Nuestra Señora de Belén

Horarios de Misa

Jueves: 19.30hs.
Sábados: 20 hs.
Domingos: 10 hs. Misa para niños, y 20 hs.

Confesiones: después de Misa.

Bautismos: segundo y cuarto domingo de cada mes.


Secretaría Parroquial


Jueves: 18.30 a 20 hs.
Sábados: 18.30a 20 hs.
Domingos: 11 a 12 hs.


CARITAS

Martes de 14 a 18 hs.



Nuestro Párroco

Pbro. Daniel Gazze



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domingo, 23 de agosto de 2009

Homilía Dominical

21º Domingo del Tiempo Ordinario

Lecturas
Jos 24, 1-2. 15-17.18
Ef 5, 21-32
Jn 6, 60-69

Hoy escuchamos el final del discurso sobre el Pan de Vida. Discurso que termina con una pregunta decisiva de Jesús a sus discípulos.

Normalmente, si nos acercamos a alguna institución, comunidad, club, partido político, notamos que el intento de persuasión es para que nos quedemos. Es raro que lleguemos a un lugar y nos digan: ¿querés irte? Esa es la pregunta que le hace Jesús a los doce apóstoles, porque no quiere seguidores forzados ni discípulos obligados: quiere amigos libres.

La pregunta del Señor tiene que ver con la situación que nos relata la primera lectura. El pueblo de Dios ha terminado la marcha por el desierto, ha llegado a la tierra prometida. En el camino han tenido que superar pruebas y dificultades; más de una vez lloraron y gritaron pidiendo la ayuda de Yahvé, que los alentó en su marcha hacia la libertad. Ahora las pruebas parecen haber quedado atrás, están instalados, empieza a irles bien, están progresando. Y Josué, sucesor de Moisés, les pregunta: ¿a quién querés servir, al Dios que te sacó de la esclavitud o a los dioses que adoran los pueblos que habitan en el lugar donde ahora estás? Es decir: tenés que decidirte.

Muchas veces nosotros también vivimos situaciones semejantes: en los momentos de prueba y dificultad lloramos y reclamamos la ayuda de Dios, pero en los momentos buenos no siempre manifestamos la misma intensidad en nuestra amistad con El. Los momentos de dificultad nos ponen a prueba, pero en los momentos de bienestar las tentaciones son otras, a veces más sutiles y tenemos que estar alertas y vigilantes para no "instalarnos" en un falso bienestar.

Además, la tentación que tuvo que superar Israel fue la de "acomodarse" a las prácticas religiosas y culturales de los pueblos que estaban en la tierra donde habían llegado. ¿No es también nuestra situación, en una sociedad donde nuestros criterios y estilos de vida no son aceptados por una inmensa mayoría? Este contraste por supuesto que nos enriquece con la tolerancia y el respeto por quienes piensan distinto, pero también nos obliga a tener clara nuestra identidad y a decidir continuamente acerca de nuestro compromiso de fe.

Por último, es llamativa la afirmación de algunos seguidores, que dicen que el lenguaje de Jesús "es duro." ¿Cómo encontrar "duro" el mensaje de un hombre que había manifestado actitudes de bondad, cariño, misericordia, preferencia por los débiles? ¿Cómo encontrar "duro" el discurso de quien dio testimonio continuo de ternura y cercanía con todos, especialmente los pobres, los enfermos, los pecadores? Seguramente, lo que resulta "duro" es esta pretensión absoluta de Jesús: nadie está obligado a seguirlo, pero si lo hacés no podés hacerlo a medias. Cristo no quiere un "pedacito" de tu persona o de tu vida: quiere la totalidad de lo que sos. Ante Cristo es "todo o nada".

Seguramente que en el camino muchas veces experimentaremos el peso de la debilidad humana: no parece ser ese el obstáculo para nuestro encuentro con El, si hay un sincero deseo de conversión y seguimiento. Este es el testimonio de Pedro, que aunque había caído muchas veces, tal como lo relata el Evangelio, sin embargo reconoció que Jesús es el mesías de Dios, es decir, el Salvador que por la fe da un sentido nuevo y pleno a su existencia humana.

Lo que para los discípulos tibios fue "lenguaje duro" para Pedro es "Palabra de Vida eterna."
¡Qué también lo sea para nosotros!

P. Gerardo Galetto

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