueno, misericordioso, es normal que experimentemos energía, fuerza y gozo al estar en su presencia. Pero lo novedoso de las lecturas de hoy, es que indican que Dios se alegra del hombre. La primera lectura nos dice: El Señor está en medio de ti... El exulta de alegría a causa de ti.

Hay muchas cosas en la humanidad de hoy que seguramente entristecen a Dios, porque dañan al ser humano. Pero parecería que Dios se las ingenia para mirar de tal modo de poder encontrar algo de qué alegrarse por nosotros. Éste es el Dios de nuestra fe: el Dios que confía, a pesar de todo, en la condición humana. Ojalá nosotros también adoptemos la misma actitud.

P. Gerardo Galetto

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