Nuestra Señora de Belén

Horarios de Misa

Jueves: 19.30hs.
Sábados: 20 hs.
Domingos: 10 hs. Misa para niños, y 20 hs.

Confesiones: después de Misa.

Bautismos: segundo y cuarto domingo de cada mes.


Secretaría Parroquial


Jueves: 18.30 a 20 hs.
Sábados: 18.30a 20 hs.
Domingos: 11 a 12 hs.


CARITAS

Martes de 14 a 18 hs.



Nuestro Párroco

Pbro. Daniel Gazze



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domingo, 30 de agosto de 2009

Homilía Dominical

22º Domingo del Tiempo Ordinario
Lecturas
Dt 4,1-2.6-8
St 1, 17-18.21b-22.27
Mc 7, 1-8. 14-15. 21-23


Hoy la Iglesia celebra a Santa Rosa de Lima, patrona de América. Después de la Virgen de Guadalupe, es la devoción más importante de nuestro continente. Cada vez que celebramos a un santo, la liturgia nos interpela y nos recuerda nuestra vocación al amor y a la plenitud: eso es la santidad.


Por otra parte, Rosa de Lima muestra la vitalidad y fecundidad que tuvo la primera evangelización de nuestro continente, aún en medio de las contradicciones y tensiones propias de un "encuentro entre dos mundos". Dos culturas muy distintas, la europea y la indígena, se unieron a partir del Evangelio, para dar origen a este fenómeno nuevo que es América Latina.


Hoy nos viene bien recordar esta herencia y esta tradición, que tuvo "luces y sombras", y asumirla lúcida y críticamente para seguir llevando adelante la tarea de responder con la fe en Cristo a los interrogantes y desafíos nuevos que se presentan en nuestro continente.


El hombre no puede vivir sin tradiciones: las necesita, son su raíz, su memoria, su humus vital. Pero Jesús hoy nos advierte que, si no tenemos cuidado, a veces pueden oscurecer nuestra relación con Dios y con el prójimo. Es el reproche que dirige hoy a los escribas y fariseos, quienes cayeron en la ilusión de pensar que el hombre se salva por el cumplimiento meticuloso y externo de la ley. Sin duda que ésta es necesaria y buena, pero es incapaz de renovar el corazón por sí misma. Y éste es el punto clave de la propuesta de Jesús: un corazón nuevo. No lo podemos lograr nosotros, es fruto de su gracia. Para eso el Señor murió y resucitó: para renovar al hombre en todas sus dimensiones. El proyecto cristiano no es un barniz leguleyo, sino "el hombre nuevo".


Por último, podríamos preguntarnos si algunas respuestas sociales a determinados males de hoy no son una reedición de la tentación farisaica. Hay cierta hipocresía social al pensar que se cambia la realidad cambiando las leyes. Sin duda que la ley humana no puede ser inmutable y para siempre, pero por tratarse de la salvaguarda de los valores (eso es la ley) tampoco puede quedar supeditada a los sucesos de la coyuntura.


P. Gerardo Galetto

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